English Español Français Deutsch Italiano Český Polski Русский Română Українська Português Eesti 中文 日本

Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo 2. Cuidando lo «terrenal» —o esforzándose por lo Divino—
 

El Evangelio de Marta/Capítulo 2. Cuidando lo «terrenal» —o esforzándose por lo Divino—


Capítulo 2.
Cuidando lo «terrenal» —o esforzándose por lo Divino—

¡Nuestra gran casa parecía estar vacía sin María! Resultó ser que nunca antes me había dado cuenta de la importancia de su presencia: ¡de su vida llena de alegría y sus sonrisas gentiles!

Estaba acostumbrada a cuidarla desde mi infancia. Pero también, siendo la mayor, consideré que era mi deber educarla, edificarla y corregirla constantemente, ¡creyendo que ella sólo creaba problemas y ansiedad para nosotros! Y ahora —me daba cuenta de lo mucho que ella significaba para mí—.

… También a menudo me acordaba de Jesús…

Con perplejidad e interés creciente, escuchaba lo que otras personas hablaban de Él cuando iba al mercado por algo. Escuché a la gente decir que había sanado a un ciego, que había curado a un niño que no tenía esperanza de ser salvado. O —que había alimentado a toda una multitud de personas cuando sólo tenía siete panes a Su disposición—; los dividió —y la comida alcanzó para todos—… Alguien dijo que lo había visto personalmente, mientras que otros decían que no eran más que fantasías…

¡Yo quería creer en la autenticidad de esas historias, pero también tenía miedo de cometer errores! ¡En nuestra sinagoga no nos decían que el Mesías había venido —y que todos debían seguir lo que Él enseñaba—! En general sólo había silencio acerca de Él, ¡como si no existiera en absoluto! Y si alguien hacía preguntas sobre Él, no se respondían.

Ahora me encontraba a la espera del regreso de Jesús. Mientras se marchaba, dijo que Él —junto con María y los otros discípulos—, seguramente vendrían otra vez por nuestra casa.

* * *

¡Cuán grande fue mi alegría cuando vinieron de nuevo!

Pero esta alegría se eclipsó rápidamente en mí por un resentimiento inesperado…

Esta vez, estaban con Jesús no sólo Sus discípulos más cercanos, sino también algunas personas más a quienes no había visto antes.

Empecé a preparar la comida para todos, pero María se quedó con Jesús escuchando Sus palabras…

Yo tenía prisa por alimentar a los invitados —y esto era mucho trabajo—. Fui a llamar a María para que me ayudara, pero Jesús contestó que María había elegido el bien —y que hacía lo correcto—…

Regresé a la cocina, «hirviendo» de indignación…

Pero luego Felipe, uno de los discípulos cercanos de Jesús, se acercó.

—¡Deja que te ayude hoy, Marta!

…Yo estaba muy sorprendida:

—¿Tú? ¿Harás el trabajo de las mujeres?

—¿Por qué es esto sólo para las mujeres? Nosotros andamos en travesía todos los días y hacemos todo por nosotros mismos: preparar la comida, lavar los platos, lavar la ropa…

»¡No te enojes tanto con María! ¡Pronto entenderás todo sobre Jesús y tu hermana! Por ahora —considera que es mejor hacer lo que Jesús aconseja en cada situación específica—. Y esto es en todo: ¡tanto en lo grande, como en lo pequeño!

—¡Pero no entiendo por qué debería cocinar yo sola, mientras María se sienta a Sus pies, sin siquiera mover una mano o apartarle la mirada! ¿Y qué hay con todo el trabajo que hay que hacer aquí? ¡Ni siquiera le importa!

—¡Deberías tratar de calmarte! ¡Ahora, juntos, rápidamente haremos frente a todo lo que sea necesario! ¡Todo va a salir bien! ¡Esta comida será genial! ¡Y todo lo que necesitemos escuchar de Jesús —Él nos lo dirá—! ¡No nos perderemos de nada que nos sea necesario y útil saber!

… Inmediatamente me agradó Felipe. ¡Este hombre joven de cabellos rizados, de mirada resplandeciente y clara —era tan agradable que mi enojo se esfumó rápidamente—! ¡Y Felipe era muy hábil con el trabajo de la cocina!

