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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Salida para la capital
 

La heredera del anciano Zosima/Salida para la capital


Cuando alguien que siempre supo la Voluntad de Dios deja este mundo,

¿Qué queda después?

¿Quién hereda su Sabiduría y su Amor?

¿Quién asume el trabajo de
servir a Dios y a las personas?

¿Quedan herederos?

Del diario de Fr. Alexander.*

Salida para la capital

Los toques de campana informaban a los creyentes que el servicio había comenzado. Los ecos del hermoso sonido se vertían sobre el río y una pequeña ciudad del distrito, para luego, disolverse en algún lugar del cielo distante… Pero el toque de campana, no disminuía…

Incluso, con el sonido ya desvanecido en el silencio, las buenas nuevas de que Dios existe, que se encuentra aquí ahora, y que Su Amor llama a cada persona en la Tierra al amor, ¡continuaron escuchándose entonces y aún continúan!

Aunque, no todos escuchan…

Zosia, desde una alta colina sobre el río, se puso de pie al escuchar la canción de la campana. Esto, habitualmente la sumergía en el silencio, —ese silencio cordial y cálido que conecta el mundo humano con la Paz de Dios—. El anciano Zosima, había logrado enseñarle mucho…

Recientemente, ella había decidido ir a la capital a estudiar medicina. No hacía mucho, se permitía a las mujeres estudiar en el Instituto Médico de San Petersburgo, y esto, les daba ahora la oportunidad de obtener un diploma en medicina.

Esta decisión no fue fácil para ella. Un año atrás su padre había fallecido. Era el Dr. Fyodor, como le llamaban todos los habitantes de la ciudad sin excepción. Y no había quien no hubiera oído hablar de él; el asombroso médico que durante muchos años dirigió el hospital gratuito.

A Nadezhda, la madre de Zosia, le costaba aceptar esta decisión, pero al final, optó por dejar libre a su querida hija, aunque no imaginaba cómo viviría cada día sin ver el rostro brillando de afecto y alegría de Zosia. Nadezhda, también estuvo de acuerdo a pesar del hecho de que ahora, todas las dificultades de organizar el trabajo del hospital recaerían sobre sus frágiles hombros.

* * *

Zosia, se dirigió al monasterio a ver a Fr. Alexander, informarle sobre su decisión, y despedirse. Fr. Alexander, quien antes se llamaba Nicolás, era discípulo del anciano Zosima.

Al terminar el servicio en el templo, las personas comenzaron a dispersarse.

Zosia, miraba el rostro de todos con interés.

Aquí, un hombre resplandecía de alegría, sus ojos brillaban, su corazón rebozaba, ¡indicando que el Señor había tocado su alma!

Allá, otros iban conversando, preocupados ante todo con el tema de la ropa y de la comida. Es evidente que la acumulación de los pensamientos vanos que abrumaban sus mentes, fueron tan solo levemente sosegados durante el servicio.

Allí, unos funcionarios uniformados y la gente próspera del pueblo con sus abrigos negros, caminaban hablando de política.

Más allá, los mendigos cerca del templo contaban los centavos recibidos…

Mucha gente saludaba a Zosia. Ella solía ser una invitada frecuente a la celda del anciano Zosima, y luego, visitante asidua de Fr. Alexander. Muchas de las personas, también interactuaban con ella en el hospital donde Zosia pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando.

«¡Salud para ti, Zosia! ¡Y que tu madre también esté sana!» —decían los saludos. Zosia respondía, tratando de brindar calidez y atención a todos. Ya se había acostumbrado a tales demostraciones de respeto por sus días de trabajo en el hospital.

El templo quedó vacío. Zosia, estuvo a solas por largo rato pidiéndole a Dios que bendijera su decisión y pidiéndole también que apoyara a su madre. Esperaba poder sentir la respuesta de Dios en su corazón, tratando de determinar si: «¿aprobaba Dios esta decisión?»…

Luego, se aproximó a la pequeña celda donde vivía y recibía las visitas el anciano Zosima, y donde ahora —Fr. Alexander hacía lo mismo, por la gracia de Dios—.

