El Maestro/¡Despejemos nuestro Camino hacia Dios! ¡Despejemos nuestro Camino hacia Dios!La interacción con Dios, que gradualmente se vuelve (¡y debería volverse!) casi continua, —es la mejor manera de aprender Su Sabiduría—. Pero mientras tanto, mientras aún no exista una conexión fuerte con Él, nuestros propios errores se convierten en nuestros «maestros». En mi caso, fue exactamente así como sucedió. Hablar de mis errores parece ser importante para mí. Quizás, esto ayude a algunos lectores a no cometerlos. Aunque yo misma —habiendo leído y escuchado acerca de una variedad de ellos varias veces— todavía, no he logrado evitarlos. ¿Por qué? Encontré la respuesta en el Maestro: «Uno de los errores típicos en el trabajo ético de los principiantes es que el lector está de acuerdo con todo lo escrito, pero —no se imputa esto “a sí mismo”—. Y luego, comete exactamente los mismos errores sobre los que leyó y, vio en otros, pero no se planteó nunca la posibilidad de cometerlos él mismo.» (V. Antonov. «Cómo fusionarse con Dios» / «Vida para Dios», 2014) Una vez, recibí el siguiente consejo de parte de Dios: «¡Mira a la persona, —conmigo, a través de Mis ojos—! ¡Y entonces entenderás a esa persona! Al comienzo mismo del Camino, yo no sabía sobre esto; por lo tanto, realmente yo no me entendía a mí misma, y ni hablar de entender a los demás. * * * Mi vida en aquel entonces no era holística. Estaba, por así decirlo, dividida en componentes separados que estaban casi por completo desconectados entre sí. La mayor parte, estaba dedicada a mi propio desarrollo a través de la meditación, la lectura y la autocorrección ética. También, tenía un trabajo remunerado como para tener un medio de vida, y para la realización de las ambiciones y aspiraciones personales que todavía tenía en aquel entonces. Por ejemplo, siempre había sido importante para mí que mis actividades beneficiaran a los demás. Porque así sentía que «no vivía en vano en la Tierra»… Pero, ¿entendía yo, qué era realmente beneficioso —para los demás—? Trataba de encontrar una manera de «incorporar a Dios» en mi carrera profesional. Sin embargo, no se me ocurrió nada mejor que, independientemente de las circunstancias, comentar a casi todos sobre la metodología del entendimiento de Dios. Y lo hice sin tener en cuenta, la disposición de las personas para percibir esta información. Me tomó un tiempo aprender a ser discreta. Es decir, es inapropiado, y a veces incluso peligroso, revelar las características particulares de vida a ciertas personas. Además, uno puede dañar a alguien si, antes del momento adecuado, uno «hace caer» sobre la persona —un conocimiento abrumador y que aún no le es necesario—. Esto puede hacer que esa persona se aleje de su propia búsqueda futura de la Verdad. Sin embargo, una forma en la que es posible compartir adecuadamente el conocimiento que uno está haciendo suyo, es llegar a tiempo todos los días al trabajo y cumplir con sus deberes —mientras se encuentra uno en un estado de amor—. Verdaderamente, ¿no sería suficiente con tan solo hacer esto? Después de todo, cualquiera que tenga experiencia trabajando con niños entiende lo difícil que puede ser mantener un estado emocional apropiado… Y para comunicar a los demás sobre cómo alcanzar la cognición de Dios, además de determinar primero si tal acción es apropiada o no en cada caso particular, —uno debe tener el derecho a hacerlo—. Después de todo, si la vida propia todavía no se corresponde con lo que se enseña, ¿acaso tiene uno el derecho a enseñar? En tales casos, sería mejor permanecer en silencio. * * * Todo aquello que «no ayude» a quien aspira a Dios, —puede tornarse en un obstáculo, una demora e incluso, puede hacer que esa persona abandone el Camino—. Esto se aplica a todo: la vida, al entorno social y al estilo de vida. Para las personas «ordinarias», este enfoque puede parecer irracionalmente radical. Pero