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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo trece: En Babilonia
 

Las lecciones de Pitágoras/Capítulo trece: En Babilonia


Capítulo trece:
En Babilonia

La caravana de prisioneros y tesoros llegó a Babilonia.

Todos los magos y sacerdotes capturados en Egipto y otros reinos, fueron alojados en varios edificios que tenían acceso a un patio interior con un pequeño estanque, jardines y algunos árboles de naranja. Todo el recinto estaba aislado por muros del mundo exterior y bien protegido por guardias.

«Vaya, nuestra nueva prisión es bastante cómoda. Esperaba algo peor» —dijo Pitágoras en respuesta a los airados reclamos de los sacerdotes que no estaban demasiado contentos con el lugar.

Aquí se encontraban retenidos muchos magos, adivinos y curanderos cautivos anteriormente. Pitágoras fue amable con ellos, pero habló poco.

Solo con uno de ellos, astrónomo y matemático, a veces sostenía largas conversaciones sobre el movimiento de las estrellas y planetas, sobre las leyes de las proporciones expresadas en números y fórmulas, y sobre las figuras geométricas que podían servir como símbolos de lo Infinito.

Hamilcar a veces intentaba comprender el significado de sus conversaciones, pero pronto se dio cuenta de que sus conocimientos en estas áreas no eran suficientes como para sumergirse en una comprensión profunda de lo que estaban discutiendo.

Cuando expresó su frustración, Pitágoras le dijo:

«No es necesario que comprendas hoy las leyes del movimiento de las estrellas y los cálculos matemáticos. Tienes el conocimiento fundamental sobre el desarrollo del alma y las Leyes Divinas del Todo, que sigues perfeccionando. Concéntrate en esto que es lo principal, y todo el conocimiento adicional se te revelará fácilmente cuando lo necesites.»

… Así, sus vidas transcurrían pacíficamente entre meditaciones y conversaciones. En el mundo exterior, los acontecimientos se sucedían uno tras otro. Las noticias llegaban a los prisioneros con dificultad, pero aun así se auguraban algunos cambios en la situación reinante.

El rey Cambises*, mientras avanzaba en el continente africano, sufrió varias derrotas militares importantes. Muchos de sus soldados murieron de hambre, sed y enfermedades. Mientras tanto, en sus vastos dominios, la insatisfacción crecía y se producían tumultos y revueltas.

El sacerdote medo Gaumata* comenzó a hacerse pasar por el hermano asesinado de Cambises II, Bardiya. Primero tomó el poder en Media y luego intentó subyugar otros territorios que formaban parte del enorme reino conquistado por los persas que comenzó a desmoronarse.

Cambises tomó la decisión apresurada de detener las conquistas y regresar para castigar a Gaumata.

Pero pronto llegaron noticias de la repentina muerte de Cambises.

Corrían rumores de la «ira de los dioses» que castigaron a Cambises por destruir ciertos santuarios y templos en las tierras conquistadas. También circulaban rumores sobre la magia de Gaumata y la idea de que la lanza con la que Cambises se hirió accidentalmente al montar a caballo fue envenenada por conspiradores que Gaumata lideraba.

… Un joven noble persa llamado Darío, que tenía parentesco con Ciro II*, el padre de Cambises y fundador del imperio persa, comenzó a visitar con frecuencia a los magos y sacerdotes hechos prisioneros. Claramente estaba buscando formas de derrocar a Gaumata y quería obtener la ayuda de los magos. Estaba cansado de escuchar las lisonjas de los astrólogos que le prometían grandeza y dominio sobre el mundo entero, pero nada de esto sucedía aún. Así que les propuso a los sacerdotes y magos cautivos que demostraran sus habilidades.

Darío observaba con interés estas demostraciones de poder mágico.

Por ejemplo, uno de los sacerdotes hacía que los esclavos que caían en trance obedecieran sus órdenes con facilidad.

