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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo Cuatro: Un día festivo de Buenas Obras
 

El Faquir y la Ciencia de los Milagros/Capítulo Cuatro: Un día festivo de Buenas Obras


Capítulo Cuatro:
Un día festivo de Buenas Obras

Pasaron varios años. Katya se convirtió en la verdadera «estrella» del circo del Sr. Lurie.

Una vez, en una de las grandes ciudades, en la primera fila entre el público, Katya comenzó a notar a un joven que venía todos los días vestido de traje, más o menos de la misma edad que ella o un poco mayor; él aplaudía con entusiasmo y no apartaba su mirada de ella.

Unos días más tarde, después de otra presentación, el Sr. Lurie condujo al joven y a su padre hacia la habitación detrás del escenario, donde Katya ya se había quitado las alas y estaba por cambiarse la ropa.

«¡Bueno, aquí está ella, ¡nuestra “estrella”!» —dijo presentando a Katya—. «Y este es el conde de Noiri y su hijo Alex. ¡Hiciste una impresión indeleble en Alex, Mademoiselle Kitty!»

… Katya miró con sorpresa a su admirador y al director, que se había vuelto tan extraordinariamente amable con ella.

Alex, con un reverencia, le entregó a Katya una hermosa caja de regalo, y luego inesperadamente, para que tanto su padre como el Sr. Lurie le escucharan, dijo:

—Quiero que Mademoiselle Kitty venga a nuestra casa hoy y cene con nosotros. ¡Y mañana, —quiero que pase todo el día conmigo— ya que mañana no hay presentación!

Lo pronunció en un tono tal, que no dio lugar para posibles objeciones.

—Eso no se acostumbra —intentó sin embargo objetar el Sr. Lurie…

Pero al parecer, el padre del chico cedía a menudo a los caprichos de su hijo, y en ese momento, sacó de su cartera un voluminoso fajo de billetes que, con una extraña sonrisa, se lo extendió al director diciendo:

—Pero podemos hacer una excepción, ¿verdad?

—¡Sí, por supuesto! —dijo el Sr. Lurie, notando que los caprichos de este «bebé» le harían obtener una buena ganancia.

—¿Puedo lavarme y cambiarme de ropa? —preguntó Katya.

—¡No, a mí me gusta así! ¡Estás tan hermosa con ese vestido! —dijo Alex—. ¡Si quieres, puedes darte un baño en nuestra casa antes de acostarte! ¡Pongámonos ya en camino!

Katya, dejó la caja sin abrir sobre la mesa y se puso su sencillo viejo abrigo, el cual, contrastaba considerablemente con su brillante y reluciente atuendo para las presentaciones; y se dirigió hacia la congregación del conde.

… Se trasladaron hasta la lujosa mansión.

Al llegar, los criados se hicieron con los abrigos de todos.

¡Katya, nunca había visto tal lujo!

«¡Es como llegar al palacio de la Cenicienta en un cuento de hadas!» —pensó.

… Luego, se dirigieron a un salón enorme donde había una gran mesa en la que estaban servidos tan solo tres lugares, y los platos, —cubiertos con sus respectivas vajillas—.

El padre de Alex no se sentó, dijo que no tenía hambre y dejó a los jóvenes tan solo en compañía de los lacayos que servían silenciosamente el jugo y la comida.

Katya miró con asombro varios tenedores y cucharas cerca del plato, sin atreverse a elegir ninguno de ellos.

Alex rompió el incómodo silencio:

—¡Puedes comer con la cuchara, o incluso con las manos! ¡Aquí no hay nadie como para que observemos la etiqueta!

Katya miró a su alrededor con asombro a los cuatro sirvientes, congelados en poses silenciosas…

»Jaaa —rió Alex—. ¡Váyanse, nosotros mismos elegiremos qué comer y qué beber!

Los sirvientes se marcharon haciendo reverencias.

—¿No les consideran humanos?

—¿Por qué? Son personas, sí… Pero ellos hacen todo lo que yo quiera; mi padre les paga para esto. Y si yo quiero, —les echarían a la calle—. ¡Así que, no te avergüences!

—¿Y qué hay sobre mí? Después de todo yo también vine aquí por el pago de tu padre.

—¡Tú eres otro asunto! ¡Tú me gustas! ¡De alguna forma teníamos que convencer a tu director para que te dejara venir!

… Después de cenar, Katya se adaptó a la situación inusual en la cual había caído.

