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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo Nueve: Sobre los Mandamientos de Patanjali
 

El Faquir y la Ciencia de los Milagros/Capítulo Nueve: Sobre los Mandamientos de Patanjali


Capítulo Nueve:
Sobre los Mandamientos de Patanjali

Una vez, Ram les contó a Tom y a Katya sobre un sabio que vivía en la India. El nombre de este sabio era Patanjali.*

Ram, les habló en detalle sobre sus Enseñanzas, haciendo comentarios sobre su entendimiento en cada una de las máximas:

—Las instrucciones de Patanjali están escritas para aquellos que desean acercarse a la Perfección Divina. Fueron divididas en pasos ascendentes —en vías de hacer más evidente, la gradual preparación del alma y del cuerpo para estos nuevos estados—.

»Así, Patanjali expuso algunas reglas preparatorias para aquellos quienes entran en el Camino espiritual.

»La primera de estas reglas debemos llamarla, no dañar a otras criaturas.

»Este es un mandamiento muy importante que debería ser cuidadosamente tomado en cuenta y aplicado a todos en la vida.

»Debemos aprender a no dañar a otras personas con nuestros hechos, palabras, emociones e incluso pensamientos —y no solo a las personas—.

»Ya les expliqué una vez el por qué no me alimento de cuerpos de animales asesinados. Esto, también se incluye en la premisa de no dañar a otros seres.

»Me gustaría que ustedes sigan siempre el principio de —alimentación sin matanza—, pero no en vías de imitarme, sino porque ustedes realmente sienten verdadera compasión.

»La segunda regla es la veracidad.

»Esta, es el deseo de decir siempre la verdad. Y en aquellos casos en que la verdad no puede decirse porque puede lastimar a alguien, —entonces guardar silencio—.

»Esta regla debería significar sinceridad, lo cual es: veracidad no solamente hacia las personas sino también hacia Dios; y esto —con el entendimiento constante de que Él, en todo momento—, conoce absolutamente todo sobre nosotros, y que no podemos ocultarle ni nuestras acciones ni nuestros pensamientos. Tal veracidad ante Dios, hace que sea muy fácil llevar a cabo el proceso de purificarnos como almas.

»La tercera regla es, no desear aquello que pertenece a otra persona.

»Para algunos, significa no robar, para otros significa no envidiar. Pero, en conclusión, el cumplimiento de esta regla nos brinda un sentimiento de calma y satisfacción con aquello que Dios nos ha dado, evitando esforzarnos por excesivas pertenencias materiales. Y esto nos permite a su vez, dirigir la máxima atención al Creador y a mejorarnos a nosotros mismos —por amor a Él— a través de las prácticas meditativas.

»La cuarta regla es liberarse en la vida de todas las cosas innecesarias y superfluas, que también nos distraen de la tarea principal que es, la transformación espiritual de uno como alma.

»Es muy importante aprender a deshacerse del exceso, de las cosas no indispensables y de los apegos innecesarios, los cuales interfieren todos en el camino a seguir.

»Si uno no limpia su vida de lo viejo, entonces ésta no puede llenarse de lo nuevo. Nuestros viejos hábitos, deseos y aspiraciones, deberían dar paso gradualmente a nuevas aspiraciones espirituales.

»La quinta regla nos llama a aprender a amar a Dios, a ser “encantados por Brahman* que es el nombre que recibe Dios en sánscrito, el antiguo idioma de la India.

»La sexta regla se refiere a la observancia de la pureza del cuerpo.

»Esto se puede hacer solo externamente, a través del lavado frecuente del cuerpo, la limpieza de los dientes y por el estilo. Pero es apropiado agregar a esto, la purificación de la energía de los chakras y los meridianos.

»Más tarde, puedo enseñarles esto si quieren.

»La importante regla séptima es lo que podemos llamar: alimentos limpios y puros.

»El acto de alimentarse, debe suceder en una atmósfera favorable de paz y amor.

»Los alimentos, deben limpiarse y cargarse de buena energía mientras los preparamos.*

»También, deben estar libres de energías de miedo y dolor, de las cuales —los cuerpos de los animales asesinados se encuentran saturados—.

»La octava regla se refiere a mantener un estado emocional positivo.

