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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
El Templo
 

Al otro lado del mundo material/El Templo


El Templo

Estoy caminando detrás de Vladimir. De repente él se vuelve y se echa a reír:

—Yogashira está bromeando. Dice: «¡Vaya! ¡Mira quién nos visita!».

Todos reímos.

Cuando entré en Su zona de trabajo, «me dejé caer» en Él y me disolví.

De pronto, me acordé de Yamamuto. Aparentemente, Él tenía algo en común con Yogashira.

Yo caminaba en círculos, me paraba, conversaba con Él, disfrutaba… Tenía la sensación de haber venido a visitar a un muy buen amigo, después de un viaje largo y agotador. Me Le quejaba y refunfuñaba simplemente, contándole sobre los mosquitos, sobre cómo éstos me cansaron, sobre las hormigas que se resintieron «conmigo» y batían sus patas, sobre cómo no pude lograr convertirme en mi favorito Bruce Lee… Y Él lo escuchaba y se reía bondadosamente. Al fin y al cabo, después de desahogarme y tranquilizarme, Le pedí permiso para… nadar en Su sitio de poder. Él aceptó. Y entonces, habiendo salido a nado del anahata hacia atrás, nadé durante mucho tiempo de espalda, como en la superficie del mar.

Se acercó Vladimir:

—¿Entablaste amistad con Yogashira? ¿Qué te parece?

—¡Es chistoso! —contesté yo sin pensar.

—Nunca percibí a Yogashira como chistoso —observó con asombro Katia—. A mi modo de ver, es todo lo contrario, muy serio.

Vladimir sonreía.

—Ahora vamos a aprender la meditación «Templo». Experimentamos detrás de nuestros cuerpos la cúpula de un Templo gigante y la llenamos de nosotros mismos.

»Luego llenamos esa parte del Templo que se encuentra más abajo de la cúpula. Ésta es mucho más grande. Podemos nadar allí con la ayuda de los brazos de la conciencia… Finalmente, llenamos el Templo entero.

»¡Pero el Templo es muy grande! —continuó Vladimir—. Es imposible llenar en el primer intento todo su volumen. Así que, debes volver a hacer esta meditación muchas veces. Gracias a tales esfuerzos, la «masa» de la conciencia crecerá gradualmente. Ésta es la misma «cristalización» de la conciencia, de la que habló Gurdjíeff.

»Con todo, hay que tener en cuenta que la “cristalización” será beneficiosa, siempre y cuando se realice en los eones (o planos) sutilísimos. De lo contrario, es decir, en el caso de que la conciencia no haya sido refinada y uno permanezca en las emociones groseras negativas, tales intentos sólo causarán daño y deteriorarán el destino.

»Y cuando aprendamos a llenar todo el volumen del Templo, aparecerá la posibilidad de sumergirnos aún más profundamente, en el «Subtemplo».

»Todo esto es posible llevar a cabo solamente usando los brazos de la conciencia. Con la ayuda de éstos hay que aprender a trasladarse en los eones del Absoluto multidimensional. Esta técnica incluso puede ser designada como braquiación. Así llaman en zoología a la manera de trasladarse de algunos monos entre las ramas de los árboles usando casi exclusivamente sus brazos.

»Si hacemos todo correctamente, nos encontraremos en la Luz Divina, parecida al fuego, en el «Subtemplo». Esto es el plano primordial del Espíritu Santo (o Brahman). Ahora, uniéndonos con Él, podemos estudiar Su Infinitud y debemos lograr que este estado sea estable.

Yo nadaba en la Luz blanca sutilísima… Me quedaba inmóvil por el Deleite Supremo… Me trasladaba y me disolvía…

Vladimir otra vez empezó a decir algo. Él estaba sentado cerca, apoyándose contra un pino, y nos estaba observando. Yo perezosamente «agudicé» un oído para escuchar lo que decía.

—…se puede dejar entrar la canción de un mirlo en el svadhisthana y experimentarla allí…

Pero el mirlo seguía cantando. Entonces, decidí hacerlo después, pero en ese momento disfrutar de la meditación con el Templo. Vladimir empezó a hablar de nuevo, como si estuviera tratando de que no me desconectara completamente. Entonces, a duras penas, me volví hacia él, quedándome parcialmente en la meditación.

—Para el desarrollo correcto del hara, el poder debe ser sutil, y no grosero.

Pensé que todo esto era claro para mí y que lo anotaría después. Entonces, otra vez volví a unirme alegremente con Yogashira.

En ese momento Vladimir, sonriendo, me dice:

—Yogashira quiere hacerte reír. Él mete Sus Brazos desde el Templo en tu cuerpo. Quiere que Le experimentes a través de esto.

Vi cómo Yogashira lo hacía y cuán chistoso se veía todo esto desde fuera. Entonces, me eché a reír.

—¿Ves cómo Dios te ama? —añadió Vladimir.

Después de algún tiempo, él empezó a hablar otra vez:

—En el futuro, podrás continuar esta meditación de la siguiente manera: tomamos en cada mano un Templo y, con el corazón espiritual, nos sumergimos en la profundidad del espacio multidimensional entre éstos…

Así medité durante un tiempo, como me pareció, infinitamente largo, hasta que sentí que mis piernas se doblaban y no podía más mantener de pie mi cuerpo. ¡Si pudiéramos ahora acostarnos sobre una telega* y así ir casa, sería una correcta terminación del día!

Pero el tren eléctrico fue nuestra telega.

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