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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Examen
 

La heredera del anciano Zosima/Examen


Examen

La capital recibió a Zosia con una fría llovizna. Sin embargo, pronto cesó, y el cielo nublado y las calles grises húmedas, contrastaron con las extensiones de campos y bosques donde la primavera había perdido su fuerza para dar paso a un suave verano.

Zosia sacó el papel con la dirección que le dio uno de los jóvenes médicos del hospital que había estudiado ahí recientemente. Le dijo que sería posible alquilar una buena habitación en ese lugar por poco dinero.

El cochero la llevó hasta un edificio de varios pisos.

Llegada al quinto piso, Zosia tocó a la puerta y una agradable mujer salió a recibirla. Ella sonrió al recordar al antiguo alumno hospedado, pero dijo que ahora no disponía de habitaciones libres. Sin embargo, le recomendó acercarse hasta una conocida que vivía cerca y que también alquilaba habitaciones amobladas.

Zosia tenía pocas cosas, solo una maleta pequeña, así que fue a pie hasta ahí.

La anfitriona, una mujer de unos cuarenta años, la recibió con severidad y hostilidad:

—Sí, hay una habitación, ¡pero no se permiten fiestas! ¡Y el dinero debe pagarse con dos semanas de anticipación!

—¡No se preocupe, señora, yo he venido a estudiar! ¡Iré al Instituto de Medicina!

—¡Sí, ya sé! ¡Estudiar! ¡Instituto! ¡Luego a beber con los chicos y a tratar de casarte con alguno de ellos! ¡Después te embarazas, te quedas sin dinero y tratas de no pagar el alquiler haciéndome sentir pena por ti! ¡Pero no toleraré nada de esto! ¡Te echaré! ¡No quiero ver a ningún varón por aquí! ¡En esta casa sí hay que mantener el orden!

—Bueno —dijo Zosia, tratando de entender qué había hecho para que la mujer le tratara así.

Zosia examinó la habitación y, a pesar de la hostilidad de la anfitriona, aceptó alquilarla, ya que no quería dedicarse a buscar vivienda en una ciudad desconocida por mucho tiempo. La habitación estaba limpia, era luminosa y contaba con algunos muebles: una mesa, un armario y una cama… ¿Qué más podría necesitar?

Los exámenes de ingreso comenzarían en un par de días. El instituto estaba cerca, y podría caminar hasta allí fácil y cómodamente.

Cuando Zosia pagó por la habitación, la anfitriona se volvió notablemente más amable…

* * *

Este año, la admisión de nuevas alumnas al Instituto Médico se anunció con una anticipación inusual, justo después de los exámenes escolares preparatorios. Dado que el año pasado hubo muchos más solicitantes que los aceptados, se aplicaron exámenes de ingreso. Aquellos que no aprobaban y no eran aceptados, tenían luego la oportunidad de intentar ingresar a otras instituciones educativas.

Había muchas chicas en la espaciosa y hermosa sala del edificio recién construido del Instituto. Cuando llegó el turno de Zosia, entró a la oficina y entregó sus papeles.

El encargado que recibía las solicitudes revisó los documentos de Zosia.

—Esto no es suficiente. Tómate la molestia de buscar el certificado de tu escuela preparatoria y cuando lo tengas, te conviene también buscar el certificado de los cursos paramédicos.

—Pero en nuestra ciudad no hay una escuela preparatoria completa, solo tiene cuatro niveles. Fui especialmente a otra ciudad para realizar los exámenes requeridos. Aquí está el papel…

—¡Querida, esto no es suficiente! Tendrás que tomar el examen de latín aquí. Con base en los resultados del examen y la entrevista, se tomará una decisión. Vuelve mañana a las 10 a.m. en punto.

… A la mañana siguiente, ya quedaban menos participantes.

* * *

El examen sucedió de la siguiente manera:

Apenas llegó Zosia al salón, el profesor canoso de mirada severa que tomaba el examen en obvio descontento le dijo:

—Señorita, usted tiene tan solo 19 años y solo aceptamos estudiantes mayores de 20.

—¡Pronto cumpliré con ese requisito señor! ¡En el otoño cumpliré los 20!

—Y esto, ¿qué tipo de papel es este?

—Son mis calificaciones de la escuela preparatoria. En nuestra ciudad no hay escuela preparatoria completa así que tuve que tomar las clases en otra escuela como alumna externa. Allí me dijeron que este documento serviría…

—Dijeron… ellos no tienen ni idea de lo que dicen…

»Y qué ¿también estudiaste latín externamente?

—¡Puede preguntarme lo que quiera en latín! ¡No sobre literatura por supuesto, pero sí sobre anatomía! ¡Lo conozco todo!

