English Español Français Deutsch Italiano Český Polski Русский Română Українська Português Eesti 中文 日本

Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo 1. El Primer Encuentro con Jesús
 

El Evangelio de Marta/Capítulo 1. El Primer Encuentro con Jesús


Capítulo 1.
El Primer Encuentro con Jesús

Durante aproximadamente dos mil años, Yo, Marta, soñé con contarle a la gente acerca de lo que fui testigo cuando Jesús fue encarnado en la Tierra. No tuve tiempo para escribir mi Evangelio durante mi vida en el cuerpo. Pero ahora —tengo la oportunidad para esto—.

… La primera vez que vi a Jesús fue cuando mi hermana menor María estaba a punto de ser apedreada debido a la acusación contra ella de adulterio, y Él la protegió.

En ese momento, vi a Jesús sólo como un hombre: un poco extraño, no como todos los demás, pero —sabio—.

La plenitud de Su Majestad se abrió gradualmente ante mí después.

… La familia, en la que nací y crecí, era piadosa. Nuestros padres nos educaron en el rigor de las reglas y ritos que se adoptaron en Judea en aquel entonces.

Había tres niños en nuestra familia: mi hermano mayor Lázaro, yo, y mi hermana menor María.

Todos los judíos en ese momento estábamos seguros de ser «el pueblo elegido de Dios» y que pronto el Mesías aparecería ante nosotros —el Gran Salvador, el Rey enviado desde arriba—. Él vendrá sólo a nosotros: a los hijos e hijas de Israel. ¡Él nos liberará! ¡Él será —el sabio Rey espiritual—! Y todos, quienes «correctamente» crean, realicen los rituales impecablemente, y cumplan con la ley judía registrada en las escrituras antiguas, serán felices.

… Pero, de hecho, en realidad, justo sucedió todo lo contrario: el Mesías había venido, pero sólo unos pocos Le reconocieron…

¡Las Enseñanzas de Jesús confundieron y atemorizaron a los sacerdotes! Los milagros, realizados por Dios a través de Él, a menudo fueron calificados por los sacerdotes como un engaño. Solía ocurrir que en las sinagogas se afirmaba que Él ordenaba especialmente a las personas sanas aparentar estar enfermas —para que luego, frente a las multitudes, pudieran demostrar su curación—… Y por lo tanto no había milagros, en los que los ciegos ven, y los paralizados se ponen de pie y caminan…

O bien decían que Él sanaba «por las fuerzas del mal»…

¡Y que «violaba la observancia del Sabbath» —específicamente para pervertir a la gente—!

Muchos rumores diferentes luego circularon con relación a Jesús.

Y muchos querían verle y escucharle sólo por curiosidad. Y aun otros sólo deseaban ser sanados de sus enfermedades…

¡Pero también hubo quienes escucharon en los discursos de Jesús el Mensaje de Dios —para todas las personas y para ellos mismos personalmente—! ¡Ellos aceptaron lo que Él enseñó! Y aprendieron de Él.

… Para ese momento, del que estamos hablando, nuestros padres tenían mucho tiempo de haber muerto. Lázaro era el jefe de familia, yo dirigía la granja. ¡Y María… —aún era muy joven y frívola—!…

Ella se enamoró de un hombre casado… Y, sin importar cómo la insultábamos, sin importar cómo le reprochábamos, sin importar cuánto le prohibíamos, ella secretamente se encontraba con esa persona.

* * *

Ese día, me agobiaba la preocupación: ¡María no había venido a casa en toda la noche, el día ya había comenzado, y ella aún sin regresar!

Y ahora, afuera, a cierta distancia de nuestra casa, una multitud se reunía y empezaban a escucharse los gritos de enojo…

Incapaz de soportar la señal de alarma, salí corriendo de la casa, vi lo que estaba sucediendo —y comencé a llamar a mi hermano—:

—¡Lázaro, ven aquí rápido, mira: nuestra hermana está allí! ¡Todas estas personas se han reunido alrededor de María! ¡Parecen querer apedrearla y condenarla como a una ramera! ¡Están rasgando sus cabellos y su ropa!…

»¡Oh, haz algo! ¡Vayamos allí pronto! ¡Detenlos! Sí, ella es relajada y pecadora, ¡pero esto ya es demasiado! ¡La van a matar! ¡Ven pronto!

