Comment Dieu Peut-Il Être Connu/Mis vidas anteriores y el comienzo de la actual
Mis vidas anteriores
y el comienzo de la actual
Recuerdo mis dos encarnaciones anteriores.
Por supuesto que tuve otras encarnaciones previas, pero esas encarnaciones humanas más tempranas fueron demasiado “comunes” y “simples” como para mencionarlas. Sin embargo, me prepararon para las siguientes encarnaciones.
En la primera de estas dos últimas encarnaciones, yo era el jefe de una tribu aborigen en Cuba. Eso significa que la experiencia de vidas anteriores me había suplido ya con la cantidad necesaria de «poder personal» como para convertirme en líder. Esas características continuaron fortaleciéndose durante la vida de jefe tribal.
La característica principal de un buen jefe —el cuidar de otros— también estaba aumentando en mí. Enfatizo estos detalles ahora, con toda intención, ya que somos enviados a la tierra por nuestro Altísimo Maestro, el Creador, no sólo para vivir, disfrutar y sufrir. Todos llegamos aquí desde el mundo de las energías vivientes no materiales para desarrollarnos a nosotros mismos. Así que me gustaría ilustrar, con mi propio ejemplo, cómo ocurre esto.
La siguiente encarnación, masculina también, fue en Alemania, en el tiempo de la Reforma. Cursé educación médica (continuando con la línea de cuidar de otros). Pero cuando comenzó la lucha por la liberación del poder absoluto de la degradada Iglesia Católica, tomé las armas y peleé como uno de los coidearios más cercanos de Martín Lutero.
El siguiente episodio fue importante desde el punto de vista kármico (es decir, desde el punto de la formación del destino). Mientras defendía una locación, disparaba a los atacantes. Uno de ellos fue herido por mí en la pierna; otro recibió mi disparo en su pecho. En los próximos capítulos les hablaré de las consecuencias de estos actos.
Me mataron en una de las batallas siguientes.
En esta vida Dios me dio un cuerpo masculino otra vez. (Esto demuestra que las características que se desarrollan de mejor manera en cuerpos femeninos ya habían sido dominadas por mí antes de las tres últimas encarnaciones). El Creador me ubicó en la moderna San Petersburgo , uno de los centros intelectuales de Rusia.
Hablaré ahora de mi familia. Mi madre era un médico (esto era necesario para apoyar mi interés en la medicina, en ayudar a las personas). Mi padre era del típico carácter colérico, fácilmente irritable y alocado a veces. Era amigo de borrachos, aunque él mismo no era un borracho. Era hijo de un kulak que fue expropiado por los bolcheviques. Mi padre ansiaba luchar con los bolcheviques, pero ellos lo rechazaron por ser hijo de un kulak. Consiguió, sin embargo, participar en la infame guerra contra los finlandeses y estaba muy orgulloso de eso. Mi padre era miembro del Partido Comunista y un «ateo militante».
A pesar de todo, mi padre no sólo me mostró el ejemplo de lo que uno no debería ser. Había algunas características positivas en él, a saber, su amor por la naturaleza, aunque éste era peculiar.
El me acostumbró desde la niñez a los amaneceres entre los juncos sobre un lago, al chapoteo del agua bajo el fondo del bote, a los atardeceres con chocha perdices y el canto de los túrdidos, a las noches frente a una fogata, al crujir de la nieve bajo los esquíes en el invierno.
Pero su amor por la naturaleza tenía elementos sádicos. Todos sus numerosos contactos con la naturaleza tenían como objetivo matar: él era un pescador y un cazador que no tomaba en cuenta el derecho de otros seres a vivir y me enseñó lo mismo.
Así que nosotros dos admirábamos la belleza de la naturaleza y sus habitantes…incluyendo los momentos cuando éstos sufrían y morían mutilados por nosotros.
