La vida para Dios/Estuve enfermo de cáncer más de una vez
Estuve enfermo de cáncer
más de una vez
Vladimir Antonov
He sufrido varias veces de cáncer por realizar curaciones sin los justificativos apropiados a pacientes con esta grave enfermedad. Y cada vez, tuve que curarme a mí mismo después. Asimismo, Dios, —en este contexto— me mostró nuevas técnicas claves para el desarrollo espiritual.
Recuerdo que caí por primera vez en tal situación después de curar a una médica cerca de San Petersburgo.
Me urgieron en ese entonces a ayudar a la gente en otra ciudad. Y la enfermedad se hizo sentir allí, lejos de casa. El foco de la enfermedad se formó en el hipocondrio inferior izquierdo. El dolor creció rápidamente con cada día que pasaba. Llegó al punto de que incluso el menor movimiento del cuerpo al caminar causaba un dolor severo. Casi perdí la habilidad para desplazarme.
¿Qué hacer? Decidí recurrir a la ya bien conocida «natación invernal». Y era justo a principios del invierno. Le pedí a un local que me indicara hacia cualquier cuerpo de agua natural. Una vez en el lago, rompí con una vara donde aún no había hielo grueso y me bañé con la técnica descrita por mí en [18]. Inmediatamente llegó el alivio. Luego repetí este procedimiento dos veces más en los días siguientes, limpié el cuerpo con técnicas meditativas —y la enfermedad desapareció por completo—.
Gracias a esta situación, no solo encontré un maravilloso método de curación de esta enfermedad tan generalizada, que ahora estoy compartiendo con ustedes, —sino que también recibí la meditación más importante— en el mismo reservorio para continuar mi propio crecimiento espiritual y para ayudar a otros dignos de ello.
… En otra ocasión, también sané, a una médica de cáncer en pleno desarrollo en la mama derecha. Ella se recuperó rápidamente. Y yo… acabé también con un tumor que pronto comenzó a crecer —en la glándula mamaria derecha—. El tumor ya había alcanzado el tamaño de una nuez, y alejados de este, aparecieron los «nódulos» que crecían en —los ganglios linfáticos axilares—…
Al no estar en invierno, no había oportunidad de aplicar la «natación invernal». Comencé entonces a buscar soluciones meditativas. ¡Y la encontré! Resultó ser una meditación increíblemente efectiva, que denominé «faro delantero». Es necesario sentir las glándulas mamarias (esta meditación es muy adecuada para los representantes de ambos sexos), —como los faros de los automóviles—.
«Me encuentro conduciendo por la carretera en la noche, iluminando mi camino con las “luces” de los faros delanteros, enviando una luz blanca brillante y ligeramente dorada hacia adelante…». Esta meditación se realiza durante la marcha o la carrera meditativa [18]. Primero ilumino desde el chakra anahata, luego, —la oportunidad se abre para brillar con la Luz del Espíritu Santo— desde Su Inmensidad, que se encuentra detrás del anahata de mi cuerpo…
¡Sean bienvenidos! Aprendan todos ustedes esta técnica, y no solo en el caso de la necesidad de curación, sino para —y lo que es incomparablemente más importante— vuestro crecimiento espiritual.
El tumor en mi cuerpo entonces comenzó a disminuir. Al principio, —hasta llegar al tamaño de un guisante—, luego, incluso menos. Su remanente incluso ahora se puede sentir, ¡como un recordatorio para mí de que nunca debería sanar el cuerpo de alguien antes de sanar su alma primero!
… Hubo otra vez más que se dio el caso. Tenía malestar en el pulmón, una tos contra la que nada ayudaba… Fue justo en el momento en que me correspondía la siguiente vacuna contra la encefalitis transmitida por garrapatas. En aquellos años, la condición obligatoria para tales vacunas era la aprobación preliminar de un estudio fluorográfico. La imagen de rayos X mostró una proliferación cancerígena significativa en tamaño… El radiólogo la alertó y me sugirió una segunda prueba después de veinte días. Mientras tanto, dijo, «beba decocción de ledum»…
… Tenía que ir con el resultado del examen al terapeuta. Pero no fui. Me dirigí a Dios: ¿qué debo hacer?
Y, como resultado, recibí un conocimiento único sobre los cuatro segmentos del cuerpo humano. Este conocimiento y la experiencia práctica crearon los prerrequisitos necesarios para sanar mi propio cuerpo y continuar avanzando en el Sendero espiritual.
… Muchos otros enfermos de cáncer se curaron tan solo por el hecho de que previamente participaron en los programas desarrollados por nosotros, —en vías de dominar la técnica de la carrera meditativa [18]—. Nada sabía yo de su desgracia durante el entrenamiento, pero compartieron su alegría conmigo al final del curso: ¡se habían curado por completo! ¡El dolor se les pasó, y el tumor desapareció completamente, como si se hubiera disuelto!
Entre estas personas se encontraban algunas mujeres enfermas con cáncer de mama sin posibilidad de ser operadas que —fueron enviadas a casa a morir «por sus médicos»—.
… Es pertinente preguntar: ¿cuáles fueron los resultados a largo plazo?