»¡Mira! Allí, a su lado, apareció un hombre… Ha detenido a la multitud —y ahora la gente se dispersa—… Y María —llora a sus pies—…

… Esa fue la primera vez que vi a Jesús. Todo estaba pasando muy lejos, y no pude escuchar Sus palabras. Pero la multitud, excitada por la ira, se apaciguó abruptamente —justo como si una tormenta en el mar repentinamente se detuviera en apenas unos pocos instantes—.

Jesús resguardó a María con Su cuerpo y comenzó a hablar.

Vestía ligeras túnicas sencillas. Todos Sus movimientos eran suaves y fluidos. Su cabello, ligeramente rizado un tanto por debajo de los hombros, de alguna manera brillaba especialmente bajo el sol, Su apariencia irradiaba una paz gentil. Eso sentí en ese momento, de inmediato, a primera vista, aunque ciertamente no entendía la causa de Su impacto en las almas de las personas que estaban cerca.

… Él ayudó a María a levantarse del suelo.

La multitud se dispersaba.

Jesús abrazaba gentilmente por los hombros a María quien aún lloraba, y junto a Sus discípulos venían hacia nosotros.

Lázaro y yo corrimos a su encuentro.

Lázaro dijo:

—¡Gracias! ¡Has salvado a nuestra hermana! ¡Ven a nuestra casa! ¡Serás —un invitado especial—! ¡Y siempre serás querido por nuestros corazones! ¡Adelante!

—¡No estoy solo, estas personas son mis amigos, están conmigo!

—¡Estaremos encantados de recibirles a todos ustedes! ¡Que las puertas de nuestra casa estén siempre abiertas para ustedes! ¡Vengan rápido, no sea que los iracundos retornen!

—No volverán: ¡tienen muchas cosas en qué pensar!…

»¡Ya han notado el pecado en ellos! ¡Y cuentan ahora con el tiempo para eliminar los vicios de sí, en vez de abalanzarse con enojo a denunciar los pecados de las otras personas, mientras se consideran a sí mismos justos!

… Jesús, quien cuidadosamente sostenía a María, que apenas podía pararse sobre sus pies después de lo que le había pasado, entró después de Lázaro a la casa. Ambos fueron seguidos por Sus discípulos.

Yo también les seguí, todavía llena de emociones por lo que había sucedido.

Lázaro preguntó:

—¿Cuál es tu nombre, mi honorable invitado?

—Jesús.

—¿Así que eres Tú el Maestro, por Quien la gente se reúne para oírle?

—No entenderás de inmediato quién soy… Pero, si quieres, ahora te cuento un poco.

… Lázaro guió a los invitados a la habitación y yo llevé algunos dulces.

Jesús comenzó una conversación sobre la purificación del alma.

María estaba sentada en el suelo, inclinada a Sus pies y cubriéndose con las manos la cara bañada por las lágrimas.

Cayeron las lágrimas de María sobre los pies de Jesús. Ella las secó con su hermoso y denso cabello…

Jesús tocó la cabeza de María y la acarició gentilmente. Luego continuó hablando, dirigiéndose a todos, sobre el verdadero arrepentimiento y la purificación del alma:

—¡Estas lágrimas de arrepentimiento están llenas de significado! ¡Son más valiosas que el mejor incienso y los aceites aromáticos!

»¡No las lágrimas mismas, por supuesto, sino el arrepentimiento —porque es necesario exponerse ante Dios y liberarse de los vicios del alma—!

»¡Es precisamente la purificación del alma lo que se necesita —para aprender a ver, a escuchar, y entender a Dios—!

»Esto es lo que Juan le enseñó a las personas.

