English Español Français Deutsch Italiano Český Polski Русский Română Українська Português Eesti 中文 日本

Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Parte Dos
 

Leyenda de Rada y Alexey/Parte Dos


Parte Dos

Capítulo Uno:
La Niñez de Rada

Radomir abrazó a Su pequeña hija, la besó, acarició su cabello castaño-claro, y la sentó en su caballo. Rada miró a su padre con perplejidad.

—¡Cómo has crecido! ¡Te convertirás en una belleza! —pensó Radomir. Pero, con voz tranquila, dijo algo bastante diferente:

—¡Apresúrate donde tu abuelo! ¡Dile que les pido a todos que se vayan! Que se vayan —¡rápido!— ¡Él sabe que hacer!

—¿Y tú?

—¡Galopa, hija mía! Galopa —¡lo más rápido posible!— ¡Galopa!

… Radomir silbó de una manera especial —y el caballo salió corriendo—.

Rada nuevamente se dio vuelta y vio que su padre con confianza y lentamente fue hacia donde se podían escuchar los gritos.

Caminó, y arriba de él había una enorme cúpula de la Luz-Fuego Divina, Que parecía proteger del desastre tanto a Rada como a toda la gente de la comunidad…

Caminó hacia el lugar donde la muerte esperaba su cuerpo. Él sabía esto. La pequeña Rada no sabía esto todavía, pero sintió que todo a su alrededor de repente no era como debería ser —en el mundo de amor y armonía, luz y alegría, en el que ella había vivido y crecido hasta este día—…

Ella recordó a su padre en esta manera: calmo, fuerte, y conectado con el Fuego Divino, con el Poder de Dios —él fue a la muerte para que sus discípulos jóvenes no perecieran en las torturas terribles, y para que todas las personas de su comunidad pudieran escapar del peligro inminente—.

Sólo más tarde, cuando Rada se hizo mayor, conoció los detalles. Radomir fue solo a ese asentamiento, donde un destacamento armado, liderado por un voivoda y un obispo, ya habían entrado, habiendo sido enviados allí para «reprender»: a quien predicaba allí «herejía» y «provocaba» a la gente…

Ellos los amenazaron con tortura —para que la gente expusiera a quien les había enseñado—. Pero Radomir fue a los verdugos él mismo —para que nadie fuera matado o herido y para que Su comunidad lograra salir de estos lugares sin ser vistos, sin ser rastreados—. Él hizo esto —a costa de su propia vida—.

El abuelo de Rada, Blagoslav, el decano de la comunidad, había logrado en cuestión de horas reunir a toda la gente y alejarlos de la muerte, escondiéndose en los bosques de difícil acceso de la vasta tierra rusa. Fueron muy lejos de los lugares donde Rada nació y creció.

En ese tiempo, Rada solo tenía ocho años.

* * *

Desde que Rada podía recordar, siempre había sentido que su padre era la persona más importante de su niñez. La madre de Rada murió poco después de que nació Rada. Radomir —con todo Su cuidado y amor— inmediatamente se convirtió para Rada en una madre tierna y en un padre afectuoso, sabio, y fuerte.

Poco a poco, abrió para Rada el conocimiento de todo el mundo con toda su armonía y belleza. ¡Sus manos fuertes, gentiles, y confiables siempre estaban cerca, listas para apoyarla en cualquier momento!

El propio Radomir le enseñó a su hija todo desde la infancia: a caminar, hablar, pensar, mirar el mundo a través de los ojos del alma, y buscar las respuestas a las preguntas que tenía. Le enseñó a Rada a ser valiente y diestra, como le enseñaría a un hijo, a quien su amada esposa no logró dar a luz. Le enseñó a Rada también lo que las madres usualmente enseñan a sus hijas. Y a Rada —le encantaba cuidar a su padre—, haciendo todo lo posible para ser una hábil e inteligente anfitriona en su casa.

Radomir era el único hijo de la cabeza de la comunidad —el decano Blagoslav—.

Su comunidad no era usual. Vivieron cómo la gente solía vivir en Rusia antes del advenimiento de la ortodoxia —en los muchos clanes y comunidades que se habían establecido—. Durante muchos siglos —y de generación en generación— la gente de su comunidad intentó preservar sus antiguas tradiciones y conocimientos.

Pero no era fácil vivir así. Tales comunidades ya no existían, y si existían, Blagoslav y los miembros de su comunidad no sabían nada de ellos. Y por las creencias que ahora se llamaban «paganas», las comunidades podían ser expulsadas de sus lugares de asentamiento y, lo que es peor, podían ser castigadas con tortura y muerte como «herejes». Por lo tanto, vivían en los bosques más remotos. Y la paz de las familias estuvo siempre resguardada por guerreros fuertes. Observaron los alrededores desde árboles altos o rodeaban el distrito a caballo. Y, en el caso de «invitados inesperados», estaban listos para llevárselos lejos del asentamiento o advertir a todos a tiempo sobre el peligro.