Han pasado décadas desde que hicimos esas clases. Así que no puedo decir nada sobre los resultados a largo plazo. Pero por aproximadamente unos cinco años, me he encontrado con ellas varias veces, como por casualidad en los bosques recolectando hongos, —en los lugares donde antes estuvimos juntos—. ¡Y me agradecieron tanto por salvarles del cáncer como por señalarles el Camino hacia Dios!
… No digo esto en vías de atraer pacientes. No, ya no curaré más. La curación fue para mí solo una etapa de mi propio crecimiento espiritual [12], luego fui más allá. Y esto me permite ahora no solo decirles cómo curarse a sí mismos, sino también mucho más: cómo puede uno construir efectivamente un destino positivo y acercarnos a Dios por la calidad del alma.
Y si desean utilizar mis recomendaciones, consulte primero con los médicos, —aquellos de ellos que no actúan en beneficio propio, sino por el amor a los pacientes y el sentimiento de su deber profesional—.
* * *
También les contaré sobre mi último episodio de curación de un enfermo de cáncer.
Fui localizado por una mujer desesperada, quien había participado una vez de nuestros entrenamientos en la carrera meditativa [18].
… ¡Cómo era de dichoso —correr durante horas como grupo en los senderos del bosque— sin sentir los cuerpos fatigarse, en el Abrazo de los Espíritus Santos, llenando nuestros cuerpos con Su Luz Divina!…
Pero no era posible, en aquellos años pasados en Rusia, hablar abiertamente sobre Dios. Y por ende no hice mención alguna…
… Pero ahora —felizmente respondía a su pedido de ayuda—.
… Por aquel entonces, décadas atrás, ella aún no llegaba a los veinte años.
Cuando aquellas lecciones terminaron, ¡se casó con el miembro de una pésima secta que negaba incluso la existencia misma de Dios! Y permaneció en esa secta por muchos años…
Pronto comenzó a sufrir de un dolor de muelas. Esto persistió por años. Pero ella no acudió al dentista, no se alentaba en esa secta; toda la «medicina» se limitaba solo a parlotear sobre el tema del yin-yang… Y sus dientes —decayeron—…
¡Pero los problemas infecciosos en los dientes no solo afectan los dientes: casi todos los sistemas del cuerpo, incluido el cerebro, sufren por esto!
… ¡Todo el interior de su cabeza estaba lleno de un denso barro energético! ¡Nunca había visto tanta negrura en el interior de una cabeza!
Su estado intelectual bordeaba ya la demencia. Incluyendo el hecho de que ella casi no podía leer. Y lo que podía leer, después no lo recordaba…
Pero su principal problema era el dolor en aumento en la profundidad de la mitad superior del abdomen.
Después de ver su cuerpo, vi: el principio del cáncer causado por un espíritu muy grande.
… Bien…
Le expliqué que Dios realmente existe, le conté sobre cómo era, le presenté mis libros, en los que se explica en detalle acerca de Dios y Sus Enseñanzas.
Le recomendé inmediatamente acudir al dentista. También la «natación invernal», ¡qué bueno que para ese entonces estábamos en invierno!
Después de pedir la bendición de Dios, le saqué el espíritu del cuerpo.
Ella —se levantó y… encontró innecesario seguir el resto de mis recomendaciones—…
Entonces el espíritu fue devuelto a su cuerpo nuevamente por Dios…
Al darse cuenta de esto, acudió al pozo en el hielo y al dentista, quien le extrajo cuatro dientes y le curó el resto.
Nuevamente le pedí al espíritu que la dejara. Éste obedeció… esperando yo que ahora —fuera para siempre—…
… Pero entonces… comenzaron sus tediosas demandas, por las que yo debía enseñarle meditaciones en los lugares de poder…
… Durante mucho tiempo hasta ahora, no llevo a cabo clases u otros eventos públicos: todo lo que se necesita para aquellos quienes desean ser capaces de avanzar con éxito a través de la versión del Sendero elegido por mí, se presenta en forma de libros y filmaciones. Pero, incluso en otros términos, actividades tales pueden llevarse a cabo solo por personas con un fuerte intelecto. Pero ella rondaba la demencia…
Respondí «evasivamente», para no herirle, —que ello sería posible solo después de algunos años—…
… ¡Como resultado, recibí de ella una colérica carta donde incluso exclamaba arrepentirse de haberme pedido ayuda del todo!…
… Así pues, resultó ser, que el espíritu aquel quedó instalado en mi cuerpo… Se «anidó» en mi páncreas y en los segmentos izquierdos del chakra manipura [39], donde era más difícil notarlo, y de ahí que no le noté por largo tiempo…
La enfermedad se manifestó años después…
Con mis propios esfuerzos meditativos y la ayuda directa de Jesucristo, logré eliminar las lesiones bioenergéticas. Aunque los cambios anatómicos permanecieron.
… Así que recibí otra y, espero yo, la última advertencia de Dios de que uno no puede actuar en relación con otras personas siguiendo tan solo las emociones de compasión propias sin Su Bendición específica para cada una de tales acciones.