»¿Escuchaste, Lázaro, los sermones del Profeta Juan, a Quien la gente le llamaba el “Bautista”?

—No… no los escuché.

—¡Juan dijo que el tiempo está cerca! ¡Y —aquel, quien no ha purificado su alma—, no puede reconocer al Mesías y aceptarle! Y —la Gracia de Dios no tocará a todos aquellos quienes— estén empecinados en los vicios y los pecados, quienes sólo se consideran a sí mismos como justos y, por lo tanto, evitan purificarse de los vicios a sí mismos como almas. ¡Ellos permanecerán sordos a la Verdad! ¡Sus ojos espirituales estarán ciegos, y no verán la Luz!

»”El Mesías vendrá y escogerá solamente a aquellos quienes han preparado su propio recipiente del alma: ¡aquellos quienes han derramado la inmundicia fuera de sí mismos y han lavado el alma con las aguas puras del arrepentimiento! ¡Y luego en estas almas, Aquel Quien bautiza con Fuego encenderá la Llama del Amor Divino!

»Juan dijo que Él prepara a las personas para la recepción de la Luz Divina —a través de la aspiración a Dios en los corazones y en los pensamientos, y también a través de la purificación por el arrepentimiento—. ¡Porque incluso ni el Mesías salvará a aquel quien no se apresure personalmente a salvarse a sí mismo como alma del rigor de los vicios!

»”¡Si para alguien, la riqueza del mundo material es más importante que las joyas de la vida espiritual —entonces incluso Dios—, Quien viniera a la Tierra en el cuerpo, les parecería tan sólo como un hombre extraño o incluso peor —un tentador que aleja a las personas de los dogmas de la fe de sus ancestros—!

»”El Mesías-Salvador sólo puede mostrar a las personas el Camino a la salvación y manifestarse a Sí mismo como un ejemplo de Pureza y de Luz. Además — Él hablará sobre cómo lograr una vida en Armonía y Unidad con el Padre Celestial—.

»”El Mesías-Salvador ofrece Su Ayuda sólo a aquellos que pueden y quieren acercarse a Dios por la calidad de ellos mismos como almas. ¡No salvará a nadie de los propios destinos, creados por ellos mismos!

—Entonces, ¿tú eres el Salvador? —Lázaro preguntó sorprendido.

—Tú lo has dicho… ¡No te precipites, escúchame! ¡Y en las obras, que se hacen a través de Mí, mira! Entenderás por ti mismo, cuando quieras, quién soy Yo…

—Pero ¿qué puedo hacer hoy para purificar el alma? ¡Por favor dime!

—¡Perdona a tu hermana María! ¡Porque ella ya no es culpable! ¡Ha entendido lo que estaba mal en sus pensamientos y acciones y —se ha arrepentido y precipitado hacia una vida limpia—!

»¡Su arrepentimiento es sincero! ¡Y por lo tanto —Dios la perdona—!

… Jesús me miró de una manera especial, como si viese cuánto resentimiento y descontento con María se habían acumulado en mí durante largo tiempo. Él dijo:

—¡Tú también, Marta, perdónala!

»¡Ella, de hecho, quería y procuraba el amor! Por lo que descuidó la moralidad que ha sido instituida aquí, y les causó a ustedes mucha ansiedad.

»¡Perdónala —y no te acuerdes de esa María—, quien, en tu opinión, era pecaminosa! ¡Al liberar de tal manera al alma de la suciedad de la condena, ambas se acercarán a su propia purificación!»

… Lázaro replicó:

—¡Pero ella avergonzó a nuestra familia! ¡Todas las personas alrededor ahora saben sobre sus pecados! ¡Ella es digna de castigo, no de perdón!

—¿Qué sabes tú sobre la vergüenza, Lázaro? Esto, en primer lugar, ¡es sólo una condena de parte de las personas! O es acaso vergüenza la así llamada autoflagelación ante tu propia conciencia: cuando te avergüenzas de ti mismo.