Observando esto, Hamilcar recordó a un mago negro con el que se había topado antes. Ese mago ejercía un poder tremendo y brutal sobre los demás. Paralizaba y sometía la voluntad y la capacidad de pensar de las almas más débiles. ¡Resultando que fácilmente se convertían las personas en esclavas de su poder!… El «arte» mágico de ese mago consistía en gobernar a otras personas con su poder y sacar provecho de ello. Hamilcar, consumió muchas de sus energías en aquel momento pasado para escapar de la fuerza tenaz y pegajosa de aquel mago…

Así que lo que el sacerdote demostraba aquí no era más que una pálida imitación de aquello y más bien parecía hipnosis.

Otro sacerdote demostró a Darío cómo causar dolor a un esclavo a distancia sin el uso de las armas.

Pitágoras, observaba lo que estaba sucediendo con silenciosa desaprobación sin intervenir, lo que encendía cada vez más el interés de Darío en Él. Había escuchado de los compañeros del convoy con el que llegó Pitágoras, acerca de los muchos casos de manifestación de Su enorme poder durante el viaje desde Egipto.

Pasados varios días, Darío decidió establecer una relación más cercana con Pitágoras a través de Hamilcar:

—¡Eres inteligente y ves claramente que necesito personas fuertes y leales! ¡Tal vez podrías convertirte en mi aliado! ¡Tu fuerza y conocimiento podrían ayudarme a ascender al trono! ¡Los demás guerreros te admiran con tan solo ver tu enorme apariencia atlética! ¡Además, dicen que también posees habilidades mágicas! ¡Una persona como tú sería inestimable para cualquier gobernante! ¡Y yo no te dejaría en deuda! ¡Este mago medio Gaumata que llegó al poder por engaño, no merece estar allí! —Le dijo Darío a Hamilcar.

—Tienes razón, Darío. Gaumata no es digno de ser gobernante. Pero a su vez, tienes a tu alcance diferentes formas de tomar el poder. ¿Cuál usarás? ¿Realmente quieres llegar al poder a través del asesinato? Y para ello, ¿tienes la intención de utilizar otro tipo de magia oscura contra una magia igualmente malévola?

»¿Qué resultado esperas? ¿Crees que esto puede conducir al bien tuyo y de todas las naciones que deseas gobernar?

»¡Si usamos nuestra voluntad para ejercer poder sobre las otras personas, nos privamos del derecho al Amparo Divino! ¡Solo los Dioses tienen el derecho de tomar decisiones sobre las vidas de los seres humanos hasta tal punto! ¡Y en particular, prohíben a las personas usar la voluntad propia para tomar decisiones en la vida de otros seres incluidas sus muertes prematuras!

… Entonces, Darío se dirigió a Pitágoras:

—¿Por qué te mantienes en silencio, Pitágoras, cuando otros están ansiosos por agradarme y convertirse en mis aliados, mostrando claramente sus habilidades? Dime, ¿por qué no muestras también tu poder? He oído mucho acerca de tu grandeza y de tu capacidad para ver el futuro…

»Dime, ¿reinaré sobre Persia?

—Sí, es muy probable que llegues al trono de los reyes persas… Pero lo importante no es eso, sino qué tipo de gobernante serás.

»En vez de mostrarte milagros y poderes mágicos, me gustaría más bien enseñarte la superioridad de la virtud sobre la malicia. También me gustaría enseñarte cómo convertirte en un gobernante grande y sabio, amado por el pueblo, —en lugar de un tirano que mantiene a su gente subyugada a través del miedo—.

»Pero, ¿cómo enseñar a alguien que no quiere aprender?

»Acaba de morir Cambises, otro rey que temía un complot de parte de su hermano y ordenó su asesinato. Cambises conquistó muchos reinos, causando daño, mutilaciones y apropiándose de los bienes de muchos otros seres humanos. Y murió sin disfrutar de los frutos de sus victorias… ¿No es esto un claro ejemplo de cómo el mal engendra más mal? Así es como todo lo que una persona hace vuelve a su propia vida como una retribución por sus acciones.

»Ahora vienes a mí con la esperanza de obtener el poder para destruir al mago Gaumata. Estás reuniendo cómplices para una conspiración y otro asesinato.

