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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
El Gran Ngomo
 

Al otro lado del mundo material/El Gran Ngomo


El Gran Ngomo

Vladimir comenzó a presentarme a Ngomo cuando estábamos todavía en la colina de Sufí, pero en su otro lado.

Señalando a lo lejos, él empezó a explicar:

—Mira. Allí está el Mahadoble gigante de Ngomo de muchos kilómetros de extensión. Y desde allí Él ahora estira Su Brazo hacia nosotros y lo pone debajo de nuestros cuerpos.

»Ahora estamos sobre la Palma de Su Mano y podemos mirar alrededor desde ésta. ¡Por todos lados está la Infinitud multidimensional del Absoluto!

»Experimentemos que Dios me sostiene en la Palma de Su Mano y me observa constantemente, observa todo lo que hago, pienso y digo. Él me sostiene en Su Mano, me contempla y toma las decisiones acerca de mi futuro —cercano o lejano— dependiendo de todas las decisiones éticamente importantes tomadas por mí.

»¡Es esencial experimentar y memorizar que Dios me observa permanentemente! ¡Es imposible esconderse de Él y no existe ninguna posibilidad de ocultar algo de Él! ¡Todo lo que pienso, digo y hago, todo esto se toma en cuenta en el proceso de la formación de mi destino! ¡En cada momento, Ngomo y Otros Espíritus Santos me contemplan desde todos lados!

»Hay otra meditación que podemos practicar aquí. Para hacerla, debemos unirnos con Ngomo, acercarnos a nuestros cuerpos, entrar en los meridianos centrales y desde allí limpiar nuestros ojos con los brazos de la conciencia.

»¡La Mujer Sufí vino volando como un pajarito! También quiere ayudarte con la limpieza de tus ojos —de repente dijo Vladimir y todos nos echamos a reír.

Trabajé experimentando los Brazos de estos Maestros y uniéndome con Ellos. Sin embargo, este proceso fue dificultado por un catarro que se agudizó, con la particularidad de Vladimir trataba de enseñarme insistentemente a sonarme la nariz no en un pañuelo, sino directamente en la tierra, tapando con un dedo primero una fosa nasal y luego la otra. Él explicó que el pañuelo es una fuente de infección, ya que los mocos infectados se secan sobre el pañuelo y luego, durante cualquier manipulación con éste, se dispersan y contagian a los demás. Por lo tanto, es apropiado usar el pañuelo solamente allí donde sonarse la nariz en la tierra es considerado indecoroso.

Estaba aprendiéndolo largo y difícilmente, puesto que no lograba de ningún modo vencer algunos «complejos» míos. Para sonarme la nariz con el «método de Vladimir», me alejaba mucho de los demás y me metía en los arbustos. Allí me entrenaba. Y el resto me miraba desde lejos y se ría.

Entonces Vladimir tuvo que darme un pequeño discurso dedicado a este tema:

—Si me experimento como materia —decía él—, entonces es muy fácil reprobar ciertos tipos de materia diciendo que esta y aquella son «malas». Pero en este caso, es otra vez la «forma humana».

»Veamos un ejemplo. Yo percibo mi saliva, mientras está en mi boca, como una parte natural de mí y todo está bien, ¿verdad? ¡Pero sólo tengo que escupir y la misma saliva ya puede causarme repugnancia! ¡Y aun con el propio escupitajo ya no quiero entrar más en contacto! ¿Por qué?

»Y los mocos son la misma mucosidad diluida, producida por mi cuerpo. La saliva de escupitajo y los mocos son simplemente la materia, prakriti en sus diferentes manifestaciones. Podemos tratarlas de una manera filosófica, y no según los patrones de la “forma humana”, es decir, no según los conceptos de que “así es la costumbre” y “así no es la costumbre”.

»Todo esto es prakriti. Los cadáveres también son prakriti. Si comprendemos que todo esto es solamente diferentes tipos de prakriti, entonces ya no sentiremos ni miedo ni aborrecimiento hacia los cadáveres ni hacia los mocos.

—Bueno, para mí los cadáveres son una etapa del perfeccionamiento ya pasada durante los años estudiantiles —reía yo.

