Capítulo diez:
El higúmeno Sergio
¡Humilla el orgullo en ti mismo!
¡Conserva la paz en tu alma!
¡Perdona todas las ofensas sin rencor!
¡Y muestra misericordia en tus acciones!
Higúmeno Sergio
Que el higúmeno Sergio percibía y comprendía a Dios a través de su experiencia personal, que entendía la Voluntad de Dios, y que se esforzaba por vivir así cada momento de su vida, era algo que Peresvet intuía o mejor dicho, sentía claramente. Pero el propio Sergio casi no hablaba de eso ni a Peresvet ni a los demás.
El abad Sergio solía ser silencioso e instaba a todos los monjes a hacer lo mismo. Enseñaba no solo el silencio exterior que es la costumbre diaria de hablar poco, sino particularmente el silencio interior que se haya en el corazón espiritual. A este silencio se le llama hesicasmo en la tradición cristiana griega. Sergio explicaba que esta palabra significaba más que simplemente la práctica del silencio ascético, y que la adquisición de la hesiquia tenía un significado muy importante en el Camino espiritual. ¡En ese silencio, el amor de Dios florece en el alma del buscador, y Dios se vuelve tan cercano que se Le siente habitando adentro del alma!
El estado de amor, paz y calma espiritual en el que Sergio vivía era siempre especial y expansivo. Parecía abrazar toda la abadía con su alma. Un maravilloso sereno y claro espacio de silencio omnipresente lo impregnaba todo.
¡Como una Luz transparente de un matiz dorado, la Luz que rodeaba a Sergio se derramada por todo el espacio de la abadía y a su alrededor! ¡Así era como Peresvet percibía al abad Sergio, —como un alma única y grandiosa—!
A través de este estado, el higúmeno Sergio ayudaba a todos en la abadía en sus logros espirituales. Ayudaba con el simple hecho de generar un espacio de amor y paz para que los monjes vivieran en él. También explicaba los métodos para alcanzar la pureza del alma y el silencio interior.
Este espacio de Luz y Amor, natural para el abad Sergio, era visible solo para las almas desarrolladas a partir de cierto nivel. Por lo general, solo se veía en él una sonrisa brillante y tranquila. Aunque también era cierto que Sergio podía volverse muy severo, sobre todo cuando escrudiñaba ante Dios a los monjes en sus andanzas. Pero incluso esta severidad venía acompañada de gran bondad y una comprensión profunda.
Peresvet verdaderamente no tenía la intención de ocultarle a Sergio su reciente experiencia espiritual. Entendía que Sergio trataba directamente con Dios. Y desde siempre Peresvet le contaba todo, ya fuera en confesión o simplemente en sus conversaciones privadas. Y ahora, se preparaba para contarle al abad acerca de su encuentro con Jesús.
* * *
¡Sergio recibió a Peresvet con gran alegría! Y se alegró mucho por el icono y los libros.
Tras esto, Peresvet le dijo al abad Sergio:
«Hay algo importante que debo contarle… he visto y escuchado a Jesús…»
El higúmeno Sergio escuchaba atentamente a Peresvet, y su rostro se iluminaba con una Luz interna.
Luego de escuchar la historia le preguntó:
—¿Quieres que todos aquí se enteren del evento? ¿Quisieras que las altas jerarquías eclesiásticas investiguen si lo que te ocurrió fue un milagro o una tentación del maligno? ¿Te gustaría ser glorificado por la visión del milagro Divino?
—¡No, no quiero ni busco la gloria en ello! ¡Lo que usted decida estará bien para mí!
—Entonces, no lo menciones sin necesidad. Los creyentes sinceros son pocos hoy en día, y hay muchos envidiosos. Solo haz una excepción para quienes te conocen bien y aman profundamente a Dios —cosa de que atisben las grandes posibilidades del alma y del Amor Divino—.
»¡Y otra cosa más, ejercita tu humildad como nunca antes! Sé que has adquirido mucho conocimiento, y que ves y oyes los Mensajes Celestiales. Pero, ahora debes ser especialmente riguroso al observar el orgullo en ti mismo: ¡para no considerarte elegido, ni elevarte por encima de los demás!
