El Maestro/«La torpe alienígena» «La torpe alienígena»¡El comienzo del Camino fue un momento muy feliz para mí! Rebosaba de alegría como nunca antes. ¡Después de todo, estaba comenzando mi búsqueda de Dios! Y, al haberme topado con personas que Le habían encontrado, cognocido, y conocido, ¡entonces ciertamente también yo Le encontraría! No me cabían dudas al respecto, —yo sabía bien esto—. Primero, dominé un curso corto de ejercicios sobre autorregulación psicofísica y sobre la apertura del chakra anahata, en el que se origina el corazón espiritual. Fue interesante dominar la meditación, es decir, el trabajo de la conciencia. ¡Y qué bueno fue ver los resultados de este trabajo! La implementación de ejercicios aparentemente simples condujo a enormes cambios tanto en la percepción de mí misma como en mi actitud hacia los demás. Al principio, me fue inusual mirar a las personas y a todos los seres vivos —desde el corazón espiritual—. Aparecieron en mí sentimientos de calidez, amabilidad y compasión por todos. Y el mundo, que antes me había parecido tan hostil, fue como… reemplazado. ¡«De repente» resultó ser tan hermoso! El dominio de las meditaciones de «Pranava» y «Latihan» me otorgó la dicha del primer contacto con Dios como —Espíritu Santo—, hasta ahora sin división entre Sus Representantes específicos. El llegar a conocerles, aún estaba por delante. Qué milagro fue para mí sentir el Amor de Dios —al Dios Vivo— y aprender a amarle a Él y a todo lo que Él ha creado. Me parecía: ¿qué podría ser más natural para una persona que vivir en el amor? Después de todo, nosotros, los humanos, fuimos creados por Dios precisamente para ello… ¡Pero tenía que acostumbrarme a vivir así! Tuve que acostumbrarme tanto al hecho de que yo misma amaba como al hecho de que los demás me amaban. Y, por alguna razón, este último fue el más difícil para mí. Tenía la impresión de que me estaba adaptando a la vida en un nuevo planeta (para mí), donde todo era inusual, y donde yo misma era —«una torpe alienígena»—. Al principio, vivir con la concentración de la autoconciencia en el chakra anahata, solo fue posible para mí por cortos períodos de tiempo. Esta habilidad, tan fácil de lograr en la meditación, «desaparecía» inmediatamente en condiciones adversas. Tenía que estar constantemente en guardia, rastreando si estaba presente en el anahata o si había vuelto como de costumbre, a los chakras ubicados en la cabeza. Esto se hizo claro en base a mis reacciones ante las situaciones estresantes, especialmente ante la injusticia manifestada en relación hacia mí o hacia otras personas. Por lo general, yo reaccionaba a esto de manera muy brusca y grosera. Confiada de que tenía razón, ni siquiera me tomaba un minuto para pensar si había entendido la situación correctamente. Después de todo, según mi propio entendimiento de la justicia, ¡yo era la única persona que podía ser considerada correcta!… Me di cuenta que desde el corazón espiritual, aceptaba cualesquiera circunstancias calmadamente mientras mantenía el entendimiento de que todo lo que sucedía provenía —de Dios—. Además, pude mantener una actitud benevolente incluso hacia aquellas personas que se comportaban de manera incorrecta. Sin embargo, si respondía a la agresión u hostilidad de alguien con mi propia irritación, enojo o resentimiento, esto entonces significaba que la estabilidad de mí misma —como corazón espiritual— aún no se había logrado. Y Dios me proveyó de muchas oportunidades para aprender esto, y en cada próxima etapa de avance, se daban situaciones completamente nuevas. * * * Mis entrenamientos meditativos tuvieron lugar principalmente entre la vida silvestre. ¡Comencé a pasar mucho tiempo en ella y me sorprendió darme cuenta de que apenas había notado esta belleza anteriormente! Y si lo hice, debió haber sido hace mucho tiempo, —en la infancia—… Cuánto más rica se volvía mi vida a medida que las vastas extensiones de costa, ríos y lagos, el silencio del bosque, la ternura de las flores, la fuerza y la pureza de los árboles y de los pájaros, —se convertían en una parte integral de mi vida—! ¡Gracias a esto, hice otro descubrimiento… —que yo ignoraba muchos aspectos de la naturaleza—! ¡Ahora me daba cuenta de que estaba viviendo en un mundo maravilloso creado por Dios para todos, yo incluida! ¡Y que yo no sabía nada al respecto! ¿Cuál es el nombre de esa flor? ¿Qué tipo de hongo es este? ¿Qué pájaro canta tan lindo? ¿A quién debo hacer estas preguntas?