Un libro acerca del Maestro Jesús/Capítulo 6. Sanando a los sordos
Capítulo 6.
Sanando a los sordos
Me gustaría contarles todo sobre la vida con Jesús, hora tras hora, día tras día, pero eso sería demasiado. Eso abrumaría a los lectores con un exceso de información que no podrían asimilar. Por lo tanto, solo algunos episodios revelarán cómo vivíamos en ese entonces.
Espero que en estas páginas no solo encuentren una biografía, ni simplemente una narración de eventos y milagros que nos acompañaron en el camino con Jesús. Cuando se registran las palabras de Jesús pronunciadas en esos tiempos, pueden resonar una y otra vez en las almas de las personas que las leen o escuchan. Así es como la Presencia de Jesús se multiplica en las vidas de las personas.
Si aspiramos a seguir la Enseñanza de Jesús, Él está con nosotros y en nosotros…
Las palabras de los Maestros Divinos son especiales. Al escucharlas, las personas tienen la oportunidad de tocar —el Gran Amor y la Sabiduría— de los labios de Quienes los han alcanzado, y sentir y recordar los estados de Su Paz, Ternura y Dicha.
Después de todo, Jesús ofrece Su Amor ahora mismo a cada persona. Puedes abrirte y aceptar esta Radiación de Amor Divino.
¿Y qué significa aceptar? Significa sentir intensamente, plenamente, conscientemente, y luego vivir de esa manera, intentando dar ese amor a los demás… Es como si tus recipientes vacíos se llenaran con la Gracia Divina y pudieras ofrecer de estos recipientes a las copas de otras personas. ¡Entonces, una y otra vez, la Gracia desciende, llena, y desborda tanto a quienes dan su amor como a quienes lo aceptan! ¡Almas así crecen en la Luz Divina!
Es una dicha recibir el Amor de Jesús y del Padre Celestial. ¡Cuando uno percibe que Dios se regocija con nuestro amor, la bendición de la Respuesta de Amor de Dios se siente intensamente, y Dios lo abraza a uno con Su Ternura de Padre Celestial! ¡Y entonces uno puede comprender lo hermoso que es compartir el amor con los demás desde esta plenitud espiritual!
¡La mayor felicidad se da cuando junto con el Padre Celestial, uno brinda Amor a los demás! ¡Lograr dar el Amor Divino de Dios junto con Dios, permitiendo que los Flujos de la Luz-Dicha pasen a través de tu alma y de tu cuerpo, —es una experiencia inolvidable—! ¡Así es como una persona se une con Dios!
¡Esta felicidad es el destino de las Almas Divinas, pero también está disponible para todos quienes sirven sinceramente al Padre Celestial y aprenden a trabajar en la tarea de —brindar en unión con la Gran Voluntad— incluso en los primeros pasos del Camino Espiritual!
Luego, gradualmente, en algún momento, tu práctica espiritual, tu meditación, se vuelve especial, cesa la «acción» y llega el estado de la no-acción. Te vuelves como un instrumento obediente de las Manos Divinas. El Padre Celestial vierte Su Amor sobre los demás con Su Mano Generosa, y tú eres solo un instrumento en Su Mano. ¡Dichoso es cien veces quien puede brindar la Dicha Suprema a los demás en Fusión con la Gran Voluntad! Si una persona está llena de Amor Divino, su mayor felicidad radica en dar este Amor Incondicional.
Pero me desvié con mis reflexiones…
Continuaré narrando cómo aprendimos a vivir con Dios junto a Jesús.
* * *
Casi cada día de nuestro viaje estuvo marcado por eventos milagrosos y curaciones. Cuando la gente se reunía para escuchar la predicación de Jesús, entre ellos siempre había enfermos que se sanaban simplemente por estar cerca. Otros enfermos eran llevados hasta Jesús y Él normalmente los curaba. Al correrse la voz de estos milagros, se formaban grandes multitudes de personas ansiosas por verlos con sus propios ojos o recibir sanación para sus enfermedades.
Y esto ocurrió muchas veces.
Los sordomudos recuperaban la audición mientras escuchaban las palabras de Dios, y luego, al adquirir la capacidad de hablar, testificaban sobre la realidad del Amor Divino y la Gracia. Los ciegos recuperaban la capacidad de ver, los paralíticos comenzaban a caminar, las enfermedades graves desaparecían sin dejar rastro… A veces, estas curaciones eran instantáneas, mientras que otras transformaciones se prolongaban en el tiempo. Pero lo más importante era la curación de las almas, que no era visible externamente pero transformaba los destinos de todos, ayudándoles a dirigirse hacia lo Divino.
Para mí, la comprensión de la transformación interna se hizo bien evidente en el caso de la curación de un hombre sordo. Observamos cómo un hombre, que entendíamos había perdido la audición después de una grave enfermedad en su juventud, nos seguía de cerca durante casi ya tres semanas. Se sentaba bastante lejos durante las predicaciones de Jesús, pero aun así notábamos que de alguna forma captaba las palabras del Señor.
Me intrigaba mucho lo que le sucedía, ¿cómo podía percibir el contenido cuando sus oídos no podían oír las palabras del Mesías? Mas las expresiones en su rostro mostraban que entendía todo. Se reía con chistes y cuentos divertidos que a veces contaba Jesús, o derramaba lágrimas de arrepentimiento cuando Jesús, en Sus palabras dirigidas a las almas, ayudaba a ver los defectos y daba la determinación y fuerza para la purificación y transformación propia.