—¿Ah sí? Bueno, ¿tal vez no necesites estudiar con nosotros ya que «lo conoces todo» no?

—¡Seguro que tengo que estudiar! ¡Ciertamente necesito convertirme en médico! ¡En médico titulado!

El profesor miró a Zosia sorprendido. Esta chica provinciana de mirada clara y abierta parecía no notar su sarcasmo y descontento.

Se levantó las gafas y examinó a Zosia con atención. Luego se bajó las gafas y sacó un atlas anatómico de un estante.

—Entonces, nombra en latín todos los órganos de este atlas, y da las explicaciones.

… Zosia comenzó a nombrar todo con seguridad y sin titubeos. El profesor, comenzó a irritarse, complicando las preguntas con cada siguiente página del atlas, como si estuviera examinando a un estudiante que había estado estudiando durante mucho tiempo. Su sorpresa no dejaba de crecer.

—¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo es posible que lo sepas todo sin haber hecho los cursos?

—Recuerdo mucho de mi infancia y además ayudaba a mi padre en el hospital. Prácticamente yo ejercía como paramédico, pero sin el título…

—¿Y tu padre también te enseñó latín? ¿Es médico?

—Sí, cirujano.

—Bueno, ¿y cómo se llama tu padre?

—Fyodor Petrovich Berezin.

El profesor levantó la cabeza y miró de cerca a Zosia.

—Tuve un estudiante en Moscú hace veinticinco años con este nombre que defendió su tesis. ¡Debo señalar que él era el estudiante más talentoso y prometedor! ¡Tenía expectativas muy, muy altas para él! Luego comenzó a practicar por su cuenta en Moscú. Y alguna historia sucedió en una clínica, un caso fatal durante una operación. La comisión médica a cargo dictaminó que él hizo todo correctamente, pero igualmente él desapareció.

»¿Así que eres su hija?

—Sí.

—¿Pero por qué no me envió una carta? ¿Cómo está? ¿Sigue ejerciendo?

—Manejaba un hospital gratuito en nuestra ciudad, atendiendo y operando… Murió hace un año. Por eso estoy aquí. ¡No sabía que mi padre era su alumno!

—Vaya… ¡los caminos del Señor son inescrutables! ¡No te preocupes, considérate aceptada!

* * *

Zosia salió de la oficina sonriendo feliz.

Al pasar, escuchó a dos chicas hablar burlonamente sobre su vestido pasado de moda.

—¡Cuántas provincianas han venido! ¡Deberían avergonzarse de venir a los exámenes vestidas así!

… Zosia miró su vestido con sorpresa. Estaba limpio e impecable. Su madre se lo había hecho. Ella lo apreciaba mucho y solo se lo ponía en ocasiones especiales.

Zosia se hizo a un lado, y se paró junto a una ventana de la sala para esperar hasta el final de los exámenes y ver la lista de quienes fueron aceptados.

Las chicas continuaron burlándose de su apariencia y modales en tono más fuerte para hacerse escuchar.

Y lo consiguieron con varios jóvenes que vestían uniformes del Instituto Médico. Eran los jóvenes que ayudaron a los profesores con los exámenes.

Las chicas obviamente querían llamar su atención, pero justo sucedió lo contrario.

Los jóvenes se acercaron a Zosia:

—Bueno, ¿qué es más aterrador: el latín, los profesores o tus futuras compañeras de clase? —preguntó un estudiante alto y muy guapo de cabello oscuro.

—¡Bueno, el latín no me asusta para nada! —respondió ella.

… Entonces el joven empezó a hablarle en latín, con la intención de continuar las pruebas y avergonzar a la joven, pero Zosia a su vez le respondió tranquilamente en latín.

El alumno, para su sorpresa, se dio cuenta de que esta «simplona» dominaba completamente este idioma.

—¿Realmente no le temes al latín? ¿Quién te enseñó?

—Mi confesor, Fr. Alexander.

—¿No te habrás equivocado de lugar? ¡Esto no es un seminario! ¡Aquí tienes que estudiar esqueletos y diseccionar cadáveres!

—¡Nada de eso, trabajé en un hospital durante mucho tiempo! —dijo Zosia riendo tranquila y alegremente.

—Víctor —dijo el estudiante de forma jocosa presentándose con una pequeña y cómica reverencia teatral.

—Semyon. —Denis. Dijeron sus otros dos amigos extendiendo sus manos para presentarse.

—Sofía. Pero todos mis conocidos me llaman Zosia —dijo Zosia, presentándose de una manera abierta y sin coqueteos.

