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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo diez: El Gran Caminante
 

Saga de Odín/Capítulo diez: El Gran Caminante


Capítulo diez:
El Gran Caminante

Era temprano por la mañana en la ciudad. Un gran río lleva poderosamente sus aguas transparentes hacia el mar. Los malecones de granito desiertos a esa hora. Una neblina ligera se mueve lentamente sobre la superficie tranquila del agua.

Unas gaviotas con alas blancas planean sobre el río y con sus voces hacen recordar las vastedades del mar.

Es el lugar de mis encuentros con Odín en la ciudad. Él me había citado aquí y yo vine. La frontera de Su gigante Cuerpo no material de Luz estaba muy perceptible aquí, y cuando la cruzaba, parecía que salía del mundo de la materia y entraba en el espacio donde existe sólo Dios.

¡Odín salió a mi encuentro manifestando no sólo el Amor, sino también la Amplitud y el Poder de Su Divina Grandeza!

Le pregunté:

—¿Acabaremos de escribir la saga hoy, Odín?

—¡No te adelantes a Mí deseando saber cómo termina la historia de Olaf! ¡Permíteme contar todo lo que Me he propuesto!

Él me sumergió en el Silencio desde el cual, como olas, comenzaron a surgir Sus palabras:

—¡Mira alrededor y hacia lo profundo! ¡Y conóceme totalmente y en todas partes!

»¡Ve como Yo vivo en la Creación hecha por Mí siendo el Amor Tierno Que llena todo!

»¡Ve que existe sólo la Vida, la Vida de Dios en el universo!

»Y esta Vida está presente en todo: en cada hierbecilla, en las rocas de granito, en las gaviotas que planean aquí y en las personas que van por su camino terrenal.

»Las almas justas crecen transformándose en Amor sutil para alcanzar el Éxtasis y el Poder provenientes de la Unión con el Amor Divino Que crea todo.

»¡Amando a todas ellas, cuidándolas y corrigiendo a los desviados sabiamente, estoy esperando a los dignos en Mi Casa Eterna, donde todos quienes la alcanzaron forman el Único Océano del Creador, en el cual todos son Uno!

Por mucho tiempo las palabras de Odín fueron enmarcadas sólo por un Silencio transparente.

Después de algún tiempo, pregunté:

—Dime, Odín, ¿qué podemos cambiar en este mundo?

—No mucho...

»No obstante, podemos enseñar a las personas a sonreír en vez de fruncirse y condenar a los demás buscando o inventando sus defectos.

»Podemos enseñarles a tener una actitud cordial hacia aquellos que están cerca, podemos enseñarles a ayudar al prójimo.

»Podemos explicar cuán dañino es y destructivo para uno mismo odiar, envidiar y tener celos.

»¡Podemos intentar enseñar a las personas a temer menos a la vida y a apreciar las maravillosas posibilidades de la transformación de uno mismo y del mundo alrededor! ¡Pues Dios está cerca y está dispuesto a estirar Su Mano de Ayuda a cada uno que lo merece y lo desea!

»¡Podemos dar a entender a las personas que todos sus pensamientos y emociones son como un libro abierto que Dios puede leer muy fácilmente y que nada está oculto ni puede ser ocultado de Su Omnisciencia!

»¡Podemos enseñar a las personas a observar las manifestaciones de lo Divino en sus vidas!

»¡También debemos explicar cómo uno puede tratar de no hacer daño a nadie y de no violar la armonía! ¡Y pues todo esto es tan simple!

»¡Podemos regalar la llave que abre la puerta del corazón espiritual! ¡Pues es el corazón espiritual abierto y correctamente desarrollado que permite aprender a ver y a escuchar a Dios y, en lo sucesivo, recibir directamente Su guía en la vida!

»Así vivió Olaf ayudando a las personas a conocer la Verdad sobre Dios.

»Quien ha conocido la Verdad dirige el crecimiento y desarrollo de las almas. Tal es la actividad de Dios Quien trabaja estando encarnado en la Tierra.

»¿Puede hacer mucho Dios viviendo en un cuerpo similar al cuerpo de una persona ordinaria?

»Las Almas Divinas han venido muchas veces a la Tierra para hacer llegar la Verdad a las personas. ¡Sin embargo, el Conocimiento Divino no se guarda por mucho tiempo sin ser tergiversado! Normalmente, sólo pocas personas resultan capaces de comprender toda la profundidad de las Enseñanzas y alcanzar la Morada de Todos los Perfectos bajo la guía de los Grandes Maestros.