* * *
¡Todos debemos entender que Dios no vive en una montaña terrena o en un planeta distante! ¡Y que Él no cabalga sobre las nubes, mirándonos desde allí! ¡Sino que Él —eterno e infinito— está presente siempre y en todas partes, incluso en cada célula de nuestro cuerpo, —en la profundidad multidimensional—!
No tenemos la oportunidad de verle hasta que nosotros mismos aprendamos a permanecer fácilmente en las capas más sutiles (eones, lokas) del espacio multidimensional.
¡Pero Él nos ve a cada uno constantemente! ¡Y nada puede pasar con nosotros sin Su conocimiento ni consentimiento! ¡Aún más, Él nos pone lecciones y pruebas difíciles, tratando de ayudarnos a mejorar, acercándonos a la Perfección! ¡Fue por esto —que Él nos encarnó en la Tierra—!
Por lo tanto, todo lo que ya nos ha pasado, tenía que suceder. Y si no nos gusta, —la causa debe ser encontrada en nosotros mismos—.
Y lo que nos ha de suceder, también debe tomarse como una manifestación de Su interés por cada uno de nosotros. Sin embargo, el propio futuro todavía puede ser cambiado: ¡es decir, cada uno de nosotros construye su propio destino!
Pero en vías de, en alguna manera cambiarse a uno mismo de acuerdo con Su Voluntad, debemos primero estudiar lo que Su Voluntad es. Esto está representado plenamente en el libro [17], donde se reúnen Sus Mandamientos, entregados a las personas desde la época de la Atlántida —hasta el presente—.
* * *
Intentemos rastrear una vez más: ¿cuál es la razón del dolor que tenemos que soportar debido a las heridas o a las enfermedades?
La razón más frecuente es que no tomamos en cuenta el dolor de otros seres encarnados, ya sea hayan sido muertos por nosotros o que otros les hayan asesinado para nosotros.
¡La compasión por otros seres es uno de los principios más importantes del amor que Dios quiere enseñarnos!
Entonces, cuando estemos frente a una situación de dolor intenso propio, tiene sentido que lo aceptemos como una ayuda de Dios. La empatía, por aquellos quienes han sufrido a causa de mis errores éticos, estará en una situación justa tal que me permitirá facilitar mi propio destino —tanto ahora como en el futuro—.
* * *
Por lo tanto, la causa principal de cáncer es un mal destino, debido a los propios errores éticos.
El mecanismo de la aparición y crecimiento de los tumores cancerosos y patologías similares viene de las mutaciones genéticas.
Pero las razones para esto último —son si acaso unas pocas—. Pueden los tumores surgir como resultado de la irradiación por energías «intensas». También hay sospechas de que pueden los carcinógenos venir de algunos productos químicos que ingresan a nuestro cuerpo por los alimentos u otras formas. Pero, sea como sea, el proceso cancerígeno se desarrollará o no, dependiendo de nosotros y de Dios. De nosotros —en el sentido de que podemos manifestar o no nuestros esfuerzos por ser mejores ante Dios—. Entonces Dios hace las conclusiones apropiadas.
No obstante, aparentemente, el mecanismo más frecuente para la expansión del cáncer es la introducción de espíritus en nuestros cuerpos. Estos, —la mayoría de las veces, según sus últimas encarnaciones— son animales primitivos en términos de los niveles de su desarrollo. Estos, siendo enviados por Dios a los cuerpos de sus víctimas, comienzan a establecerse en ellos, cambiando el genotipo de las células de unos u otros órganos del cuerpo «a su antojo».
Estos espíritus pueden observarse en forma de coágulos de energía negra. Pueden moverse dentro del cuerpo del enfermo e incluso dejarlo por un tiempo, por ejemplo, bajo la influencia de algún sanador o por procedimientos de fisioterapia. Pero ellos generalmente regresan luego, siendo gobernados por los Espíritus Santos.
El tumor puede llegar a extraerse del cuerpo del enfermo mediante técnicas quirúrgicas, pero los espíritus cancerígenos abandonarán el cuerpo para siempre o por largo tiempo —solo por la Voluntad de Dios—; esto ya lo hemos discutido. Esto determinará el resultado del tratamiento.
Por lo tanto, con el cáncer o enfermedades similares, tiene sentido depender, en primer lugar, de las propias fuerzas, entendiendo todo lo que está sucediendo con uno mismo —como una enseñanza de Dios—. ¡Después de todo, es con este propósito —es decir, para que podamos aprender de Él— que nos encarnó en cuerpos materiales en la Tierra!
(¡Al mismo tiempo, no aconsejo rechazar la ayuda habitual de los médicos: en estas situaciones tiene sentido luchar con todas las formas posibles al unísono!)
Los discípulos de Dios, como en cualquier escuela terrena, pueden ser buenos o malos. ¡Seamos Sus buenos discípulos!
Y los buenos discípulos deben estudiar la Voluntad de Dios, esforzarse sinceramente por su cumplimiento y asegurarle: «¡Ahora entiendo lo que esperas de mí! Te prometo: de ahora en adelante no viviré para mí, ¡sino para Ti! Y te pido: ¡dame la oportunidad de tener tiempo para transformarme a mí mismo en este cuerpo!»