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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Reconciliación de Víctor con su familia
 

La heredera del anciano Zosima/Reconciliación de Víctor con su familia


Reconciliación de Víctor
con su familia

El domingo, Víctor y Zosia se reunieron según lo acordado.

Zosia preguntó afirmativamente:

—¿A tu padre le gustan los pasteles?

—¡Mucho! Pero, ¿cómo lo sabes?

—¡No sabía, pero ahora sí lo sé! ¡Compremos pastelillos para el té y vayamos a visitarle!

—¡Eres intrépida Zosia! Pero todo bien, ¡vayamos! ¡No será peor de lo que ya es!

* * *

Se detuvieron frente a la sólida puerta tallada del apartamento en el que vivía el profesor Danilevsky, el padre de Víctor.

—¡Bueno, toca tú el timbre, ya que dices tener «el toque mágico» de las inyecciones que no le duelen a los pacientes! —bromeó Víctor notoriamente preocupado. Él, como de costumbre, trataba de ocultar sus emociones detrás de las bromas.

Una linda mujer de mediana edad llevando un chal de punto mullido sobre los hombros abrió la puerta.

Víctor le saludó diciendo:

—¡Hola, Natalia! ¿Está mi padre en casa?

—¡Sí, sí, está en casa! ¡Pedro, Pedro! ¡Víctor está aquí y está con una chica!

… Su voz temblaba de emoción.

El padre de Víctor también estaba notoriamente contento, y con gran dificultad escondía las emociones que le abrumaban.

Se presentó diciendo:

—¡Soy Pedro! ¿Cuál es el nombre de esta hermosa jovencita?

—¡Ella es Zosia! ¡Y estos son pastelillos para acompañar el té! ¿Tomamos un poco? —dijo Víctor sin ceremonia ninguna.

Cuando la emoción del encuentro se calmó y estaban ya sentados a la mesa, comenzó a sentirse algo de tensión. En ese momento, el padre de Víctor decidió concentrar la conversación en Zosia.

—Dime por favor querida, ¿cómo te las arreglaste para conocer a este bromista rebelde?

—Fue en el examen. Aplicaba al Instituto Médico de la Mujer y Víctor y sus amigos ayudaban a organizar todo allí.

—¿Y conseguiste ser aceptada?

—¡Sí, me aceptaron!

—¿Tú, supongo, también eres rebelde y revolucionaria como mi Víctor? ¡Ahora todos los jóvenes parecen estar en una epidemia de ideas sobre la libertad y la igualdad!

… Víctor intervino diciendo:

—¡No acertaste esta vez, papá! ¡Zosia no comparte mis ideas en absoluto, pero por suerte hasta ahora no nos hemos peleado!

—¡Vaya milagro! —dijo Pedro amablemente.

—¡Justamente! ¡Zosia, es una especie de especialista en milagros! Imagínense, ella dice haber conocido a un «verdadero santo», al anciano Zosima. Ahora procederá a aplastar nuestro ateísmo médico; y Natalia, sentirás en ello el apoyo a tus puntos de vista en cuestiones de fe.

—¡Genial! Esto significa que nuestra familia gozará de un buen balance en términos religiosos, lo que traerá paz y armonía a todo lo demás —exclamó Pedro y pasó a conversar con Zosia.

»Zosia, por favor cuéntanos algo sobre el anciano. ¡Prometo no burlarme, de verdad! Realmente me interesa oírlo de labios de una futura médico. ¿Significa esto acaso que existen milagros que la ciencia no puede explicar? ¿Qué milagros presenciaste? ¿Y cuáles de ellos crees que podrá convencer a los científicos incrédulos?

—¡Por supuesto que los milagros existen! Pero la gente entiende por milagros cosas bien diferentes. Ahora bien, convertir agua en vino y caminar sobre el agua, no son milagros que el anciano Zosima realizara. ¡Sin embargo, curó a muchos! —dijo Zosia.

