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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo 5. Sobre la curación del alma y el cuerpo, y la predicación de la Verdad
 

Un libro acerca del Maestro Jesús/Capítulo 5. Sobre la curación del alma y el cuerpo, y la predicación de la Verdad


Capítulo 5.
Sobre la curación del alma
y el cuerpo, y la predicación
de la Verdad

En muchas ocasiones, fuimos testigos de cómo Jesús curaba instantáneamente enfermedades incurables.

Sin embargo, a veces nos sorprendía que Él no curara a todos…

En una ocasión, entre los que se acercaron a ser sanados, había dos hombres con problemas similares. Ambos usaban muletas y apenas podían caminar debido a graves problemas en sus piernas.

Jesús, curó instantáneamente a uno de ellos —quien feliz se fue alabándolo—.

Con el otro hombre, Jesús tuvo una larga conversación, pero no lo curó.

Al alejarse de nosotros, este último habló pestes y maldijo a todos diciendo que Jesús no podía curar su enfermedad, y que todo lo que sucedía a Su alrededor era tan solo una actuación montada por Sus conocidos y amigos.

El hombre gritaba con enojo: «¡Despierten! Es mentira que aquí un ciego recuperó su vista… se hacían los ciegos cerrando los ojos y aparentaban necesitar un palo para caminar… ¡Todo esto lo hicieron para glorificar a este charlatán! ¡Y quienes no podían caminar y de repente pudieron hacerlo, lo fingieron todo! ¡Todos han sido comprados por este Jesús y sus discípulos! Miren, yo era cojo y todavía estoy cojo. ¡No crean en esta gente, Jesús es un mentiroso!»

Este hombre se quejó durante mucho tiempo… Y entendimos que seguiría difamando a Jesús en el futuro. Siempre hablaría mal del Maestro… Pero Jesús mismo no intentaba cambiar esta situación aunque claramente tenía a su disposición el Gran Poder del Padre Celestial para curar cualquier enfermedad, y controlar los pensamientos y las emociones de las personas.

En esa ocasión, Jesús nos dijo algunas palabras:

«En Mí siempre está presente el Poder para sanar… pero a veces —no es Voluntad del Padre Celestial—. Ese hombre aún tiene pendientes lecciones de sabiduría y más aún de bondad… Después de todo, esta enfermedad es señal de que esa alma está torcida y necesita una curación profunda. Y sin ciertos esfuerzos espirituales por parte de él, no podrá darse el milagro Divino de la curación.»

* * *

Justo después de ese incidente, decidimos preguntarle a Jesús por qué teníamos tan pocos seguidores hasta ahora, por qué no mostraba Su Gran Poder para que todos creyeran en Él de inmediato, y por qué permitía que difamaran contra Él y lo odiaran.

Esa noche solo nosotros y el Maestro estábamos sentados alrededor de una pequeña hoguera.

Mi hermano Simón fue quien se atrevió a hacer las preguntas, y todos prestamos atención a las palabras del Maestro.

Simón dijo:

—Dinos, Jesús, ¿qué tan necesario es para la gente lo que hoy les ofreces? ¿Por qué tan pocos realmente te comprenden y te aceptan?

Jesús nos miró a todos:

—¿Por qué quienes caminan conmigo dudan, aun viendo el Portento de Mi Padre?

Simón continuó hablando sobre lo que desconcertaba nuestras mentes:

—No es que dudemos, Jesús, es algo más… Nos preocupa que tan pocos de los que te escuchan realmente crean en ti… Y quienes entienden que tan solo la fe no es suficiente y que se necesitan hacer esfuerzos para transformar el alma, son aún menos. ¿Cuántos realmente de entre ellos seguirán viviendo según como hoy les enseñas en los años venideros?

Jesús miró atentamente durante unos minutos a lo lejos, como viendo un futuro que sólo a Él le era revelado, y luego respondió:

—¡Esta multitud de seres que ahora oyen pero no escuchan, lo harán más adelante a través de quienes logren la cognición del Padre y se dirijan con el alma hacia el Creador! ¡Quienes alcanzan la Unión con el Padre Celestial —ayudan siempre a los demás—!

»No se preocupen ni ahora ni en el futuro, si el resultado de sus buenas obras no es evidente. ¡No conviene trabajar por amor al fruto, sino por amor a Dios! ¡Y no es sabio esperar resultados inmediatos en el servicio al Padre Creador!

