Ariadne/Capítulo ocho: La danza de Diánte
Capítulo ocho:
La danza de Diánte
Ariadne y Leonardos se detuvieron en un punto específico de la cerca que recorría todo el perímetro de la Escuela y que la circundaba de cipreses y arbustos densamente florecidos. Estaban conversando. Pitágoras le había dicho ayer a Leonardos que hoy aparecería un nuevo postulante y le pidió que lo recibiera. —¿Siempre sabe cuando las almas puras buscan ayuda? —Preguntó Ariadne.
—¡Sí! Pero esto también puede ser una prueba de discernimiento para mí. ¡Después de todo, cuántos curiosos ociosos deslumbrados por las maravillas que se dicen de Pitágoras se sienten atraídos hasta aquí!
… Pronto, se les acercó un alto joven moreno.
—¿Está por aquí la Escuela del gran Pitágoras?
—¿Quién te habló de una escuela o de Pitágoras? —Preguntó Leonardos.
—¡Escuché hablar a un joven llamado Theo! Por eso quise visitar la escuela. ¡Es un orador excepcional! Nunca antes había visto yo nada parecido. ¡Su discurso fue rechazado por el público, intentaron ahogar sus palabras a los gritos, le arrojaron frutas podridas… pero aun así, prosiguió absolutamente seguro de que sabía lo que decía! ¡Y dijo tantas cosas nuevas sobre los dioses que sentí la necesidad de ver y escuchar por mí mismo a su maestro! ¿Será esto posible?
—Sí, mañana Pitágoras hablará con los habitantes de Crotone. ¡Puedes venir!
—¡Bueno, pero no conozco a nadie por aquí! Tal vez puedan indicarme dónde un viajero no demasiado rico pueda pasar la noche. Aquí probablemente las tabernas son muy ruidosas y beber vino en ellas de lo más natural. ¿Será que puedo pernoctar en la Escuela? Mi nombre es Kondratos.
—Te llevaré a casa de uno de nuestros amigos. Allí se te brindará un hospedaje digno. ¡Me contenta Kondratos que hayas recorrido un largo camino para venir a aprender! ¡Hoy en día, no muchas personas emprenden viaje con un objetivo tan elevado!
»¡Algún día las palabras de Pitágoras se convertirán en lecciones para muchas personas! Algunos utilizarán tan sólo los conocimientos matemáticos, otros las leyes de la armonía musical y otros la “sección áurea” en la arquitectura. ¡Pero habrá quienes irán más allá!
»¡Todos nosotros, Theo incluido, recién estamos tratando de dar con las palabras correctas para transmitir este gran conocimiento a la gente!
»¡Vamos querido viajero!
»¡Ariadne! ¡Te veo mañana en el discurso de Pitágoras!
* * *
Al día siguiente, temprano en la mañana, Ferenike llegó a casa de Ariadne en una confusión de pensamientos y emociones.
—¡Ariadne querida, necesito hablar contigo! ¡Sin él, simplemente moriré o me volveré loca!
—¡Por supuesto, Ferenike! Vamos a sentarnos junto a la fuente en el jardín. ¡El silencio, la belleza de los árboles en flor y el suave susurro del agua, te ayudarán a calmarte!
—¡No, no! ¡Ahora nada puede calmarme o consolarme! ¡Debo contarte sobre esto!
»¡Mi Caterio, me abandona! ¿Puedes imaginarlo? ¡Se casa con otra! ¿Cómo puede ser?
»¡Menuda sabandija! ¡Me dijo que todo había terminado entre nosotros! ¡Me dice que él se siente mejor conmigo, pero que se va a casar con una mujer adinerada!
»¡Qué traición! ¡Qué bajeza! ¡Atreverse a traicionarme tan despreciablemente!
»Las bellas, adorables y humildes doncellas quedan deslumbradas con los halagos de tales hombres y por supuesto se entregan por completo a estos ingratos… ¡Y los muy viles se casan luego con las chicas nobles y ricas! ¡Qué traición!
»¡Resulta que solo estaba jugando conmigo! ¡Y dijo que me amaba!
»¡Ahora tal vez, necesito también yo hacer mis votos y convertirme en pitagórica —y no pensar más en la felicidad vana de este mundo—!
—¡Ferenike, ¿de qué estás hablando?! ¡Tu mente probablemente esté nublada por la tormenta de tus emociones!
