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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Sobre los «capullos» y los «vampiros»
 

Ensayos sobre lo Principio/Sobre los «capullos» y los «vampiros»


Sobre los «capullos»
y los «vampiros»

Se denominan vampiros a los animales que se alimentan principalmente de la sangre de otros animales.

También, en la literatura mística y en las fantasías incoherentes, se ha formado la idea de que existen personas-vampiros que muerden a otras personas en el cuello y beben su sangre. Como resultado, sus víctimas no solo pierden algo de sangre, sino que también se convierten en personas-vampiros.

Ahora bien, existe un fenómeno en la vida real llamado vampirismo bioenergético que es de nuestro interés.

Pero, ¿para qué hablar de estos horrores?, podrían preguntar. Respondo: Por supuesto que no es para sembrar miedo como en las películas del género. Sino para que —ignorante o involuntariamente— uno mismo no se convierta en vampiro, paralizando tanto el destino propio como el de los demás.

… Las bioenergías se mueven tanto dentro del cuerpo como fuera de él.

Existen también unos «capullos» bioenergéticos que suelen rodear los cuerpos de todos los seres encarnados, incluidas las plantas. Los límites de estos «capullos» suelen estar a unos 50 cm del cuerpo. Pero en algunos casos alcanzan varios metros.

La calidad de las bioenergías dentro de los «capullos» puede variar radicalmente: desde la pureza y el refinamiento Celestial Divino —hasta la tosquedad infernal—. Y ésta calidad depende del estado emocional al cual esté habituado cada ser.

Recuerdo que una vez designaron a una especie de psiquiatra-nigromante para que me vigilara —tratando de atraparme en algún error— para luego castigarme políticamente por ello.

Cuando hacíamos nuestra «natación de invierno», siempre resultaba estar cerca, caminando de un lado a otro, haciéndose el tonto.

Cuando en el verano hicimos campamento en un bosque, instaló su tienda al otro lado de un pequeño lago y nos observaba con sus binoculares, tratando de pescarnos consumiendo drogas, practicando sexo grupal, etc… Pero nada por el estilo hacemos en nuestras vidas.

Y cuando meditábamos acostados a la orilla del lago, se acercó bastante y pude ver un horroroso «capullo» infernal de unos 50 metros alrededor de su cuerpo… Muchas personas que se bronceaban cerca de nosotros se descompusieron y se fueron a casa. Pero, si hubieran sido conscientes de lo que estaba sucediendo, habría sido suficiente con alejarse de ese demonio en la carne.

Me dijeron después, que este demonio incluso tenía la capacidad de —matar— pequeños animales a distancia y a través de las paredes…

… Ahora bien, estar al alcance de los «capullos» de personas que se han acercado a Dios, lo sumerge a uno en una paz llena de dicha e incluso puede tener un efecto curativo.

… Y tales procesos y fenómenos pueden darse no solo dentro de los «capullos», sino también fuera de ellos. Por ejemplo, uno puede aprender a transportarse como conciencia miles de kilómetros para influir en otros seres. Esta habilidad puede ser alcanzada tanto por los guerreros espirituales santos que buscan ayudar a otros en su Camino espiritual, como por los sirvientes del infierno que buscan hacer daño.

¿Qué se debe hacer para no convertirse en estos últimos?

Uno tiene que:

a) estudiar los principios de las Enseñanzas éticas de Dios y vivir de acuerdo con ellas,

b) dominar el arte de la autorregulación psíquica, que se puede estudiar en el libro «Ecopsicología» y otros libros nuestros, así como también se puede estudiar en nuestros videos y filmaciones.

Y ese «psiquiatra-nigromante», sin tener idea de Dios o del significado de nuestra vida en la Tierra, confiado en su ignorancia y, despreciando a todos y a todo, camina confiado hacia una vida póstuma en el infierno.

Mientras que nosotros, fingiendo no notarlo, caminamos en la dirección opuesta.

* * *

Durante mucho tiempo dudé si hablar de otro monstruo que ahora voy a mencionar. Después de todo, otros «psiquiatras» como éste podrían comenzar a «diagnosticarme»… Pero Dios me dijo: «¡Escribe! ¡Necesitamos publicar este artículo!»

Al final, decidí escribirlo. Después de todo, aparentemente no me queda mucho más tiempo encarnado en el cuerpo que habito actualmente, —ya tengo 76 años—. Y la mayoría de mis lectores se beneficiarán de saber más sobre este tipo de personas…

… Este personaje tiene una educación universitaria, es abogado. Y su físico alto, majestuoso, guapo.

Pero existen tales fallas éticas en él, que me ha sido imposible poder ayudarlo.

