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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Capítulo cuatro: La esclava
 

Ariadne/Capítulo cuatro: La esclava


Capítulo cuatro:
La esclava

Al día siguiente, Ariadne acudió nuevamente al discurso de Pitágoras y logró ver a Leonardo pero solo en la distancia. Ese día, no pudieron hablar.

Volvió a casa sumida en sus pensamientos por lo que ahora le estaba pasando…

Se encontraba todavía como en una especie de delicada neblina transparente luminosa que la inundaba de una alegría tranquila.

Los pensamientos aparecían como flotando para luego disolverse de nuevo, y la delicada alegría no desaparecía ni por un momento.

«¿Qué me está sucediendo? ¿Me estaré enamorando? ¿Pero, de quién? ¿De Pitágoras? ¿De Leonardo? ¿O de este hermoso Mundo Divino del que habla Pitágoras?»

También trataba ella de repensar sobre lo que había escuchado ese día: “¡El hombre puede convertirse en Dios, en el Dios-Humano!”

«Pero ¿no es demasiado presuntuoso e inmodesto pensar así? ¿Y si los Dioses nos castigan por tal insolencia?

»Pero no, esto no es insolencia, ¡sino el deseo de mejorar! Después de todo, ¡siento que lo que dice Pitágoras es cierto!

»¡Ya en mi niñez, yo misma soñaba con convertirme en una Diosa! ¡Y no solo en términos de belleza física, sino también en términos de sabiduría y de realizar maravillosas obras de bondad!

»Pero esos son sueños de la infancia… En cambio aquí, ¡todo es real! O, acaso… ¿simplemente parece real?

»¡Aquí y ahora, Pitágoras dice que el significado de la vida humana es llegar a ser perfecto al igual que los Dioses son Perfectos, y luego, —ayudar sabiamente a las demás personas—!…

* * *

En ese momento, una joven esclava le llevó la cena a Ariadne.

Ariadne, todavía como en otro mundo, con la mano golpeó sin querer la fina bandeja con incrustaciones que la esclava estaba a punto de poner sobre la mesa. Todo en la bandeja cayó manchando el hermoso atuendo de Ariadne. Se rompieron unas costosas tazas de cerámica finamente pintadas y una copa de oro resonó y rodó sobre las losas de mármol…

La esclava cayó de rodillas asustada:

—¡Perdóneme, señora! ¡Lo siento!

… Ariadne no era cruel ni arrogante con sus esclavos. Así que la esclava no estaba para nada en riesgo de ser cruelmente castigada. Pero no obstante, la pobre se encogió como si esperara ser golpeada.

Ariadne, estaba acostumbrada desde pequeña a que había personas que estaban obligadas a servirle haciendo todo el trabajo, y sin ella prestar nunca mucha atención a este «otro tipo» de personas…

¡Pero Ariadne hoy, de repente, vio que esta hermosa joven de la misma edad que ella —por culpa de la propia Ariadne—, se encontraba ahora asustada y confundida! Estaba de rodillas, sin saber qué hacer: ¿si cambiar el atuendo de su ama o dedicarse a recoger los fragmentos esparcidos?

… Ariadne no sabía casi nada sobre la vida de Diánte, tampoco lo que le había sucedido para que terminase como esclava… ¡Y mucho menos se le ocurrió en el pasado preguntarle!

Ella la había comprado recientemente de un hombre que era muy cruel con sus esclavos. Diánte, en agradecimiento, pagaba haber sido rescatada con una especial devoción y amor por Ariadne, lo que no era común en otras esclavas. Pero al mismo tiempo, Diánte siempre guardaba silencio, cerrada, como si quisiera esconderse del mundo que le rodeaba.

Ariadne, se apresuró a calmar a la niña:

—¿Por qué estás tan asustada? Después de todo, es mi culpa, ¡yo golpeé la bandeja con mi mano!

… Levantó suavemente a la niña del suelo y miró en sus ojos llenos de lágrimas.

»¡Vamos a nadar a la piscina! —dijo Ariadne de repente y, como una amiga, se fue con Diánte.

Quitándose la ropa y riendo, Ariadne fue sumergiendo su hermoso cuerpo en el agua transparente hasta zambullirse para admirar la imagen en mosaico de Neptuno en el fondo de la piscina.

Emergiendo, llamó a Diánte:

—¡¿Bien, y qué hay de ti?! ¡Ven, ven!

… Cuando salieron del agua, ya eran casi como amigas.

… Esa misma noche, Ariadne quiso conocer la historia de la vida de Diánte, pero muy pocas palabras salían de la niña:

—Mi padre era comerciante y una persona muy educada. Me hablaba mucho de países lejanos. Me enseñó a leer, a escribir, y a contar. Después de la muerte de mi madre, comenzó a llevarme con él en sus largos viajes.

—¡Puedes leer y escribir, y nunca me lo mencionaste!… ¡Cuéntame más de ti! ¿Qué fue lo que pasó?