… Y para superar esta ignorancia al menos un poco, comencé a buscar información en Internet y a ver filmaciones sobre nuestro planeta y sus habitantes. Fue un placer aprender a comunicarme con la vida salvaje, es decir, sintonizarme y fusionarme con su belleza, lograr la maestría de su silencio… —para que poco a poco todo esto—, pudiera convertirse en la belleza y el silencio de yo misma como alma. Todo esto ayuda a refinar la conciencia, ya que sin hacerlo es imposible acercarse a Dios, —la Conciencia Más Sutil del universo—. Al alinearnos con lo mejor que hay en Su Creación, aprendemos a sentirle, volviéndonos más sensibles a Sus Pensamientos. Fusionarse con la belleza de la Creación es el primer paso para Fusionarse con Él. Y Él aparece ante nosotros primero como Espíritus Santos, y luego como Su Unido Nosotros, a lo Que llamamos el Creador, Dios Padre, y otros nombres apropiados. ¡Dios es grande! ¡Él es infinitamente enorme! ¡Y Él es Amor! Para ser posible comunicarse y Fundirse con Él, necesitamos convertirnos también en almas enormes y puras, volviéndonos ese mismo Amor que Él es. ¿Es posible que el alma se transforme de esta manera? ¡Sí, es posible! Aunque es difícil, y llevará años, e incluso una vida entera. Y tal vez —incluso más de una vida—. Primero, el alma necesita ser limpiada de toda la suciedad de los vicios que se le han pegado y la han saturado, desfigurándola, encadenándola, y quitándole el derecho de amar. * * * Cuando comencé mi propio largo viaje de purificación, mi cuerpo estaba en un estado deplorable. La lista de enfermedades crónicas era larga. Y realmente yo no intentaba luchar contra ellas, —o simplemente estaba cansada de ellas o no tenía la costumbre de cuidar la salud de mi cuerpo—. Miraba esto como algo «secundario», e incluso como una «interferencia». ¡Lo veía como una «distracción» innecesaria en la vida «espiritual»! ¿Pero, es posible un avance espiritual real con un cuerpo completamente enfermo? Por alguna razón, me llevó mucho tiempo comprender este hecho obvio… La limpieza comenzó para mí con el entendimiento de que la causa de la enfermedad era la contaminación energética de mi cuerpo, que es consecuencia de mis errores éticos del pasado, incluyendo, en primer lugar, el consumo de alimentos no vegetarianos. (Recuerdo cuánto sollocé horrorizada al darme cuenta de que por mi gula, una serie de animales habían sido asesinados y murieron agonizando, y que esto, —no podía ser rectificado—). Otras causas de contaminación energética incluyen: vivir en emociones negativas y una comunicación cercana con personas energéticamente groseras; lo cual es especialmente cierto en lo que respecta a las relaciones sexuales. La etapa de Raja Yoga brinda la oportunidad de combatir la contaminación energética del cuerpo. En esta etapa, tiene lugar la limpieza y el desarrollo de las estructuras energéticas del cuerpo, es decir, —los chakras, los meridianos y los segmentos—. Logré muy buenos resultados en esta etapa al limpiar los chakras con la ayuda de la «imagen del tetraedro», la «natación de invierno» y la «carrera meditativa». Durante el entrenamiento, escuchaba el audio de las instrucciones dadas en el libro Ecopsicología. Antes de ese tiempo, rara vez me había involucrado sistemáticamente en algún entrenamiento deportivo, y hacerlo siempre