Al otro lado del mundo material/«Reciprocidad total» «Reciprocidad total»Pero nuestro trabajo en el sitio de poder de Ptahhotep todavía no se terminó. Yo tenía que aprender la meditación «reciprocidad total», aquella que no había dominado en mi encarnación anterior. Empezamos este proceso sentándonos uno frente al otro. Luego Vladimir me propuso experimentarme como conciencia detrás de su cuerpo e introducir mi cara en su tórax para que yo pudiera mirar mi cuerpo desde su anahata. Él estaba haciendo lo mismo a la vez conmigo. Esta meditación resultó ser muy fácil para mí y la hice sin ningún esfuerzo. Creo que estábamos mirándonos así unos dos minutos cuando Vladimir de pronto exclamó: —¡Excelente! ¡Lo has hecho muy bien! La siguiente tarea consistía en mirar el propio cuerpo desde todos los lados simultáneamente, siendo un corazón espiritual expandido. Debido al cansancio, comprendí muy mal las instrucciones de Vladimir y, por lo tanto, logré mirar mi cuerpo solamente desde un lado. Entonces para ayudarme, Vladimir invitó a unos espíritus que vivían cerca del río. De repente percibí que alguien nos rodeó y sentí cierta tensión. Recordé los «aliados» de los libros de Carlos Castaneda. Pero Vladimir me tranquilizó habiendo explicado que eran almas puras, quienes vinieron para ayudarnos. Él señaló con su mano a los espíritus que, a petición suya, formaron un círculo alrededor de nosotros habiéndose situado a una distancian de cinco metros de nuestros cuerpos. ¡Y yo debía aprender a mirar mi cuerpo desde sus anahatas! Pregunté cuántos espíritus eran y qué apariencia tenían. ¡Vladimir contó doce y dijo que habían llegado todos! En cuanto a su apariencia, él explicó que ellos se parecían a unas pequeñas columnas de luz casi transparente, aproximadamente del tamaño de nuestros cuerpos. ¡Quería objetar que eran absolutamente transparentes, ya que no lograba verlos de ningún modo! Pero me contuve. Solamente sentía que alguien estaba cerca de mí y tuve que guiarme por los lugares en la hierba los cuales Vladimir señaló con su mano. Y allí estiré mis brazos de la conciencia. En general, como después resumió Vladimir, no lo hice muy bien. Pero no era muy grave, ya que en aquel momento la tarea principal consistía en comprender el principio de esta meditación para que yo pudiera trabajar libremente con ésta cuando tenga tiempo. Logré dominarla muy bien solamente después de unas semanas cuando me disolvía, como siempre, en el Espíritu Santo sin pensar en absoluto en los principios de la «reciprocidad total». Esto sucedió cuando David entró muy vivamente en mi vida y no me abandonaba ni por un minuto, aun cuando yo visitaba a otros Maestros Divinos. Pero sobre esto contaré más adelante. El cielo comenzó a oscurecerse con nubes de tormenta y nosotros empezamos a prepararnos para volver a casa. En cuanto a la «reciprocidad total», posteriormente trabajamos con esta meditación mucho más. Y cada vez yo trataba de abrazar más espacio conmigo misma como conciencia en el estado de «no yo». Resultó que para este propósito Vladimir tenía una gran variedad de sitios de poder, lo que permitía pasar de un escalón al otro, de las técnicas simples a las más complejas.
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