Pronto, fuimos capaces de entregar a los invitados platos de comida ya lista. Todos comenzaron a comer.

Y después de comer, cuando todos se ubicaron cómodamente, Jesús comenzó a hablar:

—¡Amigos, todos agradecemos hoy a Dios por la comida que nos fue dada! Pero creo que es importante agradecer también a quienes la cultivaron y a quienes la prepararon para nosotros. ¡Está bendecida por el trabajo de unas buenas manos! ¡Ambos, Marta y Felipe, han llenado estos manjares con su cariño!

… Me sentí apenada por este elogio de Jesús, y me cubrí la cara de vergüenza con un delantal… de repente me di cuenta de que de no haber sido por Felipe, hubiera permanecido insultada con María e incluso con Jesús… hubiera cocinado la comida en un estado de ira… ¡y realmente sólo Felipe era digno de elogio! Yo no tenía mérito aquí…

Y Jesús, mientras tanto, pasó a decir:

—Dios debe ser significativamente necesario para la persona: ¡debe ser más importante que las personas cercanas, más importante que todas las cosas «terrenales»!

»Pero la aspiración a Dios no viene inmediatamente para la mayoría de las personas. Y no deben exigir esto a aquellos quienes aún no están listos para este estado.

»Es muy fácil decir tan sólo: “¡Yo creo! ¡Yo adoro a Dios!” Y muchas personas de hecho solo hacen esto: esperando que al hacerlo, todos a su alrededor noten lo “recto que soy”, cuán cuidadosamente “sigo las reglas”, cómo “hago las oraciones”…

»¿Cuántas personas pueden deshacerse de todas estas inútiles “cosas externas”, —y seguirme—? No, no muchas…

»Aunque, por supuesto, a su debido tiempo —para toda alma que se desarrolla adecuadamente—, llega una etapa similar, cuando con todas las fuerzas, pensamientos, y deseos, la persona se precipita sólo hacia Dios y no le atrae nada más.

»¡Dios sólo Se revela al verdadero buscador: a quien quiere adquirir Su Amor y Conocimiento de Él! ¡Y a quién también —Él ama—!

»¡Dios no muestra Su Presencia a los indiferentes! ¡La aspiración por Él debe volverse sincera y constante!

»¡Dios no debería ser necesitado por el alma como un objeto de adoración ritual, sino como el aire para respirar, como el agua para saciar la sed, como alimento para el hambriento! Cuando la atención del alma es totalmente redirigida desde lo mundano y lo banal —a la búsqueda de Dios—, ¡sólo entonces es posible la transformación profunda del alma y la clara percepción del mundo de lo Divino!

»Todo esto se adquiere rápidamente —sólo por unos pocos quienes ya son almas maduras—. Pero, ¿qué hay de aquellos a quienes les gustaría pero que todavía no pueden hacer esto con todo su corazón, con toda el alma, —esforzarse por el Padre Celestial—? “¿No hay salvación para ellos?” —podrían ustedes preguntarme—.

»Pero, la vida recta es posible en las buenas acciones ordinarias: vivir en paz con las personas, aspirar al conocimiento de lo Sagrado, ¡con el deseo de servir a los demás a través del propio trabajo! ¡Esto significa, lo que una persona concreta puede hacer ahora para —servir a la gente tanto en lo mucho como en lo poco! ¡Esto es muy bueno! Así —gradualmente— ¡el amor se desarrolla en esta alma y crece el cuidado! ¡Y no importa si esas acciones simples parecen insignificantes para los de afuera!

»¡Que alguien simplemente hornee el pan o haga las camas! ¡Pero que esto se haga —en paz y en amor—! ¡En el servicio sincero al prójimo, —se genera la felicidad de una vida recta—! ¡Que sea sólo un poco de momento, pero es a través de este trabajo dedicado que se obtiene la mayor felicidad!

»¡Estoy hablando de la felicidad de la vida con Dios, la cual es posible para un alma que ha aprendido a amar fuerte y desinteresadamente!

»¡Si, con el alma llena de amor, el hombre se apresura a Dios —entonces se le abren los Abrazos del Padre Celestial—!