… Posteriormente publicadas las listas de admisión, el nombre de Sofía Fedorovna Berezina figuraba en la parte superior con la puntuación más alta en los exámenes; Zosia, sintiéndose feliz, salió del Instituto.

De repente, Víctor la alcanzó.

—Si esperas quince minutos mientras asistimos a la audiencia tras los exámenes, te mostraré la ciudad. ¿Me esperarás? Por supuesto que no es correcto que una chica espere, pero ¡la próxima vez yo te esperaré!

… Zosia estuvo de acuerdo.

* * *

Caminaron tomados de la mano como viejos amigos, y rápidamente comenzaron a tutearse.

Víctor preguntaba acerca de todo y a veces se burlaba un poco de Zosia, pero de forma afectuosa, no de manera ofensiva.

—Entonces, ¿por qué te llamas Zosia y no Sofía?

—Bueno… resulta que… sucedió debido al anciano Zosima.

—Entonces, ¿resulta que tu apodo Zosia se debe a este anciano?

—Sí. Bueno… es como si yo hubiera nacido bajo su protección. Y en nuestra familia todos tenían esto presente… ¿Entiendes? ¡Este anciano —realmente podía hacer milagros—! Y sucedía muy a menudo. Y yo fui testigo de esto muchas veces.

—¡Es como si fueras del siglo anterior Zosia! ¡El anciano Zosima, Fr. Alexander!… ¡Quieres ser médico, pero te comportas como una niña! ¡Crees en Dios!

»Por ejemplo, en nuestra escuela preparatoria, ¡ninguno podía soportar las “clases acerca de las escrituras o de Dios”!

—Yo no estudié acerca de Dios en la escuela preparatoria, sino en la vida real, es decir, directamente de Dios.

»A veces puedo tomar a Dios tal cual te tomo de la mano ahora. Puedo tomar Su Mano y sentir Su contacto… Y luego, Él toma mi mano y me guía, diciéndome cómo vivir y cómo actuar. No siempre me pasa, pero cuando pasa, todo lo que me rodea se vuelve especial y hermoso, ¡como ahora!

… Zosia tomó la mano de Víctor y le apretó suavemente los dedos.

Él, en silencio miró sorprendido el rostro tierno de esta joven, su cabello trenzado castaño claro, su vestido modesto… No podía entender cómo tanta fuerza y confianza brotaban de sus manos, de su frágil figura delgada, y de sus palabras inesperadas. Ingenua, pura… ¡y tan hermosa!… Víctor quiso protegerla de este mundo cruel e injusto…

Pero Zosia sin sentir en absoluto necesitar protección, continuó tranquilamente:

—¿Por qué crees que los médicos no deberían creer en Dios? Después de todo, hay cosas que no dependen en absoluto de la voluntad humana, pero que sin embargo le suceden a las personas. ¡Y en medicina, esto es tan claramente visible!

—¡Eres en verdad extraña Zosia! ¡Y a la vez maravillosa!

»Es tan fácil para mí estar contigo, ¡como nunca lo he estado con nadie más! Nos conocimos hoy, pero es como si te conociera desde hace muchos años, ¡como si fuéramos amigos de la infancia! ¡Y lo que sea, que piense, puedo decírtelo! ¡Incluso algo con lo que no estarías de acuerdo en absoluto! ¡Y es tan simple como eso! ¡Y a la vez nos rodea tanta dicha!

… Todo alrededor era agradable y tranquilo en esa noche blanca…*

… Caminaron por los terraplenes durante horas hasta que les encontró el amanecer. A Zosia le gustó la ciudad que Víctor le mostró. No era tan gris y fría como le había parecido al principio.

El Neva* acarreaba tranquilamente sus aguas sobre los bancos de granito. El sol ya estaba a punto de salir, y el cielo azul-verde-naranja se reflejaba en la superficie brillante del flujo del río, que parecía más bien una seda iridiscente, ocultando a la vista su poder y su fuerza.

¡La extensión sobre el Neva era hermosa, fascinante!

Y en todas partes, ¡estaba Dios! Zosia ahora sentía esto muy vívidamente. Ella sabía firmemente que todo sucedía a su tiempo, ¡que todo se movía como debería! ¡E incluso alguien tan seguro de sí mismo como Víctor, un estudiante de tercer año, estaba aquí, junto a ella! ¡Y le ofrecía tan abiertamente su amistad! ¡Y en el examen, todo salió bien! ¡Me aceptaron!

