La heredera del anciano Zosima/Una sombra oscura Una sombra oscuraLos exámenes iban a comenzar pronto y Zosia se estaba preparando seriamente. Revisaba todo lo que hizo en el instituto ese año. Pero como era tan solo su primer año de medicina, a los novicios únicamente se le enseñaba la teoría. Incluso Zosia pensaba a veces que se le había olvidado ejercer la medicina práctica como antes lo hacía. Ya había decidido firmemente volver a casa durante el verano y trabajar en «su propio» hospital. Esperaba felizmente ver a su madre y contarle todo, y también a Fr. Alexander. Ella por supuesto les enviaba cartas detalladas sobre su vida regularmente, ¡pero no era posible en ellas transmitirles todo! Zosia también soñaba con invitar a Víctor, Olga y Denis a su casa y presentarles a Fr. Alexander. Ella ya había hablado de esto con sus amigos, pero de momento cada uno estaba haciendo sus propios planes. Zosia quería lograr la maestría práctica de lo que leía del anciano Zosima. Incluso escribió para sí misma en un cuaderno aparte todas las recomendaciones que, según le parecía, podrían ayudarla en el futuro a tratar a los pacientes. Reflexionó mucho en cómo desarrollar la clarividencia para ver los órganos dentro del cuerpo del paciente con fines de diagnóstico y tratamiento. También reflexionó mucho sobre cómo ayudar también el alma cuando se cura el cuerpo de la persona. Particularmente, las explicaciones del anciano Zosima a Fr. Alexander sobre la clarividencia la inspiraban porque veía en ellas las enormes capacidades que tanto soñaba desarrollar: «¡Lleva tu mirada a las manos del alma, —y mira desde allí—! ¡Esto permite ver mucho! »Puedes, entre otras cosas, examinar cuidadosamente algo entre tus palmas, lo que te permite como acercarte y aumentar lo que quieres ver en el cuerpo del paciente. »Así todo se puede observar en detalle: cómo y qué está dispuesto en el cuerpo de la persona, cómo funciona y dónde, y qué de repente dejó de funcionar. »Y si miras a alguien desde cierta distancia, junto con Dios, conectado como con Sus Ojos, sucede entonces que el pasado de la persona se vuelve claro y se revela un posible futuro. »El futuro generalmente se presenta como diferentes posibles caminos. Si una persona toma la decisión correcta tras explicarle algunas cosas y ser curado, la dirección de su destino puede volverse uniforme y recta. Pero si la persona actúa mal, si olvida las lecciones que recibió a través de su enfermedad u otros sufrimientos y comienza a pecar de nuevo, entonces su destino se transforma en un camino tortuoso que se aleja de la Luz de Dios. Igualmente aparecerán nuevos hoyos y otros obstáculos que pueden ayudar a esta persona a cambiar de opinión y regresar de nuevo al camino recto. »Más no obstante —todo puede volver a cambiar—… »La persona puede atascarse en el dolor o la ira, o pueden sucederle otras cosas amargas… »Incluso, tal persona podría comenzar a sentir que las malas acciones traen éxito y que hay beneficio en las malas intenciones. ¡Y se pierde así, tanto para sí mismo como para la vida! Y esto tan triste, hace que Dios se aleje por un tiempo de la persona que insiste en pecar, permitiéndole así aprender de sus errores. ¡Una persona se encuentra en el lado oscuro de la vida cuando permite que el mal triunfe en sí mismo! No es fácil hacer reflexionar a tales personas. Ya han dejado de escuchar la voz de la conciencia, ya no temen el castigo de Dios, y ya no consideran la Alegría que Dios experimenta cuando ellos actúan correctamente… ¡Y lo más triste de todo, es cuando consideran que lo que hacen es “justo y correcto”, y orgullosos y con confianza, instruyen a otros a que actúen de igual forma! »Cuando por ejemplo una persona