La heredera del anciano Zosima/En la orilla del mar En la orilla del marInicialmente, Pedro sugirió que Zosia viniera a la casa a mecanografiar su libro varias horas por día. —Nos resultará más conveniente así. Mi estudio está libre en las horas del día que estoy en la clínica. —Pero yo, probablemente interferiré con las actividades de la casa ¿no seré una molestia? —No, para nada Zosia. ¡Natalia y yo siempre estaremos felices de verte! … Pasado un tiempo de esto, Pedro invitó a todos a ir juntos de vacaciones fuera de la ciudad: «Queridos míos, comenzaron mis vacaciones y alquilé una casa de verano a orillas del Golfo de Finlandia por este mes. La casa es grande, no muy lejos de la costa, y todos tendrán sus propias habitaciones. Me parece que si ustedes dos se quedan con nosotros, podremos avanzar con el libro y ambos disfrutarán de un buen descanso. Igualmente, las clases no recomenzarán hasta el mes de septiembre. ¡Además, será beneficioso para todos respirar la briza marina, y también será agradable estar juntos!» * * * ¡Fue un tiempo increíble! La casa era espaciosa, de dos pisos, increíblemente hermosa, con tallas de madera, y con una terraza donde se podía tomar el té. Estaba ubicada no lejos de la costa, rodeada de pinos altos y delgados. ¡La playa de arena era extensa y también la costa! Zosia nunca antes había estado frente al mar. Víctor, riendo entre dientes, dijo que el golfo de Finlandia no era un mar real, sino un «charco marino» poco profundo, por así decirlo. Soñó con mostrarle a Zosia la costa del Mar Negro algún día. ¡Pero Zosia estaba fascinada con el lugar! La armonía de la naturaleza era asombrosa, especialmente bajo un clima tranquilo. Ella y Víctor daban largas caminatas por la orilla temprano por la mañana o al atardecer. La puesta de sol siempre se daba en el mar, donde se podía observar cómo el sol desaparecía en el horizonte marino. ¡Cuando no había viento y la superficie del mar se convertía en un espejo, —la belleza era indescriptible—! Durante el día, Zosia hacía la transcripción del libro. El trabajo iba bien y Pedro estaba muy complacido. Cuando estaban todos juntos ya sea en la sala de estar o en la terraza, mucho se abarcaba en las conversaciones. A veces, Víctor iba a la ciudad por uno o más días. No explicaba a nadie en casa qué asuntos tenía en la ciudad, pero Pedro suponía que se trataba de círculos estudiantiles con «connotaciones políticas». Su padre no aprobaba estas ideas y estaba muy preocupado por la seguridad de Víctor, —más trataba de no intervenir para evitar pelearse nuevamente—. Todos trataban de que las conversaciones sobre el estado de las cosas en el país, la necesidad de cambios, la terrible situación de las clases más pobres… y otras conversaciones políticas, —no desembocaran en debates acalorados—. El propio Pedro a veces se quejaba del gobierno. Le indignaba en ocasiones que las «autoridades» no permitieran la introducción de nuevos descubrimientos médicos en la vida efectiva de la población: —¡Ahora mismo Vladimir Khavkin está en Bombay, India, creando vacunas notables! ¡El gobierno británico lo financia —y los resultados son asombrosos—! Pero aquí no se pueden aplicar sus investigaciones, porque, como sabemos, ¡se le considera un expatriado político! ¡Pero, fíjate Víctor, cómo elige él la ciencia antes que la política! ¡Y realmente ayuda a miles de personas que requieren de estos cuidados! ¡Pero, no obstante, pone también en riesgo su futuro en la medicina al participar de organizaciones ilegales de toda índole! —¡Padre, simplemente no estás al tanto de la realidad! ¡No ves lo que está pasando en el país! ¡Si no cambia el propio sistema de gobierno, nada cambiará! —Quizás, pero querido, ¡siempre me han horrorizado las ideas de «igualdad y libertad» que se basan en