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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Babaji: «¡Quiero que Me reconozcas!»
 

Al otro lado del mundo material/Babaji: «¡Quiero que Me reconozcas!»


Babaji: «¡Quiero que Me reconozcas!»

Soñé con Babaji Que era entrevistado para un programa de televisión.

¡Babaji contó sobre un Hombre Que hizo un progreso espiritual increíble y se convirtió en un Maestro espiritual, pero casi nadie sabía sobre esto!

Por otra parte, asimismo casi nadie supo Quién de hecho era Babaji.

¡Fue un sueño muy vivo! Lo vi justamente antes de que me despertaran.

Lo conté a Anna y a Larisa. Pero ellas no hicieron comentario alguno.

No obstante, Vladimir me informó más tarde que Babaji había visitado en la mañana el departamento donde pasamos la noche.

* * *

¡Así que, estamos en camino de visitar a Babaji!

¡Babaji es extraordinario! ¡Tiene tantos hijos! ¡Hijos espirituales! ¡Él fue Maestro para gran número de Aquellos Que alcanzaron la Perfección!

Llegamos a un bosque de pinos. La luz del sol atravesaba las ramas altas y creaba una comodidad especial. Olía a pino fresco.

Nos paramos cerca de dos árboles. Eran un abeto y un pino que habían crecido juntos. Su particularidad consistía en que, al ponerse entre éstos, la sensación del propio cuerpo material desaparecía.

Me propusieron a experimentarlo por mí misma y casi lo logré. Tan solo la «burbuja alta de percepción» me molestaba un poco, porque trataba, escuchando las conversaciones de los demás, de no perderlos de vista.

* * *

Seguimos caminando por un sendero en el bosque, pasando con cuidado por encima de las vías de hormigas. Después de unos cien metros, Vladimir se paró y, volviéndose hacia nosotras, nos contó:

—Una vez trabajamos cerca de la zona de trabajo de Silvio Manuel. Hicimos todo lo que debimos en aquel lugar y propuse que fuéramos a visitar a Silvio. Todos estaban de acuerdo y nos pusimos en camino. Pero Silvio, de súbito, me detuvo con Su Mano. Esta Mano no era material, pero sí se la podía sentir muy bien, era muy tangible. La Palma de Su Mano, puesta frente a mi pecho, se convirtió para mí en un obstáculo insuperable.

—Vladimir entonces se sentó sobre un tronco y se puso a pensar —Larisa, sonriendo, imitó a Vladimir asombrado.

—Así fue. Silvio Manuel opinaba que no deberíamos ir en aquel momento a Su sitio, por más bello que éste fuese. A través de este episodio, nos mostraron también cómo puede Dios controlar la conducta de las personas encarnadas y cuáles son Sus posibilidades.

Pasamos unos pocos metros más y Vladimir otra vez se volvió:

—Pronto empieza el sitio de poder de Babaji. Nos estamos acercando a Su Mahadoble. En aquel lugar Babaji se condensa, lo que permite verle con más facilidad.

Caminamos un poco más y Vladimir se volvió nuevamente, ya por tercera vez. Apenas tenía tiempo para guardar y sacar mi libreta. Pero no pude anotar enseguida lo que Vladimir dijo entonces.

—Babaji te dice: «¡Quiero que Me reconozcas!».

Vladimir sonrió y continuó el camino; los demás le seguían. Pero yo me quedé. Alegría y desesperación se mezclaron. Entonces, Babaji y yo nos conocemos. ¡¿Pero cómo voy a recordarlo?!

Mi angustia iba creciendo. ¡¿Cómo podré recordarlo?! ¿Y si no lo logro? ¡No! ¡Voy a quedarme en este lugar hasta que recuerde, aun si me toca estar aquí hasta la mañana, para gozo de los mosquitos!

Vladimir en ninguno de sus libros enseñó cómo recordar tus propias vidas pasadas y a tus Maestros de aquel entonces. Sólo Ellos Mismos podrían ayudarte, diciendo o mostrando algo.

Cuando Vladimir dijo que Babaji se condensaba mucho en aquel lugar y que, por eso, incluso se Le podía ver muy bien, yo, por un momento, pensé que lograría verlo incluso con mis ojos físicos.

Vladimir tuvo que sacarme de mi «estupor», recordando que Babaji me estaba esperando allí, cerca de aquel pino, y no en el lugar donde me quedé.

Nos paramos en un cruce de caminos. A la distancia de unos metros, comenzaba el sitio de poder de Babaji. Nos quitamos las mochilas. Vladimir me dio la oportunidad de ir primero y explicó dónde, más o menos, estaba el sitio de poder y el Mahadoble condensado de Babaji.

Empecé a caminar. Después de dar unos pasos, mi anahata se expandió de repente y se elevó sobre el bosque. Me convertí en un gran corazón espiritual que tenía brazos. Con éstos pude acariciar, desde arriba, las cimas de los pinos y los pájaros que allí cantaban.

