Capítulo 3:
Una vida asombrosa
A la mañana siguiente, apenas Asya se despertó, sus padres emprendieron casi de inmediato el camino de vuelta a la casa de la ciudad. Asya, fue dejada a solas con el abuelo Basilio.
¡Al principio, todo parecía ser increíble para Asya en este nuevo lugar! Como, por ejemplo, cuando el abuelo a la hora del desayuno, le dio de comer a todos primero: le sirvió un tazón de avena aromática a Asya, luego al gato Ronroneo y luego al perro Amiguete. Solo después de alimentar a todos los demás, él se sirvió avena para sí mismo.
… Después del desayuno, todos fueron juntos a explorar los alrededores.
¡Asya, estaba llena de alegría, —todo sucedía de manera tan inusual—! El abuelo, sabía cómo comunicarse con todos: con los grandes árboles del bosque, con las plantas que crecían en los jardines, y con los pájaros, y con el agua, y con la brisa, y con el sol, y con el gato Ronroneo, y con el perro Amiguete, y, con sus abejas.
Resultó ser que todos le entendían y —le respondían con gratitud amorosa—. Y cada uno le respondía en su propio lenguaje: los pájaros en lenguaje de pájaro, el gato en lenguaje de gato, el perro en lenguaje de perro, y las plantas —en un tipo especial de lenguaje silencioso—.
Incluso, el agua entendía al abuelo y le respondía. ¡Él le sonreía ya fuera en el manantial o en el balde —y el agua le devolvía la sonrisa—! ¡Era como si la sonrisa del abuelo Basilio comenzara a vivir en cada gota de agua —y así la convertía en agua curativa—!
Muy pronto, Asya aprendió sobre el poder curativo de esta agua gracias a los vecinos de la aldea más cercana. Porque acudían al abuelo Basilio por esta agua en los casos en que alguien estuviera enfermo. ¡Decían que el agua era más curativa que muchos brebajes —si la bebías con la sonrisa del abuelo Basilio—!
¡Y el abuelo, siempre le sonreía al agua! ¡E incluso le decía palabras amables! ¡Pero no a manera de ritual, sino que él vivía así, —feliz y acariciando a todos—! ¡Y todos a su alrededor, también trataban de vivir de la misma manera!
Y sin darse cuenta, Asya también comenzó a aprender esta alegría de su abuelo.
¡Y alrededor de la casa del abuelo —había tal belleza— que era difícil vivir allí y no ser feliz!
Todo esto era como un viejo cuento de hadas mágico, pero no uno que sucedía hace mucho tiempo, sino uno que estaba sucediendo ahora mismo, en el momento presente. Por ejemplo, había un banco ubicado en la loma cerca de la casa donde a menudo el abuelo y Asya se sentaban a conversar cómodamente. Estaba ubicado en un lugar hermoso desde donde se abría una vista maravillosa a los alrededores: a los prados, al río, al bosque a lo largo de la costa. ¡El banco, fue tallado de las raíces y el tronco de un árbol seco y era —como salido de un cuento de hadas—! Asya, había visto muchos sillones caros y hermosos: su madre trabajaba como diseñadora, y Asya visitaba todo tipo de exposiciones. ¡Pero aquí, todo estaba lleno de belleza —de una manera diferente—! Aquí, por ejemplo, ¡el pino yacía pasada su vida, pero el beneficioso banco que se obtuvo del tronco que permanecía en el suelo, resultó ser grandioso! Así lo explicaba el abuelo.
Y así, en todas las cosas, ¡el abuelo trataba de que todas sus obras brindaran beneficios prácticos, belleza, amabilidad y alegría!
Una vez, Asya preguntó:
—¿Abuelo, eres tú un mago del bosque?
—Todos pueden ser un poquito como un mago. Pero la mayoría de la gente no sabe sobre esto…
—Y, ¿tú sabes todo al respecto?
—No, no todo. ¡Pero aprendo más y más sobre esto todos los días, —porque es muy interesante vivir así—!
»¿Cómo vivir en esta Tierra? ¿Y por qué necesitamos vivir? ¿Has pensado sobre esto?
—No…
—Yo ya no soy joven. Y he pensado mucho sobre esto: ¿cómo vivir en alegría-felicidad, y cómo ayudar a otros en esto?
»Y así, gradualmente, aprendí sobre el Mundo Mágico y comencé a buscar puertas y pasajes para conocer más acerca de este.
»Si al menos pudiéramos sonreírle al sol todas las mañanas, o a una nube lluviosa, o a la brisa, —entonces al menos un poco de alegría sería añadida al mundo—.
»¡Después de todo, cada persona es también una partícula de este mundo!
»Fíjate, con tan solo pararte al lado de un árbol y respirar, esto ya es bueno. ¡El árbol inhala lo que tú exhalas, que es dióxido de carbono y tú inhalas oxígeno, que es lo que el árbol exhala! ¡Este es un gran milagro! ¡Y así es como Dios planeó todo! ¡Resulta ser que estamos conectados con todo el reino vegetal, —incluso con tan solo respirar—!
»¡O bien, bebemos un poco de agua, comemos vegetales, y de esto, —nuestros cuerpos ganan fuerza, crecen y se vuelven saludables—!
»¡Toma, bebe de esta agua y mañana observa cómo tendrás el doble de fuerza!