el derecho de los «revolucionarios» a decapitar a sus gobernantes! —¡No somos como ellos, padre! —dijo Víctor indignado pero haciendo silencio de inmediato, conteniéndose. * * * Zosia, rara vez expresaba sus opiniones en tales conversaciones. Sin embargo, a solas con Víctor, solía expresarse más abiertamente. —Me parece que la violencia genera violencia, y el odio genera odio. ¡Y esto es como un círculo vicioso! Pienso que romper tal serie de guerras entre los países, así como los disturbios sangrientos internos, —solo puede darse con la ayuda del conocimiento espiritual que transforma a las personas en sí mismas—. —¡Razonas como los seguidores de Tolstoi! Abogando por la no violencia y la humildad… ¡Pero esta pasividad, es aprovechada por quienes están en el poder para conseguir sus caprichos y en aras de su provecho personal! … Zosia no dijo nada. Ese día, hubo una tormenta. Las olas altas y grises se desplazaban por las aguas poco profundas y rompían estrepitosamente en la orilla, alcanzando los arbustos y pinos costeros. Víctor, admiraba la fuerza y la belleza de los elementos. Habló con inspiración sobre ¡cómo la «tormenta de la ira del pueblo» barrería con todos los restos del pasado, —y la justicia triunfaría—! ¡Zosia, con algo de dolor por dentro, comprendió lo diferente que era de Víctor!… Ella dijo cuidadosamente: —Hace mucho tiempo atrás, Fr. Alexander era un apasionado de las ideas revolucionarias que cambiarían la vida de las personas. Luego, con sus antiguos amigos, quisieron organizar un grupo para planear asesinatos, atentados, etc… »Resultando, que quedó tan horrorizado por la crueldad loca en la que se convirtieron las ideas de luchar por la libertad y ayudar a los oprimidos, que se fue a vivir a un monasterio. »Pero, tanto en aquel entonces como ahora, esos disturbios no le trajeron ni le traen la libertad con la que sueñan sus fundadores —a las personas—. —¡Zosia, estoy de acuerdo que el terrorismo es un horror! ¡Pero eso ya no forma parte de la movida revolucionaria! Además, sentarse de brazos cruzados, escondido en una madriguera, pretendiendo que no pasa nada en el país, ¡es a su vez inadmisible! ¡Necesitamos hacer algo! ¡Y lo haremos! … Zosia decidió no discutir… Ella, reflexionó acerca de muchas cosas en esos días. Acerca de lo justo y lo injusto en la vida, acerca de cuándo debes apresurarse a la batalla por la verdad con valentía, y cuándo debes perseverar, ser humilde y permanecer en silencio… A veces, algo en su interior se estremecía de miedo por Víctor, por el hecho de ella no ser capaz de evitarle los problemas y de salvarlo… Sin embargo, ¡se consolaba pensando que Víctor no era como los otros revolucionarios! Además, había mucha de cierto en lo que él decía… … Por las noches, Zosia abría el cuaderno del anciano Zosima, y leía y mecanografiaba sus maravillosas palabras, —y, en tales ocasiones, la paz llenaba su alma—: «Las personas temen por su vida, temen por el dolor corporal, y temen por sus seres queridos… »¡Superar estos temores conjuntamente con Dios —es de lo más importante—! »Y estos miedos son poderosos. ¡Pero vencerlos, fortalece el poder del alma y ayuda a recordar que la Vida es Eterna! ¡Permite esto comprender lo perecedero de la vida material y sentir la temporalidad de la vida del cuerpo! »Pero hay otros temores que nos llegan a veces. »Por ejemplo, miedo a causar daño, miedo a tomar una decisión equivocada, miedo a sucumbir a las tentaciones, y esto sin darnos cuenta de que fuimos puestos a prueba… »¡Y tales temores, a veces evitan que sintamos la Voluntad de Dios en nuestro corazón! »¡El miedo siempre encadena y limita el alma! »Recordemos que todo lo que llega a nuestras vidas puede ser útil. ¡Así, todos los temores deben ponerse al servicio de nuestro avance hacia el