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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Espíritus Santos — Varones y Mujeres
 

Al otro lado del mundo material/Espíritus Santos — Varones y Mujeres


Espíritus Santos — Varones y Mujeres

En el día de hoy vamos a visitar a varios Maestros Divinos. Nos hemos bajado del tren eléctrico y estamos caminando por un sendero en el bosque.

¡De repente viene Krishna a saludarnos! ¡Ya es mi segundo encuentro con Él! Pero esta vez no me limito a un modesto «¡Hola!», sino que Le abrazo alegremente! ¡El Éxtasis de la Unión con el Espíritu Santo!

Vladimir de nuevo cuenta cómo hay que unirse de una forma correcta y cómo aprender a oír lo que dice Krishna:

—Al principio, alargamos nuestros brazos de la conciencia hacia Krishna y luego los sumergimos en Él. Entonces, surge la posibilidad de unirse con Él completamente y de disolverse en Él. ¡Y entonces no existo yo, sino sólo Él! ¡No están mis pensamientos, sino solamente los Suyos!

Yo ya puedo disolverme de esta manera fácilmente. Pero ver y oír, no. O, mejor dicho, sí lo puedo, pero siempre y cuando Vladimir me dirija. ¡Así que, sumerjo mis brazos en Krishna y una alegría incomparable me colma!

Seguimos marchando y, en el recodo del sendero, otro Maestro Divino, llamado Igor Visotin, nos recibe. Me parece que veo Su Rostro a distancia de unos pocos metros delante de nosotros. Entonces, alargo mis brazos hacia Él y me uno…

Un viento cálido toca suavemente la superficie lisa del lago, un tierno solecito matutino disuelto en la neblina, las gotitas del rocío sobre las hojas de las hierbas y sobre las flores… La sintonización con semejantes estados de la naturaleza puede acercarnos a la comprensión del estado de Igor Visotin, uno de Aquellos Que alcanzaron al Creador y Lo representan a Él en la Tierra para las personas encarnadas.

Continuamos nuestro camino, pero Igor Visotin se queda con nosotros y Vladimir me transmite Sus palabras:

—Debes aprender necesariamente a pasar el mayor tiempo posible en medio de la naturaleza, a vivir en tiendas de campaña, a esperar la salida del sol…

¡Sí, yo con gusto viviría en tiendas de campaña! Así que, me puse a premeditar todas las posibilidades para «huir» de la agitación urbana y para vivir «al aire libre». No obstante, la versión cuando yo vivo sola en un bosque, aunque sea por unos días, me pareció poco probable y decidí reflexionar sobre este tema más tarde. Pues si el Espíritu Santo lo dice y lo recomienda, entonces siempre habrá una salida para cualquier situación.

El sendero se terminó y ante nosotros se extendió un lago de una belleza inexpresable. Rodeado por un bosque, silencioso y tierno, reflejando en sí el cielo azul y las nubecitas ligeras, era majestuoso en su profunda tranquilidad. Nos quitamos las mochilas y nos acercamos al agua.

—Es el sitio de poder del Gigante —empezó a explicar Vladimir—. Aquí es muy bueno aprender a sostener este magnifico lago con los brazos del amor. Por ejemplo, podemos situar nuestros brazos de la conciencia en la profundidad, debajo de este lago, y extenderlos hasta su orilla opuesta. También podemos experimentar a los pececitos y acariciar sus pancitas…

Cuando estaba haciendo esta meditación, incluso me mareé un poco. Pensé que era por el hambre, aunque hacía poco había desayunado muy bien. Recordé cómo Anna y yo tuvimos que ponernos a dieta debido a que nuestras meditaciones colectivas nos habían aumentado muchísimo el apetito.

En ese momento vimos dos simpáticos patitos acercándose a nosotros. Ellos movían con celo sus patitas para poder alcanzar la orilla lo más pronto posible. Nos alegramos de su presencia y les dimos a comer unos pedacitos de pan y luego, durante mucho tiempo, los acariciamos con nuestros brazos de la conciencia, los brazos del amor.

Después Vladimir empezó a explicar otras posibilidades del trabajo meditativo en aquel lugar:

—Si nos alejamos de la orilla y nos volvemos de costado al lago, desde esta posición podemos con más facilidad sostenerlo con la palma de una mano. Luego podemos volvernos de otro costado y practicar lo mismo con la otra palma.

Sí, de hecho, era más fácil hacerlo así. Y las sensaciones también se hicieron más claras. Pero ahora sentí un «mareo» aún más fuerte, como si estuviera al borde de un precipicio y el viento me llevara. Con todo, no tuve emociones de miedo. Pero, por si acaso, le avisé a Vladimir para estar segura de que no estaba haciendo nada mal. Él, en cambio, contestó resueltamente que me tambaleaba debido a la presencia del Gigante.

Yo debía no sólo tratar de memorizar todos los ejercicios que me enseñaban, sino también anotar para poder luego practicarlos en casa.

Después Vladimir nos propuso agradecer al Gigante y continuar el camino.

Dirigiéndose a mí, él dijo:

—Ahora vamos a visitar a las Mujeres Divinas. Ellas te están esperando. Veamos que es lo que dirán esta vez.

Yo, de broma, observé que los Hombres Divinos me trataron mejor y que no fueron tan estrictos conmigo como las Mujeres. Esto daba a mis relaciones con los Espíritus Santos un «encanto» especial, tierno y gracioso.

Yo ya no tenía miedo de encontrarme con las Mujeres Divinas. Pues comprendía claramente que si Ellas me reprenden, es sólo para mi bien.