—Abuelo, ¿es por eso que no vives en la ciudad? ¿Es porque estos árboles son mágicos y el agua es maravillosa? Mamá me dijo que te invitaron a vivir con nosotros en la ciudad, pero no quisiste…
—Aquí, Asya, está mi lugar en la Tierra. Es aquí donde la entrada al Mundo Mágico —es fácilmente visible—. Y aquí, puedo mostrar a otras personas que lo necesiten, la entrada a este Mundo Mágico y hablarles sobre cómo mejorar su salud.
—¿Y qué clase de Mundo es este, abuelo? ¿Y por qué otras personas no lo conocen y tú sí?
—Muchas personas han oído hablar de ese Mundo o lo han adivinado un poco. Es ahí donde nacen muchos hermosos cuentos de hadas, se escuchan canciones, y la música y la pintura existen. ¡Y todo esto se hace visible y audible para nosotros a través de las personas con talento —que ya se encuentran conectadas con ese Mundo—! Y estas personas llaman a los contactos con ese Mundo: —inspiración—.
»Pero no son solo los artistas, músicos o poetas quienes entran en ese Mundo por un corto tiempo. ¡Cualquiera que no contenga en sí mismo: ira, miedo, apegos, y —aprenda a vivir con amor por todos y por todo— puede entrar a ese Mundo!
—Pero, ¿cómo sabes que realmente estás en ese Mundo, si como dices, es invisible? ¿Cómo puede ser que algunas personas lo vean y otras no?
El abuelo llevó entonces a Asya a una pequeña charca:
—¿Qué ves aquí ahora?
—Una charca sucia, y la posibilidad de resbalarse…
—¿Y qué más?
—No sé…
… El abuelo tomó a Asya por los hombros y la movió ligeramente de un lado a otro.
Un rayo de sol tocó la superficie del agua. El reflejo del sol brillante se podía ver en la charca. Y chispas de pequeños soles bailaban alrededor de los bordes. ¡Incluso, el cielo en la charca era azul cuando Asya lo miraba como lo miraba el abuelo!
Asya dijo con admiración:
—¡Guao! ¡Esto es un verdadero milagro! ¡Ahora lo entiendo! ¡Es posible ver en un charco solamente barro o —el reflejo del sol—! ¡Depende de cómo lo miremos!
—¡Eso es correcto! ¡Buen trabajo, Asya!
»¡Y así es —en todo—! Es solo al principio que el Mundo Mágico es invisible. ¡Pero cuando aprendes a vivir en él y, a ver todo de esta manera, —entonces el mundo anterior te parece ilusorio—!
»¡El Mundo Mágico —se ve a través de los ojos del corazón—!
—¿Qué son los ojos del corazón? ¿Están esos ojos justo aquí? —señaló Asya su propio pecho—. ¿Pero tú no tienes ningunos ojos allí, y dices que ves?
—¡Sí, Asya, yo veo!
… El abuelo, tomó las manos de Asya y las colocó sobre su propio pecho. Y presionó sobre ellas con sus palmas.
—¡Escucha mi corazón! ¡Escucha con tus manos! ¡Y con el alma, —escucha—!
… Y a Asya le pareció que todo alrededor también escuchaba cómo latía el corazón de su abuelo Basilio. Y como que los pájaros, las flores y los árboles —también lo escuchaban—…
Y luego, el gato Ronroneo y el perro Amiguete vinieron y se aferraron a los pies del abuelo y de Asya…
¡Le pareció a Asya que el corazón de su abuelo Basilio era enorme, gigante! Y que todos los seres vivos estaban dentro de su corazón…
Y que este era silencioso, agradable y pacífico…
Luego, el abuelo dijo:
—El alma —sabe cómo amar, ver y escuchar—… Pero la gente se ha olvidado de estas habilidades.
»Existe el corazón del alma, —el corazón espiritual—. ¡Puede ser formidable y tierno! ¡De él —fluye la luz del amor—! ¡Con los rayos o manos provenientes de este corazón, puedes acariciar y abrazar a todos!
»¡Intenta sentir que tienes un pequeño sol en tu pecho!
… ¡Asya hizo el intento, —y comenzó a sentirse tan bien—! ¡Y ella, quería abrazar a todos!
¡Y ahora Asya, también comenzó a tratar de vivir así, a hacerse amiga de todo y a amar a todos!
Por ejemplo, abrazaba un árbol con ternura —y respiraba profunda y tranquilamente—. Y el árbol, admitía el aliento de Asya en sí mismo, y Asya, inhalaba el aire cargado de oxígeno por el árbol.
A Asya, le gustó tanto esto que trató de relacionarse con cada árbol.
Incluso le dijo al abuelo:
—Leí en un libro sobre un niño llamado Mowgli, él le decía a las bestias salvajes: «¡Somos de una misma sangre: tú y yo!». Y se hacían amigos. ¡Y ahora me hice amiga de los árboles!
»¡Me convierto en un abedul delgado y alto cuando abrazo el abedul! ¡Incluso puedo sentir mis hojas crujir en la brisa!
»O me convierto en un pino —fuerte y suave—. ¡En su tronco —fluye el poder—! Y en mi cuerpo —también fluye—. ¡Y siento las ramas de la copa, y también las raíces!
»Todos los árboles son diferentes: ¡cada árbol tiene su propio carácter!
… Y así, ¡la vida se volvió muy interesante para Asya!