* * *

Han pasado tantos años que las personas olvidaron hace mucho tiempo la historia sobre el mercante Olaf y su esposa Anika. Pasaron generaciones. Bisnietos de aquellos que eran contemporáneos de Olaf crecieron y tuvieron sus hijos.

El Gran Caminante andaba por la tierra. A pocas personas se abría Su Grandeza. Su ropa era simple. Una capa con capucha protegía Su cuerpo de los vientos y del mal tiempo y también servía de cama. El Caminante no tenía ni espada ni arco, sólo un bastón y un cuchillo en el cinturón, que le eran útiles en el camino.

Él tenía dos compañeros de viaje: un lobo blanco llamado Trugvi, lo que significaba fiel, y un cuervo llamado Alvis, lo que significaba sabio.

Hace muchos años el Caminante recogió a ese cuervo cuando todavía era corvato y le curó el ala rota, y en otra ocasión salvó al lobezno blanco de una trampa.

Ambos animales salvados se convirtieron en Sus compañeros de viaje por muchos años, y hay que decir que la vida de Él superaba en duración la de los mortales.

Él caminaba por la tierra en Su cuerpo similar al de una persona ordinaria. Tenía el cabello ondulado hasta los hombros, blanco como la nieve, la barba blanca, la postura de un joven, el paso ligero, los hombros robustos y los brazos de un hombre maduro, llenos de una fuerza extraordinaria. Él también tenía la mirada resplandeciente de Aquel Que mira todo lo que sucede en el mundo desde las Grandiosas Profundidades Divinas.

El cuervo volaba alto en el cielo, y a veces decía algo a Olaf con sus suaves graznidos guturales, y Olaf comprendía su lenguaje.

Se podría pensar que el cuervo veía más lejos, pero no era así. No importa a qué distancia Alvis podía ver en la altura, Olaf podía ver a más distancia.

¡La Figura Resplandeciente de Luz con el Rostro de Olaf ocupaba las vastedades, subía hasta el cielo y atravesaba con los Flujos del Poder Divino todo el espacio como si no hubiera tierra firme!

Él procedía de las Profundidades a las Cuales las almas pequeñas no pueden mirar. Él podía ver cualquier rincón de la Tierra y llegar a saber todo lo que necesitaba sobre cualquier alma. ¡Todo lo que requería se abría fácilmente a la mirada de esta Alma Divina! Se podía pensar que el enorme lobo Trugvi servía de una buena protección para el Caminante desarmado. Pero el Poder de Olaf era diferente. Este Poder procedía del Océano del Poder Divino Que da a los Soberanos de Poder el derecho a usarlo según la Gran Voluntad de Todos los Perfectos.

Olaf estaba acostumbrado a vivir como el Caminante Que recorría las tierras y ponía orden allí donde Su intervención era apropiada.

Estaba acostumbrado a que podía percibir a cada ser tan claramente como a Sí Mismo. Él podía experimentar el crecimiento de una avecilla, la inmutabilidad de los peñascos de granito y la calma de los imponentes árboles. También veía y experimentaba a cada persona muy claramente. Sólo tenía que dirigir la mirada del alma y podía saber los pensamientos de la persona, sus emociones, el pasado de esta alma y su posible futuro. Al hacerlo, Él, sin embargo, permanecía Uno con el Océano Todopoderoso de Amor, Sabiduría y Poder, Que engendró y mantiene la Vida en todo el universo.

Olaf se convirtió en uno de los Soberanos del universo y sostenía todas las vidas individuales en la Tierra con Su Amor y Poder, el Poder Que emanaba de las Grandiosas Profundidades, donde existe sólo el Océano de Dios no dividido en individualidades.

Olaf miraba todo lo que pasaba desde estas Profundidades.

Él sólo tenía que estirar Su Brazo y podía experimentar en Su palma los barcos en el mar tormentoso y en el mar calmado, las ciudades con sus numerosos habitantes, los bosques y los mares con sus seres. ¡No había límites para su Omnipresencia!

La Sabiduría de los Dioses estaba a Su disposición, y Él podía obtener cualquier conocimiento en esta Fuente de la Sabiduría.

Cada palabra Suya y acción alcanzaban la meta, por eso Él no pronunciaba palabras superfluas ni realizaba actos innecesarios.

* * *

A muchos de Sus amigos Olaf ya había conducido al «Puerto Divino». Ahora Ellos estaban con Él en la Gran Casa del Primordial y también realizaban Su Trabajo en la ayuda a las personas, tanto en los países norteños como los sureños.