Este discípulo del anciano Zosima, no era tan mayor aunque las canas le habían plateado un poco las sienes y también, su barba impecablemente cortada. Era alto y de hombros anchos. Su apariencia siempre sorprendía a quienes acudían a él en busca de consejo y de sanación. Sus ojos y su sonrisa, en los últimos años se habían vuelto muy parecidos a los del anciano Zosima; especialmente profundos, transparentes a la Luz de Dios, e infinitamente amables.

Fr. Alexander, recibió a Zosia diciéndole:

—Bueno, Zosia, ¿has decidido ir a estudiar?

—¡Sí, está decidido!

—¡Es la elección correcta! No tengas miedo. ¡Tendrás éxito!

—Sí, pero tengo un poco de miedo por mi madre; es difícil para ella sin mi padre, y hay mucho que hacer en el hospital…

—¡Tales tareas le ayudarán a no llorar por las penas de este mundo! ¡Que venga a mí más a menudo, estaré encantado de ayudarle!

… Zosia y Fr. Alexander hablaron de muchas cosas. Desde la infancia, él fue su amigo y mentor espiritual.

—No sé cómo voy a hacer frente a esto sin su consejo…

—¡Con la ayuda de Dios! —respondió Fr. Alexander.

Luego, sonriendo en una forma misteriosa, le entregó a Zosia dos cuadernos. Uno, era delgado con una cubierta muy gastada. Zosia sabía que este eran los escritos del diario del anciano Zosima. Y el otro, era un cuaderno muy sólido que veía por primera vez.

—Este es mi diario, Zosia. Todo lo que recuerdo sobre Zosima, lo escribí aquí. También registré algunos pensamientos sobre el Camino al Señor. Me gustaría que te aferres a ellos. Yo comenzaré un nuevo cuaderno.

—¿O tal vez deberíamos publicar todo esto en un libro? Durante mi tiempo libre lo transcribiré en una máquina de escribir. Y, después, ¿tal vez pueda llevarlo a una editorial en la capital?

—¡Escribir sería beneficioso! Sin embargo, tal vez no todo deba publicarse. Sería mejor elegir las cosas principales que la gente necesita saber. Zosima, aún no nos ha bendecido para publicar un libro, pero dijo que llegaría el momento. ¡Pero de hecho, me bendijo para que te diera estos diarios!

»El anciano Zosima me preguntó una vez si me gustaría vivir en el mundo como un monje vive ante Dios, dando un ejemplo de vida pura a todas las personas mundanas. En aquel entonces le respondí que prefería quedarme en el monasterio. ¡Ni siquiera lo pensé; no imaginé que tal vida fuera posible en este mundo! Pero ahora, ¡sé que es posible! Y, además, es muy necesario que las personas tengan tales ejemplos frente a ellos en el diario vivir. Pero para esto uno necesita:

»— poder amar a las personas, sin aferrarse a ellas,

»— no forzar a las personas a ser amables, sino enseñarles con el ejemplo propio, con el amor, con la vida entera,

»— decir la Palabra de Dios a tiempo, mientras se le permite a cada persona tomar su propia decisión,

»— no arrastrar ni obligar a las personas a ser justas, sino comprender profundamente a todos y explicar las cosas de acuerdo a la mente de cada uno. Así, se hace claro cómo ayudar a esa persona que Dios ha puesto frente a ti durante un tiempo, o a quien Dios ha permitido estar con uno por breves momentos.

»¡Tú, Zosia, ahora puedes realizar este sueño de Zosima, —vivir en el mundo, pero estar con Dios en todo momento—!

Zosia, levantó los ojos a Fr. Alexander.

Él, se regocijó con la mirada clara e inmaculada de Zosia, y por la luz radiante y cálida de su corazón espiritual. ¡Es raro ver a un alma brillar con tanta sinceridad y pureza! ¡Y más aún —que en la mirada se reflejen tales cualidades—!

Zosia dijo:

—¡Usted dice que estaré con Dios en todo momento! Pero todavía no es así… ¿es esto posible?

»¡Sin embargo, trataré de no perder el calor del corazón!…

* * *

Las ruedas del tren traqueteaban suavemente transportando a Zosia a la capital.

