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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo Siete: La Vida sin el Anciano Nicolás
 

Leyenda de Rada y Alexey/Capítulo Siete: La Vida sin el Anciano Nicolás


Capítulo Siete:
La Vida sin el Anciano Nicolás

La vida de Alexey pasó en oraciones y trabajo simple.

Invierno largo, primavera maravillosa, verano corto, otoño, después del cual volvía otra vez el invierno severo… Una y otra vez, era necesario encontrar en sí mismo más y más de la Luz de Dios y menos y menos estar triste por las imperfecciones de este mundo.

Gradualmente, ¡la vida de Alexey se llenó cada vez más con la Presencia de Dios!

El anciano Nicolás se puso muy débil de cuerpo…

A veces, pedía la ayuda de Alexey para levantarse de la cama y arrodillarse ante la imagen. Y, a veces pasaba, que no se levantaba en absoluto para orar.

Él se volvió —como transparente—, como si el alma ya no se aferrara al cuerpo, sino que se movió a un mundo completamente diferente.

Una sonrisa brillante estaba en los labios del anciano todo el tiempo, como si ya hubiera visto su morada en el paraíso…

Así que, silenciosamente, con una sonrisa en los labios —partió de esta vida—.

… Era como si Alexey hubiera quedado huérfano sin el anciano Nicolás.

Apenas podía acostumbrarse a la soledad total.

Mientras el anciano Nicolás estaba allí —¡todo era más fácil!—

El anciano guió la rutina de toda su vida. Y había una sensación de que con cada día que pasaba, se acercaban con las almas al Reino Celestial por las almas.

Pero en la soledad —Alexey no trabajó ni siquiera para mantener la normalidad de las oraciones ante Dios y la regularidad en la vida—.

A veces estaba abrumado con un ardiente amor a Dios, ¡la vida estaba llena de un sentido de la Presencia de Dios cerca! Y parecía que con soló un poco más —¡se le revelarían todos los secretos desconocidos!—…

Pero luego volvía la sensación de que le faltaba hacer lo más importante, ¡y que estaba desperdiciando su fuerza, y que el bien y el amor en la Tierra no se incrementaba por sus labores espirituales, y que la calidez y la luz no llegaban a los hijos de Dios!

Alexey llevó a cabo ayunos más estrictos, toda su vida se volvió más ascética. Agotó el cuerpo con hambre y oraciones incesantes, ávido por comprender el Mundo de Dios.

Pensamientos sobre el significado de su propia vida, sobre el propósito de estar aquí en la Tierra —llenaron a Alexey una y otra vez con insatisfacción por las formas solitarias de la vida monástica—.

Después de todo, ¡él no quería «salvar» a sí mismo solamente cuando aceptó el camino monástico! ¡Soñaba dedicar su vida a Dios y a la gente!

Leyó los Evangelios una y otra vez, tratando de aplicar a su vida lo que Jesús les dijo a Sus discípulos.

Y Alexey decidió comenzar a ayudar a aquellos quienes vivían en los pueblos de los alrededores.

Antes, también quería hacer esto, pero el anciano Nicolás lo disuadió diciendo: —¡No fuerces a las personas a vivir según tu fe, a tener fe según tus pensamientos! ¡Cada quien es responsable por sí mismo ante Dios!

Ahora Alexey decidió no instruir las vidas de las personas con su predicación espiritual, sino simplemente ayudar en lo que necesitaban, ya que: «todo lo que le hiciste a uno de estos hermanos y hermanas Míos, Me lo hiciste a Mí» (Mateo 25:40).

Y comenzó a ayudar a las viudas, los ancianos y los enfermos en su vida difícil. Reparó techos con goteras, limpió los pozos, cortó leña, escribió peticiones…

Él mismo definió esto como su obediencia monástica. Y fue más alegre para él debido a la alegría y la sorpresa de aquellas personas quienes no esperaban la ayuda de nadie —ni de Dios ni de las personas—.

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