Run estaba entre Ellos. ¡Muchos poetas y otros escaldos oían, en los momentos de inspiración, Sus palabras que venían desde la Luz!

¡La partida de la vida terrenal del Gran Escaldo, Quien vivió Su vida valiente y notablemente, fue bella! Cuando el cuerpo de Run, atravesado por una flecha, estaba en los Brazos de Fuego de Olaf, mientras el Alma se sumergía en la Fuente Primordial de la Luz Divina, las personas vieron una sonrisa extática en los labios de Su cuerpo abandonado y se sorprendieron.

¡Y Run entraba en Su nueva Vida Divina, mientras Olaf y muchos otros aclamaban Su grandiosa Victoria!

Hace mucho tiempo en el país llamado Gardariki, Anika obtuvo un nuevo cuerpo y crecía. ¡Su nombre era diferente y su destino era bello! Muchos Dioses se preocupaban por su crecimiento.

A Olaf Mismo le gustaba estar cerca de ella. Él esperaba pacientemente el momento en el que esta alma obtuviera con sus esfuerzos la Divinidad completa en el Gran Camino y cumpliera todo lo que fue planificado para ella. Él esperaba el momento en el cual pudiera hacerla ingresar en la Casa Universal y decirle: «¡Te doy la bienvenida, Mi amada! ¡Has llegado! ¡Estás aceptada!».

Y muchos otros de los amigos de Olaf todavía continuaban su Camino encarnándose en nuevos cuerpos para desarrollar el Amor, la Sabiduría y el Poder, Que permiten recorrer la distancia que separa a una persona del mundo Divino. Y esta distancia no se mide en metros, sino en el grado de sutileza, belleza y poder del alma en proceso de transformación. Olaf se alegraba de ver entre aquellos que caminaban hacia la Luz a Sus compañeros de viaje que Le acompañaron en Sus navegaciones anteriores lejanas. Entre ellos, estaban Rijard, el timonel Vagni y su valiente esposa y muchos, muchos otros.

Olaf logró detener a un gran número de personas viciosas en su camino equivocado, cambiar su triste suerte y darles la comprensión correcta y la oportunidad de corregir su destino.

¡Él obtuvo muchos nuevos discípulos durante los siglos que pasaron!

Podía visitar cualquier casa en la Tierra, aunque era recibido de diferentes maneras. Y cambiaban los destinos de las personas según si ellos aceptaban o rechazaban los Regalos de Amor y de Sabiduría que el Divino Visitante les daba.

* * *

Eran los inicios de la primavera. Los niños Erik y Frida llevaban un balde con agua de un riachuelo por un sendero helado.

Eran muy pequeños: el niño tenía seis años y su hermana cinco. El balde era pesado. Ellos resbalaban con frecuencia y entonces el agua helada les quemaba con su frío. Finalmente, se detuvieron para descansar.

De repente, un gigante lobo blanco salió desde los árboles.

—¡Qué grande perrito! —exclamó Frida.

Erik, en cambio, comprendió que era un lobo y abrazó a su hermana protegiéndola con su cuerpo.

El Caminante con la capa y capucha salió del bosque detrás del lobo.

—¡No tengan miedo! ¡Es un amigo y no les hará daño! —dijo el Caminante a los niños.

El lobo blanco se acercó corriendo hacia ellos y empezó a lamer con su lengua caliente sus pequeños bracitos congelados.

El desconocido también se acercó más y dijo:

—¿Me permiten ayudarles a llevar este balde?

—¡Sí, señor! —contestó Erik.

—¡Entonces muéstrenme el camino!

Erik caminaba adelante y detrás de él, acariciando al lobo, caminaba Frida. Detrás de ella iba el desconocido con el balde y el cuervo volaba sobre ellos.

Cuando se acercaron a la casa, el lobo se acostó cerca del umbral y el cuervo se posó en el techo.

El niño abrió la puerta y dijo:

—¡Bienvenido a nuestra casa, señor! ¡Siempre somos felices de recibir huéspedes!

Eran las palabras que oía a menudo de sus padres.

Luego, ya dentro de la casa, él continuó con perplejidad:

—Perdónenos por el frío que hay aquí. Tampoco tenemos casi nada para darle de comer. Nuestro padre no regresa de la navegación ya por mucho, mucho tiempo y nuestra madre está enferma. Está durmiendo ya por tres días consecutivos. No podemos despertarla. La leña se acabó y la chamarasca se quema muy rápido y casi no da calor.