»¡La vida no es en absoluto lo que imaginamos cuando estamos molestos o enojados! ¡Estás demasiado agitada y piensas hoy con resentimiento!
»¿De verdad piensas que solo los infelices, los aparentemente poco atractivos, los ofendidos o los pobres son quienes buscan refugio en el Camino espiritual?
»Todo lo contrario. Por regla general, vienen a Pitágoras quienes ya lo han logrado todo en la vida terrena y buscan un sentido más elevado de ser. Recientemente, se le acercó un sabio y sanador, que ya tiene muchos años y es mayor que el propio Pitágoras. Le pidió permiso para convertirse en Su discípulo. ¡Y Pitágoras le enseñó para que él pudiera iniciar a sus alumnos en su país! Por supuesto, todavía no mucha gente conoce la Escuela Pitagórica. ¡Pero llegará el momento en que la gente de todo el mundo aprenderá de las Enseñanzas de Pitágoras!
»¡Ahora, trata de calmar tu indignación y tranquilízate, respira profundo, admira el correr del agua —y escúchame—!
»¡Pitágoras nos enseña a dominarnos de inmediato cuando se precipita en nosotros una tormenta de emociones destructivas!
»¡Ahora trata de ver todo lo que te sucede como si fuera desde afuera! ¡Y verás esto como una bendición, no como una desgracia!
»Mira por ejemplo que si tu admirador se casara contigo ahora pero luego comenzara a descuidarte, ¿qué sería de ti? ¡Sería todo mucho peor! ¿No?
»¿Y no estás cansada ya de todo el tiempo, día y noche, saturarte de placeres carnales, vino y golosinas? ¡Todas estas gratificaciones son tan breves y pasajeras! ¿Nunca has soñado con una felicidad mayor? ¿De verdad crees que lo más importante en la vida de una persona es disfrutar de todos los posibles placeres del cuerpo?
»¿Quieres que Leonardos te hable sobre las verdades inquebrantables y el sentido de nuestras vidas? ¡Se volvió muy bueno en eso! ¡Tú apenas si me escuchas, absorta en tu vorágine de emociones y la mala experiencia! Él te hablará de la Escuela, de lo que podemos aprender para que los problemas de la vida no se conviertan en tragedias para nosotros, ¡para que aprendamos a elegir metas más altas para nuestra vida!
—Pero ¿no te vas a poner celosa?
—¡Me haces reír, Ferenike! ¡No todas las relaciones humanas se basan en el amor pasional, el resentimiento y los celos! Es posible vivir de una manera diferente, como lo hacemos en nuestra hermandad los pitagóricos.
»Esto no significa, por supuesto, que no pueda haber amor de dos ni matrimonio entre las personas. ¡Pero hay otras manifestaciones del amor! ¡Y entre ellos está el amor por lo Altísimo, por lo Divino!
… En ese momento, Diánte apareció desde la galería cubierta de vides que iba hasta la fuente.
—¡Oh, lo siento Ariadne! No sabía que estabas acompañada… volveré después…
… Ariadne detuvo a Diánte.
—¡No, no! ¡No interrumpiste nada! ¡Nos encanta que hayas venido! ¿Querías decir algo?
—Quería volver a intentar la danza…
… Ariadne se volvió hacia Ferenike.
—Diánte me mostró su danza hoy. ¿Quieres que baile para nosotras? ¡Es realmente hermosa!
… Diánte dijo un poco avergonzada, dirigiéndose a Ferenike.
—He creado una danza que me gustaría enseñarle mañana a Pitágoras… ¡Representa la historia de un alma que ha despertado! Se trata de una flor que se abre hacia el sol y de un alma que florece en luz y en amor.
»Hay un estanque aquí cerca donde se plantaron unas semillas de loto. Las semillas fueron traídas especialmente para Pitágoras desde Egipto. ¡Y ayer florecieron las tres primeras flores! ¡Y algunos capullos más que aún no se han abierto surgieron del agua! Ayer los contemplaba… y me pareció la historia de mi vida.
»De otras tierras vine aquí y fui infeliz en la oscuridad de los acontecimientos que me rodeaban… ¡Y luego, gracias a Pitágoras, sucedió un milagro! ¡Al igual que una flor de loto, desperté a la luz y a la vida real!
»¡Una pequeña semilla contiene un gran poder para convertirse en flor! Y puedes sentirte como una semilla y permitir que tenga lugar un nuevo nacimiento transformador.