aislada contempla el pecado del asesinato, algo se asusta en ella, y por mucho que trate de no escuchar la voz de la conciencia —esta le grita desde adentro—. Pero si muchas personas se unen “por una causa justa”, “por un credo”, o por orden de un líder a quien reverencian para planear un asesinato, entonces entre todos pierden este temor. No se avergüenzan ante Dios, y su conciencia ya no los atormenta, y —el estar todos en la misma sintonía— les da una absurda confianza… »Qué bueno es advertir a una persona antes de que se lance por el camino del mal… ¡Porque es muy difícil detener a aquellos que ya se han encaminado por éste! »Más ¿cómo se relaciona todo esto con el tratamiento médico? ¿Por qué tal razonamiento? ¡La relación está en comprender —que el destino de la persona depende ante todo de sus propias decisiones—! »Así, si no ayudamos a liberar a esa alma del mal, el tratamiento entonces no será del todo exitoso, incluso si el cuerpo pudo ser sanado. »¡También debemos recordar que las personas están ligadas por el destino entre sí, y muchas de estas ataduras son muy fuertes! Y el evento que afecta a una persona también puede afectar a muchas otras. »Por ejemplo, sanas el cuerpo de una persona y esto trae mucho más beneficio a quienes le rodean que a la persona misma. Por ejemplo, a sus familiares o personas cercanas, o incluso a personas completamente desconocidas que de alguna forma les toca este evento. »También sucede que hay poca conciencia en una persona. Y al ser muy débil su comprensión de Dios y de lo bueno, sus elecciones de vida son como tomadas al azar. Es como el ciego que dirige su camino con el tacto: duele, no duele, es blando, es duro, aquí es tranquilo, aquí da miedo… Una persona así no está preparada para iniciar la purificación de su alma. »En tales casos, cuando la comprensión del alma aún está en su infancia, será necesario conversarle de forma sencilla sobre cómo le conviene comportarse. ¡Y será necesario explicarle en detalle cómo y por qué —puede resultar todo al revés—! ¡Y debe decírsele esto con tal confianza que la persona lo recuerde durante algún tiempo! Luego quedará la esperanza de que se mantenga alejada del mal y trate de luchar por hacer lo justo. Y si es posible, la fe y el amor de esa persona lo llevarán por buen camino. Si es así, el cuerpo puede tratársele fácilmente. »También debemos recordar que el agua y las infusiones se encuentran entre los medios más simples para influir en el cuerpo. Y es especialmente conveniente recetárselos a estas personas de poca fe que necesitan de algo necesariamente material para sentirse satisfechas. Por ejemplo, recetarles una poción o algún polvo para diluir en agua. »Tanto el agua como los aceites líquidos pueden transferir fácilmente parte del poder curativo del cuerpo a los órganos y los tejidos enfermos. »La fe del paciente también es importante. Cuando la fe sea débil, será necesario seleccionar las palabras y acciones adecuadas que fortalezcan la fe en el paciente, le traigan comprensión, lo redirigirán a la recuperación, y aminoren su miedo a la muerte. »Estas palabras deben ser sencillas y directas. Deben hablarse con confianza y calma, para transmitirle así serenidad al paciente. … Zosia trataba de aprender a mirar con el alma, pero no lograba ver aún el interior del cuerpo del paciente en detalle como lo explicaba el anciano Zosima. Y el destino de las personas tampoco se abría para ella todavía. Y a veces, todo parecía encogérsele por dentro cuando sus seres queridos estaban por obrar mal. Solo se le había dado un caso asombroso con la pequeña Nadia, pero durante ese evento, la misma Zosia no intervino mucho. Fue Dios Quien vio e hizo todo, Zosia solo vio cómo el