»Vivir con alegría y brindar esta alegría a los demás es muy importante y ayuda mucho a superar las dificultades tanto en la vida material como en el Camino espiritual. Ya hemos hablado mucho sobre esto.

»La novena regla es dirigir nuestros pensamientos a Dios, a conversaciones filosóficas, y a la lectura de libros espirituales.

»Los asuntos terrenales necesarios incluidos, el interés por los demás y otras obligaciones sociales, deberían por supuesto también llevarse a cabo. Pero no deberían eclipsar el Propósito Principal.

»El cumplimiento de esta regla nos permite mudar nuestra mente de los problemas mundanos —a Dios—.

»También hay una regla llamada tapas.* Que son, auto-restricciones voluntariamente impuestas o aceptadas. Es la autodisciplina en dominar la voluntad y la independencia, de los deseos del cuerpo y las mareas de la mente.

»Hay personas que sufren e incluso se enferman, cuando les falta algo que —aunque innecesario— les apasiona en la vida. Pero, la disciplina voluntaria en la abstinencia de las comidas deliciosas, y la observancia de una moderación razonable en todo lo superfluo, —brinda disciplina, alegría y salud—.

»Y, si aplicamos estas restricciones no solo para la salud, sino también para acercarnos al Mundo Divino, ¡entonces la alegría se multiplica en el alma!

»Cuando todo lo anterior se ha dominado en gran medida, entonces se hace posible cumplir la undécima regla: ¡el sentimiento de que el Creador impregna todo lo que existe!

»Patanjali, también enseñó que uno debe observar tolerancia frente aquellos que piensan y actúan de manera diferente y, siempre mostrar amabilidad y misericordia.

»Es muy importante aprender, mientras ascendemos los peldaños del Camino, a ser simples, a no ser arrogantes, a superar el orgullo en nosotros mismos, y a ser humildes.

»Estas son las reglas preparatorias de Patanjali.

… Tom entonces se pronunció:

—¿Y esto es tan solo como para comenzar? ¡Si yo tratara incluso durante toda mi vida de lograr esto, no tendría el tiempo suficiente!

—Es por ello que las almas son encarnadas en la Tierra no solo una sino muchas veces; esto en vías de que —a través de la propia experiencia amarga ante los errores y el sufrimiento— las almas se den cuenta gradualmente de la necesidad de cumplir con estas reglas.

»Y más adelante en las Enseñanzas de Patanjali, hay etapas de estudio en las que se dominan los asanas.* Son posiciones especiales para el cuerpo que contribuyen a la purificación de los chakras y los meridianos.

»Posteriormente, los pranayamas* se usan con el propósito de enseñarle a uno a mover las energías vitales sutiles de la conciencia, que se llaman prana en la India. Esto contribuye a una mayor purificación y a la capacidad de percibir las energías de la Vida en los mundos cada vez más sutiles.

»Luego sigue la etapa de pratyahara* que es el manejo de los indriyas. Y los indriyas son como tentáculos de la conciencia, que se extienden, como las manos, hacia ciertos objetos a los que se dirige la atención del alma.

»Nuestros pensamientos y deseos forman una especie de “tentáculos de energía con ventosas” que mantienen al alma en conexión con aquello a lo que estos se aferran. Pueden ser objetos del mundo material o personas concretas…

»¡Y, es importante entender que la salvación solo se puede alcanzar si uno redirige su atención a Dios! Entonces, de la remanente atención y fuerzas del alma, solo permanece aquello suficientemente necesario para la interacción con el mundo material.

»Esta redirección de la atención, es decir, —mantener la concentración de la atención en Dios —, en India se le denomina con la palabra —dharana*.

»Luego sigue la etapa de dhyana.* Significa el dominio de las prácticas meditativas, que le permiten a uno, en un mayor grado, cumplir con todos los principios mencionados anteriormente.

»Y Patanjali llama a la última etapa, samadhi.*

»Esta es la enseñanza de la Fusión Dichosa con la Conciencia Divina y del establecimiento de uno en este estado de ser.

—¿Y has logrado la maestría en todo esto? —preguntó Katya, encantada con el misterioso conocimiento del sabio indio.

—Bueno, digamos tan solo que algo puedo enseñarles, ¡pero no nos adelantemos! ¡Por ahora, me alegra que hayan escuchado con interés y estén listos para comenzar a trabajar en ustedes mismos desde el principio mismo!

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