»Cuando la fuerza vital despierta, la semilla comienza a germinar. Poco a poco alcanza la luz. El brote, superando la capa de suelo y la columna de agua, se precipita hacia arriba. Y luego, el capullo se abre sobre la superficie. Y los pétalos revelan el corazón más bello y tierno de la flor.
»¿Quieren que baile para ustedes?
—¡Sí, estaremos encantadas de verte! ¡Quizás tu baile me aleje de mis pensamientos tristes! —respondió Ferenike.
Ariadne agregó.
—¡Diánte, por favor trae una lira —y trataré de acompañar tu danza con algo de música—!
… Mientras Diánte fue a buscar la lira, Ferenike preguntó.
—¿Ella no era tu esclava? ¿Y qué, ahora es tu amiga?
… Ariadne pensó durante unos segundos, eligiendo las mejores palabras para su respuesta.
—¡No debes menospreciar a las personas, ni tampoco observarlas de arriba abajo!
»¡Pitágoras enseña. “¡No debemos menospreciar a los demás! ¡Les humilla y esto genera en uno arrogancia y complacencia! Tampoco se debe mirar de los demás de arriba abajo, ya que esto debilita las propias fuerzas del alma y crea idolatrías.
»”Es prudente ver a las personas con discernimiento, pero también con amor y respeto.
»”¡Intenten seguir esto, y se abrirá para ustedes la verdadera simplicidad en la percepción de la vida!
»Por ejemplo, tu Caterio todavía no quiere cambiarse a sí mismo… ¡Acepta este hecho como algo inevitable —y déjale seguir su propio camino—!
»¡Mira, aquí tienes a Diánte! ¡Su difícil pasado no existe más! ¡Ya no es esa esclava silenciosa que veías anteriormente! ¡Ella es de lo más hermosa! ¡Y Pitágoras le ayudó en esto!
»Y ahora ella lo expresara en su danza sin palabras. ¡Y verás lo que le sucede al alma cuando se esfuerza por abrirse como una hermosa flor! ¡Así es como nace la belleza interior, florece y expide su fragancia!
… Diánte volvió con la lira.
Ariadne, suavemente comenzó a tocar una melodía. Los sonidos nacían bajo sus finos dedos. Y como las pequeñas burbujas de aire se elevan en el agua, los sonidos de la lira fascinaron y elevaron a las almas a los mundos de la Luz Transparente y la Armonía Tierna…
Ferenike, sucumbió involuntariamente a la música encantadora y relajante…
… Para comenzar la danza, Diánte se arrodilló e inclinó la cabeza como si se hubiera convertido en una estatua inmóvil, como una piedra. Y poco a poco, en esta quietud, nació el movimiento. Al principio apenas se notaba. Una mano, como un brote, se movió lentamente y salió hacia arriba. Luego, la otra. Seguidamente, con movimientos flexibles, todo el cuerpo de Diánte se elevó y empezó a vibrar con los suaves sonidos de la lira… Sus movimientos de brazos, piernas y torso se fusionaban en la magia de la danza…
La danza hipnotizaba a las presentes con su gracia y la historia que se desarrollaba simbólicamente tras esta. Cual un tallo flexible llevando un capullo que se balanceaba levemente en la columna de agua, este crecía y se estiraba hacia la luz. Y luego, el capullo se abría paso a través del agua, y una flor comenzaba a florecer sobre la superficie del agua. ¡Los delicados pétalos, al abrirse, revelaban el resplandor de la vida en el interior!…
»La flor inmaterial de un radiante color blanco-dorado, se abría cada vez más…
Ferenike, comenzó como a discernir esa Luz inmaterial. Pero no trató de entender el cómo y el porqué de ello. Se olvidó de sus penas y cuando terminó la danza, exclamó.
—¡Fue increíblemente hermoso Diánte! ¡Muchas gracias!
… Las tres chicas se quedaron en silencio por un rato.
Entonces Ferenike no pudo resistirse y dijo:
«Bueno, ¿dónde está tu Leonardos, Ariadne? Una vez que nos presentes, me volveré a enamorar y volveré a ser alegre y feliz.»
… Ya Ferenike bromeaba alegremente de nuevo. ¡Más detrás de la alegría externa, había algo nuevo, desconocido antes, por lo que ella ya había decidido esforzarse!