»¡Prueben ahora, tan bien como puedan, de mirar a las profundidades del alma, donde siempre se puede encontrar a Dios!

»Y desde allí —desde el corazón espiritual— podemos mirar tanto hacia delante, como hacia atrás, y en todas direcciones.

»Si miramos hacia adelante —estamos como “fluyendo” hacia el mundo de la materia— para darle nuestro amor.

»O —si miramos hacia atrás y hacia las profundidades del espacio— ¡hay Paz y Luz!

»Y, Martha, ¡tú, también, deberías tratar de hacer esto!

»Allí —adentro— se abre el amplio mundo de la Presencia Divina. ¡Dios siempre mora allí! ¡Él, está más cercano que todas las personas que nos rodean! ¡Siempre cerca —justo en su corazón espiritual—, el hombre puede descubrir al Dios Quién está presente en la vida de cada persona!

… Yo lo intenté —pero no pasó mucho—… Fue como si una puerta se abriera un poco, pero la oportunidad de ir tras esta y entrar —esperaba por mí—…

Y Jesús continuó:

—¡Esta es una manera fácil de enseñar a casi cualquier persona que sepa cómo amar y aspire a Dios, —a comenzar a sentir la Presencia Divina—!

»Es la mirada en la dirección opuesta, en relación con el mundo circundante de objetos y eventos terrenos, —una mirada hacia atrás en las profundidades—, lo que ayudará.

»Sí, las Profundidades Divinas existen tanto hacia arriba de nuestros cuerpos, como hacia abajo, y en cualquier dirección. Pero, es dirigir la mirada del alma hacia atrás, hacia las profundidades, lo conveniente para sumergirse en el Reino de Dios, ¡Que está dentro de nosotros! ¡Es como si la puerta a ese Reino se abriera!

»¡Y se puede abrir —sólo en un corazón inmenso y amoroso—!

»¡Luego —podemos aprender a dar nuestro amor y el Amor de Dios—, que desborda el corazón espiritual desarrollado —a aquellos quienes viven a nuestro alrededor en este mundo—!

»Es importante que todos entiendan cómo deben vivir y actuar en este mundo. ¡Es decir, este es nuestro principal objetivo: —hacer crecer el amor en las almas—! Es el amor por la belleza de la Tierra, por las criaturas de Dios, y el amor por nuestros semejantes, quienes a menudo son muy difíciles de amar… Las personas, al comunicarse entre sí, a menudo muestra sus vicios: están enojados, mienten, desprecian, crean violencia, hablan y piensan condenatoriamente… Y a veces no es fácil mantener el amor y la calma en uno mismo como alma hacia tales personas.

»Repito que no es suficiente con tan sólo recordar a Dios. ¡Sino que es importante —aprender a vivir con Dios en el propio corazón—!

—Pero, ¿cómo podemos distinguir entre lo que es correcto hacer y lo que no? ¿Qué es lo que quiere Dios de nosotros, y qué es lo que no quiere? —preguntó uno de los presentes.

Jesús respondió:

—Toda la gente, que se ha reunido aquí, ya se ha dado cuenta de lo más importante para una vida recta. ¡Esto es, la aspiración por el Padre Celestial!

»Pero en este esfuerzo es importante aprender a distinguir: dónde se debe cumplir con esas cosas “terrenales”, y donde hay sueños, deseos, preocupaciones vacías e innecesarias, ajetreo mundano, que es capaz de cautivarle a uno con éxitos “terrenales” y el embeleso por las alabanzas.

»Se necesita dirigir tan sólo un poco de la vitalidad de uno para alimentar el cuerpo, o mantener la salud propia, —de modo de poder llevar a cabo las obras justas para nuestros prójimos—.

»Los cuerpos hambrientos, cansados, y enfermos —pesan en el Camino del conocimiento y del servicio—. Por lo tanto, todos deben aprender a distinguir entre lo que es importante y lo que no es importante en sus obras, y elegir el momento adecuado para realizarlas.