»¡Pero tal condena puede ser falsa!

»Yo, también, estoy destinado al juicio y a la “vergüenza”… Y después —por lo mismo— a la glorificación en los siglos venideros. Entonces se recordará esta “vergüenza” —como la gran “Gloria de Jesucristo”—…

»¡Es mucho mejor que condenar a los demás —limpiarte y transformarte a ti mismo como alma—!

»¡Es necesario cultivar el amor en ti mismo! Este primero nace y comienza a crecer —como una delicada flor—, en el corazón espiritual del hombre. ¡Y después —se puede expandir más y más—!

»¡Dios ve el exterior de todos, pero también sabe todo lo que el alma contiene! ¡Lo que está oculto a los ojos de los hombres —siempre está abierto para Dios—!

… Jesús continuó, dirigiéndose a todos los discípulos:

—¡Hay un gran poder en el amor-perdón! Comprendan, amigos, ¡qué importante es esto!

»¡El perdón es una medicina para el alma!

»¡Quien otorga el perdón —será ayudado incluso más que quien obtiene el perdón—!

»¡La capacidad de perdonar puede cambiar mucho la vida de las personas!

»¡La capacidad de perdonar es una parte importante de la capacidad de amar!

»¡Al no recordar el mal del hombre arrepentido, no le retenemos en su pasado con nuestros propios pensamientos “pesados” sobre él! ¡Entonces —le revelamos a esa persona— la oportunidad de precipitarse hacia un futuro limpio! ¡Porque le ayudamos a creer en sí mismo y a hacer que su propio futuro sea hermoso!

»Pero no es suficiente que una persona diga “te perdono” sólo con palabras, y luego, en cada caso específico, recordarle sus pecados pasados con un reproche…

»¡No recordar el mal —es fácil hacerlo en palabras—! Pero, en la realidad, es necesario trabajar en uno mismo como alma.

»¡Es necesario expulsar todo recuerdo de resentimiento, todos los restos de tu ira! ¡Incluso si hubiera suficientes razones para estos estados —todo eso debe dejarse atrás—!

»Al eliminar nuestros recuerdos pesados, los reproches mentales, el deseo de responder al ofensor y condenarle —limpiamos con esto nuestro propio futuro, es decir, nuestros destinos—.

»También ayudamos a quienes perdonamos, cuando les revelamos a los arrepentidos la libertad de volverse mejores, de vencer, de superar errores, de eliminar la carga de sentir la propia culpa.

»¡Y que los perdonados elijan por sí mismos: pecar o no pecar más!

»Sí, es necesario explicarle a la gente: ¡qué es puro y qué es pecaminoso! Sí, todos deberían ser ayudados a abrir los ojos a los vicios: ¡para que el hombre, habiendo entendido y arrepintiéndose, pueda cambiarse a sí mismo y no seguir pecando!

»También es importante no mirar a la persona pecaminosa “condescendientemente”, sino llenar tus pensamientos y palabras con amor y cuidado hacia ella: ¡porque queremos ayudarle!

»¡Sí, uno debe ser capaz de ver el mal, pero no debería odiar a la gente de mal!

… Me quedé asombrada de escuchar el discurso de Jesús.

Y luego volvió a mirarnos a mí y a Lázaro:

—¡Marta, Lázaro! Traten de perdonar a María —completamente, totalmente—: ¡para que no haya siquiera una sombra de condena!

»¡No es fácil para un alma vivir bajo una lluvia de acusaciones!

»Ustedes realmente querían proteger a María de las piedras que la gente iba a arrojarle… ¡Pero las acusaciones y las condenas —son como piedras invisibles que se arrojan al alma—!

»La capacidad de perdonar es un poder sanador y, al aplicarlo con sabiduría, puede brindarles una gran ayuda a ustedes mismos y a los demás.

»¡Encuentren esta habilidad! Y entonces tanto su vida como la vida a su alrededor —serán más brillantes y más limpias—.

* * *

Jesús y Sus discípulos pasaron la noche en nuestra casa.