»¡Recordar esto es una cosa, pero humillarse de verdad requerirá un verdadero esfuerzo de tu alma!
—Y si en confesión alguno de los superiores me pregunta, ¿tengo que decirlo?
—¡No es pecado ver a Jesús! ¿Así que para qué confesarlo?… —Dijo Sergio con una sonrisa compañera.
Luego continuó:
«¡Recuerda siempre Alexander, que incluso la verdad debe ser dicha con precaución! ¡No es de sabios contarle a alguien algo que aún no comprende! ¡A veces el silencio es lo mejor! ¡Y este tipo de silencio no es pecado, sino sabiduría!
»¡Trata de sentir siempre la Voluntad de Dios con tu corazón y esfuérzate por seguirla!
Después de un breve silencio, en un tono más severo, Sergio escudriñó a Peresvet:
«Ahora, cuéntame bien sobre los bandidos. ¿Cómo sucedió? ¿De dónde vinieron esos malvados? ¿Y por qué los trajiste al monasterio? ¡Aquí, si tienes que decirme toda la verdad!»
… Sergio miró con una leve sonrisa al ligeramente desconcertado Peresvet.
—Así que dices que son verdaderos bandidos. ¿Qué más puedes decir? ¿O tienes algo que ocultar?
»Entonces, ¿qué…? ¿Te atacaron por la espalda, y tú, agarrando a uno con la mano izquierda y al otro con la derecha, los arrastraste por el pescuezo como gatitos hasta aquí?…
—Bueno, no precisamente así… Intentaron robarme porque pensaban que en mi mochila llevaba comida y dinero, pero tan solo tenía un poco de pan. Los logré detener, les ofrecí agua y un trozo de pan, y les mostré el icono. Tras esto, compartimos la comida y hablamos… Se arrepentían de sus vidas e insistían en que los ayudara a entrar al monasterio.
—¿Y crees que realmente quieren acercarse a Dios? ¿O los muy pillos ahora buscan vivir cómodamente a expensas de nosotros?
—Creo que son sinceros en su deseo de arrepentirse y purificarse como almas…
—Bien, tráelos para una entrevista y luego decidiré. Tal vez a través de estos pillos Dios ayudará a que nuestros hermanos se vean a sí mismos, y también para que tú puedas ver y entender cómo Dios obra en este mundo —a través de ti como instrumento de la Voluntad Divina—.
»¡Esto es muy importante! ¡Comienza a notarlo! ¡Acepta con humildad y sin orgullo lo que Dios tiene la intención de hacer a través de ti en este mundo!
»¡La Voluntad de Dios se manifiesta tácitamente a través de cada alma! ¡Pero son muy pocos quienes lo perciben!
* * *
Posteriormente, ambos bandidos se presentaron ante el abad. El mayor de ellos habló por los dos:
«Perdone que hallamos querido robarle. Nuestra vida no ha sido fácil. Éramos mercenarios en la tropa de nuestro antiguo príncipe… ¡Un día durante un ataque enemigo quemaron nuestras casas y nuestras familias fueron asesinadas! No estaba entre los intereses del príncipe defenderlos porque le resultaba caro y se quería ahorrar un dinero…
»Y tras perderlo todo, ¿cómo seguir viviendo? Ya no queríamos servir al príncipe que nos había traicionado ni a ningún otro. Terminamos sin casa, sin dinero, y solo contábamos con nuestra habilidad para la lucha. Así, empezamos a saquear por los caminos, descargando nuestro dolor y furia sobre los demás… Como nos iba mal a nosotros, queríamos que a los demás les fuese aún peor, y bueno… Así venimos dando tumbos desde hace unos cinco años…
»¡Violentamente nos abalanzábamos sobre nuestras víctimas sin que ninguna pudiera resistirse!
»¡Pero su monje Peresvet, tiene una fuerza y un poder increíbles, heroicos! ¡No solo nos detuvo con un simple giro, sino que pareció extirpar el mal de nuestras entrañas, como si le hubiera dado también un giro a nuestra vida miserable! ¡Ahora ni siquiera podemos concebir volver a lo que hacíamos antes! ¡Sería mejor morir!
»Y luego nos mostró el rostro de Jesús en el icono…
»Y nos habló de Jesús…
… La voz del orador tembló:
«Y resultó ser que en el ícono que llevaba en su bolsa —habitaba el mismísimo Señor Jesús—.