el buscador de la Verdad, tarde o temprano, entiende el significado de esta regla, una vez que ha visto cuán graves pueden ser las consecuencias de su violación. Para mí, la «revisión» de vida, comenzó con mi propia vida cotidiana. Nunca aspiré a la comodidad excesiva ni a la acumulación de cosas que generalmente son de gran importancia para las personas. ¡Pero aun así, resultó ser que todo el espacio en el que vivía, estaba lleno en exceso! Una montaña de ropa y de utensilios innecesarios, electrodomésticos que nunca encendí, libros que había leído hace mucho tiempo, plantas domésticas y, por alguna razón, un acuario con peces y mucho, mucho más. ¡Todo esto ocupaba un espacio no solo en mi casa, sino en mi vida! Se desperdicia mucho tiempo y energía en quitar el polvo, regar, alimentar, mantener y mover algo de un estante a otro por enésima vez con la idea de que algún día pueda ser útil… Y cuando salía de viaje, cargar a otro la responsabilidad de cuidar a «mis mascotas». ¡De hecho, la implementación de todas estas acciones requiere mucho tiempo que se podría dedicar a trabajar para Dios! Regar las flores y las plantas que tenemos en casa, es importante; son estos seres vivos, de los cuales uno es responsable. Sin embargo, para un buscador espiritual, ¿no sería más importante, por ejemplo, leer algo útil, alcanzar la maestría de una nueva meditación, afianzarse en lo que ya se ha completado o ayudar a alguien? Así que es importante preguntarse: «¿Cómo paso mi tiempo?» ¿Y dónde colocar todos estos elementos de «riqueza»? Siempre habrá personas que puedan beneficiarse de algo que uno ya no usa. Hay muchas organizaciones de caridad que con gusto aceptarán estas cosas. En cuanto a las mascotas incluidas las plantas, seguro que se les puede encontrar nuevos propietarios adecuados. ¡Cuando finalmente, solo quedaron los elementos esenciales a mi disposición (cosas de las que uno realmente no puede prescindir), —parecía que incluso respirar en casa se hizo más fácil—! ¡Este tipo de orden en el entorno propio ayuda a limpiar los pensamientos! ¡También ayuda a que uno ya no se distraiga del Objetivo Principal! Otro factor que distrae de este Objetivo, es la comunicación ociosa con personas que durante años han permanecido en nuestras vidas por inercia, y no por intereses comunes o afinidad espiritual. Cuando observé críticamente mi entorno, me di cuenta de que ninguna de estas personas (¡y yo les consideraba «cercanas»!) eran realmente mis amigos. ¡Después de todo, no eligieron a Dios como su amigo! Entonces, ¿por qué estábamos pasando el tiempo juntos? ¿Sobre qué conversar? Gradualmente, solo mis compañeros más cercanos en el Camino espiritual se han convertido en mis amigos. Y la comunión con aquellos que necesitan a Dios, es una de las mayores alegrías de la vida. * * * Cuando los falsos amigos abandonan la vida de un buscador espiritual, hace uno lugar para el Amigo Fiel —Dios—, Quien al principio es percibido como Espíritu Santo. La comunicación con Él se convierte en una parte integral de la vida. La posibilidad misma de esto puede parecer un milagro para el principiante. Pero la persona, eventualmente se acostumbra a este tipo de comunicación… incluso dando por sentado, que tal comunicación era considerada imposible para sí misma. Los Espíritus Santos son Representantes no encarnados del Creador, Quienes se convirtieron en Uno con Él durante Su encarnación en la Tierra. Manteniendo la Unidad con Dios, tales Espíritus Santos («el Espíritu Santo» es su denominación colectiva) vienen a la Creación con el objetivo de ayudar a las personas encarnadas a avanzar hacia la Perfección. Para poder recibir Su ayuda de manera más efectiva, uno debe aprender a verles y escucharles. ¿Qué significa esto? Estamos acostumbrados a relacionar estas palabras con lo material, es decir, a «ver» con los ojos y a «oír» con los oídos —del cuerpo—. Pero existe