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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo 9. Sobre los milagros de Jesús, el miedo y la valentía
 

Un libro acerca del Maestro Jesús/Capítulo 9. Sobre los milagros de Jesús, el miedo y la valentía


Capítulo 9.
Sobre los milagros de Jesús, el miedo y la valentía

A medida que crecían las multitudes a nuestro alrededor, crecía también la preocupación de las autoridades y del clero por lo que sucedía en torno a Jesús. Prontamente comenzamos a ser perseguidos como «perturbadores del orden público».

La tensión se intensificó especialmente después de la resurrección de la hija de Jairo. Este hecho generó una ola de conmoción que se extendió rápidamente en todas direcciones. Jairo, era un hombre destacado socialmente y el jefe de la sinagoga. Un hombre de alta posición social, conocido por todos, —y obligado a seguir todas las reglas y rituales del pueblo judío—, se había acercado a Jesús en el centro de una multitud a pedirle que curara a su única hija de doce años que estaba al borde de la muerte.

Sin embargo, en medio de su intento paternal y ya expuesto ante todos, un siervo de la casa de Jairo irrumpió apresurado para decirle: «Jairo, tu hija falleció, no es necesario molestar ya al Maestro…». Tras estas palabras, Jesús, junto con todos nosotros, partió para la casa de Jairo donde se hallaban su familia y amigos sumidos en el dolor —para cambiar con Su Poder Divino lo que para todos ellos era ya irreversible—.

Cuando llegamos, Jesús entró a la casa y expandió Su Presencia Divina en todo el espacio. Ya sabíamos cómo percibir esto y cómo actuar en consecuencia, así que observamos el milagro a suceder desde la distancia. Jesús se acercó al lecho de la niña y les pidió a los padres que se quedaran al margen, junto a la pared.

Seguidamente, el cuerpo de Jesús se volvió como inmóvil, irradiando una energía especial. Mantuvo las palmas de Sus manos sobre el cuerpo de la niña por un rato. Nos parecía que la Luz Divina la envolvía… Pronto la niña inhaló, y lentamente se incorporó en la cama.

Jesús la sostuvo de las manos por unos minutos más…

Tras esto, dirigiéndose a Jairo y su esposa, les dijo:

«Tan sólo dormía, simplemente la desperté. Ahora está completamente sana, no se preocupen.»

No obstante, muchos eran testigos de que el cuerpo de la niña estuvo sin aliento y frío durante un tiempo considerable…

Jesús les pidió a quienes presenciaron el milagro que no hablaran de ello, pero los rumores sobre estas increíbles curaciones de Jesús ya se extendían por toda la tierra de Israel.

Hubo varias de estas curaciones milagrosas y las historias se transmitían de boca en boca causando cada vez más revuelo en la población. Tanto los familiares de muchos enfermos o fallecidos así como los mismos afligidos, soñaban con que tales milagros se repitieran sobre ellos o sobre sus seres queridos…

Esto ya no podía pasar desapercibido para las autoridades tanto seculares como religiosas: «¿Quién es este hombre que puede curar enfermedades incurables e incluso resucitar a los muertos? ¿Cómo debemos reaccionar ante esto quienes enseñan al pueblo la Torá? ¿Es verdad que este hombre es un Profeta, el Mesías? ¿Cómo deben actuar los representantes del poder secular, los gobernadores de Roma, con respecto a este hombre?». Todo esto se estaba convirtiendo en un gran problema.

… Imaginen que hoy apareciera en la Tierra un Hombre lleno de Dios que proclamara abiertamente y ante todos que Él es el Mesías, el Avatar, el Hijo de Dios, poseedor de toda la plenitud del Poder Divino y que dé muestras ante los pueblos de Su Poder Celestial. ¿Qué creen sucederá?

Bueno, tan pronto como la influencia de tal Hombre-Dios se vuelva lo suficientemente amplia como para sacudir el poder y los cultos religiosos, inevitablemente comenzarán a vigilarlo de cerca, lo declararán falso profeta, y prontamente le hostigarán tanto a Él como a Sus seguidores. Así ha ocurrido reiteradamente con los Representantes de Dios en la historia de la Tierra —y clara y lamentablemente terminaría todo de la misma forma por estos días—.

* * *

… Y así, para nosotros, los discípulos más cercanos de Jesús, comenzó la etapa de hacer frente al temor a la persecución y a la muerte…

El miedo a morir es parte de la naturaleza humana.

Cada persona naturalmente teme a la muerte y busca evitar el sufrimiento, teniendo este miedo un poderoso dominio sobre el ser humano. Este rasgo fue inicialmente predeterminado por Dios para proteger los cuerpos de una muerte innecesaria. Pero, a medida que avanzamos desde percibirnos tan solo como cuerpos hacia percibirnos como almas libres —es necesario aprender a superar este y otros temores—. La capacidad de enfrentar situaciones donde uno debe superar su propio temor, una y otra vez, ayuda a deshacerse de estos miedos por completo o al menos parcialmente.

Nos tocó aprender esto con gran dificultad. En las tradiciones del pueblo de Israel, el coraje no se considera una virtud tan importante como por ejemplo entre otros pueblos. A los jóvenes romanos de esos días se les educaba desde la infancia como guerreros intrépidos. Mas entre los judíos, la manifestación de valentía y coraje a menudo se percibe como insensatez, mientras que la cautela y la prudencia se consideran cualidades más útiles.

