Capítulo 6:
Amor y disgusto
Víctor y Asya, gradualmente comenzaron a hablar mucho. Asya, incluso se atrevió a contarle un poco sobre el lenguaje mágico, a pesar de las burlas de Víctor.
Una vez, cuando Víctor observaba cuidadosamente el comportamiento expresivo y los ronroneos de Ronroneo, le preguntó directamente a Asya:
—¿Qué acaba de decir este gato sobre mí? Recién me dio la espalda y se alejó con la cola esponjosa como un pavo real. ¿Puedes traducir lo que ronroneó?
—Claro. Él dijo: «Este niño solo se ama a sí mismo. ¡Por lo tanto, no puede ser feliz!»
—¿Y tú cómo lo sabes?
—¡Es simple! ¡Necesitas sentir a tu compañero con el amor de tu corazón! Y entonces, ya no es necesario el uso de palabras: ¡tú como alma, puedes percibir a la otra alma!
—¿Cómo puede ser?
—Las palabras, son como la ropa que viste a los pensamientos y las emociones. ¡Pero podemos entender muchísimo más sin ellas!
—Entonces, ¿qué? ¿Tú —con tu lenguaje mágico— puedes entenderme siempre?
—No, no siempre. Tú piensas diferente que yo. Por lo tanto, es muy difícil para mí entenderte. ¡Y tú, no quieres aprender a hablar el lenguaje mágico!…
—¡Bueno, se te ocurren todo tipo de tonterías! ¡Y encima, crees en ellas!
—Pero, ¿y qué tal si esto realmente es así?
»¡Las plantas entienden cuando se les habla afectuosamente —y crecen mejor—! ¡Los animales también entienden! ¡Incluso el agua entiende! Yo vi un video donde un científico mostraba los diferentes patrones que resultaban si se le decía palabras amables al agua, o —palabras malvadas con las emociones correspondientes—. Cuando se le decía palabras tales como “¡te quiero!” o “¡gracias!”, se observaban patrones encantadoramente hermosos en los cristales de agua. Y si se usaban palabras tales como “¡te odio!”, “¡te mataré!” —entonces, la estructura de los cristales se volvía fea—.
»De la misma forma, cuando el abuelo Basilio le habla al agua, la vuelve curativa y puede mejorar la salud.
—Sí… como en los cuentos de hadas, «el agua viva» y «el agua que está muerta»… Y dime, ¿con qué otras elucubraciones te entretienes? Por ejemplo: ¿qué piensas de mí? ¡Sé honesta!
—Podrás reírte, pero a mí me parece que cuando hablas, tu pensar es diferente de lo que dices. ¡Y que lo que en verdad sientes dentro de ti —es también diferente—!
»A menudo, te da por causarme dolor, lastimarme, pero esto es porque a ti mismo te duele…
—¡Nada me duele! ¡Ni las piernas me duelen! ¡No hay nada que me duela! —explotó Víctor indignado.
—No estoy hablando de tus piernas… estoy hablando de otra cosa…
»Entiendo el dolor que siente una persona al no gustarle a los demás. Y de la misma forma, cómo tal persona tampoco quiere darle su amor a los otros…
—¡No paras de decir: amor, amor, amor! ¡Pero el amor ni siquiera existe! ¡Es solo un pretender conveniente para las personas por una razón u otra! En este momento, a mis padres les conviene estar juntos. ¡Cuando están frente a todos, pretenden estar «enamorados» y ser una «pareja hermosa»! ¡Y también pretenden amarme! Pero quieres saber algo, ahora mismo están en las Maldivas tomándose un descanso de la «dura experiencia». Pero si tuvieran al menos un poco de fe en que tu abuelo puede curarme, se habrían hospedado en alguna cabaña por los alrededores —del salvaje Pokrovskoe—, ¡y estarían rezándole a Dios todos los días!…
—Pero, ¿ellos creen en Dios?
—No, son como todos lo demás, creen para guardar las apariencias… Todo es por aparentar… Le pagaron a alguien para que rezara por mi salud… ¡Incluso, les da vergüenza estar al lado de la silla de ruedas! ¡Es el tutor quien me acompaña y me lleva al médico! ¡Y fue quien me trajo hasta aquí!… ¡Todo esto se hace por dinero, por aparentar!
»¿Y el amor? ¿Dónde está el amor? ¡No lo veo por ningún lado!
»¿Es tu abuelo quien va a quererme? ¡Si yo soy tan solo un extraño para él! Ni siquiera le agrado…
—Para ser honesta, a mí tampoco me agradaste al principio. ¡Pero el abuelo, —es completamente diferente—! ¡Él no es como los demás! ¡Él sabe mucho acerca de Dios y acerca del Mundo Mágico!
—¿Qué Mundo Mágico?
—Te lo diré más adelante. Tú no crees en lo que te digo, o más bien —no quieres creer—.
—¡No, dímelo ahora! ¡De lo contrario, en el futuro no seré franco contigo!
»Por cierto, ¿tu abuelo en qué Dios cree? Dicen que los curanderos tienen todos diferentes creencias. ¿Cuál es su fe?
