Cuentos del abuelo Vanya/Anechka y el abuelo Vanya (Introducción) Anechka y el abuelo Vanya (Introducción)*Estos cuentos fueron narrados Érase una vez, no hace mucho, una pequeña niña vivía en una gran ciudad. Su nombre era Anechka. Ella tenía una maravillosa madre, un maravilloso padre y dos maravillosas abuelas: la madre de su madre y la madre de su padre. Esta grande y amigable familia vivía en un apartamento realmente grande, el cual era llamado apartamento comunal en aquel tiempo. Esto significaba a que otras familias vivían en otras habitaciones del mismo apartamento, y un pasillo realmente largo era común para todas las habitaciones. Anechka era la única niña en este apartamento comunal. A pesar de que todas las personas en este apartamento peleaban entre sí de vez en cuando, todos amaban mucho a Anechka. Anechka también los amaba a todos. Ella amaba a su madre, a su padre y a sus dos abuelas. Ella también amaba a sus vecinos, y ella siempre era la primera en saludar cortésmente a la otra persona. En un cuarto de este gran apartamento vivían una esposa y un esposo. Sus nombres eran Iván Petrovich y Akulina Andreyevna. Ellos vivían en amor y armonía y eran ancianos. Sus hijos ya habían crecido hacía tiempo y vivían separados de sus padres en otros lugares. Anechka tenía dos abuelas, pero no tenía ningún abuelo. Pero ella quería tener al menos uno, así que ella eligió a Iván Petrovich para ser uno de sus abuelos. Un día ella fue a visitarlo y simplemente le pidió que se convirtiera en su abuelo. ¡Él estuvo de acuerdo sin siquiera vacilar momentáneamente! Después de eso, una amistad milagrosa comenzó entre el menor y el mayor de los habitantes de ese apartamento. A pesar de que Anechka era una niña pequeña, ella entendía que el abuelo Vanya no era realmente su abuelo. Sin embargo, este hecho hizo al abuelo Vanya aún más maravilloso, pues los abuelos reales, al igual que las abuelas, no solo tenían que elogiar a sus nietos, sino educarlos estrictamente también. El abuelo Vanya era un poco «mágico»: él nunca estuvo molesto con Anechka, él jugaba y hablaba con ella como a un mejor amigo. Él también le contaba cuentos de hadas e historias verdaderas y le permitía hacer cualquier cosa que le pidiera. Sin embargo, se debe destacar que Anechka nunca quería nada malo porque ella era una pequeña niña amable e inteligente. Usualmente Anechka pedía el permiso de sus abuelas o sus padres para visitar al abuelo Vanya, y si ellos se lo permitían, ella lo visitaba. Ella gentilmente tocaba la puerta y preguntaba: —¿Puedo pasar? —¿Quién está ahí? —preguntaba el abuelo Vanya. —¡Soy yo! —¡Entonces pasa! —el abuelo Vanya saludaba amablemente a Anechka de esta manera, y Anechka pasaba con mucho gusto. Entonces ella siempre hacía una «actuación», por ejemplo, ella bailaba o recitaba algún poema que había aprendido, y cada vez Akulina Andreyevna y el abuelo Vanya aplaudían y la elogiaban. Después, Akulina Andreyevna la invitaba a probar algún delicioso refrigerio, como empanadas de champiñones, las cuales cocinaba con gran maestría, o té con mermelada. Entonces Akulina Andreyevna tranquilamente se sentaba en una silla a cocer, o empezaba a cocinar en la cocina. Ella nunca interfería en la conversación entre Anechka y el abuelo Vanya excepto en aquellas ocasiones en las que se le pedía hacerlo. El abuelo Vanya también bebía té con Anechka, y ella le pedía que le contara algo interesante. Usualmente el abuelo Vanya preguntaba antes de comenzar su historia: —Bien, ¿te gustaría que te contara un cuento de hadas o una historia verdadera? —Por favor, cuéntame una historia que tenga un poquito de cuento de hadas y un poquito de algo verdadero —Anechka respondía. Así, el abuelo Vanya empezaba a contarle su historia. Esta maravillosa amistad comenzó cuando Anechka era una niña muy pequeña, y a medida que iba creciendo los cuentos de hadas iban cambiando.
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