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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo cinco: Un poder inusual
 

Capítulo cinco:
Un poder inusual

¡Si la Luz brilla en el alma,

la oscuridad es impotente!


Pronto, Yégorkie compartió con Peresvet sus experiencias y sus avances:

«Empecé a mirar la vela desde el corazón por la noche como Usted me enseñó. ¡Y qué lindo es! ¡Es como si la vela se encendiera en el corazón espiritual cual una llama de amor ardiendo por Dios! Y el silencio… viene solo…

»En confesión, le conté al abad Sergio sobre esto. Tenía miedo de que me regañara. ¡Pero hasta me elogió! ¡También le mostré mis dibujos de varios pájaros y flores que hice en lienzos pequeños —y también le gustaron—! Me bendijo para seguir dibujando. Incluso dijo que cuando Usted termine de enseñarme a leer y a escribir, se me permitirá copiar los Santos Evangelios y decorar sus páginas con mis dibujos.

… Yégorkie, mostraba diligencia en cada uno de sus estudios. Peresvet había comenzado a enseñarle a leer y a escribir no hacía mucho tiempo. Y para ese entonces, el muchacho ya podía escribir y leer bastante bien.

* * *

Ese día, Peresvet y Yégorkie recolectaron diversas hierbas para hacer hojas de té y también hicieron algunas preparaciones medicinales.

Peresvet era muy habilidoso en esa área, y el mismo abad Sergio le confió este asunto por completo.

¡Yégorkie, también estudiaba diligentemente esta habilidad —recordaba todo sobre las hierbas y sus propiedades curativas—!

Igualmente Peresvet le encomendó que tomara notas para que pudiera recordar todo mejor y practicara su escritura.

Cuando estaban triturando las hierbas en los morteros y mezclaban la colecta curativa en una cierta proporción, Yégorkie preguntó:

—Me puede contar más del Anciano, sobre lo que le enseñaba. Él también le enseñó a distinguir las hierbas curativas, ¿cierto?

—Si y no. Fue mi esposa quien más me enseñó acerca de las hierbas. Pero eso fue mucho después…

»Sin embargo, hay más cosas interesantes para contarte sobre el Anciano que sobre esto. He estado pensando mucho en aquellos eventos, pero por dónde empezar…

»A ver, consideremos la vida de un guerrero que le es fiel a su príncipe, cumple su servicio y sueña con hazañas heroicas, donde en la guerra, mata a los enemigos del príncipe. ¿Pero dónde está la línea entre el deber militar y un pecado terrible? Muchos de los sueños y aspiraciones de Rédyiona y míos en nuestra juventud consistían en convertirnos en guerreros valientes, fuertes, afortunados e invencibles —para alcanzar la gloria de los héroes en la guerra—.

»Pero el Anciano no aprobaba en absoluto nuestra ansia por el heroísmo militar. Tampoco nosotros podíamos imaginar un futuro distinto que el de servir en el escuadrón del príncipe. Soñábamos con ir a las batallas y salir como héroes…

»Creo que fue por esto que nuestro entrenamiento con el Anciano terminó pronto, casi sin haber comenzado…

»Y un incidente en particular fue la razón de esto…

»Un día, un hombre rico y de aspecto noble vino hasta la casa del Anciano con seis sirvientes armados que lo escoltaban.

»El oso, se apresuró a abalanzarse sobre el hombre y detener su avance. Este, pudo ver la maldad del hombre en un vistazo.

»Pero el Anciano le ordenó a Misha estrictamente:

»“¡Estate quieto! ¡Hasta que te dé la señal —no interfieras—!ˮ

»… El inesperado visitante entró en la casa y habló a solas con el Anciano durante largo rato.

»Al salir de la casa, se veía muy insatisfecho, como si estuviera desgarrado de indignación e ira de que el Anciano se negara a cumplir con lo que le pedía.

»Llegó manso hasta el claro del camino donde le esperaban sus sirvientes, cuando de repente, se dio vuelta y desenvainando su espada se volvió contra el Anciano, y ya no pidiéndole sino amenazándole, le gritó:

»“¡Te lo pedí amablemente y te negaste! ¡Así que ahora te obligaré! ¡Vendrás con nosotros y harás lo que te pido! ¡Si lo haces, conservarás tu vida y te recompensaré! ¡Si te resistes, hallarás la muerte por ser tan obtuso!ˮ

»… El Anciano, que había salido a despedir al inesperado invitado, se paró tranquilamente en silencio en medio del claro.