»Y las tareas, que Dios define para las diferentes personas, pueden ser diversas. Puede que sea el momento de que una persona abandone todos los apegos materiales y dedique toda su energía a prácticas espirituales serias, mientras que para otra —sería más apropiado cultivar el amor en sí mismo como alma dentro de su entorno habitual—, incluido el cuidado de la familia.

»Es fácil para nosotros no estar limitados por los asuntos de este mundo, distinguir lo que realmente debe y no debe hacerse —cuando la Voluntad del Padre Celestial ya es obvia para el alma—.

»Lo explicaré.

»¿Por qué Dios encarnó almas en estos cuerpos y les dio vida en este mundo?

»Démonos cuenta de que toda la riqueza “terrenal” que reunimos permanecerá aquí, cuando cada uno de nosotros abandone este mundo… El recuerdo de las buenas obras generalmente no dura mucho después de que las acciones se han llevado a cabo… Incluso los edificios que se han construido, desaparecerán, y los libros escritos también serán olvidados…

»Entonces, ¿qué es lo más importante que debemos hacer mientras vivimos aquí, en este mundo?

»¿Con respecto a qué —ante Dios— debemos asumir responsabilidad?

»¿Cuáles de nuestras acciones son importantes —y cuáles son sólo fatuas vanidades—?

»Que todos piensen sobre esto —y el entendimiento vendrá y crecerá gradualmente—.

»Tal vez alguien haya decidido que por tan sólo estar junto a Mi cuerpo —se “salvará”—. Y —que ya no es necesario hacer nada más—.

»¡Pero no es la ubicación del cuerpo lo que determina la proximidad a Mí! Puede haber alguien cercano a Mí, que físicamente esté muy lejos, ¡pero con el pensamiento y el deseo del alma —está siempre Conmigo—!

»También puede ser que alguien se siente y escuche Mis palabras, pero al mismo tiempo sus pensamientos están en comparaciones condenatorias: por ejemplo, quién de los presentes está más cerca de Mí —o más lejos—, quién es mejor —o peor—… O —alguien podría estar soñando con algo «terrenal» —…

»Hoy Felipe, al ayudar a Marta en la cocina, —se mantuvo cerca de Mí—.

»Es muy importante entender que para todos, lo principal no es la ayuda que se recibe, sino, ¡la ayuda que otras almas reciben de nosotros! Ayuden a los dignos —y esfuércense para que los cuerpos de aquellos a quienes ayudamos—, y las almas, —sean sanadas—. ¡Y dejemos así que los milagros —que transforman los destinos— sucedan!

»Volveremos una y otra vez en nuestras conversaciones al tema del significado de la vida y la distinción entre lo que se necesita y lo que no. Pero ahora mismo es importante para todos darse cuenta de lo siguiente: también hay obras que se deben realizar por el bien de nuestros vecinos —y esto es parte de nuestro servicio a Dios—. Y, también, está el trabajo que todos deben realizar sobre sí mismos como almas, el cual también hacemos para Dios. Así es como la integridad de la vida de uno para Dios se adquiere gradualmente. Eso es —la vida para Él— ¡en todo, sin importar lo que hagamos!

* * *

Desde ese momento, Jesús y Sus discípulos a menudo nos visitaban. Nuestra casa se convirtió en un refugio tranquilo donde era posible relajarse, similar a un lugar donde los barcos permanecen por un tiempo entre los largos recorridos en medio de las olas y las tormentas. ¡Estas breves paradas fueron muy necesarias para Jesús y Sus amigos —para así luego proseguir con el difícil camino de cumplir la Gran Tarea que les fuera confiada por el Padre Celestial—!

Pero Lázaro y yo todavía no entendíamos mucho acerca de Jesús. ¡Después de todo, Él era muy simple en Sus comunicaciones con los discípulos y con nosotros!

Los ministros en los templos eran personas pomposas, arrogantes, y altamente respetados… Pero Jesús, caminaba entre las personas y les hablaba como iguales. ¡Y esto lo hizo —con cada persona—!

Una noche, ellos volvieron a nuestra casa muy cansados. Los discípulos —exhaustos— se durmieron rápidamente. Pero Jesús, aunque también cansado, fue a ayudar a Lázaro a reparar el techo, que fue dañado por un fuerte viento.