Los legionarios romanos a menudo miraban con desprecio a los miembros de nuestro pueblo, que evitaban la confrontación y preferían pagar para evitarse la persecución o el peligro. No obstante, es menester señalar que la valentía del guerrero que lucha con arma en mano valiéndose de su fuerza personal —es muy diferente de la valentía de quienes se afianzan en el Padre Celestial—…

Jesús nos enseñaba a ser valientes cuando fuera necesario, esto es, cuando servía a la Causa de Dios. También, nos enseñaba «humildad y paciencia sabias». Jesús mismo respondía a las humillaciones e insultos de los soldados y sacerdotes con energía de Amor y Paz, aunque tenía el Poder para aplacarlos por Su condición Divina. Otras veces respondía con palabras poderosas pero sin manifestar Su Poder y Autoridad Divina. A pesar de poseer un Poder Ilimitado, usaba estas capacidades con bastante moderación y solo en casos excepcionales para nuestra protección. Y esas situaciones se convertían en lecciones tanto para nosotros como para todos los participantes en los acontecimientos.

* * *

Aun así, superar el miedo no nos resultó tarea fácil. Éramos personas comunes.

… Morir hoy o mañana, quedar lisiado tras ser apedreado, o simplemente padecer dolor y sufrimiento —fue un temor que experimentábamos diariamente y que éramos invitados a superar—. Estar cerca de Jesús y la fe en que Él nos protegería o sanaría, nos ayudaba mucho en esto.

En mi caso en particular, sólo ante la inevitabilidad de mi crucifixión y mi próxima partida a la Morada del Padre Primordial —fue que realmente me liberé por completo de cualquier temor al dolor físico o a la muerte—.

Quizás solo Pablo se parecía a los romanos en su valentía. Una y otra vez, sin dudarlo, se arrojaba a situaciones en las que la muerte lo amenazaba. Pero increíblemente vivió para ser testigo de mucho más y sólo se unió a nosotros —en la Morada del Padre— mucho después de la resurrección de Jesús.

… No obstante, es muy importante esforzarse por mantener el cuerpo vivo y sano mientras sea posible, porque el cuerpo es realmente necesario para la perfección del alma en este mundo.

A todas las almas encarnadas en la Tierra inevitablemente les tocará pasar por las puertas de la muerte a la hora de dejar el cuerpo. Y es posible que sean los sufrimientos conscientes purificadores del alma los que nos sostengan en este tránsito. Al otro lado —la Luz y el Amor— abrazarán al alma buena y pura que conscientemente se ha liberado de la carne.

La vejez y la muerte son el orden inevitable de las cosas en el mundo material, y debemos prepararnos para el tránsito a otros mundos sin miedo, en paz, y con amor a Dios-Padre.

Dejar el cuerpo voluntariamente o tomar una nueva forma sin nacer de un vientre, solo es posible en los niveles de existencia comparables a los Conocimientos y Habilidades de Orden Divino que Jesús demostró en Su vida terrenal.

* * *

Enfrentamos el miedo a la muerte una y otra vez —y lo fuimos superando—. Este proceso fue de lo más importante.

… Por ejemplo, una vez fuimos rodeados por un escuadrón de jinetes romanos con la orden de arrestarnos a todos para interrogarnos.

El miedo se apoderó de los cuerpos de muchos de nosotros, huir de soldados armados montados a caballo era completamente inútil… Ante los ojos de muchos de nosotros pasaban imágenes de encarcelamiento y tortura…

Atónitos, vimos cómo Jesús salió al frente y mirando a los ojos al líder, le dijo tranquilamente:

«¡No por ahora! ¡El tiempo aún no ha llegado!»

Y los jinetes parecieron olvidarse de todo, como si dejaran de vernos, como si ese encuentro y esas palabras nunca hubieran ocurrido. Giraron sus caballos y se alejaron al galope.

… O la historia de Jesús calmando la tormenta. Todos los que han leído los Evangelios conocen acerca de ese evento.

En ese momento estábamos muy asustados por la furia del agua y del viento. Nuevamente enfrentábamos el miedo a la muerte. Observábamos con horror cómo las olas estaban a punto de engullir la barca con nuestros cuerpos, mientras Jesús dormía tranquilamente a nuestro lado. Lo despertamos y la tormenta se calmó de inmediato, obedeciendo Su Voluntad:

«¿De qué os preocupáis cuando Yo estoy aquí? ¿Por qué la inquietud si ya conocéis al Padre Celestial?»

… En otra ocasión, ocurrió que la multitud se enfureció cuando Jesús dijo que ese día no sanaría a nadie. Comenzaron a volar las piedras e inmediatamente nos preparamos para la inevitabilidad de una terrible paliza y nuestra posible muerte.

Mas Jesús nuevamente salió al frente levantando las manos en un gesto calmante y de bendición. Por todos lados las piedras volaban cubriéndonos de polvo con cada nueva arremetida, pero ninguna piedra tocó nuestros cuerpos. Jesús permaneció firme frente a la multitud enfurecida y sin moverse los miraba enviándoles Amor Celestial… Poco a poco la ira de la multitud se desvaneció y la gente se dispersó. Tras esto fuimos al Jordán a lavar nuestras vestiduras del polvo que nos cubrió.

Así, una y otra vez, intentábamos superar el miedo con nuestra fe fortalecida en el Poder de Jesús y Su conexión con Dios. Pero aún no lográbamos la plenitud de la Unidad con Dios en la que el miedo no existe.

Sin embargo, con cada uno de estos eventos nos resultaba más fácil calmarnos…

¡Es necesario en el Camino espiritual mirar de vez en cuando a la muerte directamente a los ojos! Es importante evaluar el valor de la vida, la posibilidad de la muerte del cuerpo en este mismo instante, nuestro Amor a Dios y la aceptación de Su Voluntad… Y la forma en que haremos frente a la muerte del cuerpo es muy importante: ¿nos aferraremos con pánico a la vida o entraremos en un estado de amor y paz a la Morada del Altísimo?



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