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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Prólogo de Konstantinos
 

Prólogo de Konstantinos*

¡Regocíjense, lectores! ¡Hoy sabrán más sobre los hechos y las Enseñanzas del Gran Pitágoras!

Dos mil quinientos años separan la época de Su Encarnación en la Tierra de los días actuales. Él fue conocido en el mundo antiguo como gran filósofo, matemático y fundador de una Escuela espiritual. Contribuyó en muchas áreas del conocimiento y creó una Escuela única para el crecimiento y perfeccionamiento de las almas humanas.

No muchos fragmentos de Sus escritos y de las leyendas sobre Su vida, contados y transcritos en aquellos lejanos tiempos por un gran número de personas, han llegado a los contemporáneos.

Las biografías de Pitágoras compiladas por Porfirio o por Diógenes Laercio no son cabales y mucho menos las recopiladas por sus seguidores. Ellos recogieron hechos, rumores, leyendas y conjeturas escritas por personas que no conocieron a Pitágoras personalmente.

Solamente los Versos de oro de Pitágoras, salvados por Lisias [5], han llegado a nosotros en su forma más pura.

Ya durante la vida de Pitágoras, comenzaron a surgir las leyendas sobre Él, y Su sencillo vivir se rodeó de un aura de misterio. Muchos Le veneraron como Apolo que vino a la Tierra.

Pitágoras nació en la isla de Samos, en el Mar Egeo. Antes de Su nacimiento, Sus padres visitaron el templo de Apolo en Delfos y allí recibieron la profecía según la cual tendrían un hijo «que traerá el bien a todas las personas y para todos los tiempos».

El mismo Pitágoras no contó mucho sobre Su infancia. Solamente dijo a Sus discípulos que desde una edad temprana Él amaba aprender. También enfatizó la importancia de la aspiración a los conocimientos y, en especial, al conocimiento de la Verdad, puesto que tal aspiración es el propulsor principal para el alma en el Camino del autoperfeccionamiento.

Inicialmente Pitágoras estudió con mucha gente educada de aquella época, con Hermodamas, Ferécides de Siros y Anaximandro.

También mencionó que las iniciaciones en el orfismo que recibió en Su juventud fueron importantes para Su desarrollo espiritual. Del orfismo Él adquirió el conocimiento sobre las leyes de la verdadera ética, incluyendo la ética de la nutrición, el conocimiento sobre las enormes posibilidades que la armonía del arte tiene para influenciar un alma y el conocimiento sobre el Creador-Gobernador del universo entero, no dividido en cultos de «dioses» separados.

Pitágoras viajó mucho por diferentes países. Su fuerza de espíritu, Su encanto, Su aspiración a la Verdad y Su pureza eran tan grandes que los Maestros espirituales Le dieron a conocer sin reparos los secretos que, por lo común, se mantenían cuidadosamente ocultos de otros extranjeros.

Recibió iniciaciones en muchas tradiciones espirituales, incluyendo la egipcia; estudió, entre otros lugares, en Menfis y Heliópolis, e incluso fue ordenado como sacerdote allí.

Sin embargo, Pitágoras sobrepasó a todos Sus maestros, porque vio el Origen Divino más allá de los límites de las tradiciones religiosas particulares y fue capaz de conocerlo.

Luego se encontró en Persia, que en aquel entonces gobernaba sobre muchas naciones. Filósofos, sanadores, adivinos y magos fueron reunidos allí en la corte. Así actuaban los gobernantes de diversos países en aquel tiempo, y el soberano de los persas trataba de superarlos a todos en esto.

Sea cual sea el país al cual llegaba Pitágoras, Él enriquecía Su propia experiencia con la sabiduría de aquella nación.

Más tarde creó Su propia Escuela en la ciudad griega de Crotona, en el sur de Italia. ¡Y esta Escuela glorificó Su nombre por siglos!

Pitágoras unió la sabiduría que había sido acumulada por la humanidad hasta aquel momento con el Conocimiento Divino recibido por Él personalmente en un sistema coherente que abarcó todas las áreas de la vida y permitió a muchas personas que se familiarizaron con Sus Enseñanzas acercarse a la Perfección.

