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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
La Evolución de la Conciencia Universal
 

Corazón espiritual/La Evolución de la Conciencia Universal


La Evolución de la Conciencia Universal

El espacio universal está habitado por vivientes energías autoconscientes, llamadas almas, espíritus o conciencias. Los «conglomerados» de algunas de ellas son pequeños, los de otras, mayores, mientras que otros son grandes. Pero existe además la más grande Conciencia, Que llena la totalidad del ilimitado espacio universal. Ella es el Creador, Quien también es llamado Dios Padre, Jehovah, Savaof, Alá, Ishvara, Tao, Conciencia Primordial, Adi-Buda, etc.

Conciencias no encarnadas de diferentes niveles de avance evolutivo habitan en diferentes capas o estratos del espacio multidimensional; estratos que en griego se denominan eones, en sánscrito, lokas, etc. Esos estratos se ordenan por su nivel de sutileza-grosería. Esto se puede equiparar a las ondas de radio de distintas frecuencias, que no interfieren unas con otras pese a que existen de hecho dentro del mismo volumen de espacio.

Tales estratos del espacio multidimensional tienen confines, los cuales se asemejan al plano divisorio entre aceite transparente y agua vertidos en un mismo vaso de vidrio. Así es como realmente parecen las fronteras entre algunos eones.

En el más profundo estrato del multidimensional Océano universal del Absoluto, reside la Conciencia Unida del Creador; este es el estrato de la Conciencia más sutil. Al otro extremo de la escala de sutileza-grosería hay estratos habitados por diablos y demonios, las más groseras de las almas; este es el infierno.

Así pues, existen numerosos estratos-eones entre los dos extremos de esa escala. A todo lo largo de su evolución individual, las unidades de conciencia (almas) se mueven de un estrato a otro en ambas direcciones, encontrando su morada sea en los eones infernales, en los paradisíacos o en los intermedios. Con todo, tenemos que esforzarnos por alcanzar el eón más sutil, al que llaman la Morada del Creador, y que se ubica a más profundidad que el paraíso.

La Vida de Dios consiste en Su Evolución, i.e., la continuación del desarrollo positivo de Su Organismo Universal.

Esta es la razón por la que Él crea mundos materiales en diferentes lugares del universo y luego enraíza pequeñas partículas de Su energía en cuerpos orgánicos en los planetas, los que en ese momento se adecuen para la existencia de aquellos cuerpos. Esas partículas deberían crecer hasta retornar a fundirse en Él y a la postre enriquecerle a Él. Su crecimiento comienza en las retículas cristalinas de los minerales, prosigue en los cuerpos de las plantas, los animales y luego en los de los seres humanos.

Cada uno de nosotros ha superado una multitud de encarnaciones en el proceso de evolución personal antes de llegar al actual cuerpo humano. Y nuestra tarea de ahora es hacer los máximos esfuerzos a fin de hacernos dignos de la Unificación con el Creador en Su Morada.

Ahora nos queda claro cómo deberíamos amar a Dios, ¿no es así?

Tenemos que hacer todo cuanto podamos para obtener nosotros mismos la Perfección y afluir a Él, así como ayudar a otras personas a hacer eso mismo.

Avanzamos hacia la Perfección mediante:

— nuestra propia transformación ética conforme a los mandatos que Dios nos ha dado; el primero de los cuales es el cultivo del amor hacia todos los seres vivos y hacia el Creador.

— nuestra propia refinación como conciencias a fin de que podamos establecernos en eones más sutiles —lejos del infierno y más próximos a la Morada del Creador.

— el autodesarrollo intelectual: la acumulación de conocimiento en torno a lo más importante, entrenando las capacidades cognitivas, la creatividad intelectual, etc.

— el desarrollo del poder de la conciencia refinada, el cual es directamente proporcional a su tamaño.

— el desarrollo de la capacidad de unirnos con Dios.

Una conciencia individual tiene el potencial para aumentar cuantitativamente (capacidad de crecer). Medra en el transcurso de sus encarnaciones a medida que entra en cuerpos materiales de tamaño creciente. Pero en las etapas humanas de la evolución de un alma individual ese crecimiento es acelerado si uno lleva una intensa vida en diferentes áreas: trabajo físico, esfuerzo intelectual, curación, etc. Si bien existen además métodos especiales (esotéricos) para acelerar el crecimiento cuantitativo de la conciencia, los cuales consisten en varios tipos de entrenamientos meditativos. Estos son particularmente efectivos si se realizan en combinación con ejercicios atléticos y en especiales sitios de poder.

Hay que recordar que un incremento del tamaño y poder de una conciencia grosera convertirá a la persona en un diablo y determinará para él o ella una vida muy «estable» en el infierno. Es sólo el crecimiento de una conciencia refinada lo que tiene valor real.

¿Qué es, entonces, lo que conduce al endurecimiento de la conciencia, y qué a su refinación?

Existen tanto factores externos como internos. Entre los primeros está la introducción en el organismo de ciertas clases de energía procedentes del exterior: sean groseras o delicadas. Por ejemplo, comer cuerpos de animales muertos, la permanencia prolongada dentro de campos de energía ruda generada por personas groseras, por sitios de poder negativos, potentes transformadores de tensión y otras fuentes similares —todo ello embrutece la conciencia. Por el contrario, la comunicación con personas cultivadas, sintonizarse con los fenómenos más sutiles de la naturaleza viva, con las obras de arte, con los Maestros Divinos, contribuye a la refinación de la conciencia.

Pero lo que es aún más importante en este proceso son las propias emociones del individuo. Las emociones no son sino estados de la conciencia. Son generadas en estructuras de energía especiales del organismo humano —los chakras. (Los procesos eléctricos registrados en el cerebro meramente reflejan esos estados, pues el cerebro no los genera, sino que sólo toma parte en el procesado y transferencia de la correspondiente información a los varios órganos del cuerpo y estratos del organismo humano multidimensional, así como entre la conciencia que vive en el cuerpo material y el entorno exterior).

Todas las emociones y sus matices se pueden ordenar a lo largo de la escala de sutileza-grosería.

A la categoría de emociones groseras pertenecen todas las manifestaciones de la ira (desde las emociones de condena e irritación hasta la furia), y asimismo el miedo (desde la ansiedad al terror).

Las emociones sutiles y más delicadas están representadas por todas las clases de amor, especialmente por la ternura (incluyendo la de tinte sexual). No es por casualidad que el Nuevo Testamento contiene muchas declaraciones sobre este tema: «¡Ámense los unos a los otros con amor fraternal!» (Romanos 12:10), «¡Salúdense unos a otros con un beso santo!» (2 Corintios 13:12), etc. (Ver más detalles en [6, 10]).

En cuanto al control de las propias emociones, cualquier intento de contener la ira o de forzarse a ustedes mismos a besar a personas a quienes no aman resultará sumamente ineficaz. Una solución radical a este problema puede venir a través de la práctica de métodos de autorregulación psíquica, basados en influir las zonas reflexogénicas de la esfera emotivo-volitiva (los chakras y algunos meridianos principales). Entre estos están los métodos desarrollados en nuestra Escuela científico espiritual [6-8, 11].

La zona reflexogénica más importante del organismo humano es el chakra anahata. Es en este chakra donde el corazón espiritual comienza a desarrollarse para después crecer más allá del cuerpo material.


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