Recuerdo cómo yo los acariciaba, ¡deseándoles sinceramente bienestar! Pero entonces, los ojos de mi víctima se apagaban y yo, orgulloso de mi «trofeo», la ponía en la mochila. El amor y la crueldad existían juntos. ¡Pero era sadismo! ¡La característica de los primitivos más bajos! ¡Cuánto sufrí más adelante, experimentándolo todo de nuevo cuando maduré y lo comprendí!
Sí, en esos años la capacidad de sentir compasión no estaba presente en mí, como tampoco en la mayoría de las personas alrededor de mí.
Estos son algunos otros recuerdos acerca de mi padre: cuando se debilitó, poco antes de su muerte, demonios comenzaron a atormentarlo, tuvo horribles experiencias, como pesadillas, que él percibía como reales. Yo, muy familiarizado para ese entonces con los fenómenos místicos, traté de explicarle. Le dije: «¡Ahora tratas con demonios, pero vuélvete a Dios! ¡Busca a Dios! ¡Inténtalo!».
Entonces, por primera vez en su vida, él no se indignó ante mi religiosidad. Se dio cuenta de que yo tenía razón. Incluso hizo algunos esfuerzos… Pero era demasiado tarde. Amargamente me dijo: «Ahora es demasiado tarde para mí…»
En una ocasión, años después de la muerte de mi padre, yo estaba esquiando por los lugares donde solíamos pescar, y entonces recordé la belleza de esos amaneceres en un bote y agradecí mentalmente a mi padre por todo ello… Y de repente, su voz sonó diciendo:
—¿Todavía me recuerdas, hijo mío?
—¡La paz sea contigo, papá! ¡Vuelve aquí otra vez para que llegues a ser mejor!
Pasé toda mi infancia con mi abuela, una persona rencorosa que siempre estaba enojada, culpando y odiando a la gente en derredor suyo. Su característica distintiva era el «diálogo interior» que acompañaba a tales emociones. Ella estaba tan absorta en este diálogo interior que a menudo tenía estallidos de ira y gritaba maldiciones al «supuesto interlocutor», especialmente cuando se encontraba sola.
De profesión era maestra de escuela…
Mi abuela también jugó un papel muy importante en mi vida al mostrarme un ejemplo de lo que yo no debería ser.
Estos son algunos de mis recuerdos más vívidos de la escuela: una maestra golpeando a los niños con una regla grande hasta que sangraban; otra maestra explicando durante toda la hora de clase que la multiplicación por cero da el mismo número y que, como esto es incomprensible, uno sólo tiene que creerlo. Así que nosotros, enseñados a creer, le creímos.
También recuerdo a uno de mis compañeros: él siempre tomaba voluntariamente el papel de traidor en todos los juegos «militares» de niños que teníamos. Sería interesante averiguar quién era él en sus vidas pasadas.
…Yo tenía el deseo de ayudar a todos desde mis primeros años. ¡Incluso en los juegos me gustaba cavar canales entre los charcos y hacer más profundas las zanjas de agua para ayudar al agua a moverse! Era tan natural para mí… y me quedaba estupefacto cuando otros niños, viendo correr el agua, trataban de obstruirla con piedras, tierra…
Después de la universidad y los estudios de posgrado, yo, siendo más maduro, tenía un deseo natural de ayudar a todos. Siempre llevé con placer a personas en mi carro, sin cobrarles, o, cuando veía a alguien remolcando, cargando o descargando su auto, incluso si eran desconocidos, era natural para mí acercarme y ayudar.
Debido a este rasgo, casi todo el mundo me respetaba y me quería. Mis amigos incluso me pusieron el apodo de gurú, por la característica ya mencionada, por mi barba y por mi amplio conocimiento médico y biológico, el cual con gusto compartía con otros.
Pero en ese tiempo yo no sabía nada todavía sobre la verdadera espiritualidad. Me convertí en un verdadero Gurú, es decir, en un líder espiritual que ha conocido a Dios y que tiene la capacidad de guiar a otros hacia Él, mucho más tarde, décadas después.