Erik puso en el fogón frío las delgadas ramas cubiertas de hielo, pero no pudo encenderlas.

El huésped puso el balde en el piso, en el lugar donde le indicaron, se acercó al fogón y una llama brillante y fuerte se encendió como si una brazada de leña seca estuviera allí.

Mientras tanto, Frida puso los vasos en la mesa y los restos de una tortilla seca de cebada en un plato.

El huésped dijo:

—Voy a intentar despertar a su mamá.

Él se acercó a la cama en la cual estaba el cuerpo inmóvil de la madre de Erik y Frida y se sentó en el filo.

—¡Despiértate, Solveig! —llamó Él a la mujer por su nombre, aunque ninguno de los niños Le había dicho—. ¡Regresa, Solveig! ¡Tienes unos buenos hijos que te necesitan!

Solveig exhaló profundamente y abrió sus ojos. Luego se irguió un poco sobre la cama, mirando con alegre asombro al desconocido, y dijo:

—¿Quién eres? ¡¿Y cómo puedes habitar en los mundos al otro lado de la muerte tan libremente como los Dioses?! Yo pensé que me había muerto.

—Los amigos Me llaman Olaf normalmente —contestó el huésped—. ¡Vamos a la mesa, Solveig! ¡Tus niños están hambrientos!

Olaf tomó Su bolso de lienzo y comenzó a sacar de allí diferentes comidas que luego puso en la mesa. Sacó pan caliente y suave, mantequilla, queso, miel, nueces y frutos secos. Todo esto no habría podido caber en Su pequeño bolso si uno intentara ponerlo allí.

Después de la comida, Frida preguntó:

—¿Puedo dar de comer a Tus amigos y compañeros de viaje, señor?

Olaf sonrió y le dejó hacerlo. Entonces los niños dieron de comer a Trugvi y a Alvis y después jugaron con ellos.

En la tarde, cuando Erik y Frida ya dormían, Solveig preguntó:

—¿Cómo puedo agradecerte por salvarme la vida, y no sólo la mía, sino de las tres personas. ¡Pues mis hijos no hubieran sobrevivido sin mí!

—Puedes agradecerme de una manera muy simple. Te enseñaré algo del Conocimiento Divino Sagrado, que es útil para cada persona, y tú lo enseñarás a tus hijos para que ellos, a su vez, enseñen a sus hijos y a otras personas acerca de cómo vivir según la Voluntad de Dios.

»Existe la fuente sagrada de amor que cada persona tiene. Es su corazón espiritual. Despertar esta fuente a la vida es la tarea que tú puedes ayudar a realizar a muchas personas.

»¡Es fácil enseñar al corazón de una madre a amar a todas las criaturas de Dios! Pues de la misma manera como una madre ama a sus hijos, ¡Dios ama a los Suyos!

»¡Con todo, Dios tiene un sinnúmero de hijos, porque todos son hijos para Él!

»De la misma manera como una buena madre cultiva lo bueno en sus hijos y corta las malas inclinaciones, Dios educa a las almas.

»Tu amor maternal, desarrollado ya por ti, ¡te ayudará a conocer un amor más grande, que puede crecer hasta la unión con el Amor de Dios!

»¿Qué se debe hacer para esto?

»Si aprendes a amar a todos los seres buenos con el mismo amor con el cual amas a tus hijos, ¡el amor en tu corazón espiritual crecerá y se multiplicará cada día!

Olaf se quedó en la casa de Solveig por varios días, porque era incorrecto devolver el alma al cuerpo sin transformar mucho en ella y sin enseñarle lo más importante.

Y cuando el corazón de Solveig encontró el sostén firme en Dios, Olaf continuó Su Camino.

* * *

En el centro de una aldea acaudalada, estaba una taberna.

Sus visitantes bebían cerveza a sorbos y hablaban de las últimas noticias.

El Desconocido Que llevaba puesto una capa con capucha entró silenciosamente, y nadie Le habría notado, sino fuera por Sus compañeros de viaje: un perro grande blanco parecido a un lobo y un cuervo sentado tranquilamente en Su hombro.

Los visitantes de la taberna comenzaron a reírse y bromear. Uno de ellos dijo:

—¿Será que Odín Mismo nos visita para tomar un poco de cerveza?

—¡No, Odín debe tener la capa azul y un sombrero puntiagudo! Además, Odín ¡sólo tiene un ojo! ¡Y debe tener dos lobos y dos cuervos! —dijo otro.

—¡Beberás un poco más y verás dos cuervos y dos lobos!