»Aun más, no es el momento de cosechar, sino de sembrar las semillas del Amor y de la Verdad. La cosecha… vendrá año tras año, siglo tras siglo… Y los resultados pertenecerán al Padre Celestial, y no a nosotros…

»Vivan solo para Dios, y Él asumirá por completo la responsabilidad de los eventos en sus vidas, incluido el momento de la muerte del cuerpo. ¡Y más aún, —lo que será de ustedes tras la muerte de sus cuerpos—, estará exclusivamente en Manos de Dios si Le dedican todos sus pensamientos, acciones y el amor de sus almas!

»¡Recuerden bien Mis palabras, porque a todos quienes ustedes ayudarán en el futuro, necesitarán transmitirle esto! ¡Y me refiero tanto a quienes ya están construyendo sabiamente sus vidas con Dios, como a quienes apenas están despertando al camino del amor en sus destinos!

»Ustedes miran con reparo a quienes hoy no nos escuchan o rechazan la Enseñanza que he traído a esta Tierra. Pero Mi Padre y Yo amamos a todos, y esto alberga la esperanza de que también ellos se abran al Amor Divino algún día aunque no suceda pronto.

»Así es como todo está diseñado y dispuesto en las Leyes Divinas del Universo.

»¡Llegará el día en que el Amor en estos mundos venza los obstáculos del vicio, conduzca a la purificación y despierte el amor hacia el Padre en las almas perdidas! Será una oportunidad para que estas almas puedan comprender lo Divino y se transformen en Dios. Pero será solo una oportunidad, una posibilidad para que esa alma decida aceptar o no la Verdad de la existencia. Y en esto radica el libre albedrío, la libertad de elección de cada alma…

»¡Cuando ustedes logren ver como lo hago Yo ahora —desde la Profundidad de la Morada del Padre— comprenderán cuán significativo es hasta el más mínimo avance hacia Dios de cada alma!

»Miro a las almas desde el Amor Universal del Padre Celestial y veo en cada una de ellas, su pasado y su posible futuro…

»Mi Amor no se agota y aún más, se derrama sobre todos. Y solo siento pesar por quienes con sus errores atraen desgracias y sufrimientos innecesarios a sus vidas, alejándose del Camino Verdadero y complicando de manera irracional sus Destinos.

»Veo también para cada alma la posibilidad real de lograr la Dicha en los Brazos del Padre. Pero si doy con un alma sorda, ciega, mutilada por los vicios y los errores, alejada de la Luz, y regodeándose en la oscuridad, la trato entonces como a una persona enferma que sufre y que padece, y no lamento su rechazo ni la veo como Mi enemiga…

»¡El Amor del Padre Celestial es sanador en Su Origen! Pero primero sana el alma, no el cuerpo. Y bajo ciertas circunstancias, es necesario que el alma pase por el fuego de los sufrimientos físicos en vías de purificarse de ciertas inmundicias que traen consigo algunos pecados.

»¡Han visto ya suceder que quienes ayer me odiaban, hoy me siguen!

»¡Hoy sienten compasión por quienes desafortunados se acercan a Mí para que los libere de sus enfermedades y sus aflicciones y no se les concede! Ustedes no logran ver en qué circunstancias anteriormente rechazaron a Dios ni el tamaño de sus pecados pasados. Mas conviene recordar que estos seres padecen en sus vidas las violaciones a los preceptos de Dios y las faltas que cometieron en el momento en que tuvieron la oportunidad de amar y cuidar de otros seres, —lo que es también amar a Dios—.

»… Y a continuación el resumen en respuesta a sus preguntas no formuladas sobre por qué curo a unos y no a otros…

»Para quien ya terminó de beber la copa del sufrimiento que causó, se ha arrepentido, ha comprendido sus errores, y ha expiado su culpa, —llega el momento favorable en que es posible derramar sobre él la Gracia del Padre Celestial y restaurar completamente su cuerpo—.

»Para quienes en ellos la copa del sufrimiento merecido aún está llena, e insisten en no beberse ese contenido, —solo puedo aliviar su camino hacia la recuperación a través del camino de la fe y el amor—. Su carga será más liviana, su camino a la felicidad recibirá un empujón, y la racha de desgracias en sus vidas terminará antes, aunque no sea hoy…

… Escuchamos y nos maravillamos de la Sabiduría de Jesús… Pero tuvimos que pasar por muchas pruebas para aprender a amar con la misma sabiduría y a ver con la misma profundidad.

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