Pero luego, llegó el custodio y estrictamente dijo que ya era demasiado tarde y que era hora de que todos durmieran. Una mucama, llevó a Katya a un cuarto de baño adornado con mármol. Luego, cuando Katya terminó de disfrutar del baño caliente, con una blanca espuma como de nieve de un jabón perfumado especial, la doncella le dio una bata y una camisola —toda de encaje—, y la condujo a un dormitorio separado.

… A la mañana siguiente, después del desayuno, Alex condujo a Katya a su habitación. Katya, se sorprendió al ver ante ella pequeñas figuras de personas y animales hechos de madera o porcelana: «cajas mágicas» con diferentes maravillas y música, casas pintadas, veleros, e incluso un ferrocarril con una locomotora, remolques y rieles.

—No tengo juguetes y no sé cómo jugar con ellos, —dijo Katya, avergonzada.

—¡Es fácil, yo te enseño! —Alex respondió con confianza.

… Construyeron por un rato una ciudad a partir de los bloques, y le pusieron un ferrocarril… Pero muy pronto esto se volvió aburrido para Alex. Luego, se dirigieron al jardín y pusieron en el estanque unos hermosos veleros de juguete que lucían muy reales.

Esto también aburrió muy rápidamente al joven conde.

Pero Katya, todavía no dejaba de sorprenderse de que fuera posible pasarse el tiempo así…

Alex sugirió:

—Si quieres, podemos ir de compras y te compraré todo lo que quieras: un abrigo nuevo, zapatos, vestidos elegantes, todo tipo de juguetes, cualquier cosa que quieras… ¡Quiero hacerte sentir bien!

—Pero tu padre será quien pague por todo esto… ¿no? Entonces, resultaría ser que es él y —no tú—, quien me estaría dando estos regalos, y, tal vez, en verdad él ni siquiera quiere hacer esto…

—Bueno entonces… —Alex pensó por un momento y dijo: —Ahora recuerdo: ¡yo tengo mi propio dinero! Me lo regalaron como regalo de cumpleaños, ¡pero no lo gasté! Puede que esto no sea suficiente para todos tus deseos, ¡pero este es mi propio dinero!

»Dime: ¡¿qué te gustaría?!

—¡Ayer me pareció que estaba en un castillo de cuento de hadas, y ahora quiero ser un hada que hace buenos milagros! ¡Para así —en la vida real—, al menos por un corto tiempo, la vida sea como un cuento de hadas!

»¿Alguna vez has soñado con ser un mago?

—No…

—¡Bueno, yo sí he soñado con eso!… Cuando era pequeña, mi amigo Tom, el payaso, me enseñó a iniciar cada día con un buen comienzo. Lo convertimos en una especie de celebración. ¡La regla principal era hacer algo bueno por los demás! Salíamos a caminar —y orquestábamos pequeños buenos milagros—.

»Por ejemplo, en invierno, alimentábamos a las aves que estaban hambrientas y con frío. Y, en el mercado, le comprábamos comida a la anciana más pobre. Y a veces —simplemente caminamos por la calle y brindábamos sonrisas y palabras amables a todos—. ¡Tom siempre sabía cómo bromear, y por donde pasábamos, era como si florecían flores de alegría!

»¡Y hoy tú, también, puedes ayudarme a hacer pequeños milagros!

—Pero yo no soy bueno haciendo bromas…

—Está bien, no hay problema, ¡yo ya pensé en otra forma!

… Fueron a la ciudad en un carruaje acompañado por solo un sirviente quien estaba a cargo de la seguridad del joven conde.

En lugar de trajes y regalos, Katya le pidió a Alex que comprara chocolates, dulces, bollos y tartas suaves y exuberantes, y que pusiera todo en grandes cajas.

Luego, a pedido de Katya, fueron a los barrios pobres de esa ciudad.

Ella le contó a Alex: «Antes, yo vivía con mi madre en extrema pobreza, rara vez teníamos suficiente comida. Y siempre se sentía como un verdadero día festivo —recibir un pedazo de pan suave o un dulce—.»

… Los barrios pobres sorprendieron a Alex. ¡Nunca antes se había imaginado que existían personas viviendo en tal pobreza!

¡Y Katya estaba tan feliz de dar a los niños golosinas gratis! ¡Se sentía como una hacedora de maravillas quien podía hacer milagros!

Katya, se encontraba rodeada de niños pequeños y grandes. Estos, se fijaron en su atuendo del circo.

Y los niños empezaron a pedir:

«¡Por favor, cuéntanos sobre el circo!»