»Por lo tanto, me mantendré en silencio, con la esperanza de que tal vez algún día estés dispuesto a aprender acerca de la rectitud…

… Darío visitaba cada vez con más frecuencia a Pitágoras y escuchaba con interés cuando Pitágoras hablaba de la fuerza y las posibilidades del ser humano.

Pero una y otra vez, Darío solo preguntaba cómo podría alcanzar el poder:

—¡Quiero ser un gran gobernante! ¡Los grandes reyes conocían sus objetivos y no se detuvieron ante nada! ¡Ni siquiera las posibles pérdidas de las vidas de sus súbditos los detienen para lograr su meta! ¡Eso es lo que muestran los ejemplos de todos los gobernantes exitosos en la Tierra! ¡Es imposible controlar las naciones con tan sólo paz y bondad! ¡Los grandes reyes siempre han dado muestras de gran fuerza y poder!

—¡Los gobernantes de los que hablas, en su mayoría, son egoístas y ambiciosos, pero verdaderamente no pueden considerarse realmente grandes! ¡Por un lado pueden ser más o menos buenos y justos, y por otro lado, son malvados y crueles! ¡Y todos ellos erran al ignorar lo que es la Verdad de los mundos! ¡Sus metas no son objetivamente grandiosas, aunque parezcan serlo! ¡Solo sueñan con gobernar y ejercer su voluntad sobre los pueblos!…

»Ahora bien, ¿quién objetivamente es verdaderamente un gran gobernante? ¡Solo Aquel que vive en el “Corazón de la Tierraˮ y sostiene las vidas de los seres de todas las naciones de este mundo en Sus Manos Divinas, sintiendo a cada ser en la punta de los dedos de las innumerables Manos del Todo Único!

»¡Los Verdaderamente Grandes han conectado Su Grandeza con la Infinitud del Todo, con el Poder que gobierna todo el universo! ¡Así, Ellos ya lo poseen todo y no necesitan ni adoración, ni gloria, ni riquezas terrenales!

»¡Y gobiernan sabiamente a los seres de los mundos que el Destino puso a su cargo desde la Fuente Divina del Todo, Quien los coloca al frente de esos reinos!

… Darío no quería aceptar lo que Pitágoras intentaba enseñarle, aunque sí contaba con la capacidad para ello:

—¡Eres incorregiblemente ingenuo, oh Pitágoras! ¡No entiendo cómo tus grandes conocimientos pueden convivir con esos sueños utópicos e irreales!

»¡Bendíceme, oh Gran Sabio, por mis pequeñas obras, porque sólo anhelo conquistar ese mundo que se abre ante mí aquí en la humilde y pequeña Tierra!

—Darío, pareces soñar únicamente con ejercer un poder básico sobre la gente, y obtener adoración y honores…

»Pero ese poder podría ser fuerte y al mismo tiempo sabio.

»¡Los Maestros Divinos de la humanidad solo ayudan a llevar a cabo obras de armonía y bondad! ¡Buscan entre los devotos a aquellos que aspiran a unir su propio amor con el Amor Universal! Poco a poco le dan a ese Héroe del Espíritu la oportunidad de percibir el Poder Divino y fusionarse con Él.

»Estás familiarizado con la enseñanza del sabio Zoroastro*. En su base, podría convertirse en un punto de unión para muchas naciones, ya que habla de un Único Principio Divino: el Dios Creador del Todo, el Dios de la Sabiduría, el Dios del Bien, el Dios percibido como el Fuego Divino. También prescribe la necesidad de la bondad, la ley y la justicia.

»Entonces, ¿por qué insistes en no querer seguir las mejor parte de la Enseñanza que te es familiar y forma la base de tu vida?

… Durante varios meses, los intentos de Hamilcar y Pitágoras para interesar a Darío en las ideas de la transformación espiritual de la sociedad, que antes discutían solo entre ellos, continuaron. Pero Darío… a veces se entusiasmaba con el sueño de la iluminación y la implementación de las ideas de la bondad, y otras veces se desanimaba por la falta de concordancia entre lo que enseñaba Pitágoras y lo que él, Darío, deseaba con tanta pasión…

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