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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
¿Qué debería hacer cada uno?
 

Corazón espiritual/¿Qué debería hacer cada uno?


¿Qué debería hacer cada uno?

Sin importar lo que los políticos puedan decidir y cualquiera que acabe siendo la situación, para todos es mejor comenzar a transformarse a sí mismos cuanto antes.

Examinemos, en primer lugar, todas las principales ideas expuestas en los libros citados aquí: integran, entre otras cosas, el conocimiento más importante impartido a las personas por Dios y lo que las mejores personas de la Tierra dijeron acerca de Dios.

A continuación deshagámonos de todos los malos hábitos: fumar, beber alcohol y consumir otras sustancias estupefacientes. Hagamos nuestra nutrición correcta desde los puntos de vista ético y médico (acerca de esto, indagar en [8,10,20,42]).

Tenemos que analizar todos los errores éticamente significativos realizados en el pasado y arrepentirnos sinceramente de todas las ocasiones en las que causamos dolor y otras calamidades a alguien o no ayudamos a alguien cuando teníamos que hacerlo. Este es nuestro arrepentimiento ante Dios. Y su sentido es deshacernos de nuestros defectos, hacer crecer las cualidades positivas que están ausentes en nosotros mismos, aprender a no pecar más. Permitámonos a nosotros mismos entender que Dios, a cada instante, percibe cada pensamiento de cada persona y que, con el fin de llevar sus pensamientos a Él, no es necesario ningún intermediario ni rituales especiales.

Comencemos a habituarnos a estar dirigidos con «los ojos del alma» a Dios. Uno puede lograr esto mediante la reflexión acerca de Dios y dirigiéndose a Él. Hace mucho tiempo, Dios me dio una meditación-oración que fue muy útil en aquel entonces. Aquí está:


¡Señor! ¡Une nuestros corazones en Ti!

¡Irrádianos con Tu Luz Que penetra en la oscuridad de nuestras pasiones!

¡Que el vasto espacio del amor que abraza todo se expanda más

y llene nuestros corazones con la exultación por Ti!!

¡Oh, desarróllate y crece en nosotros, la simiente del Señor,

llenando nuestros corazones con la luz de la sabiduría y el conocimiento!

¡Que siempre aspiremos a Ti!

Amén.


También se puede usar la oración-meditación ortodoxa «El Zar Celestial», un llamado al Espíritu Santo [6].

Con todo, no podrá hacerle a usted ningún bien el mero recitar mecánicamente o musitar esas palabras. Entendamos que cada línea de esos versos es en sí una meditación. Al pronunciarlas lentamente, con la profunda comprensión de su significado, nosotros, como conciencias, cambiamos nuestro estado con cada frase, sintonizándonos con Dios y cultivando las necesarias cualidades en nosotros mismos.

Si tenemos una necesidad de visitar los templos para participar en la meditación colectiva, está perfectamente bien, a menos que exista un riesgo de convertirse en víctima del terror sectario allí. Los templos, rituales, iconos y otros objetos de culto religioso pueden ser útiles para los principiantes en la religión. Cuando las personas maduran, esta necesidad desaparece de forma natural. Pues con el tiempo, uno puede llegar a ser más grande que los templos, en el sentido directo de esta frase. Cuando la conciencia se vuelve lo bastante grande, tal persona siente todos los templos en sí misma y para él o ella se vuelve absurdo estar corporalmente dentro de uno de éstos.

Aquellos que se desarrollan con éxito deben encontrar la comunicación directa con Dios no en los templos sino en el universo. Y la entrada en Su Morada está en el propio desarrollado corazón espiritual.

Intentemos también entender lo siguiente: a causa de la absurdidad del Antiguo Testamento respecto a la «creación del hombre», prácticamente todas las personas que leen la Biblia se formaron una idea que es sumamente dañina para comprender las cosas más importantes acerca de uno mismo. Esta opinión consiste en la contraposición del hombre versus el alma (o «yo versus mi alma»).

Mientras que, en realidad, el hombre es un alma.

La verdadera oposición sería la siguiente: «el hombre versus el cuerpo» (o «yo versus mi cuerpo»).

Así pues, ¡yo soy el alma!

Es entonces cuando uno puede comenzar a desarrollarse como un alma, adquiriendo maestría en los ejercicios de relajación y psicofísicos, así como en los métodos de limpieza y desarrollo del corazón espiritual, etc. [6 y otros].

Como resultado, tenemos que volvernos tan próximos como podamos al estado en que Dios vive. Luego, nuestra comunicación con Él se hace tan fácil como comunicarnos con las personas encarnadas. Entonces el conocimiento directo de Él y la Unión con Él se vuelven actos reales.

Por otro lado, hay personas que propagan la opinión de que Dios es incognoscible.

¿Les conocen ustedes?

Una cosa está clara: ¡para ellos Dios es incognoscible en verdad!

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