Señor, y para que además en nosotros mismos —el orgullo se enfríe, se haga humilde nuestra confianza y se abra el camino a la Voluntad del Señor—! »De esta manera, gradualmente la comprensión viene del Señor y le permite a uno evitar las tentaciones de la mente limitada —a través de la sabiduría del corazón amoroso—. »¡Así se logra la valentía genuina en unión con la Voluntad de Dios! »La mente inmadura es propensa al miedo, al orgullo y al sentimiento de la justicia propia. ¡Una mente inmadura cede fácilmente a las tentaciones! Y una mente así, no puede soportar las dificultades… »¡En el corazón espiritual, crece la sabiduría de un alma amorosa! ¡Debes aprender a escuchar a Dios a cada instante en tu corazón! ¡De esta manera aprendemos a comprender al Señor! »Cuando el Amor de Dios está en el corazón espiritual, ¡todo lo demás en la vida encaja en su lugar! Ya no deseas nada de los demás para ti, hasta desaparece la sed por el amor humano, o por la aprobación de tus palabras o actos… ¡Ya no temes a la censura humana! ¡Y tampoco temes ser malinterpretado! »Y el Amor silencioso de Dios en el corazón, no permite la manifestación del poder fuera de lugar o la expresión de palabras torpes. »¡Es como si se sumergiera tu alma en la Eternidad! »Y en ese Silencio, siempre hay tiempo para el entendimiento. »Es conveniente estar en el umbral de ese Silencio de Dios cada vez que queramos tomar una decisión importante conjuntamente con Él. »El Silencio es la puerta de entrada a la extensión eterna de la vida del Espíritu. »La Sabiduría de Dios entra en el alma cuando no hay bullicio mental en ella. »¡Solo el corazón espiritual, firmemente unido a Dios, abre la mente a tal comprensión integral! ¡Como si captáramos todo desde todos los lados al mismo tiempo! »¡Es como si se corriera un velo y se nos permitiera obtener una visión entendible y amplia de la respuesta de Dios! ¡Así, nos llegan Sus respuestas claras sobre cualquier problema o situación! * * * En aquellos días en que Víctor partía para la ciudad, Zosia se levantaba muy temprano y caminaba sola en la orilla del mar. En esas horas de soledad, algo especial le sucedía. El Silencio, roto a veces sólo por el graznido de las gaviotas que revoloteaban sobre el mar, parecía llenar todo el espacio circundante. ¡La extensión sobre el mar era tan vasta que a Zosia le parecía que se disolvía su corazón en esta inmensa transparencia y belleza! El Silencio Interior de su corazón se llenaba así de la Presencia Divina. ¡Dios estaba con ella y en ella y en todo lo que le rodeaba! Él estaba en el deslizamiento suave y ligero de las olas apenas perceptibles a lo largo de los bancos de arena, en la imagen espejada sobre la superficie tranquila del agua del infinito cielo azul brillante con sus nubes cual alas blancas, Él estaba en cada brizna de hierba y en cada grano de arena bajo sus pies. Zosia, se acostumbró a estar en este Silencio insondable que todo lo abarcaba durante mucho tiempo, fusionándose con Él, convirtiéndose en Él… ¡Quería experimentar lo que del anciano Zosima había leído: —poder en cualquier momento decisivo de la vida— entrar en ese Silencio atemporal y comprender claramente el Consejo de Dios, la Voluntad de Dios! El mundo de la Luz y el Amor Divinos, abrieron Sus Puertas para Zosia, admitiéndola en la otra —Realidad Divina Infinita— en contraste con la realidad del vano mundo material. El Amor Divino rodeó a Zosia por todos lados. El Silencio Divino se hallaba tanto dentro como fuera de ella. ¡Este Silencio llenó a Zosia de inexpresables palabras de felicidad! … Zosia, intentó varias veces compartir esto con Víctor, pero hasta ahora le había sido imposible, ni siquiera podía encontrar las palabras para describirle todo esto…
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