En aquella Escuela había conocimiento de diversos niveles, de modo que cada uno pudiera intentar dominar el nivel para el cual estuviera preparado. Así, había jóvenes que estudiaban los fundamentos de las matemáticas y de la música y, por otro lado, aquellas personas que recibían las grandes iniciaciones para aprender a permanecer en los más altos —Divinos— estados del alma. ¡Todo esto fue dividido en escalones armoniosos de crecimiento que permitían primero convertirse en una persona pura y justa en sus acciones, emociones y pensamientos y luego en una Persona Divina!

Religión, ciencia y arte se combinaban armoniosamente en aquella Escuela. Los estudiantes podían obtener conocimiento diversificado sobre medicina, astronomía, geometría, música, arquitectura y escultura. Sin embargo, el más importante era el conocimiento sobre el desarrollo del alma, y todo ayudaba a cumplir esta tarea.

La facultad de admirar y disfrutar de la belleza era natural en la cultura griega de aquel entonces. Esto se reflejó en la veneración hacia los filósofos, quienes mostraban la belleza del pensamiento, y en la admiración de la belleza del cuerpo humano, por ejemplo, durante competiciones deportivas, en danzas o en esculturas. Los griegos también admiraron la belleza de la palabra en los versos de los poetas y la armonía en las creaciones de los músicos.

En esta atmósfera, Pitágoras explicaba a la gente las leyes de la creación de la armonía y de la belleza, enseñaba a deleitarse —a través de la sintonización— con su contemplación y ayudaba a comprender su conexión con las Leyes Divinas de la aspiración al Todo y de la Unión con el Creador.

También enseñaba sobre la ley de la reencarnación en el desarrollo de las almas. Hablaba sobre los numerosos nacimientos que cada alma tiene en su Camino hacia la Perfección. Decía que la existencia eterna y triste en el Hades* no aguarda a un alma después de la muerte de su cuerpo, sino que le espera un nuevo nacimiento en la Tierra. Así un alma nacerá otra vez en un nuevo cuerpo para continuar su desarrollo.

¡Aparte de esto, Pitágoras enseñaba sobre el gran Fuego Central, el Sol de Dios, una de las Manifestaciones del Creador, Quien es la Fuente Originaria de la Creación entera y Quien controla todos los procesos en el Absoluto!

Pitágoras no aceptaba el trabajo de esclavos y predicaba la libertad y la inadmisibilidad del uso de la violencia de una persona sobre otra o sobre la naturaleza.

También explicaba que los sacrificios de animales —prácticas que formaban parte de las creencias tradicionales y del culto de muchos templos— eran desagradables a Dios e inadmisibles.

Propugnaba la necesidad de seguir una alimentación vegetariana. Él Mismo y Sus discípulos eran vegetarianos estrictos.

Pitágoras siempre dejaba una impresión indeleble en las personas. Sus movimientos eran suaves y tranquilos. Su habla, pausada y llena de fuerza. Se mantenía sereno incluso cuando Su vida o Su trabajo se encontraban en peligro. Ninguna situación podía afectar Su estado de armonía, puesto que Él estaba unido con la Armonía Suprema, La Cual no puede ser afectada por los problemas del mundo perecedero.

¡Sus discursos inspiraban a mucha gente! Él hacía aquello que parecía imposible hacer uniendo en Enseñanzas lógicas las verdades espirituales superiores y los fundamentos accesibles y comprensibles para cada uno.

Todo comenzaba con la enseñanza de la pureza ética. Pitágoras explicaba las leyes de las relaciones entre una persona y otra, entre una persona y la naturaleza y entre una persona y Dios.

Él creó las posibilidades para el desarrollo de las personas que se encontraban en diversas etapas de su crecimiento. Así algunos desarrollaban su intelecto a través de las matemáticas y la lógica; otros trataban de dominar los principios de la armonía en la música, pintura, danza, poesía…

Pitágoras también aplicaba las leyes éticas a la organización del estado, enfatizando la importancia de éstas para la formación de ciudadanos dignos. Su influencia en políticos y gobernantes era enorme y muchas cosas que Él propuso fueron puestas en práctica.

No dedicó Su vida a una utopía, un sueño irrealizable de crear una hermosa estructura de la sociedad, sino que creó en Su Escuela un modelo real para una vida armoniosa y ética de las personas.

En la Escuela de Pitágoras había una muy cuidadosa selección de aspirantes para las etapas más altas de aprendizaje. Existía un largo período de prueba, de uno a varios años. Durante este tiempo los candidatos estudiaban los principios éticos y el conocimiento general sobre la estructura del Absoluto. En discursos públicos, abiertos a toda la gente interesada, Pitágoras Mismo al principio y luego Sus discípulos hablaban sobre esto en detalle.