… Cuando se despedían, Zosia dijo:

—Te invitaría a tomar un té de hierbas, pero no puedes venir conmigo. La casera dijo que me echaría de la habitación y no me devolvería el dinero si llevaba algún chico…

—Tampoco funcionará para mí… —dijo Víctor e hizo una pausa—. Llevo mucho tiempo en una pelea con mi padre y ahora vivo en un albergue. Tampoco se permiten chicas ahí. Mi padre, por cierto, es médico y profesor… Tenemos una «pasión familiar» por la medicina. ¡Probablemente «sea hereditario»!… Estamos peleados desde hace tiempo debido a mi madre. Ella murió. Y ahora está casado con otra mujer. No tenemos comunicación… solo lo veo en las conferencias.

—¡Necesitan hacer las paces, de esto estoy segura!

—¿Sí? ¿Pero cómo? ¡Él es orgulloso! ¡Y yo soy aún más «terco»! El resentimiento inicial se esfumó, pero ahora vivimos vidas separadas…

»¿Me vas a enseñar sobre la humildad cristiana?

—¡No te enseñaré nada, pero puedo ayudarte a hacer las paces con él! Si quieres por supuesto…

—¡Quiero que sepas que no le pediré perdón!

—Pues no se lo pidas… sin embargo todo se arreglará ¿qué te parece?

—Ok, entonces… ¿nos vemos el domingo? Así puedes mostrarme tu magia —bromeó Víctor—. En el puente Troitsky*, al mediodía, en nuestro lugar, ¿de acuerdo?

—¡De acuerdo!

* * *

En su habitación, antes de irse a dormir, Zosia abrió al azar el cuaderno del anciano Zosima, como hacía de vez en cuando para que Zosima pudiera «decirle algo» a través de las líneas que leía.

Las palabras parecieron abrazarla con calidez y dicha:

«El amor, la paz, y la benevolencia hacia toda criatura, aunque de manera gradual pero segura, conducen a la persona a la sabiduría y a la cognición del Espíritu Santo.

»Y cualquier hostilidad, o defensa, conduce a la pérdida de la Luz del Espíritu Santo en el corazón espiritual.

»¡El amor es la mejor defensa contra el mal!

»¡Pero la gente no entiende esto en absoluto! ¡Responden al mal con mal, se enojan, se ofenden, se vengan y culpan a otros por todos sus problemas! ¡Y no saben perdonar!…

»Sucede que por nimiedades, la gente vive separada, disociada. ¡Y esto pasa en las familias y en todas las naciones! ¡E incluso ocurre entre los países, lo que provoca desastres y guerras!

»¡Pero qué simple es vivir en las emociones de bondad y paz entre las personas!

»Sin la voluntad de Dios, ¡ni un cabello de tu cabeza caerá! Entonces, si hay algo que te ofende o que consideras injusto, ¡debes saber que Dios te está amonestando! Y cuando comprendas esta advertencia, ¡da gracias al Señor! ¡Y el mal no solo no entrará en tu alma, sino que también pasará por alto tu vida! ¡Porque los que viven en el Amor de Dios son siempre felices!

Zosia quedó inmóvil en un silencio especial. ¡Entendió que reconciliar a Víctor con su padre era bueno, correcto y necesario! ¡Y que eso ciertamente debía suceder!

Luego tomó el cuaderno aún sin terminar de Fr. Alexander y empezó a leer.

Zosia tuvo la sensación de que Dios le estaba hablando a través de estas líneas:

«Una vez le pregunté al anciano Zosima cómo compartir con la gente el amor que brilla como un Sol en el corazón espiritual. También le pregunté: ¿por qué no lo sienten incluso las personas que están cerca? Y si lo sienten, ¿por qué lo sienten tan débilmente?

»Y el anciano me respondió:

»“¡Compártelo generosamente! ¡Después de todo es impensable mantener esta Luz contenida en uno mismo! ¡Porque fluye como un Río de Amor Inexpresable!

»”¡Compártelo! ¡Y no te preocupes por quién lo aceptará y quién no!

»”¡Brilla! ¡Y el resto que no sea de tu incumbencia! ¡Dios tiene Sus propios planes!

»”¡El sol brilla por igual en todas las flores del prado! Algunas abren de inmediato. Otras, necesitan madurar en sus capullos por más tiempo. ¡Cada flor tiene su propio tiempo asignado «para florecer y dispersar sus semillas»! Y más aún, ¡las almas humanas tienen sus propios términos tanto para el crecimiento como para la comprensión! ¡Deja que la Luz de Dios fluya libremente, y entonces todo se hará realidad de acuerdo a Su Voluntad!

¡Zosia estaba abrumada de felicidad por la muy clara y sentida Presencia de Dios, Quien no solo no la dejó sola al llegar a la capital, sino que Se hizo más brillante y más y más distintiva!

¡Zosia se quedó dormida mientras continuaba susurrando palabras de gratitud hacia Dios por lo asombroso de Su Cuidado!

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