La primera vez que mostré mi carácter y disposición para «oponerme al totalitarismo» fue en quinto grado de la escuela. Defendí el derecho de los niños a peinarnos el cabello hacia atrás, en lugar de hacia delante, como se nos obligaba. El director académico y el rector de la escuela, tuvieron una «conversación» conmigo y llamaron a mis padres. ¡Pero yo, solo y pequeño, gané! ¡Fui el único niño en la escuela peinado hacia atrás!
El segundo conflicto ocurrió cuando decidí utilizar un estilógrafo en lugar de una pluma, la cual requería de un frasco de tinta. (En ese tiempo los estilógrafos eran una novedad). ¡Y al final, defendí mi derecho a no ser como los otros!
La siguiente proeza de niño fue a mitad de noveno grado. En ese tiempo se cambió la duración de la educación escolar a once años, en lugar de diez. Pero ya a esta edad, una de las características desarrolladas en mis vidas anteriores empezó a manifestarse por primera vez: mi habilidad para vivir intensamente. Me cambié a la escuela nocturna, que mantenía la duración de diez años, y entré a trabajar en un instituto médico, lavando pisos y ventanas, inyectando ratas y cuidando de los perros. No fue fácil el cambio de una escuela regular a una escuela nocturna, ¡era demasiado «extraordinario»! Además, la administración de la escuela no quería dejar ir a un buen estudiante. Sin embargo, gané otra vez. ¡Mis capacidades de guerrero, desarrolladas en vidas previas, se hicieron presentes!
Me cambié a otra nueva escuela, pero las diferencias en los programas de estudio eran significativas y tuve que trabajar mucho para superar mi «retraso» académico. De esta manera Dios comenzó a entrenarme para el trabajo intelectual intensivo.
Esta tendencia continuó. Cuando apliqué para la universidad, me faltaba medio punto para poder ingresar a la modalidad de estudios de tiempo completo, aunque me aceptaron en la modalidad nocturna, que era de tiempo parcial. Los estudios en la facultad nocturna duraban seis años, a diferencia de los cinco que tomaba la facultad de tiempo completo. Así que, en el segundo año, me cambié a la facultad de tiempo completo. Nuevamente hubo «retrasos» en el programa que tuve que superar, tuve muchísimo trabajo extra, ¡pero alcancé la victoria!
Estudié para ser biólogo-zoólogo-ecólogo. Esta línea de desarrollo, establecida en mí por mi padre desde la infancia, resultó ser muy beneficiosa años después…
Tuve confrontaciones en la universidad también. En una ocasión la KGB organizó una provocación para los estudiantes, ¡ésta consistió en sugerir que habláramos acerca de… la Komsomol!, sobre sus desventajas, sobre cómo podríamos mejorarla, etc. Propusieron «debates públicos».
Yo preparé un discurso y dije todo lo que pensaba acerca de la Komsomol.
Por esta conferencia casi me expulsan de la universidad, pero la asociación de estudiantes me defendió, así que sólo me reprendieron por «hablar sin pensar».
No obstante, después de ese evento, la KGB abrió un expediente con mi nombre…
…A partir de las charlas universitarias sobre el marxismo-leninismo me interesé en la filosofía. Me di cuenta pronto de que algo andaba mal ahí y, después de obtener una comprensión más profunda con la ayuda de muchos libros, estuve seguro de que todo andaba mal ahí.
El existencialismo, con su interrogante sobre el significado de la vida, atraía mi atención. Pero yo estaba muy lejos de la respuesta religiosa a este tema, ¡no había gente verdaderamente religiosa alrededor de mí!
Recibí mucha ayuda de Gennady Andreevich Shichko, para entender los asuntos políticos. Él era un ferviente opositor de cualquier mentira y bajeza. Fue el primero en nuestro país en luchar contra la política de Stalin de «alcoholización total» de la población. El empezó a organizar clubs de sobriedad, para tratar el alcoholismo.
El Partido Comunista lo atacó fuertemente; fue acusado de «extremismo», de «intentos de socavar la economía del estado» y de otras cosas por el estilo. ¡Pero él resistió!