Diánte se ensombreció:

—No me gusta hablar de eso… ¿Para qué? ¡El pasado no se puede cambiar! ¡Y yo, aunque me veo igual, no soy la misma! ¡No soy nada! ¡Me dejé esclavizar, dejé que se mofaran de mí! Debí haberme suicidado, pero por alguna razón no lo hice y ahora, yace mi honor pisoteado y mi pureza profanada. Y al momento presente… ¡ya nada importa! ¡Ni siquiera sé por qué sigo viva!…

—¡Escucha, ya no eres una esclava Diánte! ¡A partir de este momento quedas libre! ¡Puedes empezar de nuevo!

… Diánte negó con la cabeza con tristeza:

—No… ¡Es imposible borrar todo lo que me ha pasado en la vida! ¡No soy digna ni de libertad, ni pureza, ni felicidad!…

—¡No debes decir eso! ¡Escucha, mañana, si quieres, iremos juntas a escuchar al sabio Pitágoras! ¡Quizás hasta quieras estudiar en su escuela —tal como yo sueño con hacer ahora—!

* * *

¡Al día siguiente, Ariadne anunció a todos sus esclavos —que quedaban libres sin necesidad de compensación alguna—, e incluso, distribuyó dinero entre todos! Algunos de ellos, decidieron volver a sus tierras, más otros, le pidieron a Ariadne permanecer en la casa para ayudarle con las tareas del hogar, ya que no tenían adónde ir, ni motivo para marcharse.

¡Ariadne, se sintió extasiada por el placer de haber comenzado a llevar a cabo sus primeras buenas obras! Luego, eligió uno de sus vestidos para Diánte. Y cuando Diánte se vio reflejada en el espejo, una muy leve sonrisa se esbozaba en sus labios…

Y así partieron juntas para escuchar el discurso de Pitágoras.

* * *

Tras el discurso, el propio Leonardo se acercó a las chicas, y les dijo: —Pitágoras me dijo que tú y tu amiga tienen algo que hablar con él.

—¡Vaya! Justo iba a pedirte esto. ¡Diánte realmente necesita escuchar los consejos del Maestro! ¡Pero de alguna manera —Pitágoras ya está al tanto—! ¡Qué milagro!

—¡Aún no han visto nada de Sus milagros, par de bellezas! —dijo Leonardo sonriente.

… Cuando todos los oyentes se dispersaron, Pitágoras, Leonardo y las dos chicas se sentaron en las escaleras del anfiteatro para conversar.

—¿Probablemente Leonardo y yo deberíamos irnos no? —Preguntó Ariadne.

—No querida, lo que diré será útil para todos. Hasta tal vez algún día ustedes pronuncien palabras similares ante otras personas.

… Pitágoras tomó suavemente a Diánte de la mano y comenzó a hablarle:

—¡Diánte, hoy es un día muy importante en tu destino! ¡Puedes renacer a una nueva vida, —una vida de Amor y Luz—! ¡Como Afrodita, que nació de las olas del océano!

»¡Puedes hoy comenzar a aprender a deshacerte de la pesada carga del pasado! ¡Puedes hoy empezar a crear un gran futuro para ti y para los demás!

—¿Cómo es esto posible? ¡No creo poder cambiar todo en un día!…

—¡Es cierto, el alma no cambia rápidamente!… ¡Pero tú —puedes abrirte a una nueva vida para ti—! Hoy, por ejemplo, puedes aprender a no seguir molesta por tu pasado, Diánte. Yo también fui una vez prisionero de los persas y sé muy bien lo que la esclavitud es.

—¿Cómo sabe que he sido esclava hasta el día de hoy?

»Se ve que no puedo ocultar mi desgracia…

»¡Pero Usted, gran Pitágoras, tal vez haya sido prisionero, más nunca fue una esclava como yo! ¡Me dejé esclavizar en lugar de morirme!… ¡Dejé que se burlaran de mí y me humillaran!… ¡Yo misma dejé que me pisotearan en el barro!…

—¿Y esto te lo vas a reprochar hasta tu muerte? ¿Acaso quieres llevarte esta desesperación contigo a la otra vida? ¿Quieres hacer eterna tu tristeza? ¿Quieres convertir la hermosa vida que te ha dado el Creador, en autocastigo y autotortura?

—¡No, no!…

—Diánte, es posible que pudieras haber actuado de manera más digna en su momento. O tal vez no. Pero ahora, ¡nada de eso es importante! ¡Mira, estás aquí, en este momento estás viva y escuchando Mis palabras!

»¡Que el pasado sea el pasado! ¡Ya no vivas en él! ¡No traigas más tristeza a tu alma recordando esos momentos!

»¡Eres libre de elegir en tu vida —si será el pasado o será el presente— lo que quieres para ti misma ahora!

»¡Todo lo que una vez fue, ya se ha ido en el río del tiempo!