Posteriormente los candidatos a las etapas siguientes del aprendizaje tenían que pasar por una entrevista de ingreso, la cual era un examen serio llevado a cabo para entender cómo el estudiante había aprendido los fundamentos.

La novedad de la Escuela consistía en el hecho de que tanto varones como mujeres eran admitidos en ella. En aquel tiempo las mujeres podían recibir educación únicamente en casa o en un templo. En cambio, en la Escuela de Pitágoras tenían la posibilidad de estudiar en las mismas condiciones que los varones.

Las uniones matrimoniales entre los estudiantes tampoco fueron prohibidas en esta Escuela.

Pitágoras declaraba viciosos los deseos sexuales groseros; en cambio, las relaciones sexuales sutiles entre dos personas que se amaban Él las llamó bendecidas por Dios. Pitágoras Mismo estaba casado y tenía hijos, quienes eran Sus discípulos junto con Su esposa.

Según los escalones del aprendizaje, los estudiantes en la Escuela eran divididos en grupos. Así, había los oyentes y aquellos que estaban conociendo Lo Más Alto.

Los oyentes eran quienes absorbían las reglas éticas y la filosofía pitagórica y aprendían a plasmarlas en su vida diaria y en su trabajo creativo. En esta etapa dominaban, entre otras cosas, el silencio interior. De los ejercicios psicoenergéticos, sólo se les enseñaba prácticas sencillas que les permitían controlar su esfera emocional y limpiar la energía del propio cuerpo. Los estudiantes en esta etapa dominaban las técnicas iniciales para abrir sus corazones espirituales y experimentar la Luz y el Amor de Dios. Muchos de ellos continuaron después sus actividades fuera de la Escuela introduciendo una nueva cosmovisión en la vida de las personas que les rodeaban.

Aquellos que estaban conociendo Lo Más Alto se encontraban en el siguiente escalón principal, en el cual estudiaban las meditaciones serias del nivel de buddhi yoga. El número de tales estudiantes era mucho más reducido. Pues este conocimiento era considerado esotérico, es decir, secreto y accesible solamente a aquellos que lo merecían.

Había también un tercer grupo, aún más pequeño, de discípulos que fueron llamados los Resplandecientes. Les llamaban así porque habían alcanzado la Unión con la Conciencia Divina y desde aquel entonces podían brillar, es decir, emitir la Luz Divina y regalar a los demás el Conocimiento Divino directamente desde la Fuente Original. Ellos eran muy pocos y ayudaban al Maestro a impartir las clases y creaban nuevas comunidades de la fraternidad pitagórica.

* * *

La pureza del alma a menudo suscita odio en aquellos que no desean transformarse para llegar a ser mejores. Entre los candidatos rechazados estaba un hombre que comenzó a odiar a Pitágoras y luego encrueleció y lideró a quienes incendiaron el edificio de la Escuela y mataron a Pitágoras y a muchos de Sus discípulos.

Este evento forzó a los restantes pitagóricos a ser más cautelosos e imperceptibles entre los extraños. El entrenamiento directo llegó a estar disponible solamente para unos pocos. Sin embargo, la luz de este conocimiento continuó ayudando a los buscadores durante siglos.

Hubo leyendas según las cuales Pitágoras no murió entonces, sino que escapó. Estas aparecieron debido a que Él, posteriormente, recreó Su forma material varias veces ante Sus restantes discípulos encarnados para apoyarles y ayudarles a no caer en el abatimiento en aquellas severas circunstancias.

Pitágoras y Sus discípulos más cercanos usualmente no anotaban el conocimiento sobre los niveles más altos de desarrollo, y si lo hacían, usaban símbolos secretos. Quienes llegaban a las alturas suficientes del desarrollo espiritual podían fácilmente percibir meditaciones e instrucciones del Maestro sin necesidad de Su presencia corporal, sino directamente de Conciencia a conciencia.

Así enseñaba Pitágoras a quienes no estaban cerca de Su cuerpo y luego, después de Su desencarnación, a muchas generaciones de Sus seguidores.

De esta manera Él continúa ayudando a las personas encarnadas ahora.

¡Así que escuchen y lleguen a saber, directamente de Pitágoras, lo que Él —una Conciencia Divina— enseña!

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Diálogos con Pitágoras
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