Comment Dieu Peut-Il Être Connu/Autoidentificación en las especies e impronta Autoidentificación en las especies e improntaEn el capítulo anterior, tratamos el tema de que la percepción del propio sexo no siempre está en concordancia con el sexo del cuerpo. Pero hay incluso un problema «más profundo» que concierne al conocimiento subjetivo propio acerca de a qué especie biológica pertenece uno. Sin duda la mayoría de mis lectores consideran este conocimiento innato, pero esto no es verdad. La prensa científica a veces reporta casos de cuidado y crianza de niños humanos en manadas de lobos, monos y otros animales. Estos niños se desplazan sobre sus cuatro extremidades y comen la misma comida que los animales que los criaron. Y cuando la gente aparece, estos niños no los reconocen como «de su misma especie», sino que, por el contrario, se comportan con miedo u hostilidad hacia ellos. En experimentos especiales yo crié perros machos de manera que ellos nunca vieron otros perros hasta la edad de aproximadamente dos años: los separé de sus madres antes de que sus ojos se abrieran y los cuidé artificialmente; crecieron en jaulas aisladas y tenían contacto sólo con personas. Su actitud hacia la gente era buena, pero cuando los hice encontrarse con otros perros por primera vez (incluso perros amistosos hacia ellos), ¡se asustaron tanto de estos «monstruos» que cayeron sobre sus espaldas y estuvieron «paralizados» en posturas catalépticas! ¡Ellos podían permanecer en ese estupor por una hora o más! Sólo mi intervención, durante la cual los acariciaba, los retornaba gradualmente al estado normal. Su actitud hacia otros perros cambió radicalmente cuando se dieron cuenta repentinamente de que las perras hembras en celo emitían el olor de las feromonas sexuales… (es decir, el factor sexual creó condiciones para la aceleración del proceso de socialización). Resultó que estos perros no se percibían como perros, sino... como humanos, como en el caso de esos niños que fueron criados por lobos o monos y que se percibían como lobos o monos. La cuestión es que la percepción de la propia especie no es innata. Se forma durante un cierto período crítico del desarrollo del organismo a través del mecanismo llamado socialización primaria (en contraste a la socialización secundaria, que puede desarrollarse larga y penosamente en una edad posterior). Durante el período crítico de la socialización primaria, tiene lugar la llamada impronta (imprinting) de los individuos adultos de la propia especie (generalmente, son los padres). Es con esta base que se forma el conocimiento de la pertenencia a cierta especie biológica. En el caso de los humanos, este período dura de dos a seis o siete meses (véase [1,7]). En este período, y aproximadamente dos años después, la mentalidad del niño es extremadamente sensible a las perturbaciones de las relaciones armoniosas con la madre o la persona que hace sus veces. De acuerdo a muchas observaciones sobre el desarrollo de los niños y a experimentos especiales con monos (H.F. Harlow y otros; ver bibliografía en [7]), las perturbaciones de esta armonía (por ejemplo, una ausencia prolongada en este período de la persona grabada a través de la impronta o los intentos de sustituirla por otra persona) llevan a trastornos casi o incluso completamente irreversibles del desarrollo psíquico del niño que tienen consecuencias también en la edad adulta. Pueden ser dificultades psicológicas en los contactos con otras personas, insociabilidad, híperagresividad, etc. * * * El mecanismo de impronta, sin embargo, no sólo asegura la socialización primaria. ¿Qué mecanismos de educación existen en general? —El método de ensayo y error (o prueba y error). —El reflejo condicionado. —El estudiar la experiencia de otros a través de contactos verbales (orales), libros, radio, televisión, películas. —La imitación, etc. Pero existe también la impronta, la cual no es bien conocida en Rusia todavía. Se parece mucho a la imitación, pero el mecanismo de la impronta funciona sólo durante los períodos críticos correspondientes del desarrollo del organismo en la infancia, y su efecto es mucho más fuerte. Por ejemplo, las canciones de los pájaros cantores no son la forma innata con la que ellos se llaman entre sí. Los machos aprenden