—¡Sí! ¡Los mocos son la etapa actual! ¡El tema palpitante! —anunció solemnemente Vladimir y nos echamos a reír todos juntos.

Luego él resumió:

—Sin duda, es necesario siempre percibir y mantener el término entre lo admisible y lo inadmisible desde el punto de vista de la estética. No voy a dar ejemplos. ¡Pero suénate la nariz en el bosque a nuestro modo! Es correcto.

* * *

—¡Ahora vamos a otra zona de trabajo de Gran Ngomo! —pronunció Vladimir y luego, después de escuchar atentamente, añadió sonriendo:

—Ngomo está bromeando. Dice: «¡Oh, nadie todavía Me ha llamado así!».

La mañana era fresca y me dio un poco de frío. Además, seguía teniendo el catarro.

¡Sin embargo, Ngomo me envolvía en las sensaciones de sonrisa y de alegría chispeante! ¡Como resultado, hasta tuve la osadía de molestarle con una «oración atrevida»: con el pedido del calor africano! ¡Yo anhelaba calentar mi cuerpo hasta una gran temperatura! Creo que mi mamá lo sobrecalentaba en mi niñez y esto, probablemente, era la causa de que tenga este amor hacia el calor y rechazo al frío.

Encima, en el lugar adonde llegábamos, había arena pura. Pero ¿por qué aquí no es un caluroso desierto africano?

Vladimir, tratando de satisfacer por lo menos parcialmente mi deseo del calor, organizó la creación de una hoguera ardiente en un bosquecito cercano. Alrededor de ésta, descansamos y me calenté por los menos un poco.

Luego volvimos otra vez a la zona de trabajo.

—Estamos en Él, en Gran Ngomo —decía Vladimir—. Y lo primero que podemos hacer aquí es «caer debajo de la tierra» en un «precipicio» que se encuentra detrás de nuestros cuerpos. ¡Este «precipicio» está lleno de la Luz Divina de Ngomo, muy brillante y blanca! ¡Este sitio de poder es otro bello ejemplo de un «agujero» que permite penetrar fácilmente en los eones Divinos!

»Y más tarde, podemos practicar esta meditación desde todos los otros segmentos.

»Además, en este lugar es posible tocar la Luz Viviente de la Conciencia Divina de Ngomo y experimentarla entre los propios dedos de los brazos de la conciencia. Para hacerlo, desde el estado de disolución y unión, debemos recrear solamente nuestros brazos y tocar con sus dedos a Ngomo.

»¡Estudiemos a Ngomo! ¡En este lugar, Él se extendió por muchos kilómetros hacia todos lados!

»Podemos mover la concentración de nosotros mismos como conciencias dentro del Mahadoble gigante de Ngomo. Dentro de Él, existen varias zonas de trabajo con diferentes propiedades y posibilidades.

»Aquí es muy fácil “atropellar” el propio cuerpo desde atrás de tal manera que en la percepción queda sólo su pared frontal. Para hacerlo, nos acercamos, siendo una Pared de Luz, a los propios cuerpos desde atrás y nos unimos con el espacio dentro de éstos. Debemos llenar de nosotros mismos convertidos en Luz incluso las partes más pequeñas de nuestros cuerpos, tales como nariz, orejas, ojos, dedos de las manos y de los pies.

»¡Y ahora cada uno puede percibir su cuerpo como un “bajorrelieve movible”, unido con la Gran Pared de Luz!

»Permaneciendo en este estado, podemos convertirnos fácilmente en el Fuego Divino. Y ahora lavemos con este Fuego nuestras caras desde adentro, es decir, acercándonos a éstas desde atrás.

»Repetimos todo esto desde los cuatro segmentos.

»La sanación total de las enfermedades complejas puede tener lugar solamente cuando hemos lavado y limpiado el cuerpo desde todos los cuatro segmentos o, por lo menos, desde los dos posteriores.

»Entremos en la meditación: “Existe sólo el Fuego Divino”. ¡Es deseable habituarse a este estado y aprender a permanecer establemente en éste!

