Al otro lado del mundo material/¡Un guerrero espiritual debe ser impecable en todo!
¡Un guerrero espiritual
debe ser impecable en todo!
Al llegar a la casa, en el corredor, me saqué mis botas y puse mis pies descalzos sobre el piso. Esto era algo que yo hacía normalmente en mi casa. Larisa lo notó:
—Ahora tendrás que lavarte los pies. Así no te puedes poner las pantuflas.
Intenté objetar que había dado solamente unos pasos. Pero Larisa continuó este tema:
—¡El Guerrero Espiritual debe ser impecable en todo, aun en las cosas pequeñas! Vladimir —ya hace tiempo— nos explicó que nosotros caminamos en las calles, donde las personas enfermas de la tuberculosis podrían haber escupido, y el polvo, que se pega a los zapatos, junto con su expectoración seca y contagiosa, puede llegar así a nuestros departamentos. Si no haces caso a los consejos de Vladimir, él a veces te mira de tal manera que el deseo de discutir desaparece completamente.
No necesité más explicaciones y me fui al baño a lavarme los pies.
Después de la cena, Anna me sugirió leer el libro donde los Maestros Divinos cuentan sobre Ellos Mismos, sobre Sus últimas Encarnaciones y sobre Su Camino hacia la Unión con Dios. Este libro ya lo mencioné, es Obras clásicas de la filosofía espiritual.
Los demás se durmieron ya a las seis, pero yo me quedé hasta tarde sin poder dormir. Estudiaba el libro, reflexionaba sobre los acontecimientos pasados y me sumergía en una u otra vivencia mía.
¿No hay gente en mi tierra que necesite ese conocimiento? ¡Y cuántas esperanzas tenía yo en algunas personas! Pues tengo tantos amigos maravillosos, con quienes hemos estado desde la escuela. Por supuesto, no siempre coincidimos en las ideas y a veces perseguimos en la vida objetivos distintos; no obstante, pase lo que pase, nos aceptamos como somos y tratamos de ayudarnos mutuamente. ¡Siempre he estado agradecida con Dios por mis amigos!
Aunque antes yo tenía la impresión de que ellos no me comprendían y no tenían la misma cosmovisión, creía que esto pasaba porque no me expresaba correctamente, no me explicaba bien y no llevaba esa vida que podría servir de ejemplo a los demás. Pero ahora me parece que hasta mi mamá sería capaz de aceptar y comprender, en algún momento, todo lo nuevo que había llegado a mi vida. Pero resulta que no hay nadie…