a cantar a una edad temprana, cuando son pequeños y están en el nido, y su padre está cerca cantando. Ellos se imprimen la canción, pero sólo la cantarán al alcanzar la madurez sexual. (Esto concierne a los machos. Las hembras no cantan, pero reaccionan a las canciones de los compañeros machos como a llamadas sexualmente significantes de los representantes de su especie biológica). Si el padre no canta cerca del nido, entonces sus descendientes no reciben la habilidad de cantar y se convertirán en socialmente discapacitados. Su participación en la reproducción estará distorsionada o será del todo imposible. A veces ocurre que los machos aprenden una canción de una especie biológica diferente, y tratan de reproducirla tanto como sus aparatos vocales les permiten. Así pues, A.S. Malchevskiy, un profesor excelente y gran entusiasta de su trabajo, dio a conocer en conferencias sobre ornitología en la universidad una grabación del llamado de un canario macho. Las aves fueron incubadas y crecieron en una jaula en el departamento de una anciana. Esta mujer era soltera y no tenía nadie con quien hablar, excepto sus queridas avecillas. Y ellas no tenían un canario papá. Cuando el joven canario macho creció, comenzó a cantar en puro idioma ruso una canción en la voz de aquella dama: «¡Ah, qué avecillas, encantadoras avecillas! ¡Ah, qué avecillas, encantadoras avecillas!…». Es lo mismo con los niños humanos: ellos escuchan a los adultos hablar, especialmente a la mamá (o la niñera), y entonces ellos prueban sus voces. El habla de los adultos se imprime y de esta manera el lenguaje nativo es aprendido muy fácilmente durante el correspondiente período crítico. Aprender un idioma extranjero para un adulto es mucho más difícil, ya que uno tiene que usar otros mecanismos en ese caso, entre los cuales está la memorización de palabras… Pero si los padres no le hablan a su bebé y éste no tiene la posibilidad de escuchar la voz de la persona amada, entonces el bebé no aprende a hablar correctamente, y el lenguaje nativo se vuelve como un idioma extranjero para él o ella… Esta es una de las manifestaciones de la enfermedad que fue estudiada en los países occidentales en los orfanatos después de la Primera Guerra Mundial. Aquellos niños fueron bien alimentados y vestidos pero privados del cuidado emocional individual y atención. Al crecer, ellos resultaron ser asóciales, incapaces de hablar fluidamente y muy a menudo agresivos. Un término especial se inventó para designar este síndrome, el hospitalismo. No obstante, el hospitalismo no es necesariamente el destino de todos los niños criados sin sus madres. No importa si la madre natural o una adoptiva cría a los niños. Lo único importante es que ella posea todas las características emocionales maternales, además de cierto conocimiento científico. Por ejemplo, la experiencia de la forma de vida verdaderamente comunista (llevada a cabo después de la Segunda Guerra Mundial, no en el «comunismo en construcción» de la URSS, sino en las comunas israelíes llamadas kibbutzim), demostró que el cuidado comunitario de los niños, sin la participación de sus madres, puede dar resultados notables, en caso de que el proceso de crianza se organice correctamente (ver bibliografía en [7]). * * * El conocimiento de estas leyes del desarrollo y de la crianza de los niños es inherente, ya hace mucho tiempo, a la pedagogía de todos los países desarrollados de la Tierra. Sin embargo, no estaba conocido en la URSS y las instituciones de niños huérfanos «produjeron» cantidades masivas de gente con defectos mentales. En la URSS, este tema fue un tema «cerrado», es decir, estaba prohibido hablar al respecto. En ese tiempo en la URSS no existía siquiera la psicología; sólo existía la fisiología de la actividad superior de los nervios de Pavlov, la cual opera sólo con el concepto de reflejos condicionados y no condicionados. De acuerdo a esta doctrina mecanicista (¡materialista!), la conducta y el pensamiento no son nada más sino reflejos a las señales que provienen del ambiente externo o del interior (señales anatómicas y fisiológicas del cuerpo). Y todos los seres vivos, incluyendo a los humanos, no son unidades de conciencia que se desarrollan en el marco de Evolución del Absoluto, sino unos extraños