»Es más, podemos desplazarnos siendo este Fuego Divino y estar delante de nuestros cuerpos que están caminando, detrás de éstos, arriba, abajo, dentro…

»Tal práctica permite aumentar gradualmente el volumen de la conciencia en el estado de Fuego y prepara al practicante para convertirse en el “Sol de Dios”.

»¡Comprendamos la importancia de estas meditaciones! ¡Pues este estado de mí mismo como conciencia es idéntico al estado de los Espíritus Santos más poderosos cuando Ellos salen de la Morada del Creador!

»¡Y podemos aprender a permanecer en este estado ahora mismo!

»Y la siguiente etapa será aprender a permanecer en la Morada del Primordial en la Unión con Él.

»Lada Divina también está aquí. Ella nos estaba observando. Dice que Ngomo aconsejaría algo más para Tania, pero Yo, dice Lada, “voy a ocuparme de Mis asuntos”.

Reímos y continuamos el trabajo.

—¡Tania! —dice de repente Vladimir acercándose a mí después de algún tiempo—. ¡Estás otra vez parada sin moverte! Tal vez, te molesto injustamente insistiendo en que es mejor meditar moviendo el cuerpo. ¿Tal vez, es tu peculiaridad individual? Tú misma —a través de tu propia experiencia— prueba y compara cómo sería mejor meditar, sin mover el cuerpo o moviéndolo.

Con un poco de irritación, respondí que yo no sentía gran diferencia. Vladimir asintió con la cabeza y se apartó.

Intenté otra vez lo que aconsejó Vladimir y noté que moviendo mi cuerpo, para mí era más fácil hacer las meditaciones de expansión. En cambio, con un cuerpo inmóvil, me era más fácil hacer las meditaciones «pequeñas», en las cuales, por ejemplo, tenía que limpiar unas contaminaciones menudas en una u otra parte de mi cuerpo.

Con todo, no pude meditar mucho. Me asaltó un cansancio tan fuerte que estaba cercana a caer en aquel mismo lugar y dormir. Moviendo a duras penas mis piernas, me aparté a un lado y, habiendo puesto una colchoneta en el suelo, caí sobre ésta de espaldas dirigiendo mi mirada hacia el cielo azul. Después de extender mis brazos y piernas, me quedé en éxtasis notando tardíamente que había olvidado quitarme la ropa gruesa. «¡Ahora otra vez vendrá Vladimir y me propondrá quitarla, puesto que el sol ya está en lo alto y hace calor!», pensé.

¡Pero me sentía tan bien y tan relajada que no era capaz de mover ni un solo músculo! ¡Además, Ngomo me impregnaba con Su Sol y me hundía en Él, en Su Alegría y en Su Extática Tranquilidad!

Vladimir no vino. Resultó que él se fue a recoger hongos. Y los demás ya se habían desvestido y tomaban el sol. ¡Mientras que yo, en mi chaqueta acolchada, disfrutaba de un calor verdaderamente «africano»!

Al fin y el cabo, recuperé mis fuerzas y sentí que ya podría sentarme. Así que, me senté y empecé a quitarme lentamente la ropa gruesa. ¡No tenía fuerzas para nada más!

Luego Ngomo me propuso escuchar y anotar Sus palabras:

—En el futuro, aproximadamente 6 mil personas vendrán para aprender de ti —me paralicé por un momento al escuchar este número, pero luego pensé: «Voy a dejarlo así por ahora, el tiempo lo corregirá»—. ¡Que ellos sean para ti como tus hijos! ¡Cuídalos como a ti misma!

»¡Cierra tus ojos al hecho de que las personas no Me buscan! ¡Si entre centenas sólo uno va a querer escuchar sobre Mí, cuéntale todo desde el principio!

Luego Ngomo habló un poco sobre las cosas relacionadas con mi trabajo de instructora espiritual en mi ciudad. Y yo solamente suspiraba pensando intensamente cómo realizar todo esto de una manera impecable y eficaz.

Ngomo sonreía. ¡Me unía con Su Luz blanca y tierna y estaba dispuesta a quedarme en aquel lugar hasta la infinidad!

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