había sido difícil para mí. También es imposible que se me considere como una persona fuerte; en aquel entonces, solía resfriarme con cada soplo de viento frío. ¡Qué sorpresa fue cuando resultó ser que podía —en cualquier clima, inclusive frío—, correr durante varias horas! ¡Correr —con placer y sin fatiga del cuerpo—! Debido a la «carrera meditativa», mi salud mejoró significativamente. Tal entrenamiento también contribuyó a la movilidad de la conciencia. Aprendí a moverme fácilmente con la concentración de la conciencia, primero dentro del cuerpo y sus estructuras de energía, y luego más allá. Además, meditaciones tales como «la Cruz de Buda», «Regalar», «Pranava», «Latihan» y trabajar con la «imagen del tetraedro», —cuando las realizaba a la par de la «carrera meditativa»— fueron más efectivas y brillantes que cuando las realizaba de la manera habitual. ¡Logré sentir a Dios cada vez mejor! Dominar la «natación de invierno» fue mucho más difícil.* Siempre he tenido una relación difícil con el frío. ¡De alguna manera, puedo congelarme incluso en un día soleado de verano en la playa! Así que, cuando tuve que andar descalza en la nieve y sumergirme en el agua helada, tuve grandes dudas de que mi cuerpo sobreviviera a tal proeza. Probablemente, cometí todos los errores posibles al momento, —ya que en lugar de la alegría y la dicha de las que había leído—, obtuve como resultado… el estado opuesto… Con el tiempo, comencé a aprender a nadar en el agua helada correctamente, es decir, entrar al agua en un estado «disuelto» de corazón espiritual, llenándome de paz y amor. En tales condiciones, ¡tanto la alegría como la dicha fueron el resultado! Nadar en agua helada me ayudó a afianzarme en los nuevos estados de conciencia adquiridos en los pasos anteriores. Y también me enseñó a cómo no perder estos estados en condiciones extremas para el cuerpo. ¡Y así dejé de visitar farmacias tan a menudo como solía hacerlo, porque —vaya milagro el de mi cuerpo—, ya casi no me enfermaba! Pero noté que cuando dejaba de nadar sistemáticamente en el agua helada, debido a un cambio de trabajo o a un nuevo horario que me dejaba sin tiempo libre o sin energía, el estado de mi salud empeoraba de inmediato. Que fortuna es vivir cerca de un cuerpo de agua adecuado para realizar la «natación de invierno», especialmente si no se requiere de un largo tiempo de viaje. ¡Y qué estúpido es no aprovechar tal oportunidad! Probablemente, muchas personas no se atreven a comenzar la «natación de invierno» —siendo una forma tan efectiva y económica de mejorar la salud— debido al temor de que sea demasiado difícil para ellos. Piensan que solo las personas extremadamente heroicas pueden sumergirse en un agujero en el hielo o en el agua gélida. Sin embargo, espero que mi propio ejemplo pueda demostrar lo contrario; después de todo, si una persona tan frágil, débil y, por decirlo suavemente, no muy valiente como yo puede hacerlo, ¡entonces es posible para todos! * * * Durante las etapas iniciales de Raja Yoga, hice un «descubrimiento» que para mí es casi cómico de recordar. «Resulta ser que», el paso a cada etapa siguiente debe venir acompañado de la limpieza del cuerpo una y otra vez, —trabajando con la calidad creciente en sutileza— de las energías de cada nuevo nivel. Y yo pensaba que era suficiente con hacer una simple «limpieza de primavera» solo una vez.* Pero la situación se puede comparar con lo que sucedería si uno ordenara su hogar tan solo una vez al año y nunca volver a tomar una escoba o un trapo. O, solo una vez en la vida, cepillarse los dientes… Inicialmente, el trabajo de mantener la pureza energética del cuerpo requiere de mucha fuerza y parece muy difícil. Pero, a medida que aumenta el volumen de la conciencia, se vuelve más fácil. Sin embargo, lo que realmente no es fácil es el logro de la pureza ética.
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