mecanismos orgánicos que viven por un tiempo y por alguna razón, producen descendientes para perpetuar la existencia de su especie, dejan para ellos (en el mejor de los casos) algo de dinero y después mueren… Introducir nuevas ideas en tan estúpido esquema era una tarea difícil; uno tenía que luchar por ello bajo riesgo de persecución política, ya que todo esto se consideraba como «¡un intento de minar las bases de la cosmovisión materialista!». Yo fui el primero en la URSS que comenzó a discutir estos problemas seriamente en la prensa científica (anteriormente, hubo sólo una mención hecha por otro autor). Mis publicaciones provocaron una gran respuesta positiva de los científicos y médicos. No obstante, ahora también… escucho con dolor en la radio que los niños en los orfanatos rusos no aprenden a hablar… * * * Los modelos de comportamiento social particulares de cierto sexo también se forman a través del mecanismo de la impronta. Esta clase de impronta recibió la denominación especial de identificación. En este proceso, se han descubierto ciertos períodos críticos (ver bibliografía en [16]). Los resultados de la investigación mostraron que un niño necesita, entre otras cosas, contactos saludables con adultos del mismo sexo. (Los niños varones necesitan tales contactos con el padre desde la edad de tres años, y las niñas, con la madre, tanto antes como después de esta edad). Estas deben ser personas a quienes el niño ame y respete, aunque no necesariamente tienen que ser el padre y la madre del niño. Los padres deben saber que su hijo inconscientemente se imprime sus modelos de conducta, tanto los buenos como los malos. Su hijo o hija no los repetirá inmediatamente, pero lo hará después de que haya crecido. Su hijo usará sus frases al hablar, sus reacciones emocionales, sus hábitos de nutrición, fumará (o no), beberá (o no), adoptará sus habilidades profesionales, sus modos de ocupar el tiempo libre, su actitud ante la naturaleza, la gente… Y sólo a la edad de aproximadamente veinte años, empezará a analizar críticamente estos modelos… * * * Aquí hay un ejemplo interesante de impronta de comida. En una ocasión mi cachorro se enfermó, y yo decidí usar ajo, entre otros remedios, para tratarlo. Le di un poco de éste, pero no quiso comerlo. ¡Le pareció repugnante y lo escupió! Entonces yo mismo empecé a masticar dientes de ajo para que él lo viera. Le mostré que me gustaba mucho, que me causaba dicha… Él me miraba examinando, saboreando y... escupiendo. Sin embargo, luego empezó a comerlo, ¡sólo por imitarme! … Alrededor de dos años después, cuando ya era un perro adulto, me acordé de esa ocasión y decidí averiguar si le gustaba el ajo todavía. Para sorpresa mía, ¡estaba encantado con el ajo, lo masticaba con placer y pedía más! * * * Si queremos ayudar a nuestros hijos a ser mejores, no sólo deberíamos decírselo, sino también mostrarles modelos de nuestra propia buena conducta. El amor en los aspectos de la ternura, el cuidado, el respeto, la compasión por todas las criaturas vivas, la disposición a ayudar a todos en todo lo bueno, la aspiración a aprender y la laboriosidad, son las virtudes que los adultos mismos deben desarrollar, observar y mostrar a los niños. A veces puede ser demasiado tarde, entonces el niño crece como una persona egoísta, malvada… En este caso, uno no puede lograr nada sin «la extinción de los reflejos viciosos mediante los métodos de la confirmación negativa» (en términos de la fisiología de la actividad superior de los nervios). … En investigaciones con perros, encontré que, primero, el egoísmo y la agresividad no aparecen en todos los individuos que están bajo las mismas condiciones (es decir, el factor determinante principal aquí son las características del alma encarnada en un cuerpo dado) y, segundo, que las características negativas mencionadas pueden ser destruidas mediante «medidas pedagógicas», es decir, pueden ser suprimidas mediante «medidas de castigo adecuadas». A saber, cuando había un perro fuerte y no agresivo en el grupo, el cual podía suprimir con su fuerza las acciones agresivas de otros perros que poseían tales defectos, los defectos de estos últimos disminuían gradualmente y eventualmente desaparecían [9].
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