Con estas palabras, ellos se olvidaron del Caminante, Quien encontró para Sí un lugar alejado de ellos y no ordenó cerveza.

Pronto el regocijo de algunos visitantes borrachos se convirtió en una riña.

Y comenzaron a darse puñetazos.

Los que peleaban tiraron la mesa, y toda la comida cayó al piso.

Entonces, de un rincón distante de la taberna, salió un pobre viejo quien sobrevivía recogiendo las sobras que a veces dejaban los visitantes. Se acercó y se agachó para recoger el pan caído antes de que los pendencieros lo aplastaran con sus pies.

Pero ellos bruscamente redirigieron su atención al pobre viejo y gritaron:

—¡Lárgate de aquí, vagabundo!

—¡Permítanme comer este pan! ¡Ustedes ya no lo comerán y los empleados lo botarán cuando barran el piso!

—¡Nosotros hemos pagado por esta comida, y no tú!

»Pensándolo bien, ¡come, puerco!

Y ellos, con carcajadas y con puntapiés, tumbaron al viejo de manera que él cayó de cara sobre la comida del piso.

Este espectáculo produjo frenéticas carcajadas de todos los visitantes de la taberna excepto por el Caminante con Su lobo y cuervo. Olaf con tristeza observaba lo sucedido.

Luego Él acarició a Sus compañeros dándoles así el permiso para actuar.

El gigantesco lobo, enseñando sus blancos dientes, se lanzó sobre aquellos que humillaban al pobre viejo, mientras el cuervo les atacó desde arriba amenazando con arrancar sus ojos a picotazos.

—¡Aleja a estas bestias! —gritaron aterrorizados aquellos que comenzaron la riña.

No obstante, Olaf se apresuró en llamar a Sus ayudantes, el anciano recogió rápidamente el pan, se levantó y se puso a un lado, y Trugvi y Alvis comenzaron a comer lo que estaba regado abundantemente en el piso. Y hasta que su almuerzo no se hubiera terminado, los que golpearon al anciano no podían moverse. Pues sólo tenían que hacer un pequeño movimiento, y el lobo enseñaba sus dientes volteando la cabeza hacia ellos como si les estuviera avisando: «¡Sólo intenten moverse y serán la continuación de nuestro almuerzo!». Y el cuervo lo confirmaba con graznidos amenazantes.

Sólo cuando Trugvi y Alvis comieron todo, regresaron a Olaf.

El tabernero se indignó con todo lo que sucedía muy tardíamente y dijo:

—¡Retire estos monstruos, señor! ¡Hay que restaurar el orden aquí!

—No fueron ellos quienes perturbaron el orden. Por el contrario, ellos lo restauraron. El piso está limpio; los pendencieros están castigados; y el anciano tiene su pan. Si además ordenas darle sopa, ¡creo que el orden estará completo!

Olaf puso ante el tabernero el dinero por la sopa y continuó hablando dirigiéndose a todos los demás:

—He venido de lejos y he visto las extrañas reglas que ustedes llaman orden.

»Lo que pasó tuvo tantos espectadores. Ustedes se burlaban de un anciano pobre y de la comida esparcida por el piso.

»¡Parece que la vida en abundancia no beneficia a los habitantes de su aldea!

»Quienes han olvidado lo que es tener hambre, a menudo dejan de apreciar el trabajo que se invirtió en cultivar y preparar el alimento. Tales personas tiran fácilmente la comida pensando que con dinero comprarán más, cuando quieran comer.

»Para ellos, ya no les parece un crimen botar comida al basurero ante la vista de aquellos que sufren hambre, misma comida que podría servir a estas personas de salvación.

»¡Reflexionen sobre qué es el verdadero orden! En caso contrario, ¡el destino de este anciano puede convertirse en su destino!

»¿Quién de ustedes quiere finalizar su vida en la vejez solitaria y en la pobreza hambrienta?

»¿Nadie?

»Entonces, ¡¿por qué miran lo que sucede frente a sus ojos con indiferencia y burla?!

»¡Ustedes pueden hacer la vida a su alrededor más sensata y justa!

»¡Cada uno de ustedes puede hacerlo!

»¡Son ustedes los que escogen!

Olaf con Sus compañeros —el lobo y el cuervo— abandonaron la taberna. Se dice que aquellas personas cambiaron fuertemente desde aquel día, y ya no se burlaban de aquellos que estaban en desgracia. Ellos comenzaron a tratar la comida con cuidado y estaban dispuestos a ayudar a aquellos que lo necesitaran.