… Al principio, Katya trató de describir la presentación usando palabras. Y más y más pequeños oyentes se reunían alrededor de ella…

Entonces, comenzó a mostrar todo lo que ella misma podía hacer. Una audiencia se congregó de muchas de las casas vecinas. Los niños y sus padres se acercaban. ¡E incluso transeúntes al azar se detenían —y no se marchaban—!

Katya inventó su propio espectáculo, como si quisiera presentar la belleza de toda la acción del circo.

¡Y fue aplaudida con entusiasmo por niños y adultos que nunca antes habían estado y que nunca podrían ir al circo! ¡La aplaudieron tanto, que incluso las manos se les pusieron rojas de tantos aplausos!

Alex y su sirviente también aplaudían.

… Pero, después de la actuación, Katya se puso triste.

«¡Gracias por este día, Alex! Ahora, ¿me puedes, por favor, llevar de vuelta al circo?» —preguntó ella.

Alex aceptó obedientemente. Porque en este día, también hubo un cambio en él. En la mañana, él daba órdenes para ser entretenido, y ahora, trataba cada vez más de complacer a Katya y ayudarle. Esto le trajo una nueva, nunca antes experimentada, alegría de cuidar a otro, a otros.

Y comenzó a comprender algo nuevo, que —de ahora en adelante— podría cambiar su vida…

—Cuando crezca, te encontraré y nos casaremos —dijo él con seriedad.

—Esto nunca sucederá, tú eres un conde, y yo soy una artista de circo…

»Pero, de todos modos, ¡hoy, tuvimos un buen día festivo de buenas obras!

* * *

En la noche, Katya pensó durante mucho rato, y luego le preguntó a Tom:

—Tom, ¿tú crees en Dios?

—¡Supongo que creo en Él, Katya! Toda la gente del circo hasta cierto punto, cree en los Poderes Superiores que controlan los destinos, y en todo tipo de señales.

»Aquí en el circo, somos todos tan diferentes entre nosotros: diferentes nacionalidades, diferentes creencias… La mayoría de nosotros arriesga su vida saliendo a la arena con animales peligrosos o, como tú, subiendo a una altura desde la cual una caída podría ser mortal. O, algunos de nosotros hacemos de jinetes, donde un error también podría costarnos la vida… Pero, incluso aquellos de nosotros que corremos el riesgo de sufrir tan solo vergüenza si un número no funciona, solemos también realizar algunos rituales: para que todo salga bien… Tal vez, el hombre tiene la necesidad de creer en una ayuda desde lo alto…

—¿Tienes una oración que usas normalmente?

—No… Me parece que cualquier oración es adecuada. Si Dios nos escucha, ¿no es lo mismo, cualquier oración que usemos para dirigirnos a Él?

»Sin embargo, ¡Él realmente nos escucha, y sobre todo aquí! —Tom señaló el centro de su pecho—. ¡Desde aquí, desde las profundidades, Él nos escucha! Desde aquí, Él nos enseña a perdonar a los demás.

»Y si existe el calor del amor en mi pecho, entonces me parece que esto se debe a que Dios me entiende y lo aprueba. Pero, si aquí adentro hay vacío y tristeza, entonces parece que Él no está para nada conmigo…

—¿Por qué algunas personas son ricas —y otras pobres—? Alguien nace en una familia de sirvientes y se ve obligado a trabajar arduamente toda su vida, realizando un trabajo duro, —pero alguien como Alex— nace de padres adinerados y está atormentado por el aburrimiento, sin saber cómo usar ni su tiempo ni su dinero…

»Hoy estuvimos en los barrios pobres de esta ciudad. ¡Había tanta pobreza y suciedad! Y las personas, incluidos los niños, viven allí…

—Todos probablemente pueden cambiar algo en su propia vida, supongo. Incluso los niños de esas familias pobres pueden intentar escapar de esa vida pobre y comenzar a aprender… He conocido personas que lograron todo lo que habían soñado, a pesar de que nacieron en familias pobres.

»Sin embargo, también debemos darnos cuenta Katya, ¡que la felicidad no siempre proviene de la riqueza material!

»Algunas veces la felicidad viene de abrazar a una persona querida y amada, tal como nosotros estamos sentados juntos, abrazándonos. Podemos hablar de corazón a corazón, nos entendemos entre nosotros. En algunas de esas familias pobres, los niños pueden recibir mucho más amor del que se recibe en las familias aristocráticas…

»¡La felicidad no se puede comprar con dinero!

»¡Y hoy les diste alegría a esas personas —y eso también es genial—! ¡Quizás, tus golosinas y tu actuación llevaron más felicidad a esas personas de lo que jamás podremos transmitir en nuestros espectáculos a toda la audiencia!

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