Debido a que en esta encarnación, yo nací en un cuerpo femenino, cuando visitaba a Lada por última vez, Le pedí que me enseñara a ser como Ella y a obtener, entre otras, todas las mejores cualidades femeninas…

Pronto llegamos al lugar necesario y empezamos a recoger leña.

Enseguida noté algo diferente en mis sensaciones. Comparando con otros sitios de poder, aquí la Ternura y el Amor eran diferentes y tenían matices «femeninos». Pero la sutileza Divina, propia de todos los Espíritus Santos, era la misma.

Ya hace algún tiempo que empecé a experimentar esos matices individuales de los Espíritus Santos. Algunos daban el Amor y la Ternura ardientes, intensos. Otros, una Tranquilidad silenciosa y profunda, como la superficie cristalina del agua. Y, por ejemplo, Yamamuto, durante mis contactos con Él, manifestaba una Ternura Que yo podría comparar con el aroma sutilísimo de las flores recién abiertas.

Comimos un poco y nos dirigimos hacia un pequeño claro entre los altos pinos. En su borde, había un tocón muy cómodo, como especialmente ubicado para sentarse sobre éste y escribir.

—Aquí está Elisabeth —dijo Vladimir, cuando todos se instalaron en el claro—. Cuando nosotros estuvimos aquí la vez pasada, en este lugar se reunieron varias Mujeres Divinas. Pero ahora está sólo Elisabeth.

Desde la primera palabra entendí que Vladimir hablaba de Elisabeth Haich.

—Aquí vemos una columna ancha de Luz Divina, Luz de la Conciencia de Elisabeth.

No sé cómo decirlo, creo que veía o, quizás, más bien experimentaba aquella columna blanca semitransparente de Luz y sus límites.

Entramos en esta columna.

Vladimir estaba escuchando…

—Elisabeth dice que está muy contenta de que tú, gracias a nuestros esfuerzos comunes, te hayas puesto en el camino correcto. ¡Ella ya no duda de ti y está segura de que tu encarnación actual será positiva! ¡Ella te acepta en el grupo de los Jefes Espirituales!

Vladimir aclaró:

—Un Jefe no es solamente aquel que se desarrolla a sí mismo, sino también aquel que guía a los demás.

Todos nos quedamos callados.

¡Me alegraba silenciosamente! ¡Por fin, «no hay más dudas sobre mí»!

Aunque todavía yo no tenía ninguna idea clara sobre cómo guiaría a otras personas, ya no dudaba más ni veía dificultad alguna por mi parte.

No obstante, «el tiempo dirá». ¡O, más exactamente, Dios dirá!

Empezamos las meditaciones.

Primero había que sintonizarse con Elisabeth y experimentar Su Amor.

Vladimir llamó nuestra atención sobre el hecho de que el Amor de los Varones Divinos y de las Mujeres Divinas se distingue ligeramente.

Al escucharlo, sentí un alivio, ya que yo misma me di cuenta de esto, pero no estaba segura de que mis conclusiones fueran correctas.

Logré muy fácilmente sintonizarme con Elisabeth. ¡Su Ternura podría compararse con un toque tierno y ligero de una pluma!

Vladimir me pidió de nuevo limpiar de contaminaciones energéticas mi cuerpo y me recomendó solicitar la ayuda de Elisabeth en este proceso.

Entonces, me puse a limpiar mi cuerpo con los brazos de la conciencia, agarrando todo lo innecesario y oscuro y echándolo afuera. También limpié de esta manera mis piernas, entrando en éstas desde abajo, a través de las plantas de mis pies.

—Con los brazos de la conciencia podemos limpiar nuestros cuerpos, entrando en éstos desde abajo, a través de las plantas del pie.

«¡Vaya!», pensé. «¿Será que ya puedo “captar” los pensamientos de Vladimir antes de que los diga? ¿O fue Elisabeth Que me sugirió este método?».

* * *

Descansamos, tomamos café con bocadillos de queso y nuevamente empezamos a trabajar.

Hacía sol, pero también frío como en primavera. Sin embargo, Vladimir se había quitado ya su chaqueta y trabajaba vestido con poca ropa. Ahora el frío ya no me molestaba tanto como antes, pero los mosquitos hambrientos, sí.

—Adler vino. Aquí está la columna de Su Luz Divina —dijo Vladimir y señaló el lugar cercano a Elisabeth—.

Quedé inmóvil por el arrobamiento. ¡Leí la autobiografía de Adler varias veces, casi con la boca abierta! ¡Pue, Él estuvo participando en la creación de nuestro planeta y es Él Quien supervisa ahora su desarrollo! ¡Además, yo también quería aprender a aparecer y a desaparecer entre las personas en el tiempo y en el lugar necesario, así como Él lo sabe hacer! No obstante, para esto hay que primero llegar a ser como Adler.

Así como durante mi primera visita a Su sitio de poder, experimenté Su Grandiosidad, Majestuosidad e Inmensidad. ¡Me sentí como si estuviera parada al pie de un edificio de cien pisos y, habiendo alzado la cabeza, no viera el extremo del techo tras las nubes!

Alargué con cuidado mis brazos de la conciencia hacia la columna de Su Luz y los introduje. ¡Fue maravilloso, excepcional!

Justamente en aquel momento, Vladimir nos propuso entrar en Adler y expandirnos como conciencias hacia arriba dentro de Su Mahadoble, para que nos experimentáramos tan grandes como Él.

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