En aquella taberna incluso comenzaron a alimentar gratuitamente a los pobres que no podían pagar por su comida.

* * *

Los cuerpos de los guerreros heridos en una batalla estaban acostados cerca de una hoguera.

Pero estos cuerpos también estaban acostados sobre las Manos, invisibles para la vista ordinaria, de un Sanador Quien apareció no se sabe de dónde y brindó Su ayuda.

Decían que un cuervo grande trajo a este Sanador con sus graznidos al lugar donde había un sinnúmero de aquellos que padecieron en la batalla y donde sufrían de heridas aquellos que se encontraban entre la vida y la muerte.

Olaf se acercaba a cada uno por turno. A algunos brindaba ayuda manifestando todas Sus capacidades de Sanación Divina. A otros ayudaba de manera común y corriente lavando, cauterizando y vendando sus heridas.

Y cada vez que sanaba un cuerpo, Él encontraba las palabras que transformaban y sanaban a las almas también.

Luego Él conversaba uno tras otro con los jefes de ambos ejércitos haciéndoles preguntas a las cuales ellos no sabían responder:

—¿Qué lecciones sacan las personas de las guerras?

»¿Por qué los vencedores desarrollan sólo la arrogancia, y no la compasión?

»¿Por qué en los vencidos y humillados crece sólo el deseo de vengarse?

»¿Por qué no ven su culpa aquellos que permiten a los intereses de los gobernantes transformarse en masacres sangrientas para el pueblo?

»¿Por qué la historia de la humanidad cambia principalmente sólo mediante guerras sangrientas, la sustitución de los gobernantes y la repartición de las fronteras?

»¿Cuándo, por fin, aquellos de quienes todo esto depende desearán reflexionar sobre esto?

* * *

¡Muchas obras grandes y pequeñas realizó Olaf! ¡Él ayudó a muchas personas y compartió generosamente la Sabiduría Divina!

Y las personas obtenían la comprensión hasta el grado que estaba dentro de sus capacidades.

Olaf sabía ayudar a aquel que estaba dominado por la aflicción y sanaba el alma resucitando el Amor y la Esperanza. Podía reconciliar a los enemigos y detener la sed de venganza sangrienta.

Él siempre miraba al alma humana y se dirigía a lo luminoso y bondadoso que había en cada uno. Él despertaba las semillas del bien que hay en cada persona pero que no han germinado todavía.

Aquel que escuchaba a Olaf siempre conservaba su libre albedrío. Podía aceptar o no la Verdad.

Así vivió Olaf por mucho tiempo en la Tierra.

Y luego abandonó Su cuerpo, que desapareció en un destello de Fuego en un instante. Desde aquel momento, otros debían continuar Su trabajo en la Tierra.

* * *

Yo y el Divino Odín estamos sentados cerca.

Ante mí están las hojas de la saga casi terminada.

Odín resume:

—¿Alcanzó Olaf a hacer muchas cosas en la Tierra?

»El trabajo de Olaf y de muchos Otros Perfectos sirvió para que las tribus belicosas que habitaban en la Península Escandinava, después de muchos siglos comenzaran a gustar pastorear y labrar la tierra, ¡y la tierra empezó a dar abundantes cosechas a las personas!

»Quien cultiva plantas no va a una campaña militar para quitar los frutos del trabajo de los otros.

»Aparecían cada vez más lugares donde jardines florecían en la primavera. Y cada vez más las personas se ponían en camino para conocer nuevas tierras y negociar pacíficamente.

»El cristianismo, acogido por los soberanos de aquellas tierras, fue aceptado por sus súbditos más voluntariamente que en los países vecinos. Y por mucho tiempo aquellos que creían en Odín y Tor y aquellos que estudiaban las Enseñanzas de Jesús vivían pacíficamente uno al lado de otro.

»Odín era Uno de Aquellos Que siempre han estado ocupados con el Gran Trabajo de ayudar a las almas en su evolución. Este es el trabajo de los Dioses del cual uno no puede ver su inicio y que no tiene fin, porque las Almas Divinas Sabias ayudan eternamente en el crecimiento de todas las generaciones de personas y dirigen su desarrollo.

»Y de cada una de estas generaciones, sólo unos pocos entran en la Unidad Divina. Son la Cosecha recogida por el Gran Jardinero.

»¡Así continúa el Trabajo de Aquellos Que ayudan a las personas sabiamente y sin violencia a conocer para qué viven en la Tierra y cómo se debe vivir!


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