Permaneció sentada por largo rato en la ventana a través de la cual, flotaban imágenes alternadas del despertar de la belleza primaveral.

Los asientos restantes del compartimento estaban libres, Zosia viajaba sola. Aparentemente habría pasajeros más adelante.

Zosia, sacó cuidadosamente los cuadernos que le habían sido confiados. Abrió el diario que nunca había visto de Fr. Alexander.


Del diario de Fr. Alexander:


Estoy comenzando estos escritos, aparentemente, demasiado tarde…

Ya ha pasado un año desde el día en que el anciano Zosima dejó su cuerpo…

Y ahora, me doy cuenta de que si no escribo las palabras del anciano, estas se perderán. Me refiero al conocimiento invaluable que me transmitió y a lo que vi y escuché durante los siete años de entrenamiento junto él, y de lo cual soy testigo…

Durante los años como discípulo del anciano Zosima, vi muchas curaciones milagrosas, pero —fue la transfiguración de las almas humanas— lo más milagroso de todo. Cada una de sus charlas sanaba, en primer lugar, el alma. Y a su vez, daba esperanza para una vida futura y el miedo a la muerte desparecía…

Pero, ¿cómo poner todo esto en palabras?…

Ahora no puedo describir en la secuencia exacta todos los días que pasé junto al anciano Zosima. Por lo tanto, comenzaré a escribir lo que recuerdo vívidamente en este momento. Comenzaré con sus palabras sobre el amor a Dios, porque viven en mí —como un sostén inquebrantable—:

— ¡Deja que Dios sea todo lo que tienes! ¡No desees nada más que la cercanía de Dios!

»¡Tú felicidad no te será arrebatada cuando concibas en tu amor —el Amor de Dios—!

»¡No desees ser alabado por tu afán, no desees gratitud de quienes ayudaste!

»¡Regocíjate en Dios! ¡Regocíjate diariamente, cada hora, cada momento!

—Pero, ¿cómo aprender a vivir en este regocijo? Algunas veces está presente y otras no tanto… ¡¿Qué debo hacer?!

—¡Todo esto es simple! ¡Busca el regocijo en tu corazón espiritual! ¡Este aparece en el corazón cuando invitas a Dios y Le dejas residir ahí!

»¡Tu cuerpo, es como un recipiente para la vida de Dios! ¡Él, ha insuflado el Factor Vivificante Luminoso en ti y en todos los demás!

»¡Si una persona ignora esto, descuida entonces la pureza del alma! ¡Y los pensamientos de tal persona serán sombríos, de auto desprecio o de auto elogio! Y debido a esto, la vida de tal persona puede volverse injusta.

»Pero, con atención y respeto por la pureza del alma —la Luz de Dios, cual una lámpara, puede sostenerse—.

»Hay muchos consejos escritos sobre cómo encender esta Luz y sostenerla… ¡Pero, hasta que tú mismo no comiences tu vigilia, todas esas palabras permanecen vacías!

»Me tomó muchos años lograr que la Unidad en el Espíritu fuera permanente.

»Puede que el cuerpo esté ocupado en tareas diversas, o la pequeña mente humana estar cargada de trabajo, pero sin embargo, ¡deja que tu corazón siga elevándose en la Luz Divina, como un pájaro!

»¡Y luego, el alma no se separa de Dios!

»¡Y —como la luz del sol— el Amor de Dios fluye, no importa en lo que el cuerpo se afane!

»Entonces me preguntas, “¿cómo alcanzar la cognición de esta Gracia de Dios en el corazón, y no perderla?”

»Tu principal ocupación debería ser siempre, —tratar de sentir la Respuesta de Dios—.

»¡Con tu amor dirigido a Dios, con tus pensamientos dirigidos a Dios, —las respuestas de Él vienen—! Pero el hombre solo nota las respuestas cuando —en la quietud del corazón— la atención del alma está dirigida solo hacia Dios.

»A partir de esto, comienza la experiencia de comprender la realidad de la existencia de Dios Vivo. ¡Y la sensación de la Presencia de Dios se alcanza!

