Las lecciones de Pitágoras/Capítulo siete: El Silencio interior
Capítulo siete:
El Silencio interior
¡Ahora, Hamilcar recibía cada mañana con la alegre anticipación de comunicarse con la Luz Divina Viviente!
El amor —fluía naturalmente desde su corazón espiritual hacia todos los seres—.
Era como si el Amor recíproco del Padre y la Madre Divinos, sumados al amor que ahora podía dar a todos los que le rodeaban y que ahora él finalmente reconocía —habían salido a su encuentro, le rodeaban y le sumergían en una nueva vida en la Luz—.
Su formación con Pitágoras continuó:
—¡A continuación, es necesario dominar la capacidad de comunicarse con determinadas Almas Divinas en esta Luz! ¡De esta manera, es posible aprender a recibir el Conocimiento de Aquellos que saben mucho más sobre Éste y que siempre están dispuestos a compartirlo con nosotros!
»Para percibir los pensamientos Divinos, es necesario aclarar y calmar nuestra mente. Para ello, es necesario aprender el silencio interior.
»Sólo a través de esto es que es posible, en los mundos más sutiles, volverse uno con esa Luz, ese Amor y ese Silencio Transparente que estás aprendiendo ahora.
»La Gran Conciencia Divina revela Sus Secretos sólo a la persona que ha aprendido a escuchar, adquiriendo el silencio en su propia mente.
—¿Y es posible no tener pensamientos ni pensar en absoluto?
»Cuando te vi por primera vez, me pareció como si llevaras el Silencio en ti mismo, una cierta Calma especial… ¿Cómo lo consigues?
—Para empezar, sumérgete en el espacio de tu corazón espiritual. Percibe por tu experiencia personal que puedes seguir escuchándome sin transferir la concentración a la cabeza de tu cuerpo. Puedes escucharme a través de tu alma, inmersa en tu corazón espiritual. Por ahora, los oídos de tu cuerpo material te ayudarán a escuchar; sin embargo, en el futuro podrás escucharme incluso cuando nuestros cuerpos estén divididos por el océano. ¡Pero eso será más adelante —por ahora debes prestar atención y practicar—!
»A la sazón, es necesario abandonar los tres chakras superiores donde la mente suele pensar y evaluar los acontecimientos. Esto es inherente a esa parte de ti mismo como alma que está sujeta al cuerpo material.
»Al transferir la percepción de ti mismo al centro del corazón —que ya eres capaz de hacer—, penetras en el espacio donde no existe ese flujo apresurado de pensamientos inquietos.
»¡Exactamente así es que podemos fácilmente llevar nuestra mente a estar en silencio!
»Y para fundirse con la Conciencia Divina y percibir el Conocimiento de las Almas Divinas, es necesario retener constantemente ese nivel de sutileza que es inherente en Ellos.
»¡Lo grosero no puede penetrar en lo sutil y convertirse en una sola pieza!
»¡El aire cargado de polvo no es apto para respirar! ¡El agua mezclada con suciedad no es apta para beber!
»¡De la misma manera, el alma que no está libre de impurezas groseras y estados sucios no es capaz de lograr la percepción pura de lo que es extremadamente sutil y Divino!
»Repito: ¡lo grosero no es capaz de entrar en fusión con lo sutil!
»¡Sólo cuando te acostumbras a la Sutileza de las Almas Divinas, es que es posible aprender la Unidad con Ellas! ¡Recuerda siempre esto!
»Y el silencio interior ayuda a aprender esto.
»Las personas generan sonidos. De hecho, la naturaleza está llena de sonidos. Muchos sonidos alcanzan nuestros oídos en este momento: el ruido generado por los humanos, los cascos de los caballos, el crujido de los carros, los sonidos lejanos de las olas del mar que rompen en la costa…
»Y mientras, la Conciencia Divina en Su Morada —es Dueña del Silencio absoluto—.
»Para comprender esto, es necesario comenzar a escuchar el Silencio Transparente con un corazón espiritual completamente purificado y expandido.
»¡Deja que tu amor abrace el espacio cada vez más distante!
»De esta manera, dominarás la Calma Transparente de la Existencia Divina que permanece debajo de todo.
»¡En este estado, es posible escuchar al Uno Primordial!
»Y luego, ¡disolverse en Él!
»La primera etapa de dicha conexión es la cognición del estado de “no-yo”.
»Observa algún sonido que emitas. Este se extiende cada vez más allá, como las ondas en el agua tras arrojar una piedra. Su naturaleza es expandirse, así es que el “yo” individual emana desde el centro de sí mismo.
»Ahora, observa el proceso inverso. ¡Ahora —escucha—!
»En la medida en que seas capaz como alma de abarcar con tu corazón espiritual la vasta extensión del desierto, las profundidades del planeta, y mucho más allá de estas fronteras… Escucharás todo lo que sucede en todas partes, permaneciendo tú mismo inamovible y transparente, como si estuvieras vacío por dentro. Y el antiguo tú, que estaba en el centro, casi no existirá ya, y te habrás disuelto en todas las demás cosas existentes.
»¡El alma tiene manos! Sumérgete cada vez más profundo, usando las manos del alma, como hacia las profundidades del océano…
»Allí, el Silencio Viviente en las Profundidades te absorbe por todos lados y te llena de Sí mismo…
… Para ese entonces, el Gran Océano del Silencio y del Poder había llenado todo el espacio alrededor y también penetrado en el cuerpo de Hamilcar.
Hamilcar, sintió ser como el Océano entero o como elevado desde Su profundidad…
—Si este cuerpo desapareciera ahora mismo, ¿qué cambiaría? ¡Yo soy el Océano mismo, y de hecho no cesaría de existir! —Exclamó Hamilcar.
… Pero sin embargo, este estado no le duró mucho.
Pitágoras continuó explicándole:
—¡Debes estudiar muy bien este estado! ¡Porque el Gran Silencio y la autodisolución en Él permiten la purificación del alma de todas las impurezas de la no-verdad y también percibir la Voz Divina!
»Las voces de los Maestros Divinos son claramente audibles para el adepto si hace una pregunta y se sumerge en ese Silencio.
»Uno puede incluso ver en la Luz los rostros de los Maestros que están dispuestos a prestarnos ayuda.
»Para que esto sea posible, es necesario limpiar la mente completamente del egoísmo, incluido el orgullo.
»¡Además, las grandes obras se vuelven realizables sólo cuando el pensamiento del alma se une con el Pensamiento Divino!
»Y es así cómo el cuerpo se convierte en un instrumento para la manifestación en el plano material de lo que la Voluntad Divina requiere.