Radomir algunas veces llevó a Rada con él en tales patrullas. Rada amaba especialmente estos «días importantes».

Para ese entonces, ella ya había aprendido a montar a caballo y caminar o sentarse en un escondite tan silenciosamente que nadie se daría cuenta.

Radomir le enseñó a su hija a notar todo lo que una persona puede aprender del bosque: las huellas de las bestias y los pájaros, sus voces, y los signos del comportamiento diferente de los habitantes del bosque. Radomir le enseñó cómo no molestar a los habitantes del bosque, y cómo ganarse su confianza. Y —cómo—, al observar su comportamiento, descubrir mucho sobre lo que está sucediendo alrededor.

Y cuando miraban a lo lejos desde colinas altas o se quedaban a pasar la noche en plataformas especiales en las copas de enormes árboles, desde donde se veían muchos kilómetros, —a Rada le pareció que toda la Tierra estaba revelando sus vastas extensiones y sus secretos mágicos—.

Rada amaba especialmente a uno de estos pinos. Desde su cima, todos los árboles circundantes parecían olas verdes, y también se podía ver — prados desbordados y la llanura aluvial de un río con un patrón extraño del cauce—.

* * *

Una vez, se quedaron en la cima de este pino durante una noche de verano entera. El clima era claro, casi sin viento. Las estrellas resplandecían, parecían especialmente brillantes. La luna naciente iluminó increíble y hermosamente las copas de los árboles. A la luz de la luna, el río era mágicamente azogado por la niebla.

Radomir extendió su capa sobre el piso del mirador de madera en la cima del pino y envolvió a Rada, protegiéndola del frío de la noche:

—¡Duerme, hija mía! ¡Por la mañana, te despertaré temprano, y nos encontraremos con el sol!

… Pero Rada no podía quedarse dormida. Ella estaba acostada sobre su espalda admirando el resplandor estrellado. Ella estaba llena de arrobamiento y reverencia. En silencio, tomó la mano de Radomir:

—Papá, ¿quién ha creado todo esto —toda esta belleza—?

—¡Dios!

—Pero ¿cómo?

—¡A través de Su Amor y Poder! Él ha puesto las Partículas de Sí Mismo, de Sus Energías Vivas, en todo lo que existe. Al densificarlos en varios grados, Él creó todo.

»Al principio, ideó todo esto, y luego le dio como un empujón para asegurarse —de que todo aquí apareciera, viviera, se desarrollara, y mejorara de acuerdo con Su Plan—. ¡En todo lo que Él ha creado, hay Partículas de Su Amor y Poder Infinito!

—¡Él tiene que ser muy grande y fuerte, si pudo hacer esto!

—¡Dios muchas veces creó tales mundos hermosos! Y luego —de cada mundo— las Grandes Almas regresaron en Él: el Creador-Padre. Estas Almas crecieron hacia Su Majestuosidad en esos mundos. Fluyeron en Él, como este río fluye en el mar. En la inmensidad del océano, el río y el mar, se vuelven uno.

… Rada recordó cómo una vez fueron a mirar el mar. Era el mar del norte —y había un río tranquilo que se convirtió en uno con el mar en este lugar—… En ese tiempo, Rada no pensó en absoluto sobre cómo se fusionan las aguas del río y las del mar. Ella solamente admiraba el esplendor del espacio y las gaviotas planeando…

Y ahora, su padre la ayudó a recordar lo que fue grabado por el alma en ese tiempo —a saber, qué tan fuerte y vívida era esa majestuosa Belleza—.

Radomir continuó:

—Justamente como el río se convierte en el mar, así todas las Grandes Almas se vuelven Uno con Dios-el-Creador. Podemos llamarlos Dioses. Después de la conexión con el Creador —pueden crear mediante la Fuerza Común—, creando mundos hermosos y llevando a cabo otras acciones de lo Divino —tanto grandes como no muy grandes—.

»Y cada persona puede tratar de convertirse en tal Representante de Dios, Quien es visible como un gran Sol Divino.

—¿Y, te convertirás tú en el Sol Divino?

—¡Trataré!

—¿Y yo —también—?

—Sólo si quieres esto. El hombre es otorgado por Dios con el derecho de elegir cómo debería vivir.

»Ya te dije que cada ser tiene una Partícula de las Energías Divinas. Esta Partícula puede ser cultivada por una persona hasta la Grandeza. Y tal persona puede comenzar a aprender todo lo que Dios puede hacer.

—¿Y dónde está tal Partícula de Dios en mí?

—Aquí, en el corazón espiritual, donde nace el amor. Tú misma puedes comenzar a aprender cómo sentirlo. Este es un centro especial, en el que el hombre puede ver y oír a Dios, y sentir Su Amor.

—¡Sí, recuerdo cómo explicaste esto! ¡Y ahora existe tanto de este Amor aquí: en mí y en todas partes a mi alrededor!