Pasadas las tres semanas, el hombre se acercó a Jesús y le agradeció verbalmente por el milagro de su curación. No todos los presentes creyeron en esta transformación, porque durante las tres semanas nos alejamos bastante del área donde sí podían dar constancia de que este hombre era sordo.
Después de que la multitud que nos rodeaba se dispersara, me acerqué a él y le pregunté qué le sucedió por esos días.
Él compartió, eligiendo cuidadosamente las palabras, que en el primer contacto sintió un amor y una dicha tan grandes que ya no podía apartarse de nosotros y por eso nos seguía en la distancia constantemente. Luego, misteriosamente comenzó a comprender el significado de lo dicho. Al haber sido educado en leer y escribir, el estudio de los textos sagrados era la mayor alegría de su vida. Además, estar cerca de Jesús de alguna manera llenaba y desbordaba de manera especial su interior. Estaba asombrado por la comprensión que le llegaba de las Verdades. Como si pesadas capas se desprendieran de su alma minuto a minuto, hora tras hora. Y luego, en su interior, comenzó a resonar la Voz de Jesús. Comenzó a escuchar las palabras del Maestro cada vez más clara y distintivamente. Esto se convirtió en su forma de vivir con Dios, y tomó la decisión de vivir así. No oraba por su curación, no pensaba que fuera posible; simplemente percibía la influencia Divina constante. Y luego, en un momento, recuperó la audición. Y fue cuando se acercó a Jesús y le agradeció por el milagro que le permitió entender las Palabras de Dios y transformar su vida y su destino.
Nos acostumbramos bastante rápido a estos fenómenos sorprendentes. Por lo general, nos asombrábamos más por las transformaciones externas que las internas, ya que no siempre comprendíamos ni veíamos lo que ocurría en las almas de aquellos que prestaban atención a las palabras de Jesús. Solo gradualmente penetró en nuestra conciencia de que la transformación comienza desde adentro, como en la historia de este hombre, y luego la curación se hace posible. Y esto puede ocurrir tanto en personas físicamente sanas como en aquellas que están enfermas.
* * *
Los milagros que ocurrían cerca de Jesús atraían cada vez a más personas. Las multitudes que nos rodeaban durante sus sermones gradualmente crecían. Íbamos a nuevas aldeas y ciudades, y allí continuaba el trabajo de Jesús para educar a aquellos que venían y aceptaban en sus vidas la Enseñanza del Mensajero Divino Vivo.
Un día, un hombre se acercó a Jesús y le pidió que lo curara.
—¡Ya te curé antes! —le dijo Jesús.
—¡Lo recuerdas Maestro! ¿Cómo es posible? Pero sí, es así… sin embargo la enfermedad ha vuelto de nuevo… Todo está mal otra vez…
—¿Sabes por qué esto sucedió?
—Sí, lo sé, volví a pecar… Pequé siendo consciente de que estaba pecando… Es mi culpa… No seguí tus indicaciones…
—Bueno, ¿y qué es lo que quieres ahora?
—¡Pido de nuevo tu misericordia! ¡Sálvame!
—Quien peca por ignorancia es culpable. Mas aquel que sabe el camino correcto y, sin embargo, viola la conciencia una y otra vez, peca ante Dios repetidamente.
—Sí, es exactamente lo que entendí hoy, Jesús, y me arrepiento.
—¿No temes aumentar los problemas en tu destino, pidiéndome que te cure de nuevo?
—Sí, tengo miedo, pero creo que me ayudarás a superar mis defectos…
—Pero, ¿por qué no ves la ayuda en el hecho que la enfermedad ha vuelto a ti? Así, a veces, Dios les recuerda a las personas acerca de Él… Es triste que solo el sufrimiento enseñe a la mayoría de las personas a recordar a Dios y a creer en Él. Pero en verdad te digo que es posible transformar nuestras vidas y corregir las faltas de nuestras almas sin necesidad del dolor y el sufrimiento. Bueno, te ayudaré de nuevo… Pero recuerda que tienes poder sobre tus defectos y puedes evitar que crezcan. Escucha la voz de la conciencia y no actúes de manera injusta.
El hombre, agradecido y llorando, se postró a los pies de Jesús. Jesús lo levantó y le dijo:
«Que tu gratitud se refleje en una vida justa y en ayuda a todos quienes Dios lleve hasta ti. Ahora conoces los mandamientos del Bien y del Poder Divino a través de tu propia experiencia. Y puedes ayudar a otros a entender esto…»
Luego Jesús se dirigió a todos:
«¡Por hoy ya se ha dicho y hecho suficiente! ¡Están todos ante el Padre Celestial, y Su Misericordia y Amor están siempre con ustedes!»
Dicho esto, nos dirigimos a la cabaña donde nos permitieron pasar la noche.
Mucha gente escuchó y vio todo esto. Algunos comenzaron a orar a Dios por el cumplimiento de sus deseos, mientras que otros expresaron gratitud por la comprensión y los recordatorios sobre lo más importante de hacer frente a las dificultades…