»¡A espaldas de Peresvet, el Cielo parecía abrirse! ¡Era como si hubiésemos intentado robar a Dios mismo! ¡Y fue el Señor Quien nos detuvo, Quien nos hizo entrar en razón!
»Hoy, nos arrepentimos de nuestro pasado y será así por el resto de nuestros días —agradeciendo a Dios por haber detenido nuestra iniquidad—.
»Su monje nos contó después que él mismo fue un guerrero, que le tocó enterrar a su esposa, y que ahora vive con Dios en paz y armonía en este monasterio.
»Y que no solo hay protección contra la desgracia en este ícono, sino en la entrega total a Dios, y en el amor del corazón hacia todo y todos. Así, el Señor mismo y todo el ejército celestial estarán con uno por siempre. E incluso si la muerte se acerca, debe uno aceptarla con humildad.
»¡Y, si uno es puro, los Cielos se abrirán para uno!
»Ahora, queremos purificarnos. ¡Le rogamos nos acepte en su monasterio, e imponga el castigo que corresponda por nuestras vidas pecaminosas, aunque nos toque cumplirlo hasta el final de los días!
… El higúmeno Sergio no permitió que estos criminales se hicieran monjes. Pero tampoco los echó.
Los aceptó como novatos a prueba durante mucho tiempo.
* * *
Los nuevos habitantes del monasterio fueron recibidos por la hermandad de monjes con desconfianza y gran cautela. Resultó que eran los mismos bandidos que atacaron el monasterio el año pasado, causando que la hermandad sufriera necesidades y hambre durante mucho tiempo. El monje atacado en ese evento los reconoció, y se lo contó a todos.
Y los bandidos mismos no negaron sus pecados…
Hubo mucha consternación entre la hermandad por esto. Perdonar a quienes por cuya causa se sufrió mucho personalmente —es muy difícil para la gente—…
Al día siguiente, en su sermón, el higúmeno Sergio habló así:
«Siendo honestos ¿en realidad perdonamos nosotros a quienes nos ofenden?… ¿Cómo podemos captar la esencia de esta virtud?
»Bueno… mientras Jesús estaba siendo crucificado, es decir, clavado vivo, dijo: “Padre, por favor perdónalos porque no saben lo que hacenˮ. Así es como Jesús con Su ejemplo enseñó el Gran Poder del perdón…
»Además, en el Evangelio según Mateo, se narra cómo Pedro le preguntó a Jesús un día: —Señor, ¿cuántas veces perdonaré a quien peca contra mí? ¿Hasta siete veces? Y Jesús le dijo: —No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
»¡Así, Jesús enseñó a cuántes veces perdonar a quienes pecan contra nosotros!
»Y en ello nos enseña a ver en cada persona eso lumínico que viene y va hacia Dios-Padre…
»Es importante adquirir la habilidad de mirar con atención en nuestro interior, no permitir que la malicia entre en nosotros, no darle rienda suelta a la ira, y reemplazar la condena por una comprensión profunda…
»¡Intentemos, hermanos míos, manifestar esto no solo con palabras sino con hechos!
»¡Intentemos siempre tratar a nuestros prójimos con amor y vivir en paz entre nosotros!
* * *
Por la noche, Yegorkiev le preguntó a Peresvet:
—¿Ya se enteró? Dicen los hermanos que estos criminales fueron quienes robaron nuestras provisiones el año pasado.
—Yo no estaría tan seguro de eso, Yegorkiev… Tal vez no eran nuestras provisiones, sino más bien era de Dios para ellos… ¿Realmente hay alguna diferencia si somos nosotros los que sufrimos o los demás? Hoy se arrepienten… Eran malvados y ahora intentan pasarse al bien. Tal vez nosotros podamos ser la diferencia.
—¿Pero cómo?
—Con amabilidad Yegorkiev… ¡Intenta ver el milagro de que dos ovejas descarriadas —por los Actos Misteriosos de la Voluntad Divina— hoy intentan volver al redil del Padre Celestial!
—¿No estoy seguro que el milagro sea ese? ¿No fue más bien que usted con su increíble fuerza y su fe desarmó a estos malhechores?