»Su sabiduría se expresó de forma diferente. ¡Su principal labor fue la de transformar las almas —en amor y en bondad—! ¡Lograr que una persona esté más tranquila, sea más sabia, y dirija su vida hacia la luz, puede también considerarse un milagro! Incluso, ¿no es acaso inspirar a los demás a realizar buenas obras aun cuando pareciese que no podrán lograrlo —un verdadero milagro—?

—Bueno, querida, entonces resulta que yo también hago milagros: pruebo vacunas contra alunas enfermedades y creo medicamentos.

—¡Sí! Pero usted no cree que es Dios a través de usted Quien ayuda a esas personas, desarrollando en ellas a su vez el sentido común y la sabiduría.

—Querida, ¿entonces crees que el entendimiento actual de la ciencia no contradice de ninguna manera la fe en Dios?

—¡Por supuesto que no la contradice! Cuanto más profundamente los científicos estudien todo lo creado, más evidente se volverá para ellos el Gran Poder que perennemente gobierna todo en el Universo. Así lo dijo el anciano Zosima. Acabo de leerlo en las notas de un alumno sobre él.

—¿Y has presenciado hechos reales más allá de las capacidades de entendimiento de la ciencia, bueno, de la medicina, por ejemplo?

—¡Sí!

* * *

Lo que Zosia contó después de eso fue una completa sorpresa para todos.

—Les contaré el evento más importante de mi vida.

»En aquel entonces yo tenía catorce años y mi fe en Dios se debilitaba. También hubo momentos en que parecía que Dios me ofendía, ya que no escuchaba ni mis oraciones ni los pedidos de curación para algunos enfermos. El anciano Zosima había fallecido seis años atrás y los consejos de su discípulo, Fr. Alexander, no me convencían mucho.

»También sucedió que mi padre se contagió cuando fue a una aldea remota a luchar contra un brote repentino de peste, llevado allí por visitantes de Transbaikalia.* Solo hubo unos pocos casos del brote y mi padre pudo detener la propagación.

»Pero al volver, se dio cuenta de que a pesar de las medidas que tomó, él mismo se había contagiado. Así, pasó a encerrarse en su oficina y no dejó entrar a nadie: ni a mi madre, ni a mí, ni a los otros médicos. No permitía que nadie se le acercara. Tomaba las medicinas, pero aun así se estaba muriendo.

»Cuando un día vi a través del cristal de la puerta que perdió el conocimiento y cayó al suelo, no pude soportarlo más y me abalancé a abrir la puerta de la oficina.

»Por esos días, yo estaba sola con él, así que no hubo quien me detuviera.

»¡Ahora no recuerdo bien cómo fue que me las arreglé. Pero el primer milagro sucedió cuando al primer intento —di con la llave exacta dentro del manojo de llaves que abría esa puerta—.

»Claro, podemos decir por supuesto que tales coincidencias son posibles…

»Entré y cerré la puerta desde adentro para quedarme con mi papá. Así, pude cuidar de él a lo largo de dos días.

»Pero no obstante, murió…

»El hecho de que muriera no fue por negligencia mía. Por supuesto, yo era aún una niña en ese entonces, pero una niña criada en un hospital. ¡Así que lo digo sin temor a equivocarme!

»¡No hubo límite para mi desesperación en esos días! Oré con devoción, con fe y con esperanza, mientras pasaba por todo eso. ¡Pero al final, murió!…

»Y fue justo en ese momento, que desde la Luz, la presencia intangible del anciano Zosima apareció a mi lado. No era un sueño, ni un delirio. Yo estaba con mi mente calma y despejada.

»Y le hice el siguiente pedido:

»¡Trae de vuelta a mi padre! ¡Y creeré y viviré en la vida que predicaste! ¡Estaré de acuerdo con todo ello! Estoy lista para hacer lo que pidas, ¡solo trae a mi papá de vuelta! ¡Habla con Dios! ¡Yo sé que puedes!

»“La muerte es tan solo el otro lado de la vida…” —fue su respuesta.

»Pero logré expresar entre mis lágrimas:

»¡Haz algo! ¡Toda mi vida viviré solo para Dios, seré obediente! ¡Solo tráelo de vuelta!

