Capítulo 9:
El silencio del Mundo Mágico
En honor a este evento significativo, el abuelo Basilio propuso organizar un día festivo; un atardecer junto a la fogata, una noche bajo el cielo estrellado y un amanecer con el sol de la mañana. Se esperaba que el clima fuera maravilloso, —cálido y apacible—.
El agua en el lago ya se había enfriado un poco. Pero, después de bañarse, fue especialmente agradable calentarse alrededor de la fogata y cenar sándwiches con queso calentado al fuego y jugosos tomates cultivados por sus propios esfuerzos.
Fue maravilloso porque uno no tenía que apresurarse para volver a casa y se podía disfrutar del atardecer y ver cómo los colores dorados, naranjas y púrpuras del cielo, gradualmente cambiaban a un azul profundo… Y cómo, las primeras estrellas aparecían…
A todos les gustó el silencio especial que rodeaba la fogata al anochecer. Las chispas volaban hacia el cielo. El suave crepitar del fuego solo enfatizaba la magia del gran silencio de la noche. El cielo estrellado parecía tan cercano…
Incluso Amiguete, se quedó en silencio y felizmente se estiró en el suelo, extendiendo sus patas, orejas y cola.
Todos, escuchaban las historias del abuelo Basilio sobre el Mundo Mágico y sobre cómo, al escuchar el silencio y admirar la belleza, es muy fácil para una persona encontrar una entrada al Mundo Divino.
* * *
Entonces, Ronroneo también trató de contar su historia de silencio y de dicha. Se instaló en un pequeño montículo un poco alejado de la fogata para que el humo y las chispas no cayeran sobre su cuerpo. ¡Y el enorme gato rojo esponjoso —en la oscuridad, con las luces danzantes de la fogata— se veía fabuloso!
Su ronroneo silencioso, se parecía al susurro de las olas del mar tocando la arena… Con cada preciso ronroneo, decía algo hermoso sobre el silencio y la dicha… Miró con sus ojos verdes el Mundo Mágico y —vio lo que ronroneaba—…
—Ojalá supiera lo que él está diciendo —comentó Víctor pensativo.
… El abuelo Basilio, con una sonrisa miró a Asya:
—Bueno, ¿podrías traducir del lenguaje gatuno al lenguaje humano para nosotros?
… Asya aceptó, —y resultó ser muy interesante, aunque, para ser honesto, ella agregó también un poco de su parte—. Bueno, después de todo, los cuentos populares se forman cuando son contados por muchas, muchas personas —cada uno a su manera—.
Asya, recontó lo siguiente:
—Todos los habitantes del Mundo Mágico saben cómo escuchar el silencio. La alegría, la fuerza y la belleza pueden esconderse en este silencio… Se ocultan en el silencio de la misma forma en que una hoja o una flor se esconden en un brote sin abrir o como el poder de las olas se oculta en este lago que ahora está completamente tranquilo…
»Los árboles, escuchan este silencio. Son capaces de escuchar tan profundamente, que ellos mismos se llenan de la paz y de la fuerza del Mundo Mágico. ¡Esta fuerza se eleva en ellos desde las raíces y llega hasta la hoja más pequeña de cada rama!
»Las aves pueden escuchar este silencio, pero no pueden contenerlo por mucho tiempo, ¡—así que comienzan a cantar para decir a todos lo hermoso que el silencio es—!
»¡Y aquí, nosotros los gatos, también conocemos la dicha del silencio!
»¡Tal dicha llega cuando el silencio te disuelve —y cuando tú, también, te conviertes en este silencio—!
»Si le ofreces al silencio un pequeño ronroneo, entonces te responde —como un eco—… Y de ahí en más, el silencio gentil vibra por todos lados…
»El silencio es como si te acariciara gentilmente por todos lados…
»¡El silencio penetra hasta el centro mismo de ti, —y ahí, tú desapareces en la dicha y la paz—! Tú —te conviertes en el silencio entero del Mundo Mágico—… ¡Y este silencio ya no ronronea, sino que se ha convertido en un quieto SILENCIO perfecto!
Ronroneo, dejó de ronronear y cerró sus ojos… Cada uno de sus pelos rojos brillaba con la dicha del silencio…
El abuelo Basilio, Asya, Víctor y Amiguete se disolvieron en esta dicha durante mucho tiempo…
Y luego, cuando ya todos se habían acomodado para descansar sobre las mantas y cubiertos por las frazadas, el abuelo Basilio sugirió que todos volaran por el espacio, acostados sobre el planeta llamado Tierra…
El cielo estrellado abarcaba todo y misteriosamente abrazaba por todos lados a Asya, Víctor, Ronroneo, Amiguete, al abuelo Basilio, a los árboles en la orilla, al lago…
¡Y, de hecho, la Tierra entera desde todos lados estaba también rodeada por este silencio estrellado sin fin!
Y sus cuerpos, eran pequeños, como chispas de fuego… Y yacían en la superficie del planeta, y volaban sobre él por la inmensidad del espacio. ¡Y toda esta magia estaba llena de la Bienaventuranza del Amor Divino y la Belleza!