»Tan solo creer en Dios es bueno… Pero, ¡la experiencia del contacto directo del alma con Dios —revela al hombre— el Factor Vivificante Luminoso que nutre el alma!

»Para algunos, esto puede suceder durante la Comunión… Para otros, de otra forma…

»Antes de ello, la persona estaba como en un sueño, y su fe no estaba viva, sino existía “según las reglas dadas”…

»Pero cuando se conoce la Respuesta de Dios, ¡entonces el alma viene a la vida real! ¡Dios tocó el alma con Su Aliento, y el alma humana despierta! ¡Y entonces, la persona ve —que Dios está Vivo—!

»¡El alma resucita en el contacto con el Espíritu de Dios!

»Y si el deleite del Toque del Dios Vivo de repente pasa a ser normal para ti, ¡teme entonces por el enfriamiento de tu corazón, de tu amor!

»¡La felicidad del Toque de Dios en el alma siempre es nueva! ¡Este es el Gran Milagro! ¡Es como si una puerta a la Vida Celestial se abriera por un instante para el alma!

»¡Y si de repente te aburres, significa que lo principal que te hace vivir —como alma— se ha perdido! ¡Y entonces, tal estado no te elevará a la Unidad con el Espíritu Santo ni con el Padre Celestial!

»Y la segunda ocupación debería ser —aprender a sostener esta conciencia de vida en el Espíritu Santo—.

»¡Sí, es posible hacer que la Llama del Amor viva inquebrantable en el corazón espiritual!

»¡Esto es fácil cuando brillas para los demás y, cuando a través de ti —Dios da Su Mano Amiga—! ¡Es una bendición!

»Pero esto no se puede lograr en un día…

»¡Quien haya logrado este paso de crecimiento y siga creciendo en el Espíritu Santo, conocerá la Gran Felicidad!

»No importa lo que le pase externamente a esta persona, no importa cuánta gente infernal le persiga o le reproche, no importa cuánto estén atormentados sus devotos con las dificultades mundanas externas —para estas personas— ¡el Amor de Dios es como un Flujo Imparable que brilla en el alma y brota en favor de los demás!

»¡No importa cuánto la mente intente desviarse, el corazón que ama al Señor está siempre en guardia!

»¡Y es imposible alejar a un devoto del Camino Verdadero, el Camino de acercarse más y más a Dios! ¡Porque un corazón espiritual que está lleno del Amor Infinito a Dios, ya tiene una conexión inquebrantable!

»¡Y después, llega la tercera ocupación para el devoto, y que es para siempre, —la inmersión completa del alma en la Vida de Dios—!

»¡El amor, la mente y el poder personal son reemplazados por —el Amor, la Sabiduría y el Poder de Dios—! No hablaré sobre esto. ¡Aunque todos deberían tener esto en cuenta, entregándose por completo al Padre Celestial!

* * *

Zosia cerró el cuaderno. La suave luz del sol poniente se fusionaba a través de la ventana con la luz que llenaba el compartimiento del tren. A Zosia, le pareció ver en esta Luz la apariencia del anciano Zosima. Él, sonriéndole cariñosamente le dijo: «¡Si quieres, siempre estaré a tu lado, yo te ayudaré!»

… En la infancia, Zosia a menudo veía al anciano en sus sueños, como ahora, en la Luz Radiante… Y a menudo, podía escuchar sus palabras. Pero luego, esto sucedió cada vez con menos frecuencia…

Y ahora, Zosia volvía a sentirse como una niña pequeña. ¡Y sus dudas —desaparecieron—! «¡Puedo ver y escuchar al anciano Zosima!» —pensó. ¡Lágrimas de alegría llenaban sus ojos!

Miró la puesta de sol y recordó las palabras del anciano que una vez le fueron dirigidas a ella, —una niña pequeña durante una tarde de invierno—:

«¡Solo nos parece que el sol no está allí, porque no podemos verle más allá del horizonte! ¡Pero está ahí! ¡Y está brillando! ¡Siempre brilla!

»¡Así, Dios siempre está con nosotros! ¡Nunca temas por nada Zosia, porque Dios está contigo, a tu lado, y en tu corazón! ¡Su Amor nunca se detiene! ¡Acéptalo!

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