»¡No debes quedarte en ese pasado con su cúmulo de pensamientos y emociones!

»¡Ahora! ¡Ya! ¡En este mismo instante, —puedes empezar a cambiarte a ti misma y a mejorar tu vida—! ¡No tiene sentido lamentarse por las fallas y los errores teniendo la oportunidad de corregirlos!

»¡Siente las maravillosas oportunidades que se abren ante ti! ¡Todo está en tus manos! ¡Y Yo estoy listo para ayudarte! ¿Qué te parece? ¿Quieres esto?

—¡Sí, sí quiero!

—¡Entonces, olvida la oscuridad del pasado y no te atormentes con la incertidumbre de un futuro en el que aún no puedes ver la Luz!

»¡Es un error ver el mundo sombrío, desprovisto de bondad y alegría! ¡Te equivocas al verte en este mundo como víctima de las atrocidades y de tus propias acciones incorrectas! ¡Ya no deberías sentirte insignificante, o derrumbada!

—¿Puede enseñarme a pensar y ver las cosas de una manera diferente?

—Sí, intentaré ahora revelarte un poco la Verdad y mostrarte cómo es realmente todo. ¡Esto es para que en el futuro tú misma lo sepas y aprendas a vivir de acuerdo con la Verdad!

»¡La Verdad —es el Poder Divino Primordial que controla todo lo que existe—!

»¡La Verdad —es realmente una manifestación de Amor, Belleza, Armonía, Sabiduría, Bondad, Cuidado y Perfección—!

»¡La Verdad —es Dios—!

»No me refiero al “dios” ficticio de algún culto en particular, ni a una estatua de mármol en un altar a la que la gente le ofrece sacrificios.

»¡Existe un Dios real, —el Poder Único Creador de Todo—!

»¡Él —realmente existe—!

»¡Es Él como el océano que une en sí mismo a los muchos ríos que desembocan en él, y que llevan sus aguas a fundirse en el infinito de este océano!

»¡Así, el Uno Divino Primordial tal cual un océano, une en Sí mismo a todos los Seres verdaderamente Divinos Quienes fluyendo en Su dirección, alcanzaron la Perfección y se volvieron Uno con Él a lo largo del tiempo inconmensurable!

»¡Dios, el Gran Poder Primordial —esgrime la más elevada Sabiduría y Justicia—!

»¡Él creó las Leyes bajo las cuales todo se desarrolla en el Universo!

»¡Todo esto, en vez de palabras especiales, puede ser reconocido como una Realidad, es decir, verse, sentirse, comprenderse, y uno convertirse en una Parte integral de Él!

»Ahora, para comenzar, ¡siente que estás rodeada por la Luz de Su Amor!

»¡Y esta Luz del Amor Divino, está cerca de ti a cada segundo siempre!

»¡Esta Luz está en todas partes! ¡La Luz Divina te abraza por fuera y está lista para llenarte por dentro!

»¡Pero la tristeza, el miedo y la desesperación, que aún existen en ti, no permiten que el Amor Divino fluya hacia tu interior!

»¡Abre en ti el amor del alma para hallar el Amor de Dios —y tú misma verás esta Luz Divina—!

»¡Siente esta Luz con las manos de tu corazón espiritual! ¡Tú sabes cómo amar!

»¡La Luz del Amor Divino siempre está lista para sostenerte, tal como si te llevara en Sus Manos!

»¡Esta Luz puede apoyarte, protegerte de los peligros y guiarte!

»¡En Ella descubrirás el propósito de tu vida y el papel que puedes jugar en el escenario del mundo material para el resto de los seres!

»¡Con respecto a ayudar a los demás, se puede brindar mucha ayuda transmitiéndoles amor y cuidado, y revelándoles las etapas de esta cognición, —siempre que su habitáculo corporal siga presente en el mundo de los objetos visibles a la visión ordinaria—!

… ¡Diánte se sintió como un alma libre elevándose en esa Luz que fue revelada a todos por Pitágoras!

—¡El Amor de Dios! ¡Qué felicidad tan grande! —Dijo Diánte que había olvidado hace mucho tiempo cómo ser feliz… ¡Pero ahora, el verdadero Poder del Amor Divino la llenaba!

Pitágoras continuó diciendo:

—¡Báñate en este Mar de Luz! ¡Fíjate, tú como alma —eres ahora libre y similar a la Luz—! ¡Y este puede convertirse en tu futuro si tú misma lo deseas! ¡Puedes aspirar a la Luz y convertirte en un Alma Divina que lleva Amor a quienes viven en la Tierra!

»¡Vive sintiendo este Océano de Amor! ¡Dios te ama, te aprecia, te conduce con Su Poder, te guía!

»¡Si quieres, muy pronto puedes aprender a vivir así para siempre y poner en práctica las sencillas reglas que enseñamos en nuestra Escuela!

»¡Y podrás ayudar a otros a descubrir lo que hoy te fue revelado sólo levemente!

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