No logré ver a Babaji con mis ojos físicos. Debía lograr verlo con los ojos del corazón espiritual.

Vi muchas veces, incluso en mi casa, el retrato donde Babaji está con Su capucha favorita. Por lo tanto, trataba de no confundir las fantasías de mi mente con el verdadero ver.

Debido a mi tensión, agitación y la molestia causada por los mosquitos, no podía relajarme para sumergirme enteramente en Su Amor. Pero sí podía sentir Su presencia muy intensamente.

Para concentrarme siquiera un poco y no distraerme, empecé a cerrar mis ojos de vez en cuando. Pedí a Babaji que me ayudara a recordar.

Ante mi vista, apareció por un momento la imagen de un hombre en ropas blancas, con cabello largo oscuro.

Vladimir me preguntó si recordé, vi o escuché algo. Pero contesté negativamente, porque aquella visión era muy fugaz y yo dudaba.

Hicimos una pausa para descansar. En aquel momento, otros Maestros Divinos vinieron para visitarnos, lo que Vladimir anunció enseguida.

—Han venido Rosa y Lada. Dicen que debes aprender a lavarte con el rocío matutino tomado de las hojas verdes de las hierbas. También ha venido Igor Visotin. Él añade que también debes aprender a lavarte con el rocío de los carrizos que crecen en los lagos.

»Ahora puedes abrazarlos a Todos —continuó Vladimir.

Nos abrazamos y nos disolvimos en el deleite más alto.

Pronto regresé al Mahadoble de Babaji, sin dejar de escuchar a Vladimir. Esperaba de él por lo menos alguna Revelación. Pero él empezó a prepararse para partir al otro sitio de poder de Babaji. No obstante, de pronto cambió de opinión:

—Babaji dice que ni hablar sobre irnos de este sitio ahora. Debes relajarte al máximo y Él va a hacer todo por Él Mismo. Para ver a Dios, hay que ser una conciencia sutil y libre.

Respiré con alivio. Sería muy triste abandonar este lugar sin recordar aquello que mencionó Babaji. Me relajé, dejé que los pensamientos se fueran y caminé en este estado durante varios minutos.

De repente, vi otra vez la misma imagen: un hombre con cabello largo y un rostro moreno. ¡Un hombre fuerte! ¡Hermoso! ¡Él miraba tierna y seriamente! Esta imagen aparecía y desaparecía, pero se quedaba cada vez por más tiempo. ¡Él alarga Su brazo, toca mi anahata y de allí empiezan a brotar —como un flujo— emociones de amor tierno y fiel de una fuerza infinita! Éstas crecen gradualmente.

Percibí de una manera muy clara que había empezado a recordar algo, pero no mediante imágenes, sino mediante sensaciones. No obstante, la amplitud de estos recuerdos fue tan grandiosa y superior a mis fuerzas que lágrimas casi histéricas estaban a punto de brotar de mis ojos.

Y entonces Él me soltó. A cambio aparecieron un alivio alegre, una exultación y ¡yo recordé!

¡Estaba próxima a volar al cielo y planear allí como un pájaro alegre y despreocupado!

Regresé a los demás y les conté sobre mis avances. Era de mucho interés que yo hubiera visto a Babaji tal como Él era en Su penúltima Encarnación, hecho que refutaba los juegos de mi mente. (Yogananda describió esta Encarnación en Su autobiografía).

Estábamos de pie, gozando, en un círculo de amigos. En este momento, de sus conversaciones, entendí que ellos vieron lo mismo que yo. Anna, adicionalmente, confesó que desde hacía un día estaba a punto de contarme sobre Babaji, cuando yo pregunté: «Si yo era un Gurú, ¿quién era mi Gurú en aquella encarnación?». Pero Babaji entonces la detuvo y dijo:

—¡No te adelantes a Mí en los corazones de Mis hijos!

Abracé a Babaji con todas mis fuerzas, realmente «me arrojé a Su cuello» y esto fue tan natural como si lo hubiera hecho siempre.

Vladimir, viéndome, de repente dice:

—Experimenta a Babaji en tu cuerpo. Él ahora ha entrado, condensándose, en éste. Tengo la impresión de que quiere meterse allí completamente. Pero no cabe…

Nos echamos a reír. Experimenté a Babaji dentro y alrededor de mi cuerpo. Él era mucho más alto. Mi estado era tenso, pero al mismo tiempo dichoso. ¡Era tenso porque trataba de sintonizarme al máximo con Su sutileza y dichoso porque era mi Maestro favorito de mi pasado y ahora del presente, el Gran Babaji!

Finalmente, todos sentimos que nos dejaron ir y continuamos el camino hacia el Valle de Babaji.

Recogiendo mi mochilla, de súbito oí muy claramente: «¡Lahiri Mahasaya!». ¡Y, enseguida, Anna con alegría dice que vinieron Yogananda y Sri Yukteswar! Les comuniqué a los demás lo que había escuchado. Reímos. ¡Ahora con nosotros estaban tantos Amigos Divinos!

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