»El visitante enojado con espada en mano, se acercó aún más al Anciano y le dijo:

»“¡Escucha, viejo, o vienes con nosotros o te mato ahora mismo! ¡En este mismo lugar hallarás tu muerte!ˮ

»… El Anciano solo sonrió y le dijo:

»“Eres tan estúpido… si supieras que…ˮ

»… Esto desbordó la paciencia del inesperado invitado, que giró su torso para embestirle con su espada.

»Todo a continuación sucedió en un instante.

»Rédyiona y yo corrimos al rescate, agarrando lo primero que teníamos a la mano que fueron un palo y una caña…

»El oso, se levantó sobre sus patas traseras y se dirigió hacia los sirvientes que estaban desenvainado sus espadas.

»Mas el Anciano se quedó tranquilo y casi no se movió. Solo extendió su palma abierta hacia la espada, y la hoja se detuvo en el aire sin llegar a tocar la mano del Anciano, como si hubiera chocado contra una pared invisible.

»El Anciano dijo en voz baja, pero de tal manera que hasta a nosotros se nos puso la piel de gallina:

»“¡Suficiente!… ¡Salgan todos de aquí! ¡Ahora!ˮ

»… Los atacantes parecían haber quedado encadenados por un miedo especial. Obedientemente abandonaron el claro y se alejaron sin mostrar más agresión.

»… Estábamos conmocionados por lo que había sucedido, y sobre todo, por el poder inusual del Anciano con el cual detuvo la espada del atacante a mano desnuda en el aire.

»El Anciano entonces dijo dulcemente:

»“El mal no tiene poder sobre el bien, ni la oscuridad poder sobre la Luz. Acaso, ¿no lo sabían? A veces es necesario detener la mala voluntad con acciones de Luz si las palabras no son suficientes.ˮ

»… Por supuesto, comenzamos a pedirle que nos enseñara tal poder…

»El Anciano al principio simplemente permaneció en silencio, pero luego nos explicó:

»—La fuerza debe corresponder a la comprensión de la persona, y no excederla. ¡Para ustedes ahora, un palo y una caña son suficientes para sus mentes!

»—¡Pero queríamos protegerle, no hubo tiempo para coger nuestras armas! —Dije con algo de resentimiento.

»—¡De eso precisamente es de lo que estoy hablando! ¡Qué bueno que todo salió bien, sin derramamiento de sangre!

»ˮ¿De qué sirve explicarles ahora?… Esta fuerza está directamente conectada con la Fuerza Divina Universal. ¡Y no existe para que ustedes se conviertan en guerreros invencibles, como ambos quieren ahora mismo! ¡Para quienes sueñan con aniquilar a otros —esta habilidad está fuera de lugar—!

»ˮ¡De hecho, ya es tiempo de que vuelvan a sus casas! ¡Y no hablen demasiado de mí! Sus padres volverán mañana y es importante que les encuentren en casa… —sus madres ya deben darlos por muertos— tras los sirvientes buscarles por más de dos semanas sin éxito!

»—¿Podemos volver otro día para que nos enseñe esto?

»—¡No, sus razones para querer este poder aún no son las correctas! ¡Es demasiado pronto para que aprendan de mí!

»… Era impensable no obedecer al Anciano. Así que partimos ese mismo día.

Yégorkie le preguntó a Peresvet:

—¿Así que nunca más volvieron a ver al Anciano?

—Lo hicimos, pero mucho… mucho tiempo después…

»Fuimos hasta su casa en el bosque aproximadamente un mes más tarde. Pensamos en rogarle que nos enseñara…

»¡Pero cuando llegamos —encontramos la casa en cenizas—! Solo el pozo permanecía intacto en medio del claro.

»Supusimos que se relacionaba con el altercado que hubo entre el visitante y el Anciano.

»No sabíamos si el Anciano había muerto en el incendio. Esperábamos que se hubiera marchado antes de lo ocurrido, ya que Él siempre sabía todo lo que iba a pasar de antemano.

»Sacamos agua del pozo y llenamos las cantimploras, como queriendo mantener la memoria de esa agua.

»En el interín, encontré y recogí del suelo una tablilla que yacía junto al pozo. En la cual estaba escrito:

»“¡Si la Luz brilla en el alma, la oscuridad es impotente!”

»Nos pareció un mensaje del Anciano para nosotros… Como si supiera que volveríamos, que encontraríamos la tablilla, y que la leeríamos…

»Estábamos casi convencidos de que el Anciano se había salvado. Pero nuestras dudas no se aplacaron sino quince años después cuando lo reencontramos.

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