Ariadne/Capítulo diecisiete: Lecciones de disolución de lo individual en lo Universal
Capítulo diecisiete:
Lecciones de disolución de lo individual en lo Universal
Alrededor de Hamilcar se reunieron aquellos discípulos para quienes había llegado el momento de continuar su iniciación en la etapa de desarrollo del poder.
Hamilcar dijo:
«Hoy trabajaremos en adquirir la habilidad de disolver el yo en los eones más sutiles.
»Es importante para nosotros dejar de sentirnos separados del Todo.
»Es crucial comprender que esta individualidad separada de lo Divino y del Universo en su totalidad —es creada por nosotros mismos—. Nuestros pensamientos y emociones, así como la percepción a través de los sentidos de la vista, el oído, el olfato y el tacto, crean un vector desde el centro hacia afuera, es decir, desde nosotros hacia todo lo que —no somos nosotros—.
»Intentaremos cambiar ese vector y ver desde lo Universal hacia esa pequeña partícula que es el cuerpo de cada uno de nosotros.
»No debería sernos difícil, ya que hemos entrenado muchas veces como almas a expandirnos a través de las prácticas de dar amor, paz, armonía y bienestar a todo y a todos a nuestro alrededor.
»Para empezar, formaremos parejas y nos miraremos mutuamente, como si intercambiáramos nuestros cuerpos. Es decir, veremos nuestro cuerpo a través de los ojos del cuerpo de nuestro compañero o compañera.
»¡Este ejercicio, simple en apariencia, nos permitirá experimentar la base de la ética en las relaciones humanas! ¡Apreciemos lo útil que es vernos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás!
»Podemos percibir cómo la persona que está frente a mí —me ve—. Es decir, podemos experimentarnos a nosotros mismos como la otra persona, es decir, —ponernos en sus zapatos—. Es una experiencia muy interesante.
»Ahora bien, es importante que este ejercicio se realizarse solo con las personas que estén preparadas para ello. Comencemos.
… Todos practicaron el ejercicio en parejas durante largo rato.
Luego, Hamilcar continuó:
«Cuando las Almas Divinas se convierten en nuestros Amigos visibles y somos capaces de percibirlos, podemos llenar Sus formas con nuestra alma y ver nuestro alrededor y a nosotros mismos a través de Sus Ojos. Esto nos permite percibir Su Guía en nuestras vidas mucho más claramente. Todos hemos de una u otra forma practicado esto antes, y desarrollar esta habilidad nos ayudará en el futuro.
»Pero por ahora, continuemos con las prácticas preparatorias del día de hoy.
… A petición de Hamilcar, los discípulos formaron un círculo.
«Ahora entraremos uno por uno en el centro del círculo y veremos nuestro cuerpo desde el cuerpo de cada uno de quienes forman el círculo. Al principio, podemos ver desde solo uno de nuestros compañeros, luego desde varios de ellos, y finalmente, desde todos al mismo tiempo.»
… Todos los discípulos practicaron esta tarea, turnándose para permanecer en el centro del círculo.
Tras esto, todos junto con Hamilcar se dirigieron al templo. Una pequeña edificación ubicada en la cima de una colina empinada, en el punto más alto del territorio de la Escuela. Las columnas, el domo, la base y los escalones del templo estaban esculpidos en mármol blanco… Y en el interior del templo, parecía que el cielo lo abrazaba a uno desde todos lados.
Era un lugar muy especial, donde la presencia de las Almas Divinas siempre se manifestaba de manera muy intensa.
«Aquí, los Maestros Divinos nos ayudarán a dominar lo que hemos estado practicando hasta ahora. Hoy están con nosotros, el Atlante Tot, Ptahotep, Imhotep, Isis y Khem…»
… A medida que Hamilcar enumeraba Sus nombres, Sus Formas se hacían visibles por un momento en la Luz. Luego, se disolvían nuevamente en el espacio saturado de Amor que los rodeaba. Todos los discípulos percibieron una profunda paz alrededor.
«Ahora, desde el espacio de la Luz más sutil, podemos ver este templo y nuestros cuerpos en él. Nuestros Maestros nos ayudarán en esto si nos fusionamos con Ellos.
»Y desde la inmensidad de la Luz resplandeciente, podemos mirar desde todos lados el islote del mundo de la materia donde se encuentran nuestros cuerpos. La atención, al igual que en nuestro ejercicio anterior, debe dirigirse hacia el centro. Permitamos que la disolución ocurra y experimentemos ese estado poco común en el que no existimos como entidades separadas, sino como Almas Divinas —en un mar de Luz Viva que nos rodea—.
»Registremos que en este momento solo existe el Mar Divino de Luz rodeando nuestros cuerpos desde todos los lados, y nosotros, como almas, nos hemos disuelto en esta Luz y nos hemos unido a Ella. Podemos sentir los contornos de nuestros cuerpos desde todos los lados o llenar la inmensidad del espacio de los mundos de la Luz inmaterial, tanto como nuestras fuerzas nos lo permitan. Incluso podemos llenar las envolturas de nuestros cuerpos con este estado de Unidad.
»¡Recordemos bien este estado de nosotros como almas, en el que la Unidad Divina Universal lo abarca todo y estamos disueltos en esta Luz!
»Después de dominar esto, podremos aprender a actuar en Unión con el Primordial.