—¡No, Yegorkiev, no somos nosotros, siempre es Dios, que no se te olvide! ¡Lo primordial es que el toque Divino se sienta en el alma! ¡Yo solo fui Su herramienta! Luego, esa alma elije cómo seguir viviendo, tal vez no pecando más o tal vez intentando acercarse a Dios.
»Todos los milagros, ya sean de curación, salvación, multiplicación de alimentos o de cualquier otro tipo, se realizan con ese fin único. A veces sucede que incluso la acción muy simple de alguien, que a primera vista ni siquiera parece un milagro, inicia una transformación en las almas humanas. ¡Es a través de acciones como de las que hoy somos testigos que Dios revela Su Amor!
»Ahora está en nuestras manos ayudar a nuestros nuevos hermanos. Hay que tratar de ver lo luminoso que hay en ellos y tratar de consolidar la esperanza recién surgida en el camino a su salvación.
—Ah, ahora lo entiendo mejor.
»El abad Sergio lo expresó claramente en su sermón de hoy.
»Estuve pensando profundamente en el perdón. Ahora me resulta fácil perdonar a los novicios porque a mí no me afectaron tanto. Pero, ¿cómo perdonar a quienes de hecho causaron un gran mal a mi familia, a mí, y a mis amigos? ¡Pensando en qué pasaría si alguien mata a mis hermanos y hermanas… la ira me hierve de inmediato! ¡No tengo tanto amor como para dejar pasar de lado tanta maldad!…
—Sí, es muy difícil. ¡Heridas como estas, causadas por pérdidas amargas, no se curan con los años! Sin embargo, la venganza que se acrecienta, y el odio que nunca cesa, solo multiplican las guerras en nuestro mundo. ¡Y no hay fin para el derramamiento de sangre!
»He pensado mucho en cómo introducir más bondad y justicia en estas tierras.
»Por ejemplo, por alguna ofensa pasada entre vecinos, un príncipe da la orden a sus guerreros de atacar los asentamientos de un príncipe vecino, saqueando casas y cometiendo atrocidades… Luego, con el tiempo, los otros atacan en respuesta… Y así tal vez continua esto hasta que no queda nadie vivo…
»Y lo peor de todo es que todos se consideran cristianos. ¡Cristianos! ¡¿Puedes creerlo?! Y no dudan en ser crueles y violentos asesinando y torturando a los inocentes cuando se les da la orden. ¡Qué aterrador y vergonzoso!
»¡Y es amargo decirlo, Yegorkiev, pero yo también era así! ¡Un salvaje más que a merced del príncipe cometía actos deplorables a diestra y siniestra! Y por mucho tiempo no ponderé ni lo real, ni lo justo, ni lo prescrito por Dios para nosotros, ni lo que es aceptable o no para la evolución de Dios…
»¡Mas hoy entiendo que es deber de cada uno de nosotros evitar el enojo y la maldad en uno mismo! ¡Así como también multiplicar el amor y el perdón en nuestros corazones y en nuestras acciones! ¡Quienquiera que actué así, estaría siguiendo los Mandamientos de Dios!
»Y pienso ¿será que a través de esto, gradualmente comprenderán todos la Enseñanza de Jesús?
»¿Acaso entonces entenderán la Verdad de que —Dios es Amor—?
»¿Entenderán que es inaceptable incluir en la vida propia maldad, robos, asesinatos y violencia?
»¿Llegarán esos tiempos algún día?
»Sueño con frecuencia con una vida pacífica y hermosa. Es como en otro país, pero muy parecido al nuestro… ¡Allí la belleza de la naturaleza es tan hermosa! ¡Campos, prados, bosquecillos de abedules, ríos y lagos cristalinos! ¡Y la gente vive allí en paz y armonía! ¡Familias amorosas, niños felices! ¡La risa resuena por todos lados y las canciones alegres llenan el aire! ¡Y los rostros de todos se ven iluminados! ¡La alegría y la paz viviendo en cada corazón! Sin guerras ni conflictos…
»¡¿Será que Dios me está mostrando los mundos Paradisíacos?! ¿O tal vez me muestra lo que nosotros deberíamos hacer de este mundo?…
Continuará…