Corazón espiritual/Egipto EgiptoAhora tenemos información histórica suficiente sobre la existencia en el antiguo Egipto de un foco de la más alta cultura espiritual [17,24,40,48]. Los egipcios recibieron ese conocimiento directamente de los atlantes. Incluía una descripción del Dios Supremo (el Creador, el Primordial), Quien se manifestó a Sí Mismo tanto como Ra (un estado activo del Creador que se puede comparar a la Llama Divina) y como Amón (otra Manifestación —la no-Ígnea- del Creador). Los egipcios también sabían cómo puede uno conocer a Dios y desarrollarse uno mismo hacia la Divinidad. Los faraones eran los líderes espirituales de Egipto. Sus asistentes eran los supremos sacerdotes de la gran pirámide egipcia, que fue construida por los atlantes con el propósito de ser un centro educativo (pero no, en absoluto, como un sepulcro). De entre la población del país los supremos sacerdotes seleccionaban a aquellos que eran dignos de recibir el más alto conocimiento espiritual y luego les entrenaban. Para el resto de la población se llevaban a cabo mayormente las ceremonias religiosas rituales, destinadas a fortalecer la fe y elevar la moral. La lista de los peldaños principales de la ascensión espiritual que los discípulos dignos estudiaban en Egipto consistía en la purificación inicial de la conciencia que mora en el cuerpo, seguido por el desarrollo gradual del alma, y el conocimiento y la exploración de estratos cada vez más sutiles del espacio multidimensional, hasta la Unión con el Creador. ¡El orden de estas etapas y los resultados provisionales de su dominio resultaron ser sorprendentemente idénticos a los que Dios nos enseña aquí, en Rusia, miles de años después de que tuvieran lugar aquellos misterios egipcios! Esto indica claramente que esas etapas son de carácter universal. La antigua civilización egipcia también ayudó a muchas almas a alcanzar la Victoria completa en su evolución. Esto fue posible, entre otras razones, porque los sacerdotes egipcios, siempre teniendo en cuenta la tragedia de la Atlántida, hicieron esfuerzos para prevenir que los individuos indignos pudieran acceder a las más altas técnicas psicoespirituales. «Mantuvieron sus conocimientos en el más estricto secreto, por lo que el mismo nombre de Egipto en sí llegó a ser asociado... con el más grande misterio. »(...) La mayoría de los que alguna vez habían llamado a las puertas de los templos de misterios nunca consiguió ser admitida allí; de los que ingresaron, muchos sobrecargaron sus nervios o simplemente se volvieron reacios a someterse a la iniciación debido al creciente nivel de dificultad de las pruebas que tuvieron que pasar antes de ella. Gracias a este proceso de aventamiento, (...) los misterios se convirtieron en una de las instituciones más cerradas de la antigüedad, y los secretos que se ocultaban tras las herméticamente cerradas puertas de los templos se confiaron sólo a quienes habían hecho un voto solemne de no sacarlos de allí nunca. Todos los que habían logrado atravesar esas puertas pertenecían por el resto de sus vidas a la sociedad secreta de aquellos que seguían viviendo entre las masas no iniciadas, pero perseguían metas más altas». [24] ... Empero la civilización egipcia murió, así y todo, por la misma razón que la atlántica. En el comienzo de la decadencia de la más alta cultura espiritual en Egipto los fundamentos de la religión fueron distorsionados. Por encima de todo, el objetivo principal de los esfuerzos espirituales —la Unión con el Creador— se olvidó. Y lo que se enseñaba no era más que una práctica de existencia «monádica» de la conciencia individual fuera del cuerpo. Más tarde, como en el caso de la Atlántida, la magia negra llegó a ocupar el lugar de la espiritualidad. Paul Brunton escribe lo siguiente sobre esto [24]: «(...) La profecía de Hermes —uno de los más antiguos profetas— se hizo realidad. Él dijo: “Oh, Egipto, Egipto, (...) de tu religión no quedará nada, salvo las leyendas y palabras esculpidas en las piedras, las últimas testigos de tu pasada piedad. Símbolos (...) serán erróneamente llamados dioses, y Egipto será declarado culpable de adorar a los monstruos del infierno (...)”. »Con el tiempo el control de los misterios se transfirió a indignos individuos egoístas que trataban de utilizar la tremenda autoridad de los misterios para sus propios fines. Incluso faraones nobles a veces se inclinaron ante su voluntad perversa. Numerosos sacerdotes comenzaron a participar en la realización de rituales horribles y a usar conjuros siniestros de magia negra, y se convirtieron en agentes de las oscuras fuerzas del mal. Algunos de ellos se transformaron en (...) auténticos demonios en forma humana, que invocaban a los más repugnantes personajes del infierno para sus no menos repugnantes fines. En los más sagrados lugares la espiritualidad fue expulsada por la brujería. Bajo las condiciones de oscuridad espiritual y caos que fraguaron en Egipto los misterios pronto perdieron su carácter original y elevado propósito. Conforme pasaba el tiempo, la búsqueda de candidatos dignos para la iniciación se fue volviendo una tarea cada vez más difícil, y así su número fue menguando sin cesar. »Y llegó el momento en que los poseedores del más elevado conocimiento (...) empezaron a desaparecer rápidamente, partiendo a otros mundos para no volver. Las personas malvadas tomaron su lugar. »Los pocos que se quedaron más tiempo que los demás no podían llevar a cabo, como antes, su misión espiritual; lo único que podían hacer es llorar su lamentable suerte. Siempre preparados para morir, iban cerrando sus libros sagrados, abandonando triste pero serenamente los templos y bóvedas subterráneas y, posando una última mirada en sus antiguas moradas, en silencio se fueron marchando (...)». Dios decidió no destruir toda África por causa de eso. Pero Egipto se sumió en una guerra con los países vecinos, perdió su independencia y, al paso que los conquistadores se iban sucediendo unos a otros, la antigua cultura quedó totalmente destruida.
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