Entonces, Lázaro comenzó a objetar, pidiéndole a Jesús que se fuera a descansar también.

Pero Jesús dijo con calma: «Soy el hijo de un carpintero, y puedo hacer algunas cosas. ¡Juntos podemos hacerlo más rápido! Además, ¡lloverá esta noche!»

En aquel entonces, todavía tenía el pensamiento de que si Él era Dios, entonces esta lluvia podría ser detenida. O bien —sin ningún esfuerzo personal—, sólo por el Poder de Dios, —la reparación del techo podría hacerse—…

¡Cuando el Mesías está cerca, de hecho al lado nuestro, generalmente no notamos Su Grandeza!

* * *

Al principio, era difícil para mí entender a María y a los discípulos de Jesús… ¿Por qué viven así? Caminan, predican, enseñan, y sanan… Como vagabundos… Son aceptados en algunos lugares, y de otros —son echados—…

Todo esto me parecía extraño. ¿Por qué no concebir una familia y vivir una vida tranquila, feliz y recta ante Dios?

Me llevó mucho tiempo aprender cómo y cuándo debemos actuar en nuestras relaciones con lo «terrenal»…

Y ahora permitan que mis palabras arrojen algún entendimiento sobre esto —para aquellos que lo necesiten—.

¿Realmente tenemos que ocuparnos de lo «terrenal»?

¿Y dónde se traza la línea de cuando es hora de rechazar lo «terrenal»? ¿Cuándo es el momento de desatar los lazos de los cuidados comunes? ¿Cuándo debemos aspirar sólo al Cielo?

¡Estas preguntas son importantes!

¡Aquel quien antes del tiempo adecuado descuida negligentemente el propio deber «terrenal», —peca—! Y este pecado lleva a un mal destino posterior, trayendo de vuelta ese deber no cumplido…

¿Cuándo es apropiado dejar de ocuparse de lo «terrenal»? ¿Cuándo y en qué medida está en lo correcto aquel quién no cuida de su vida en este cuerpo y ha rechazado todo el falso convencionalismo de las tradiciones terrenales? Pues cuando las rechazó precisamente, no porque sea perezoso para realizarlas, sino porque una Luz Superior brilla y el firmamento de la tierra ya no puede contener más a esta alma… Apegos a la familia, a la forma habitual de vida, a la observancia de «preceptos ancestrales» y «reglas», que supuestamente «deben ser seguidas» por el que vive una «vida recta»… —todo esto está ahora en el pasado para él—… ¡El alma indetenible desgarra las ataduras terrestres de las preocupaciones «terrenales»! Y todo eso se aleja y desaparece…

¡Así es como —irresistiblemente— el Alma Realizada se dirige al Resplandor de la Luz Divina! ¡Nada «terrenal» se aferra a esta alma nunca más!

Pero el cuerpo también puede convertirse en un Foco del Poder Divino, el Cual es usado por el Creador para llevar los Rayos de la Gran Luz a aquellos quienes aún no están en el mundo de lo Divino.

¡Esto es lo que Jesús nos mostró!

Sí, el cuerpo puede convertirse en el Resplandor Divino, el enlace para la Manifestación del Poder de Dios. ¡El alma —se vuelve inconmensurable en tamaño, también sabia, y Una con el Amor todo abarcante de Dios—!

Entonces el Poder y la Dicha Divina fluyen a través de este cuerpo sagrado inmortal. ¡Y ya no hay diferencia entre Dios y el Alma Que ha llegado a esta Unidad!

¡Así —un Alma asciende a la Unidad Suprema y manifiesta a Dios a través de Sí Misma—! El corazón de tal Alma, y sus manos, y su pensamiento, se han convertido en Uno con el Padre Celestial. ¡Ahora el alma es Una con el Creador de Todo en la inmensidad del universo!

¡Jesús reveló todo esto a las personas!

Aquel, Quien ha logrado esto, puede repetir las palabras de Jesús: «¡Yo y el Padre somos Uno!»


<<< >>>
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
 
Página principalLibrosArtículosPelículasFotografíasSalvapantallasNuestros sitiosEnlacesQuiénes somosContacto