Poder de Dios se derramaba a través de ella. Para practicar la curación, Zosia hasta ahora había tenido muy pocas oportunidades. A veces trataba de practicar —dejar entrar la Luz de Dios a través de sus manos corporales—. Y le parecía que cuando la Luz fluía a través de sus manos, cualquier dolor o enfermedad podría ser removida del paciente. Intentó varias veces tratar los dolores de cabeza de algunos compañeros de clase. Y los resultados fueron exitosos… Pero Zosia no estaba satisfecha con estos intentos y se decía por esos días: «¡Aliviar un dolor de cabeza es una bagatela!… ¡Y encima de todo, pasó un año entero y he aprendido tan poco!… * * * Un día, Zosia tuvo un sueño increíble. Muchos Espíritus Santos hechos de Luz Divina estaban reunidos alrededor de una mesa grande, y preparan una masa para hornear un pan para que todas las personas pudieran participar del Pan Santo, es decir, para que todas las personas pudieran participar de la Vida Divina. Y Zosia también quería participar con todas sus fuerzas para ayudarlos en Su Labor. Pero todavía era pequeña y no podía alcanzar la mesa. ¡Incluso intentó ponerse de puntillas, pero aun así no podía alcanzarla!… Entonces los Espíritus Santos con túnicas blancas brillantes rodearon a Zosia por todos lados. Y se vio a sí misma a través de Sus Ojos desde todos los lados al mismo tiempo. Y se volvió todo tan interesante, como si hubiera desaparecido del centro del círculo, y era posible mirar el lugar donde ella estaba antes desde todos los lados. Y entonces todo se hizo visible para ella, tanto la mesa, como la habitación, y afuera de ésta también… Y el espacio transparente le permitía estar en todas partes y ver y entender todo conjuntamente con los Espíritus Santos que le enseñaban… Y los Espíritus Santos Portadores de Luz le dijeron cariñosamente: «¡No te apresures, todo está bien, todo va bien, pronto llegará tu turno, hija!» … Y fue así que esta maravillosa imagen fue desapareciendo y la luz del sueño pronto se volvió fría y tenue. Y la mesa ya no era para hacer pan, sino que era la mesa de un quirófano, y sobre ella, un cuerpo ensangrentado… * * * Justo en ese momento, el timbre agudo de su casa la despertó de repente en medio de la noche. Zosia salió a abrir la puerta. En el umbral apareció Víctor. Estaba pálido y agitado. Vestía una especie de chaqueta ridícula que debía pertenecer a otra persona. Había sangre en la manga. —¿Puedo pasar? —¡Por supuesto! ¿Qué sucedió? ¿Estás herido? Zosia casi que empujó a Víctor al pasillo y cerró la puerta detrás de él. —No soy yo quien resultó herido… ¡Lamento involucrarte en esto pero realmente necesito tu ayuda, necesito tus instrumentos quirúrgicos! Mi amigo está gravemente herido. ¡Necesito actuar con urgencia! Lo están buscando, así que no podemos ir a un hospital… —¿Y qué hay de tu padre? —¡No! Él probablemente llamaría a la policía y terminaríamos todos en la cárcel… —¿Entonces quieres operarlo tú mismo? —Sí. No hay elección. ¡Simplemente morirá si no voy ahora a salvarle la vida! … Zosia en un par de minutos terminó vestida en el pasillo con la maleta médica en la mano y le dijo: —¡Vamos, voy contigo, te ayudaré! —¡No! ¡Podrías también quedar arrestada! —¡Bueno, que nos arresten!