—¡El Poder más grande en el universo es el Poder del Amor! Por este Poder, todo está construido.

—Pero, ¿cómo?

—Por la misma manera en que estás haciendo las cosas. Por ejemplo, tú misma primero ideas algo, y luego inviertes amor y fortaleza de alma y cuerpo —para implementar esta acción—. Dios hace lo mismo. Y resulta que ya puedes comenzar a aprender todo de Dios. ¡Pero, la única diferencia es que Dios sabe y puede hacer —mucho más que nosotros—!

… Radomir explicó todo con estas palabras simples, y también ayudó a Rada con el estado de Él Mismo como un Alma para comenzar a comprender y aprender los Misterios del universo.

… Y en la mañana, se encontraron con el amanecer. Por encima de la extensión, que estaba cubierta por una tierna y dorada-rosada niebla matutina que era ilimitada como el mar, —¡el sol salió—! ¡Fue la Grandeza de la Belleza y el Silencio!

… ¡Todo esto, junto con el recuerdo de las palabras de su padre sobre el Divino Sol, fue tan significativo para Rada!

Y Radomir —en ese Silencio— dijo sólo unas pocas palabras sobre cómo en el corazón espiritual del hombre el amor puede brillar como el sol naciente, que acaricia a todo lo vivo con sus rayos.

* * *

De esta manera, Rada creció y estudió.

Mucho más era contado por Radomir a su hija sobre Dios-el-Creador y sobre la viviente Madre Tierra —el hogar para todos los hijos de Dios que viven en ella—. Todo este conocimiento estaba entretejido en la vida de Rada —y esto no le parecía a ella… como algo extraño e inusual—.

Sobre Sus asuntos «adultos», a los que Radomir se marchó a veces por un largo tiempo, no le contó nada a la pequeña Rada.

Y las acciones, concebidas por él, no se llevaron a cabo únicamente. Él enseñó a la gente de otras aldeas —el conocimiento sobre Dios—, que se había desvanecido gradualmente en la Tierra frente al trasfondo de severas represiones religiosas.

Algunos de esos discípulos de Radomir eventualmente se convirtieron en miembros de su comunidad espiritual, que vivieron de acuerdo con las Leyes Divinas.

En ese tiempo, no lejos de su comunidad, algunos Viejos Creyentes, huyendo de una masacre, se detuvieron en un campamento. Se quedaron sin un sacerdote, quien los había traicionado. Ellos mismos no aceptaron la «nueva fe», y quisieron permanecer fieles a Dios, tal como ellos mismos lo entendían. Decidieron esconderse en el bosque, pero no sabían cómo vivir más allá espiritualmente.

El decano Blagoslav no quería llevar inmediatamente a esas personas a su comunidad, pero permitió que Radomir los ayudara, enseñándoles.

—Si les enseñas adecuadamente, entonces veamos qué destino Dios preparará para ellos.

… Pero no todo salió según lo planeado… No fue posible rescatar a los discípulos de Radomir, y él no logró enseñarles mucho. Y la comunidad misma —perdió su lugar de habitación—, y ahora se fueron al este cada vez más lejos de los asentamientos, pueblos, y aldeas…

Ellos fueron —ya sin Radomir—…

* * *

El camino fue duro. Tomaron sólo las cosas más necesarias…

No había carretas. Los caballos fueron llevados adelante, habiendo sido cargados tanto como fue posible. Se abrieron paso a través de los matorrales.

El decano Blagoslav no mostró lo difícil que era para él. Guió a la gente con firmeza, con su propia fuerza y voluntad, dirigiendo tanto el progreso como la vida entera de la comunidad, que se fue en este vagar.

En su memoria, esta no era la primera vez… Pero nunca había sido tan difícil como lo era ahora…

No vaciló por largo tiempo, eligiendo entre llevarse a la gente —o tratar de reunir a todos los hombres de la comunidad, para tratar de salvar a su único hijo—… Pero esa elección creó una herida dolorosa en el alma que no se cerró… Entendió claramente que no podían resistir al ejército —y que todos perecerían—. Tomó la única decisión correcta… Y ahora estaban caminando, caminando, y caminando…

… Rada le preguntó al abuelo acerca de su padre:

—¿Papá nos alcanzará pronto?

… El abuelo la abrazó, la miró a los ojos, y dijo en voz baja:

—¡Ya has crecido, mi amada Rada! Debes entender: ¡tu papá no nos alcanzará! Él ya está allí antes de nosotros, donde viven las almas sin cuerpos, donde vive tu madre. Él está allí ahora… ¡Ahora solo tú y yo permanecemos en este mundo de todos los de nuestra familia!

… Así que, ese fue el final de la despreocupada niñez de Rada…

<<< >>>
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
 
Página principalLibrosArtículosPelículasFotografíasSalvapantallasNuestros sitiosEnlacesQuiénes somosContacto