Y al día siguiente, temprano en la mañana, María se dirigió a Lázaro y a mí con una petición:

—¡Debo irme con Jesús! ¡Él —lo ha permitido—! ¡Les pido que entiendan y me liberen! Me iré de todos modos, ¡incluso si me lo prohíben! Pero les pido: ¡déjenme ir en paz!

»¡En Él —está la Verdad—, en Él —Dios ha descendido a la Tierra y le habla a las personas—!

»Él no permite a todos seguirle. ¡Pero a mí —me lo ha permitido—! Les pido: ¡déjenme ir!

… Dije en respuesta:

—¿Por qué necesita Él ahora una doncella entre Sus discípulos varones? ¡Con todas las cosas malas que se han dicho sobre Él! Ahora dirán que una ramera anda con Él para complacerle…

—¡A Él no le importan tales habladurías! Sí, la gente a menudo piensa y habla mal de los demás… ¡Él le llama a esto, pecado ante Dios!

»Y en cuanto a mí misma, no me he portado mejor que ellos hasta ahora…

»¡Pero ahora, tengo la oportunidad de vivir pura e inteligentemente!

»Solía pensar que podía amar… ¡Pero eso no era amor real! Quería realmente el amor sólo para mí, ¡quería ser yo la amada! Yo —para mí— ¡buscaba la atención y la adoración de los hombres! ¡Quería, para mí misma, la caricia y la admiración de mi belleza!

»Pero Jesús… ¡Él me salvó, a una descarriada… de lo malo en mí!

»Querían arrojarme piedras, pero Él me protegió, diciendo:

»“¡La juzgan, sin saber nada de ella! ¡Ustedes juzgan, sin saber realmente lo que es el pecado, y lo que es el amor!

»”¡Que aquel, quien piensa que no tiene vicios y vive sin pecados, —que sea este quien primero arroje la piedra de la maldad—!

»Y la multitud se calmó. Y Él continuó:

»“¡No juzguen —y no serán juzgados—! ¡Perdonen a los demás —y Dios les perdonará—!”

»Entonces Él tocó mi cabello suavemente…

»Y dijo: “¡Mi más puro Amanecer! ¡No peques más, pensando que eres una pecadora!”

»¡Él Mismo irradia tal Luz, tal Paz!

»¡Él Mismo es el Amor inconmensurable!

… Le repliqué a mi hermana:

—¡María, simplemente te has enamorado de nuevo! ¡Él te defendió ante la gente —y ya estás enamorada otra vez—!

—¡No es eso! ¡Todo lo anterior, a lo que llamé amor, no cuenta! ¡No conocía el verdadero amor antes! Esto no es fácil de expresar en palabras…

—¿Y quién serás tú para Él?

—Una discípula… ¡Y aprenderé la vida verdadera!

… En este momento, Jesús entró en la habitación, se acercó, abrazó a María y se dirigió a nosotros:

—Se los ruego: ¡déjenla venir conmigo! ¡Su destino está siendo decidido ahora!

—¿Pero qué dirá la gente cuando entre Tus discípulos haya una mujer, una entre los hombres?

—¡No temas, Marta! ¡Pasarán los siglos —y la gente dirá que entre Mis discípulos dignos— también había una mujer llamada María!

* * *

María se fue con Jesús. Mi hermano Lázaro y yo la dejamos ir, aunque a regañadientes. Desde entonces, ella y Jesús casi nunca se separaron. Ella se convirtió en Su más cercana compañía y discípula.

Y yo… Durante mucho tiempo, estuve lejos del entrenamiento directo. Pero más tarde, llegó el momento para mí de aprender las Verdades Profundas directamente. Para esto, necesitaría, mientras maduraba, realizar muchas cosas y deshacerme de muchas imperfecciones del alma…

<<< >>>
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
PDF
 
Página principalLibrosArtículosPelículasFotografíasSalvapantallasNuestros sitiosEnlacesQuiénes somosContacto