… —¡Entonces tienes que decirles que te obligué por la fuerza! ¿Me lo prometes? —No. ¡Yo no sé mentir! ¡Dale, ponte tu chaqueta… qué cubierta de sangre está! ¡Vayamos pronto! … Tomaron un taxi. Se bajaron del taxi en unas barracas para trabajadores y atravesaron varios patios. En la habitación donde yacía el herido, había dos hombres y una mujer llorando. La habitación estaba oscura y abigarrada. El herido estaba inconsciente. Zosia empezó a preparar todo para la operación. Dio instrucciones con calma y claridad: cómo hacer que la luz sea lo más brillante posible, dónde colocar al paciente. Pidió que le trajeran agua recién hervida para lavarse las manos. Víctor estaba muy nervioso. Nunca antes había operado por su cuenta, solo en la práctica clínica había hecho de asistente en algunas operaciones. Zosia tomó las manos de Víctor entre las suyas durante unos segundos, como infundiéndole confianza y fuerza: —¡Todo estará bien Víctor! ¡Tú puedes hacerlo! … Zosia llamó mentalmente al anciano Zosima en busca de ayuda. La respuesta del Mundo de la Luz no se hizo esperar. Todo se volvió silencioso y tranquilo allí adentro, como si el tiempo comenzara a fluir a una velocidad diferente. Varias veces, cuando Víctor vacilaba y no sabía cómo proceder, Zosia le indicó qué hacer y cómo. Ella veía ahora exactamente como lo explicaba el anciano Zosima —dónde estaba la bala, y qué músculos y qué vasos sanguíneos estaban dañados—… Extrajeron la bala. La herida no era muy peligrosa y los órganos vitales importantes no se vieron afectados. Todo salió muy bien. Zosia se acercó a la mujer, que probablemente era la esposa del herido, le dijo que ahora todo estaría bien, y comenzó a explicarle en detalle cómo cuidar del paciente, y cómo y cuándo cambiar los vendajes… La mujer agradeció entre lágrimas y dijo que Dios mismo había enviado Su ayuda. Pero fue interrumpida por uno de los hombres, el hermano del herido: —¡Deja de decir tonterías! ¿Qué tiene que ver Dios con todo eso? ¡Se debió enteramente a que estos camaradas-estudiantes hicieron bien la operación! … Zosia, lo miró con mucha atención a los ojos, como si mirara profundamente en su alma, y le dijo: —Ella tiene razón, fue Dios Quien le salvó la vida a este hombre. Nosotros solo extrajimos la bala. ¡Pero fue Dios Quien le extendió la vida! Y ahora será de vital importancia para tu camarada, con miras a qué objetivo se recuperará. … El segundo hombre se acercó a Víctor y le tocó el hombro. —Ya es hora de que se vayan, ¡está todo muy peligroso! … Y le dio a Víctor una pistola. La cual Víctor tomó en su mano con un movimiento familiar. Zosia dijo: —¡Víctor, devuélveme el arma! ¡Tú eres médico! —La policía está armada. ¡Por lo tanto esto es necesario para vuestra seguridad! —Dijo el camarada de Víctor. —¡No, devuélvela! ¡Si temes por mí, me iré a casa sola! … Zosia tomó la maleta médica y se dirigió inmediatamente a la puerta. Víctor devolvió la pistola a la mano del hombre y alcanzó a Zosia. Caminaron largo rato en silencio por las calles nocturnas. El evento de la pistola parecía haber manchado lo principal entre ellos, lo bello de su relación… Víctor hizo un esfuerzo y rompió el silencio: —¡Gracias! ¡No podría haberlo hecho sin ti!… ¡Perdóname por haberte involucrado! ¡No pasará otra vez!… … Zosia asintió y luego preguntó: —¿Serías capaz de dispararle a un policía si nos persiguiera? ¿Acaso ya mataste a otra persona? —¡No, ¿cómo puedes decir eso, Zosia?! ¡El arma es solo por si acaso! —¿Para qué caso? ¿Para cuando el oficial de policía que justo esté de turno esta noche te diga: «¡Detente, estás bajo arresto» y le dispares? Y qué pasa si él tiene esposa e hijos pequeños. ¡¿Sufrirá solo por cumplir con su deber?! ¿Acaso no entiendes esto?… —Tú simplemente no lo captas Zosia… ¡No hay otra forma de hacer una revolución! ¡Todo esto es por el bien de la gente, por el bien de todo el pueblo de nuestro país!… —Víctor, tú mismo solías decir: «no somos terroristas asesinos»… —¡Sí, y ahora también lo digo!… … Zosia no dijo una palabra más… Víctor, también guardó silencio. Fue como si una sombra oscura descendió de repente… Y no fue posible ahuyentarla…
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