Sobre el Camino y los viajeros/Acerca de las disputas Acerca de las disputasNuestros dos jóvenes que estudiaban con el Maestro, al principio tenían una opinión similar sobre lo que escuchaban de Él y leían en los libros. Pero gradualmente, a medida que sus horizontes se expandían en el proceso de adquirir nuevos conocimientos y desarrollar la independencia de pensamiento, comenzaron a veces a estar en desacuerdo en sus opiniones y valoraciones de los acontecimientos o lo que decían los libros. Y sucedió que sus diferencias de opinión empezaron a convertirse en discusiones acaloradas, que a veces terminaban en insultos. Por lo general, los jóvenes pronto se reconciliaban, pero tales situaciones se repetían una y otra vez… Una vez se dirigieron al Maestro para pedirle que decidiera cuál de los dos tenía razón en otra acalorada discusión. El Maestro les respondió de manera inesperada: «¿Saben que la excesiva insistencia en la opinión propia en una conversación —es una manifestación del vicio de la violencia—? »¡La violencia de pensamiento frente a otras personas —forzando a otros a pensar como yo pienso— es una de las manifestaciones más negativas del egocentrismo! »¿Alguna vez han pensado en ello? Los jóvenes avergonzados guardaron silencio. Nunca antes habían evaluado sus discusiones desde esta perspectiva. El Maestro continuó: —Expresar un punto de vista diferente a la opinión de nuestro interlocutor debería hacerse en un estado de amor y respeto por la otra persona. Y debe entenderse que el interlocutor tiene todo el derecho a estar en desacuerdo con nuestra opinión. »Si queremos tener ideas afines en los principios fundamentales que nos unen, es muy importante aprender a no llevar el poder a las emociones negativas o aplicarlo en disputas insignificantes. »¡Deberíamos insistir en tener razón únicamente en casos excepcionales! Pero que errado es el hábito de discutir siempre sobre cuestiones y temas sin importancia. »Solo en los casos en que los conceptos errados de nuestro interlocutor puedan dañarlo seriamente a él o a otras personas, es que es necesario mostrar firmeza en la declaración de nuestra posición. Y además, la confianza en la corrección de las palabras y acciones de otros —debe ser confirmada por la aprobación de Dios— que debemos aprender a sentir. »Si uno desarrolla el hábito de discutir por tonterías, entonces, cuando se trate de cosas realmente importantes, nuestra opinión no será escuchada ni tenida en cuenta. ¡La costumbre de objetar siempre a nuestro interlocutor —es verdaderamente dañina—!… »¡Y la renuencia a escuchar un punto de vista diferente al nuestro, así como la actitud de pensar en nuestro interlocutor como un enemigo o un tonto, indica un grado extremo de egocentrismo propio! »¡Es de lo más conveniente cultivar el hábito de la introspección y la autoobservación! »A veces, el deseo de objetar al interlocutor no se manifiesta con palabras, sino que se acumula en objeciones mentales y emocionales cada vez mayores. Esta acumulación de negatividad conduce inevitablemente a situaciones de conflicto futuras que pueden escalar. ¡Por ende, es fundamental ante estas situaciones tomar nota de nuestras propias limitaciones! —Entones, ¿qué debo hacer si realmente no estoy de acuerdo con él? —Preguntó uno de los jóvenes. —¡Dios proveyó a la gente con el libre albedrío! Esto es, entre otras cosas, la libertad de pensar y evaluar lo que está sucediendo de acuerdo con el propio nivel de desarrollo. Así, todos en este mundo poseen libre albedrío, ¡y debe ser respetado! »Únicamente si el pensamiento del interlocutor amenaza con ser dañino y peligroso para él mismo o para los demás, tiene sentido intentar detenerlo o corregirle. ¡Pero todo esto debe hacerse en medio de emociones de paz, amor y respeto! »Ahora bien, si no puedes respetar y amar a las personas con las que surgen conflictos incesantemente, tiene sentido detener tal comunicación. E incluso en ese caso, no debe haber ni desprecio, ni disgusto, ni odio por el otro. Simplemente las personas se separan y obtienen individualmente en sus vidas nuevas lecciones de Dios, de acuerdo con los nuevos caminos que elijan tomar. »La violencia de pensamiento es un tema muy interesante y debe entenderse y estudiarse profundamente. »Además, es importante desarrollar en uno mismo entre otras cosas: la capacidad de aceptar el error propio, de “bajar las armas”, de permitir que nuestro “gran yo” sea derrotado, de reconocerse uno como equivocado. También conviene aprender a mirar el problema o la situación a través de los ojos del interlocutor, esto es —aprender a comprender cómo piensan los demás—. También es importante aprender a expresar nuestra opinión con calma y razonabilidad. Todo esto y más se puede aprender de tales discusiones. Esto desarrolla la capacidad de pensar de forma independiente y de comprender a los demás de una manera más profunda. »Y esto es útil —no solo para los ascetas que se han embarcado en el Camino espiritual—. Sino que es de vital importancia para una vida armoniosa en familia o en agrupaciones más numerosas de personas. »Incluso en las relaciones entre estados, esto sería muy útil y podríamos llamarle —una política sabia—. Sin embargo, es una lástima que los políticos y diplomáticos utilicen habitualmente la capacidad de reconocer la dirección de pensamiento y los planes de acción de gran alcance de sus interlocutores, solo para engañar a sus oponentes y asegurarse la “victoria supremaˮ sobre sus adversarios… e inclusive sobre sus aliados. »Muy a menudo, las guerras sangrientas entre los pueblos suceden por disputas basadas en la ambición de los políticos que no quieren ver más allá de los intereses propios o los de una u otras pocas personas que le sean afines, y por supuesto, no toman en cuenta las posibles consecuencias desastrosas para el resto de las muchas comunidades. También, ignoran las serias consecuencias kármicas que ellos mismos traen a sus encarnaciones presentes y futuras. »Es importante tener muy claro que las personas que tienen un gran volumen de conciencia y una voluntad fuerte —al estar convencidos de que tienen razón— tienen un efecto muy fuerte en las personas con almas pequeñas. Tales líderes notan esto y comienzan a controlar el pensamiento de las multitudes, subordinándolas, y paralizando con su fuerza grotesca la aún débil capacidad de pensar y distinguir de las personas poco desarrolladas. »Es triste ver cuando tales líderes usan su poder para subyugar la mente de los demás, enfocados solo en su lucro material o gloria personal… »Lo mismo se puede observar en algunos líderes religiosos… »Es por ello que en el Camino espiritual es tan importante aprender a rastrear y reprimir nuestro deseo de someter el pensamiento de los demás, incluso en temas insignificantes. —Maestro, ¿y por qué no nos prohibió de inmediato discutir entre nosotros de esta manera? —Uno debe desarrollar la capacidad de pensar, comprender al otro, tener su propio punto de vista y no obedecer ciegamente las opiniones de los demás, incluso de parte de aquellos con influencia y autoridad. Yo no soy feliz si mis alumnos simplemente toman con fe todo lo que digo, o todo lo que leen en mis libros. Tampoco, si actúan de una forma u otra sin estar de acuerdo, tan solo por temor a Mí o a que yo los considere como parte del grupo que da problemas. »Ahora, espero que hayan logrado ver la situación desde diferentes puntos de vista, y no solo por ser obedientes harán lo correcto, sino que podrán desarrollar las cualidades del amor, cuidado y sabiduría en el dominio de la capacidad de pensar, hablar y escuchar.
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