—No lo sé. ¡Pienso que él cree en el Dios verdadero, e incluso Le conoce! El abuelo me explicó que muchas personas piensan que los árabes tienen un Dios, los rusos otro Dios, los judíos otro más y los hindúes otro. ¡Pero que en realidad hay un solo Dios para todos! Algunos Le llaman Alá, otros Le llaman Padre, otros, dicen de Él ser el Gran Poder Energético del universo pero no usan la palabra Dios evitando mostrarse religiosos. ¡Incluso los científicos iniciaron la búsqueda de «las partículas de Dios». ¡Empezaron estos últimos a vislumbrar que Dios —sí existe—!
»Sin embargo, los aparatos no pueden ver ni a Dios ni al Mundo Mágico… ¡Y aquellos que odian a otros por tener “falsas creencias”, —tampoco pueden entrever el Mundo Mágico—!
—¡Otra vez con los cuentos de hadas! ¿Qué Mundo Mágico es ese?
—Bueno, es como un país especial; no es visible para todos. Una parte de él —la más cercana a nuestro mundo—, a veces se le llama paraíso. ¡Pero este no es todo el Mundo Mágico!
—¿Y quién creó tu Mundo Mágico?
—¿Quién? ¡Dios por supuesto! ¡También Él creó todos los mundos visibles e invisibles, y nos creó a ti y a mí!
—¿A ti y a mí? ¡Esto sí que es divertido! ¡Mi mamá y mi papá fueron quienes me concibieron, y a ti, tus padres! ¿No es así?
—Correcto. ¡Pero Dios creó las Leyes por las cuales todo se desarrolla! ¡De la semilla del pino, un pino nuevo crece, de la semilla del abedul, un abedul, —de los gatos, nacen gatitos—! Todo en la Tierra nace y se desarrolla de cierta manera. ¡Y, a través de esto, todos pueden mejorarse a sí mismos!
—¿Y por qué Dios hace al Mundo Mágico invisible?
—Ese Mundo es Mágico. De hecho, es tan visible como perceptible, pero no por todos. ¡Uno, necesita aprender a percibirlo! Yo recién estoy empezando.
»El Mundo Mágico, está separado de cualquier maldad dadas sus propiedades. Es como si estuviera protegido, sin dar señal de ello. ¡Está escondido de todos los villanos de la mejor manera! Por lo tanto, las personas malvadas, sin importar cuánto quieran, nunca podrán entrar en ese Mundo.
»¡A su vez, todas las otras Leyes de Dios —actúan también sabiamente—! ¡Solo necesitas aprender a entenderlas! Eso es lo que dice el abuelo.
»¡El Mundo Mágico revela Sus accesos a aquellos que aprenden a ser amables y cariñosos, alegres y afectuosos! Este Mundo del Bien y la Luz, puede ser llamado el País de Dios. O bien, puede ser llamado —el Mundo Divino—.
»Pero la gente ha inventado tantas cosas sobre el paraíso y el Cielo, que el abuelo Le llama simplemente a su manera: el Mundo Mágico. O tal vez, se le ocurrió esto solo para mí, para que me resultara más interesante.
»¡Ah! ¡El abuelo me está llamando para ayudar en el jardín, tengo que irme!
… Víctor, se quedó a solas. Nunca se le ocurrió ayudar al abuelo Basilio y a Asya con al menos algunas de las tareas domésticas. Estaba acostumbrado a que todo fuera hecho para él…
Y cuando estaba listo para olvidarse de las historias de Asya sobre el Mundo Mágico, se aproximó Ronroneo. Se acomodó en el banco opuesto, se envolvió con su cola esponjosa y comenzó a mirar a Víctor con su mirada sorprendentemente racional.
—¿Tú, gato, también piensas que este Mundo Mágico de verdad existe?
… Ronroneo, miró condescendientemente a Víctor y ronroneó confiado, declarando:
—¡Mrrriauu!
—¡¿Por qué me miras como si fuera un tonto?! ¿Dónde está la justicia en ese Mundo tuyo? Tú tienes cuatro patas, y yo tan solo dos, —y que además, no se mueven—… ¿Puedes siquiera entenderme?
… Ronroneo mostró simpatía por Víctor. Incluso, saltó del banco y, brillando con su pelaje que había sido calentado por el sol, caminó como un sol rojo esponjoso sobre sus suaves patas hacia Víctor. Cruzó la frontera de la isla gris de mala voluntad que rodeaba a Víctor, y saltó sobre sus rodillas…
Víctor, no apartó al gato como había hecho durante su primer encuentro, sino que lo acarició y comenzó a rascarle el cuello…
Ronroneo, comenzó a ronronear. Y poco a poco, su ronroneo comenzó a disipar la sombra gris alrededor del cuerpo de Víctor.
Víctor, incluso se quedó dormido por un rato. En un sueño, se vio corriendo junto a Asya. Pero el sueño, no era sorprendente por el hecho de que podía correr, sino por el hecho de no tener prisa alguna y, por ocurrir en un estado de absoluta felicidad que nunca antes había experimentado.
Cuando Asya vino a invitar a Víctor a cenar, él de repente le dijo:
—¡Yo también estuve hoy en el Mundo Mágico, —gracias a Ronroneo—!