…Una de mis características distintivas, desarrollada en la vida anterior en Alemania, fue un celo por la escrupulosidad. Se convirtió en mi credo, en el principio dominante de mi vida. Yo era tan escrupuloso como me era posible y esperaba lo mismo de los demás.
En cierta ocasión, durante una comida en una celebración, se organizó, a modo de juego, una encuesta de opinión. La pregunta era: qué valora más usted en:
a) mujeres,
b) varones.
Con respecto a los varones, hubo respuestas, tales como ingenio, fuerza, etc.
Sobre las mujeres, hombres un poco ebrios, respondieron nombrando diversas partes de sus cuerpos.
Mi respuesta en ambos casos fue: «la escrupulosidad».
Cuando se leyeron las respuestas en voz alta, todos trataban de adivinar quién había dado cada respuesta. A mí me identificaron sin ningún problema.
Pero hoy con vergüenza veo los defectos de mi «escrupulosidad» de aquellos días.
…La escrupulosidad puede estar presente sólo en una persona madura, es decir, una persona que ha incluido a Dios en su cosmovisión y que ha comprendido el significado de la vida. Únicamente tal persona puede aceptar la escrupulosidad como un credo absoluto, como un principio básico de la vida, al cual hay que ceñirse incluso en detrimento de uno mismo si es necesario. Solamente alguien así puede ser considerada como una persona de alma pura, merecedora de acercarse a Dios.
En esos años, yo vivía en una ceguera ética. Mi escrupulosidad tomaba en cuenta sólo a las personas, pero… ¿y los animales qué?
¿Cómo sufría un gusano puesto en el anzuelo de mi caña de pescar?
O ¿cómo sufría un pescado arrojado sobre el piso del bote para que muera o un ave herida por mis disparos?
Sí, la mayoría de nosotros vive en una indiferencia ciega al sufrimiento de nuestras víctimas.
De esta manera creamos dolor para nosotros mismos que sentiremos en el futuro. Y si no nos arrepentimos a tiempo, si no nos reformamos, entonces Dios nos dará la misma experiencia de sufrimiento para hacernos entender lo que se siente y a través de este entendimiento nos enseñará a ser compasivos con el dolor de otros seres.
Se llama la ley del karma, la ley de causa y efecto en la formación del destino. La demostraré luego, con mis propias equivocaciones y sufrimiento.
…Después de graduarme de la universidad, con dificultad pude (debido a la intromisión de la KGB) ingresar a los cursos de posgrado de un instituto médico (¡de nuevo la medicina!). El tema de mi tesis fue la influencia de diversos factores en la formación de la psique.
Por un lado, en esos tres años de estudio leí mucha literatura sobre psicología, psiquiatría, sociología y fisiología y obtuve experiencia en la experimentación científica. Por el otro, nuevamente tuve que pasar por las sobrecargas extremas debido a la necesidad de interactuar con mi director científico tirano. Él intencionalmente humillaba a sus subordinados para hacer que lo «respeten». Una de las empleadas se suicidó en aquel entonces.
Por esos años, el Partido Comunista condujo otra campaña antisemítica. Emprendieron una limpieza en las empresas estatales disfrazándola de «reducción de personal». El número de empleados fue reducido por un directivo «de arriba» y luego fue restaurado nuevamente. Los empleados despedidos fueron sobre todo judíos. Después del despido, fue difícil para ellos encontrar un nuevo trabajo debido al quinto punto (el quinto casillero en el formulario estándar de solicitud de empleo, en donde uno tiene que llenar el grupo étnico al que pertenece). Además, a los judíos no se les permitía emigrar fuera del país en aquellos días…
Y esto se hacía mientras hipócritamente se culpaba al fascismo y se daba una propaganda incesante llena de mentiras acerca de la «hermandad de las naciones en la URSS».
Yo experimenté su dolor como propio.
Mi compañero de estudios, un judío y un joven muy inteligente y culto, después de graduarse de la universidad obtuvo una asignación obligatoria para el puesto de… asistente de laboratorio en un pequeño pueblo. Él tenía que servir a graduados de posgrado que hablaban en lenguaje obsceno e iban a trabajar ebrios…