»Y luego, en esa Luz vi a mi papá, lo abracé y no lo solté… Luego, me desmayé.

»Cuando volví en mí, mi papá estaba respirando… no sé cuánto tiempo había pasado, al parecer no mucho, pero de todas formas, ¡esto no suele suceder!…

»¡Mi papá, estaba vivo!

»¡Se recuperaba rápidamente, y lo más extraño de todo es que yo no me contagié!

»Fue así que me “curé” de la enfermedad de una vida sin Dios… ¡Y estoy segura que será así para siempre! Ahí entendí mucho sobre la vida, la muerte, la fe, y acerca de los retos que se nos imponen. No voy a hablar de esto ahora. Pero luego sentí y me di cuenta profundamente de que cada uno de nosotros no solo tiene un padre terrenal, ¡sino también un Padre Celestial!

»Me fueron dados otros cinco años de vida junto a mi padre. Él murió el año pasado, y no se pudo derogar esa decisión.

»¡Y ahora, quiero convertirme en médico para curar a los pacientes conjuntamente con Dios! Esto no significa que todos los pacientes se recuperarán milagrosamente. Eso ya es otro asunto. ¡Pero estoy segura de que se puede hacer mucho más para ayudar a las personas!

»¡Y debo cumplir mi promesa!

* * *

Natalia, se secó las lágrimas con un pañuelo.

Víctor, miró a Zosia y se dio cuenta de que no solo se había enamorado, sino que una chica verdaderamente inusual había entrado en su vida, quien con sus simples palabras y hechos igualmente simples, ¡cambiaba los eventos que tenían lugar a su alrededor!

Ahora, ella lo reconciliaba con su padre. ¡En ese día, cambiaba ella toda su vida! ¡Era imposible —no amarla—!

Pedro dijo:

—¡Eres increíble, Zosia! ¡Estoy muy feliz de que mi hijo te conociera! ¡De verdad, muy feliz! Aunque confieso que no sé expresarme con halagos, y me cuesta ser sentimental.

»Por cierto, comparto correspondencia con un estudiante de Mechnikov*, el Dr. Vladimir Khavkin* de la Universidad de Lausanne, quien recientemente creó una vacuna contra el cólera y ahora está trabajando en una vacuna contra la peste. ¡Es una persona asombrosa! Por cierto, también es profundamente religioso, de religión judía. Si te interesa Zosia, en mi nuevo libro incluyo un capítulo sobre su investigación y la necesidad de hacer públicos sus resultados.

»Y por cierto, queridos míos, la prosa en mi vida ha madurado y ya he terminado mi libro. Necesitaría encontrar una persona confiable, hábil con la máquina de escribir. ¿Víctor, tienes algún amigo con buenas calificaciones que quiera ganarse un dinero extra? Intenté con una mecanógrafa, pero cometía tantos errores con los términos médicos que todo el trabajo fue en vano…

Zosia sugirió:

—¿Podría intentar yo hacer este trabajo? Si pudiese usted enseñarme el manuscrito, y yo entender fácilmente su escritura, lo puedo transcribir rápidamente. Tuve que hacer esto muchas veces para mi padre y para el hospital.

»Solo que no tengo máquina de escribir.

»Y no quisiera hacerlo por dinero…

»Solo le pediría que me permitiera transcribir el texto de un cuaderno sobre el anciano Zosima, si es posible.

… El padre de Víctor y Zosia se dirigieron al estudio para ver el manuscrito.

Natalia dijo:

—¡Gracias por perdonarnos con tu gesto Víctor! ¡Gracias por venir! ¡Si supieras lo angustiados que estábamos!…

—Todo se debe a Zosia. Si seguimos así, empezaré a creer en los milagros yo también —respondió Víctor con calma y una sonrisa.

Comprendió que el resentimiento contra su padre y la hostilidad hacia su nueva esposa habían desaparecido sin dejar rastro, como si hubieran sido barridos por la pureza del estado de amor que ahora despertaba en su alma.

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