la vista y el oído del alma. Se pueden desarrollar en uno mismo. De esta manera, se adquiere la capacidad de ver y escuchar la esencia de lo que sucede dentro y fuera de uno mismo. ¡Dios es omnipresente! Y no es difícil para los Espíritus Santos manifestarse a Sí Mismos en cualquier lugar. Pero, para nosotros percibirles más fácilmente, especialmente al comienzo del Camino, Ellos crean lugares especiales en la superficie de la Tierra para el trabajo meditativo y para hacer posible la comunicación entre nosotros y —Ellos—. Estos son, los lugares especiales de poder. Uno puede aprender a sentirles con la conciencia desarrollada. Los Espíritus Santos, generalmente aparecen en tales lugares, asumiendo una forma antropomórfica con los rasgos que Les fueron inherentes en Su última encarnación. El nombre común para tales formas antropomórficas es —Mahadoble—. Pero también pueden tomar otras formas: por ejemplo, una montaña, un volcán, una pirámide o un domo. Esto depende del objetivo meditativo que enfrenta el buscador en cada lugar de poder particular. El trabajo en los lugares de poder, brinda las oportunidades más ricas para el desarrollo de la conciencia. ¡Sería imposible enumerarlas todas! Sin embargo, para enumerar algunas, tales lugares le ayudan a uno a: adoptar diferentes formas con la conciencia propia, desarrollar varios estados funcionales de Dios (la Luz Divina o la Paz Divina), refinar y hacer crecer la conciencia, y obtener una cognición gradual de la estructura del Absoluto. Primero, aprendemos a llenar el Mahadoble del Espíritu Santo con nosotros mismos como conciencia. Y gradualmente, este Maestro Divino nos permite conocer la Profundidad de la cual Él o Ella proviene, manifestándose a Sí Mismo como una especie de Escalera que consiste en «pasos» cada vez más sutiles que se pueden «superar» de acuerdo con el grado propio de refinamiento y desarrollo en el Camino espiritual. Tal trabajo abre un mundo completamente nuevo que necesita ser estudiado. Y gradualmente, este mundo se vuelve cercano, comprensible y familiar. Para mí, lo más interesante fue aprender a distinguir y a reconocer a los Maestros Divinos por una u otra de las cualidades inherentes a Cada Uno de Ellos. Uno podría pensar ahora: ¿cuáles podrán ser estas diferencias entre Ellos? ¡Después de todo, todos Ellos son Amor! Sí, esto es cierto. Sin embargo, el Amor tiene una gran cantidad de facetas y matices diferentes, que son las cualidades de los Seres Perfectos, que indiferente de Su género, se han convertido en Partes del Dios Único, enriqueciéndole así. Estas cualidades, se hicieron inherentes a los Espíritus Santos durante Su vida en cuerpos terrenales. Tiene sentido tratar de «atribuirse» estas Sus cualidades Divinas a uno mismo, como si uno «se las probara»; De esta manera, tales cualidades se convierten en nuestras cualidades también. ¿Pero cómo? Esto sucede gradualmente. Como alma, podemos abrazar al Maestro Divino y, al hacer esto, nos disolvemos en Él o en Ella. ¿Quién queda entonces? Solo Él o Ella. E incluso, aunque al principio estos estados sean de corta duración, el resultado de tales meditaciones, conduce al hecho de que nuestra conciencia se impregne y haga propias, las cualidades Divinas del Maestro. Así es como un buscador espiritual, paso a paso, se acerca a Dios por la calidad del alma. * * * ¡Obtener la capacidad de comunicarse con las Almas Divinas no encarnadas y verlas, es uno de los logros más importantes! Al mismo tiempo, esto nos hace posible percibir a las personas encarnadas como «almas desnudas», viendo todo lo bueno y malo que está presente dentro de ellas. Y eso significa ver su verdadera esencia. Si las personas pudieran mirarse entre sí de esta manera, y no los rasgos faciales o la ropa que se viste, su actitud hacia los demás cambiaría mucho. ¡Oh, cómo cambiaría el mundo!…
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