En particular, sin importar dónde, al usar el inodoro, meaba alrededor del mismo, más allá de la taza… Lo hacía tanto en casa de sus padres como en todas partes, sea en Rusia o en el extranjero…

Parece ser que en su infancia, jugaba este juego de mear todo alrededor como un niño, mientras que emitía un prolongado zumbido como de motor, aparentemente jugando al «avión»…

Y no le avergonzaba que el dueño de la casa, quien usara el inodoro después o quien hace la limpieza, se viera obligado a arrodillarse en el piso para limpiar los charcos de orina con un trapo…

¿Cómo etiquetar esto desde un punto de vista ético? ¿Desprecio grotesco por los demás? ¿Arrogancia caricaturesca? Sí, ambos y más.

En respuesta a mis intentos de explicarle lo errado de su actuar, siempre asentía con la cabeza, y lo admitió muchas veces… Pero, seguía comportándose en su forma repugnante habitual.

Hablando con él sobre otros temas, tuve que concluir: que él solo podía aceptar aquellos consejos que lo halagaban y lo hacían sentir bien —e ignoraba todo lo demás—.

Le hablé de Dios, pero me dijo: ¿por qué necesito a Dios, si conmigo basta y sobra? Le expliqué que el Camino espiritual pasa por la autocorrección ética, el ennoblecimiento y el refinamiento de la conciencia; asintió con la cabeza, pero esta verdad no permaneció en él de ninguna manera.

Y en lugar de desarrollar un corazón espiritual limpio y puro, se reconfiguraba en él una cabeza bioenergéticamente sucia.

Debido a esto, su cabeza se volvió completamente negra energéticamente y comenzó a dolerle… El dolor se le intensificó muchísimo…

Ahí fue cuando comenzó a pedirme ayuda aullando de dolor…

Pero, ¿cómo ayudarlo si rechazaba todo lo que no halagaba su orgullo y le impedía admirarse a sí mismo?

Todos mis intentos de ayudarle fueron infructuosos.

Tuve que dejar de responder a sus emails…

Pero luego, intentó sanarse tratando de conectarse con mi «bioenergía». Para ello, trataba de conectar la energía sucia y enferma de su cabeza, con la mía limpia y sana. Mis intentos de persuadirlo de que no lo hiciera, tuvieron el efecto contrario, y exacerbaron su ansia. Así que entablaba conversaciones conmigo mientras que paralelamente, fijaba en su mente el intenso anhelo de servirse de mi energía.

Y no había forma de detenerlo, así como tampoco entendía lo que estaba escrito en los libros, ni lo que traté de explicarle personalmente.

Se negaba a aceptar mi ayuda, mientras insistentemente decía: «¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!».

* * *

Nuestras bioenergías son dirigidas por nuestras emociones, y estas se generan en los chakras. Por ello, dominar el arte de la autorregulación psíquica, le permite a uno aprender a controlar las emociones y por ende las bioenergías.

Es necesario monitorear cuidadosamente los flujos de las bioenergías propias —hacia otras personas y seres—. Se nos ha otorgado el «derecho» de compartir con los demás: —amor, paz y regocijo sano—.

¡Pero el ansia intensa de obtener algo de los demás —está prohibido—! ¡Es este comportamiento el que desencadena el fenómeno patógeno del vampirismo!

… En mi caso, la situación de vampirismo bioenergético que recién narré, no duró varios días, sino alrededor de 2 años.

Todas las mañanas me despertaba exhausto. A duras penas agarrándome de las paredes y arriesgándome con caer desmayado, iba hasta la cocina a desayunar lo que podía ser capaz de tragar sin cocinar ni calentar nada. Luego volvía a acostarme, tratando de absorber la energía del alimento. Luego, una vez más luchaba por llegar a la cocina a tomar un café. Y de nuevo a acostarme…

La exposición constante a su cabeza enferma me provocó hipotensión crónica, llevando mi presión arterial hasta como la de una persona en coma. Tuve que aprender a vivir sin salir de casa y moverme con dificultad por el apartamento.

Al mismo tiempo, por extraño que parezca, tal situación de vida afectó únicamente a mi cuerpo, ya que en cuanto a desarrollar la autoconciencia a través de la meditación, logré avanzar considerablemente.

También seguí ayudando a quienes tenían el deseo y la capacidad de desarrollarse de igual forma.

* * *

Fui asesinado dos veces.

La primera vez fue una «ejecución extrajudicial», cuando me acusaron de un delito del que soy absolutamente incapaz de cometer.

Y la segunda vez, a través de los esfuerzos del vampiro bioenergético descrito en este ensayo.

Ambas situaciones me ayudaron a ser una mejor persona. Realmente comencé a entender a las personas más claramente al evaluar sus características.

También, aprendí a aceptar —de Dios— mi destino y a no vengarme ni tomar represalias.

Ahora, comparto esta experiencia de vida con ustedes.

Me gustaría agregar, que cuando se vean obligados a relacionarse con este tipo de «vampiros», jamás les brinden su atención, ya que esto solo incrementa su actividad.

¡Más, como podemos ver, todo lo que sucede en nuestros destinos —es para nuestro bien—!

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